"La psicología inversa no funciona con idiotas"
Sentirte estúpido es algo bastante normal y sencillo. Me sentía así mientras Yuki salía por la puerta de su habitación, rebosante de felicidad, como si tenerme atado a una silla fuera el sueño que siempre quiso cumplir.
Cerró la puerta tras de sí y yo gruñí por lo bajo. Aquello no podía estar pasándome a mí. Era estúpido por haberme confiado y haber entrado en casa de Yuki. Demonios, fui estúpido en el mismísimo instante en el que vi la pantalla con su nombre y cogí el móvil.
Deseé llorar, para poder desahogar mi enfado, mas ninguna lágrima salía por mi rostro. Estaba cabreado, cabreado a lo grande. ¿Cómo pude ser tan tremendamente estúpido? ¿Quién en su sano juicio hubiera hecho lo que hice yo? «¿Una buena persona, quizás?» preguntó una voz burlona en mi mente.
¡La nota! De repente lo recordé. Si Yuuichi veía la nota... no le serviría de nada dado que no tenía idea de donde vivía Yuki. Aquello cada vez se me escapaba más y más de las manos. No podía darme siquiera esperanzas a mí mismo, estas se habían vuelto tan estúpidas como yo.
-Amemiya- ronroneó la voz de Yuki mientras asomaba por la puerta.
-Volviste, menos mal- solté un bufido.
-Oh, lo siento, sé que no debería haberte dejado sólo tanto tiempo.
-Sigues sin pillar el sarcasmo, amigo.
Se acercó a mí con una sonrisa lasciva, otra vez, y me acarició el rostro con sus largos dedos. Recorrió todo el mentón, y luego, subió hasta mis labios. Reprimí las ganas que tuve de abrir la boca y de un mordisco fastidiarle los dedos de por vida... pero me dije en mi fuero interno que no debía empeorar las cosas tal y como ya estaban.
-Bien, empecemos a divertirnos...
El corazón me latió un segundo antes de que me sumiera en un profundo silencio, con las pupilas dilatadas del miedo. No se atrevería a tocarme... ¿Verdad?
Acercó sus labios a los míos y empezó a devorar mi boca con desesperación, quizás esperaba que en algún momento le correspondiera. Pero me quedé quieto, aún atemorizado por sus palabras. No podía estar hablando en serio, por más que lo imaginaba, aquello no podía ser real... Yuki... No...
-No- dejé que una lágrima resbalara hasta chocar con sus manos, que aferraban mi rostro con fiereza.
Antes de que dijera nada, un timbre nos sobresaltó a ambos. El timbre de mi móvil. Si me dejaba moverme... quizás podría cogerlo y... Nada, no podría.
-¿Quién es?- pregunto gruñendo.
-Será... mi hermana, Yuuka, seguro que es ella.
-Voy a coger el móvil y vas a hablar, ni se te ocurra irte de la lengua...
Asentí, esta era mi oportunidad. Si algo bueno tenía el instinto fujoshi de Yuuka era que casi podía leerme el pensamiento. Si le daba indirectas que Yuki no pudiera entender, sabría a la perfección que no estaba en una buena situación, y quizás, sólo quizás pudiera localizarme... Hoy era sábado, por lo tanto, Hiroto y Midorikawa quizás se pasaran por el apartamento. Ellos me habían recogido algunas noches de regreso a casa desde la casa de Yuki. Podía ser que recordaran el camino... y que pudieran traer a Yuuka...
Cogió el móvil y lo descolgó sin enseñarme el número...
Un error enorme, porque al escuchar la voz al otro lado del móvil, supe que tenía más esperanzas que si hablaba incluso con Yuuka.
Yuuichi sabría qué hacer.
-Tai, dime dónde estás por favor, dime que te encuentras bien, ¿cómo estás?
Miré a Yuki, en sus ojos no había sospecha de que no estuviera hablando con Yuuka. Así que me aclaré la garganta silenciosamente y suspiré. Recé porque entendiera lo que quise decirle.
-¿T-tú cómo crees que estoy...? P-pues cansado- dije intentando no parecer nervioso, en mi voz se notaba un timbre que no solía utilizar. Estaba aterrorizado.
-¿Taiyou...? Dime qué es lo que ocurre. Iré a donde sea que estés, si es la casa de ese maldito Yuki recorreré cada casa de la ciudad hasta encontrarte- susurró con aire protector.
-No, no te preocupes, Yuuka, Hiroto-san va para allá, él lo sabe- recé porque lo entendiera.
-¿Yuuka...? Sol, dime por favor que estás bien, por favor, dime que no te está haciendo nada.
-Yo también te quiero Yuuka, hablamos luego...
No podía decirle nada más sin despertar dudas en Yuki, sin hacer que sospechara. Si Yuuichi había entendido lo que quise decir, entonces, esperaría, vendría con Hiroto si es que ese día al pelirrojo le daba por aparecer... Hasta entonces, debía hacer algo para evitar que Yuki cometiera una locura.
-Bien, ya que nos hemos librado de la entrometida de tu hermana...- se paró para estrellar el móvil contra la puerta de su habitación, justo al otro lado de la cama.
Tragué el seco y me temí lo peor. «¡Maldita sea, mantén la calma, Taiyou!» me grité a mí mismo.
Obligué a mi mente a pensar rápido. Podía hacer dos cosas. Utilizar la psicología inversa, por ejemplo. Sin embargo, descarté la idea al instante, porque si utilizaba la psicología inversa con Yuki y le decía que quería que estuviera conmigo, no funcionaría, era muy impulsivo. Me haría cualquier cosa. Pero aún podía hacer algo más peligroso, que o bien salía mal, o me salía bien y me haría ganar tiempo. Tenía que enfadarlo...
Tenía que entrar en su peligroso juego y meterle en mi terreno, donde yo quería. Pero primero, debía manejarle y hacer que me soltara.
-Yuki...- murmuré cuando noté sus labios empezar a recorrer mi cuello.
-Taiyou...
-¿Sabes en el lío que te meterás, verdad?
Se separó de mí y sonrió de nuevo.
-Mi madre trabaja para uno de los ministros más importantes del país, y mi padre es policía... ¿Crees que no me protegerán y creerán en caso de que tú... un chico que vive solo y que ha pasado por una enfermedad... me incrimines en algo? No me hagas reír, Amemiya, haga lo que haga, nadie creerá nada de lo que digas.
-Ya no me importa nada- empecé a decir, intentaba mentir de manera convincente y sin que me temblara el mentón-, sólo quería avisarte de que lo que haces no está bien.
-¿Y qué sabes tú de lo que está bien, Taiyou? ¡No sabes nada!- echó el brazo hacia atrás y me dio un azote con la palma abierta en la mejilla- ¡No sabes nada de mí! Y...- se agachó a mi altura, con los brazos apoyados sobre mis piernas-, y eres lo único que me importa, lo único que quiero proteger...
Apreté los dientes para evitar soltar otra lágrima. Me latía con fuerza la mejilla, y no sabía qué más hacer. Estaba ganando algo de tiempo, pero Yuki parecía más desesperado de lo que yo creía, por lo tanto, esa pequeña histeria no le duraría mucho antes de que sus impulsos le llevaran de nuevo a hacer lo que le dicatara su mente inestable. Tenía que ganar más tiempo...
-Si es así, si quieres protegerme... Esto no ayuda- me miró mientras hablaba, y yo señalé con la mirada las cuerdas que me ataban las manos a la silla-. Si de verdad me quieres, no me lo demuestres así. Quítame las cuerdas y hablaremos tranquilamente sobre esto, sobre lo que quieres.
-Mentira, intentarás escapar.
Me recorrió las piernas con las manos y luego, subió hasta el torso. De nuevo sus ojos se habían tornado peligrosos, ansiosos de tomar todo de mí. Yuki era un psicópata bipolar.
-Sabes que no podré el escapar, no lo hice el otro día en el callejón, eres más fuerte que yo ¿recuerdas? Tan solo desátame.
-Primero quiero divertirme un poco...
«Maldita sea» murmuré. No tenía otra opción, enfadarlo era la única solución. Y sólo había una forma de hacerlo, asegurándome de hablarle de algo que no pudiera evitar enfurecerle. Si lo hacía, me arriesgaba a que todo empeorara, pero ganaría algo más de tiempo, aunque fuera muy pequeño.
-De todos modos la diversión no te durará mucho.
Eso le llamó la atención bastante, entrecerró los ojos y se echó el flequillo a un lado mientras me preguntaba con la mirada.
-Yuu te atrapará...
-Ese tal Yuu no será...
-Sí, el chico que me salvó, mi... novio- susurré sonriendo de medio lado.
-Dijiste que no tenias pareja- me recriminó.
-Eso fue antes de saber que Yuuichi está enamorado de mí, que me ama- esbocé una sonrisa exterior mientras en mi interior me encogía del miedo-. Tú no puedes darme nada que pueda darme Yuu, nada.
-¡Eso lo dirás tú!
Y de vuelta a mi propósito principal, me soltó las cuerdas. Sin embargo, enfadarlo salió mal, no podría manejar más la situación.
-Como me toques te matará.
-Me arriesgaré- murmuró en mi oído.
No me quedaba otra que aceptar que nada de lo que tenía planeado me ayudaría. Yuuichi no llegaría a tiempo, Yuki me utilizaría a su antojo. Puede que Hiroto ni siquiera se pasara por mi apartamento en la noche, que ya había caído hacía rato. Puede que Midorikawa no se enfadara porque Yuuka se comió su helado... Después de todo, era viernes, me dijeron que quizás se pasaban el fin de semana...
-No pienses en nada, Taiyou, tú sólo... Déjate llevar.
¿Pero qué...? ¿¡Que me dejara llevar!? Estaba loco, aunque eso no era nada nuevo. Sin embargo, estar bajo él, en su cama, y en una situación como aquella, me decía que no tenía muchas más opciones. Pero me seguía negando, forcejeando con Yuki, respirando agitadamente, intentando evitar que hiciera lo inevitable. Sollocé varias veces, no me quedaba tiempo, Yuki iba demasiado deprisa, Yuuichi no iba a llegar. Ya casi se había deshecho de toda mi ropa, podía dar mis esperanzas por pérdidas.
Empecé a hiperventilar, y me recordó a mi niñez. Cuando por cualquier cosa me aturdía, cuando cualquier ejercicio hacía que me ardieran los pulmones...
Y me desmayé, esta vez, más agradecido que nunca por escapar de la realidad.
***
[Capítulo resubido] ¡Gracias por leer! :3
Marie~
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro