Capítulo 10: POR TI🙌
Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.
Jeremías 29:11
●°●°●—————— 🩰 ——————●°●°●
El servicio había acabado hace unos momentos.
Me encontraba saludado a cada hermano y hermana que venia hacia mi, cuando sentí que alguien pusó su mano en mi hombro.
Volteé a ver quién era y dije:
— ¿Erick, qué haces aquí? — una enorme sonrisa se formaba en mi rostro.
— tú me invitaste — respondió
— si — dije — pero pensé que no habías venido, te busqué hace rato.
— estuve hasta atrás — sonrió — llegué cuando ya había iniciado, estaban cantando.
— me alegra que hayas venido
— Te veías muy linda cantando...
Bajé la mirada sonrojada.
— Gracias — logré decir — ¿y qué tal te pareció todo?
— pues no estuvo mal — contestó — me pareció lindo la ultima parte donde el chico le dedicó la cancion a su novia.
— Dan — sonreí, realmente si había sido lindo lo que había hecho por Alin.
— Si, ese — dijo — ¿son amigos tuyos?
— si — afirmé — ven, te los presentaré
— Espera Mía...¿y si no les agrado?
— vamos — lo jalé de la mano y lo conduje hasta donde los chicos del grupo estaban reunidos.
Al verme llegar con Erick, dejaron de hablar y me miraron fijamente.
— Hola chicos y chicas — dije sin borrar la sonrisa de mi rostro — les quiero presentar a alguien — miré a Erick quien sonreí nervioso — El es Erick, mi hermano.
— Hola, es un gusto conocerlos — Erick movió una de sus manos en señal de saludo.
Todos se acercaron a él y lo saludaron, le preguntaron como estaba y demás cosas. Le dijeron que era todo un placer conocerlo. Al parecer nadie recordaba que yo era hija única porque no dijeron nada al respecto.
— no sabia que tenías un hermano — dijo Bruna luego que hubieron saludado a mi amigo.
— Ah, si — dije y miré a Erick quien sonrió cómplice.
Nadie preguntó más, creo que si creyeron eso de que éramos hermanos, tal vez por el color de los ojos que ambos teníamos, solo que él tenía el cabello rubio y yo castaño.
— Felicidades por su compromiso — les dijo a Alin y Dan.
— te lo agradecemos mucho — respondió Alin — esperamos verte en la boda.
— Bueno, aún vere si puedo asistir.
— Esperamos que si — dijo Dan.
Minutos después Rodrigo y su esposa se despidieron diciendo que ya tenían que retirarse pues la pequeña Sofía tenía que descansar.
Luego Erick me hizo señas de que ya tenía que irse, así que les dije a mis amigos que aún estaban ahí:
— Bueno, ya debo irme, los veré pronto
— claro, cuidate — dijo Paola
— fue un placer conocer a los amigos de mi hermana — se despidió Erick.
— igualmente — le respondió Dan sonriendo.
— adiós a todos — dije y me di la vuelta para irme junto a Erick.
Antes de que pudiera dar un solo paso, Dan me detuvo.
— ¿qué pasa? — le pregunté extrañada
— Yo se que él no es tu hermano — susurró para que nadie más que yo pudiera oírlo — pero luego hablaremos de eso y me dirás quién es realmente...— sonrió y se alejó de mi.
Seguí caminando hasta alcanzar a Erick, mientras pensaba en lo que Dan me había dicho, bueno no tenía nada de malo, Erick solamente era mi amigo, pero ¿estaba bien llamar amigo a quien apenas conociste hace tan solo unos días y del cual no sabías casi nada, y que además odiaba todo lo relacionado a Dios?
Afuera la noche estaba algo nostálgica, no había estrellas, estaba nublado y la luna se escondía bajo las nubes, su luz tan tenue apenas y podía verse.
El viento frío soplaba sobre, había olvidado mi suéter y tenía frío, me abracé a mi misma.
Tenia que volver sola a casa pues mi mamá no había podido asistir, no estaba tan lejos pero si estaba oscuro y admito que me daba un poco de miedo.
— bueno, adiós — le dije a Erick — fue lindo verte aquí.
— ¿qué haces? — me miró frunciendo el ceño
— me estoy despidiendo — me encogí de hombros — Ya tengo que irme a casa.
— ¿sola? — alzó una de sus cejas, asentí — ¿y crees que voy a dejar que mi pequeña hermana se vaya sola a casa, bajo la oscuridad de la noche, donde no sabes si puede haber ladrones o algo parecido?
— pues...
— iré contigo hasta tu casa
— pero...— estaba por decirle que no era necesario que tal vez él estaba cansado.
— pero nada — dijo serio — te acompañaré
— bueno, vamos — sonreí, ambos comenzamos a caminar en medio de la noche.
Cuánto más caminaba más frío sentía. Y creo que mi acompañante lo había notado pues se quitó la chaqueta de cuero que llevaba y me la tendió.
— pontela — dijo
— no, tu debes tener frio...
— que te la pongas — volvió a decir — yo estoy bien...
— No, no — negué una vez más — es tuya, úsala tú
— ¿por qué tengo que insistirte tanto? ¿Por qué no simplemente aceptas la chaqueta y ya? — preguntó dejando de caminar.
— no sé — respondí — tal vez porque nunca he dejado que nadie haga algo por mi.
Jamás en mi vida alguien lo había hecho, no porque no quisieran sino que yo no lo permitía, no permitía que nadie me ayudara o tuviera un lindo gesto hacia mi.
Yo si podía ayudar pero no sé, sentia que yo no necesitaba ayuda o que realmente no lo merecía. Ni siquiera mi padre hacía algo lindo por mi así que ¿por qué dejar que alguien más lo hiciera?
Aveces cuando luego de los ensayos o los servicios los chicos querían ir a comprar un helado o algo, y yo no llevaba dinero suficiente, aún cuando alguien de ellos se ofreciera a pagarme lo que quisiera me negaba. Y no era por ser orgullosa, simplemente no estaba acostumbrada a dejarme ayudar.
— bueno déjame ser el primero en hacer algo por ti — me dijo mientras colocaba su chaqueta en mis hombros.
— Gracias — le dije en un susurro.
— Sabes, aveces es bueno dejar que otros hagan algo por ti...
Sonreí asintiendo con la cabeza.
Caminamos varias cuadras más hasta que llegamos a mi hogar, en el transcurso del recorrido íbamos conversando acerca de nosotros, bueno más de mi porque el parecía no querer hablar de su vida.
No quería despedirme de Erick, de alguna forma me hacía sentir bien.
— Bueno, hemos llegado — le dije
— ¿y así querías venir sola? Esta retirado — rodó los ojos divertido
— Si, mmm casi siempre cuando mi mamá no va a la iglesia debo regresar sola — confesé
— ¿tus amigos no vienen a dejarte?
— aveces si, pero como hoy venia contigo y pensaron que realmente eras mi hermano, pues deberíamos volver juntos ¿no crees?
— Si — rió suavemente — ¿qué harás mañana?
— Por la mañana iré a mis clases de ballet
— ¿Prácticas ballet? — preguntó sorprendido, asentí — ¡genial!
— si, mañana es el último día que voy en la mañana, cuando entre al instituto y las demás chicas regresen a clases tambien, iré por las tardes pero solo una vez a la semana y será una hora de práctica nada más.
Aunque sinceramente desearía ya no ir más, nadie me quería allí, todas las chicas me odiaban y cada vez me hacían bromas más y más pesadas.
Como la semana pasada que fui y me tiraron mi mochila a la basura. Fue horrible ver como se burlaban de mi.
— ¿Mía, estas bien? — la voz de Erick me trajo de vuelta a la realidad
— Si — respondí
— ¿entonces por qué lloras?
No me había dado cuenta de que unas cuantas lágrimas rodaban por mis mejillas.
— por nada, solo recordé algo — dije mientras que con el dorso de mi mano limpiaba mis lágrimas.
— okey — sonrió — entonces creo que es hora de que me vaya para que entres a tu casa.
— te veré luego.
— espero que sea pronto
— ¿cuándo vendrás a la iglesia otra vez? — le pregunté
— No se — contestó — no es lo mío...
— okey — respondí.
Erick se acercó a mi hasta quedar de frente.
Mi corazón comenzó a latir con más fuerzas, ¿por qué me pasaba eso?.
Erick depositó un beso en mi frente y dijo: — Cuidate pequeña.
— no soy pequeña — protesté
— eres menor que yo — rió — adiós, ya tengo que irme.
Se dió la vuelta y se marchó.
Entré a casa y encontré a papá tirado en el sofá con latas vacías de cerveza, estaba tomando nuevamente, últimamente esa era su rutina, beber y beber hasta quedarse dormido para luego en las mañanas despertar y pelear con mi madre.
Me fui a mi habitación no sin antes pasar a la de mamá para avisarle que había llegado.
Me encerré en mi cuarto y me cambié de ropa, entonces me di cuenta que no le había regresado a Erick su chaqueta. La guardé y pensé en devolvérsela la próxima vez que nos viéramos.
Prendí música de adoración, eso me relajaba y me hacía olvidar los problemas de mis padres, se que era la presencia de Dios a través de cada canto.
Antes de dormir oré, y como siempre le pedí a Dios por mi familia, para que hiciera un milagro y todo volviera a ser como antes, una familia unida y con amor.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro