No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.

Romanos 12:21

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14 de septiembre.

5:00 p.m

— ¡Mamá ya me voy! — dije mientras me despedía de ella con un beso en la mejilla.

— Adiós Mía, cuídate — dijo sonriendo.

Salí de casa rumbo a la academia de Ballet que no quedaba tan lejos, eran aproximadamente 20 minutos caminando.

Pude haber tomado un taxi pero preferí caminar. Me gustaba caminar, me ayudaba a pensar o reflexionar.

Estaba algo preocupada por Erick, no respondía mis mensajes y no lo había visto desde el sábado en el parque. Me preguntaba si estaba bien o si estaba ocupado y por eso no me respondía.

Sacudí mi cabeza cuándo me di cuenta que de nuevo estaba pensando en él, cosa que dije que ya no haría o al menos trataría de hacer para no hacerme falsas ilusiones.

Cuando llegué a la entrada de la academia me detuve un momento antes de caminar hacia el interior. Solté un suspiro cuando recordé que las chicas que me odiaban estarían ahí también.
Debido a que todas las que practicabamos Ballet estudiábamos por las mañanas, ahora los ensayos eran los días miércoles y viernes por las tardes.

Caminé hasta el interior de la academia. Al llegar ahí ya todas estaban reunidas, algunas vestidas otras aún no. Me dirigí hacia los vestidores, me cambié de ropa a una más cómoda que siempre utilizaba para las prácticas.

Luego volví. Poco después el ensayo empezó, primero el calentamiento y antes de proseguir la instructora nos dio una noticia:

— pronto estarán en el teatro del pueblo presentado una coreografía, de "El lago de los cisnes".

— ¿quién será la bailarina principal? — preguntó Maya, la instructora sonrió y se me quedó viendo.

— Creo que todas sabemos el gran talento que tiene Mía, así que ella será la bailarina principal.

<otra razón más para que Maya me odie>

Maya estaba a punto de protestar cuando la instructora, nos pidió continuar con el ensayo.

— Primera posición chicas — Ordenó la instructora.

Todas nos acomodamos en dicha posición. Los pies iban juntos separándolos un poco hacia afuera y las dos manos en la cintura.

Maya y las otras chicas no dejaban de mirarme con enojo.

Luego de varios minutos tuvimos un descanso para tomar agua.

Me diriji hacia donde había dejado mi mochila en una silla, saqué mi termo de agua y bebí un poco.

— ¿Por qué no nos haces un favor y desapareces de aquí? — Maya se acercó a mi junto a otras dos chicas.

No supe que decir solo bajé la mirada.

— ¿por qué no respondes? ¿Acaso estás muda? — volvió a decir mientras me arrebataba mi termo de agua.

— Devuelvemelo — supliqué.

— Si lo quieres ve por él — dijo riendo mientras se lo pasaba a una de sus amigas y esta corría.

Caminé lo más rápido que pude tratando de alcanzarla. La chica salió del salón, yo la seguía y las otras venían detrás de mi.

— ¡Por favor, dame mi termo! — volví a decir, pero fue muy tarde porque de un momento a otro solo pude ver como aquella chica abría el enorme bote de basura y tiraba mi termo.

— ¡Upss, lo siento, se ha caído! — rió, las demás también hicieron lo mismo.

Unas pequeñas lágrimas salieron de mis ojos y rodaron por mis mejillas.

Maya se acercó a mi y me empujó contra el bote de basura ocasionado que me golpeara la espalda.

— ¡Será mejor que desaparescas de aquí! — dijo entre dientes — ¡así yo podré protagonizar la obra!

Se dieron la vuelta y se marcharon. Limpié mis lágrimas y caminé hacia el salón donde estábamos ensayando.

Nuevamente nos acomodamos para la presentación. Por más que trataba no podía concentrarme y en más de una ocasión me equivoqué.

— Profesora — llamó Maya haciendo que nos detuvieramos.

— ¿Si?

— Creo que tal vez Mía no esta tan preparada para ser la bailarina principal — me miró altiva — se ha estado equivocando y eso nos afecta a todas.

— Lo siento — fue lo único que dije mientras bajaba la mirada.

— Tranquila Mía — respondió la profesora — mejoraremos si ensayamos más, y Maya...— miró a la chica — por favor no sigas con esto, todos cometemos errores.

Maya me miró furiosa. Poco después la instructora anunció que el ensayo había terminado y que podíamos retirarnos. Normalmente tardabamos una o una hora y media.

Luego de cambiarme salí de la academia dispuesta a irme, pero cuando iba a dar un paso fuera tres chicas se interpusieron en mi camino, una de ellas era Maya.

— Mía, Mía — dijo — ¡Ya estoy harta de ti y de que siempre me quites el primer lugar!

De un momento a otro me tomó de los cabellos y me jaló fuertemente. Solté un quejido de dolor.

— Iras ahora mismo y le dirás a la instructora que no podrás participar ese dia en la presentación — decía a medida que seguía jalando fuerte mi cabello y me empujaba.

— ¿por qué haces esto? — le pregunté entre lágrimas.

— ¿por qué? Porque tú no eres nadie, y este no es tu lugar — me soltó — así que ahora vuelve y dile a la instructora que ya no vendrás más a los ensayos.

— no puedo hacer eso.

— Lo harás — me dio una cachetada y me empujó contra el suelo.

Las tres se alejaron dejándome ahí. Me paré del suelo y luego limpié mis lágrimas.

Ya no soportaba estar en la academia con esas chicas ahí. Lo mejor era irme tal y como Maya había dicho, porque ¿qué más podía hacer?

Pensé en volver en ese instante con la instructora y decirle que ya no volvería a las clases de Ballet, pero no quería que me viera en ese estado en el que me encontraba, así que decidí que solo la llamaría y le avisaría.

Comencé a caminar de regreso a casa. Pasé por el parque, y me senté en una de las bancas. Cerré mis ojos y solté un suspiro al recordar todo lo que había ocurrido hace unos momentos.

Toqué mi mejilla que aún me dolía un poco. ¿Por qué Maya era tan cruel conmigo? ¿Por qué?

— ¿Mía, que te pasó? — la voz de Erick me hizo sobre saltar.

No sabia de dónde había salido pero agradecía que estuviera ahí.

— ¿qué me pasó de que? — le pregunté tratando de sonar lo más normal posible aunque en mi garganta se formaba un nudo que me hacía imposible seguir hablando.

— ¿estás bien? — preguntó, y eso fue suficiente para romper a llorar — Dime que te ha pasado — volvió a decir.

Se sentó a un lado de mi y me abrazó. Cuándo pude calmarme un poco le conté lo que habia sucedió en la academia y que no pensaba volver nunca más.

Fue raro pues jamás solía hablar con nadie acerca de lo que me pasaba o de cómo me sentía.

— A veces quisiera tratarlas de la misma forma que ellas a mi, pero no puedo...y eso me molesta...

— ¿por qué? — me preguntó.

— Porque siento que no puedo, siento que debo ser diferente.

Por más que quisiera devolverles el mal, sentía que algo me lo impedía y me decía que yo debía ser diferente.

— Y esta bien querer ser diferente — dijo — Eso demuestra que eres mucho mejor que ellas.

— llamaré a la instructora y le diré que no volveré.

— No estarás hablando en serio — dijo — Mía, no puedes dejar algo que amas solo porque alguien te lo diga.

— estoy hablando en serio, no soporto más los malos tratos. Estarán mejor sin mi.

— Pero...— Erick iba a decir algo pero lo interrumpí.

— lo he decidido ya.

Quedamos en silencio por un breve tiempo.

— Lo siento — dije después.

— ¿por qué?

— Por contarte mis problemas, por llorar frente a ti...

— Hey, esta bien — sonrió — no pasa nada.

— es que...jamás he dejado que nadie me vea llorar...— confesé — siento que me hace ver débil y vulnerable.

— Pero eres humana y no tiene nada de malo.

Sonreí y pensé que tenía razón. Aún cuándo en toda mi vida jamás había demostrado lo que sentía frente a los demás.