"Inercia + atracción= Beso"
Unos golpes resonaron en mi puerta. Había pasado un mes desde la última visita de Gouenji, y yo estaba recogiendo lo poco que tenía para marcharme de allí. Gracias al doctor Gouenji, iba a salir de aquel lugar.
-Adelante- dije sin volverme.
-Hola... Taiyou.
Me volví hacia esa voz. Había hecho que mi corazón martilleara con fuerza contra mi pecho. Intenté no parecer muy nervioso mientras me volvía hacia el chico en silla de ruedas.
-Yuuichi- susurré al ver como venía hacia mí.
-No sabía que te irías ya ¿dónde queda la confianza de todos estos años? No me voy a enfadar porque me digas que te vas.
-Pero...
-¿Qué?
-El mundo fuera de aquí... me da miedo- susurré-. Estar siempre en el hospital me ha hecho sentirme protegido de algún modo. Y la última vez que estuve fuera...
-Sí, lo sé- asintió-. Todos tenemos miedo a lo desconocido, sobre todo a aquello que no entendemos. Pero somos humanos, es normal que tengas miedo.
Era cierto lo que decía, como siempre, tenía razón. Pero yo no tenía miedo porque me pusiera ocurrir algo, llevaba años escapándome para jugar al fútbol en lugares del hospital que sólo yo -y Fuyuka tras mucho esfuerzo- conocíamos. Había algo a lo que le tenía más miedo aún.
Yuuichi estaría lejos de mí. Y esa idea no me gustaba en absoluto. ¿Por qué demonios aquel hombre que seguía haciéndose llamar mi padre, tenía que sacarme del hospital para llevarme a vivir cerca del instituto Universal?
-Taiyou- escuché decir a Yuuichi mientras su mano agarraba la mía.
¿C-cómo es que había hecho eso?
-D-dime- tartamudeé sin poder evitarlo.
-Quiero que me prometas que tendrás cuidado cuando vayas al instituto.
-¿Crees que pueden rapatarme?- intenté preguntar con una sonrisa.
Su mano tiró de la mía haciendo que quedase sentado sobre sus piernas. Fue acción-reacción, él me tocó, yo me ruboricé. No sabía por qué demonios me estaba pasando aquello. Después de todo, no era más que mi amigo... Pero... si hubiera sido sólo así ¿qué problema había? Para ser claros y que no haya malentendidos, estaba sufriendo de un mal. Pero no de mi enfermedad, ni de alguna otra nueva. Era algo mucho peor, algo mucho más complicado y doloroso, padecía de algo que no podría curar. Padecía de aquello que llamaban amor.
¿Por qué tenía que haberme enamorado de un chico? Pero ese no era el problema, a ver, en nuestra sociedad eso no es que sea tan raro. El caso es que ese chico lo conocía desde que tenía uso de razón. Habíamos hecho tantas cosas juntos, habíamos hablado de tantos y tantas cosas, y en aquella divergencia de emociones nunca hubo más amor del que puede haber con un amigo.
Y solamente desde hacía poco había sido capaz de darme cuenta de que lo que sentía por Yuuichi era muy raro... Y cuando supe que me iba del hospital, me di cuenta de que me dolía separarme de su lado. Dolía como nadie se imagina. Y fue ahí cuando supe que, por mucho que le hubiera prometido a Yuuichi que si me iba algún día del hospital, siempre iría a visitarle, aquello no me bastaba. Mi vida estaba con él, a su lado.
-Me refiero a que... no hagas ninguna locura. Yo sé a qué me refiero, allí no estaré para protegerte de Fuyuka.
-Sobre todo porque no viviré con Yuka-san...- respondí con una falsa sonrisa ladeada.
A ella también la echaría de menos, casi al punto de que me costaba tanto imaginar que no sería ella quien cuidaría de mí que... prefería no pensarlo. Fuyuka me conocía en todos los sentidos, me cuidaba desde antes de convertirse en enfermera, y la quería demasiado.
-Me gustaría tanto que pudieras venir conmigo, Yuu.
Alzó una mano para acariciar mi rostro, mientras una lágrima caía por mi ojo derecho. Yo estaba casi recuperado, según el doctor Blaze, pero no era eso lo que me hacía feliz. Sino que Vlad se recuperaría muy pronto también, tenía expectativas de que eso sucediera, y de que al fin pudiera llevar una vida normal.
-Sol...
Al mirarle a los ojos pude ver la misma mirada en aquellos ojos ámbar, aquella que vi el día del parque en mi sexto cumpleaños. A veces me preguntaba qué es lo que hubiera hecho yo si Yuuichi nunca hubiera estado en el hospital. Sin embargo, más aún no podía evitar desear no haberle conocido, porque eso implicaría que ese día en el parque nunca hubiese sucedido, y él nunca hubiera pasado por el infierno que estaba pasando.
-Yuuichi, yo...
Dejó caer sus manos para rodearme con fuerza, y sin previo aviso, no sé si a causa de la gravedad o del deseo que en ese momento debió invadir nuestros cuerpos, nuestros labios se tocaron. Se tocaron como si no hubiera un mañana, como si todo diera igual, incluso el sentido que tenía la situación y que estuviera a punto de marcharme. Como si él pudiera corresponder a unos sentimientos que nunca había planeado expresar, como si, al fin y al cabo, Yuuichi me quisiera.
Estaba confundido, estaba desorientado, mareado, entristecido y ruborizado. Y aquello sólo era lo superficial. Por mi cuerpo había miles de sensaciones, como la presión que ejercían sus manos en mis caderas, o la embriagadora sensación de sus labios sobre los míos.
Unos toques me hicieron volver a la realidad, abriendo los ojos de nuevo para encontrarme con los de la persona que más amaba.
-Taiyou- dijo la voz de Fuyuka desde fuera de la habitación-, han venido a buscarte ya. Más te vale estar preparado, ¿vale?
Su voz era tan dulce como siempre, pero me instaba prisa, igual que cuando me regañaba por haberme escapado. Tenía cierto timbre maternal a pesar de llevarme solo unos diez años.
-Veo que te tienes que ir- me susurró Yuuichi.
-Yuuichi, yo... no...
-No me tienes que dar explicaciones, Taiyou, te tienes que ir. Vas al instituto, a tener una vida nueva. Y tienes que irte.
-Pero...
-Taiyou, eres muy importante para mí, y sé que aunque estés lejos no olvidarás que sigo en este hospital- me miró con su sonrisa-. Pero éste no es tu lugar. Nunca lo ha sido, siempre has ido en contra de las reglas ¿no? Sal y disfruta del mundo, disfruta de lo que nunca has podido hacer. Y no te preocupes por mí.
Era una promesa muy difícil de cumplir. Si su beso no había significado que me quería, y tan solo era una muestra de afecto, esperaba que supiera, al menos, que para mí significaba mucho más. Sin embargo, rehusaba a creer que ese beso no significaba nada. Pero... Yuuichi me había dejado claro algo, quería que saliera del hospital y fuera feliz.
Pero me negaba a ser feliz lejos de aquel lugar. Después de todo, el hospital era el único lugar que conocía a parte del orfanato y el parque.
-Taiyou, ¿estás bien?
Sonreí antes de contestar.
-No te preocupes- susurré, y luego me aclaré la garganta para evitar llorar-, en realidad estoy bien- cerré los ojos recordando el día que nos conocimos e intenté sonreír de nuevo-. Jugaremos al fútbol algún día... ¿Verdad?
***
[Capítulo resubido] ¡Gracias por leer! :3
Mari
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