"E aquí un triste e inesperado... ¿principio?" [Parte 1]
Cuando todo no puede ir peor... te das cuenta de que las cosas sí pueden empeorar. Mis pensamientos eran caóticos, estaban mezclados, alborotados, liados y sobre todo, me tenían desquiciado.
Me tiraba de los pelos mientras tamborileaba con el pié en el suelo, escuchando mis propios jadeos y el sonido de la lluvia a lo lejos. Estaba en la sala de espera del hospital. Y por primera vez en mi vida, no había ido por mí.
Era tan doloroso que casi prefería tirarme por la ventana, o uno de esos ataques cuando me dolían los pulmones, ahogarme durante una carrera o cualquier otra cosa menos eso...
Pero primero, empecemos por el principio, ¿qué hacía yo allí? ¿Por qué y cómo? ¿Y por quién me preocupaba tanto? No sabía como aclararme a mí mismo, así que difícil era explicarlo. Empecemos por el principio. Érase una vez un chico llamado Taiyou Amemiya que fue el pobre y triste niñito enfermo, que conocía a un chico en silla de ruedas, ambos eran felices el uno junto al otro hasta que se separaron por cosas de la vida... y cuando creían que eran felices, la vida les dio un vuelco y acabaron de nuevo separados. Esta vez, ni la distancia ni ninguna otra cosa...
«Flashback» tercera persona.
Taiyou había despertado por la noche, con un gran sonrojo en las mejillas, ni en sueños olvidaría el gran día que había tenido junto con Yuuichi. Habían pasado todo el día juntos, haciendo cosas variadas, por la mañana... bueno, lo que ocurrió estaba más que claro... Yuuichi se encargó de despertar a Taiyou a la hora de comer, aunque este último estaba demasiado cansado y casi que le tuvo que sacar de la cama a rastras para llevarle a almorzar algo.
Por la tarde, el mayor había insistido en salir, pero el pelirrojo había estado alegando que no tenía ganas de andar, que le dolía el trasero y que quería pasar el rato viendo algo en la tele con él.
Así que eso hicieron después de la comida. Yuuichi se encargó de preparar un almuerzo que a Taiyou le había despertado los sentidos, estuvo agradecido por la grata comida, y tras eso, fue él el que se encargó de colocar algo bueno que ver un sábado en la tele por la tarde.
Taiyou estuvo mirando la pantalla durante dos horas y media, con los ojos caídos, echado sobre las piernas de Yuuichi con una leve sonrisa, y mientras, el mayor de los Tsurugi le acariciaba el pelo con una leve cadencia, con un ritmo lento y armonioso, un ritmo que le hizo olvidar todos y cada uno de los problemas que tendría por haber escapado del hospital ese día, olvidando a Yuki, ese largo mes y sus disculpas. Recuerdos fragmentados de su infancia invadieron su mente, de sus padres, de cuando conoció a Gouenji, de Yuuka... Hasta que Morfeo le acunó en sus fuertes brazos haciendo que una vez más cerrase sus orbes azules, dejándose llevar a su paraíso.
Después de eso, Taiyou no recordaba nada más salvo que había notado como Yuuichi le llevaba a la cama, y en ese dormitar, escuchaba la más bonitas de sus melodías. Escuchana el latir del corazón de su novio. Sin duda, ese podía catalogarlo como uno de los mejores días de su vida. No le hacía falta ir a ningún lugar especial, ni hacer algo extravagante para sentir que era importante.
Al despertar, notó las manos de Yuuichi apresando su cintura, y sonrió un poco, agarrándola para poder levantarse e ir al baño.
Le rugió el estómago, ahora tenía hambre otra vez, así que después de preparase para volver a parecer una persona decente otra vez, se encaminó a la nevera para coger algo que llevarse a la boca.
Sonó el contestador de su teléfono, rezando un: «Tiene un mensaje».
-Taiyou Amemiya- esas simples palabras hicieron que escupiera la leche que tenía en la boca de la caja que de la estaba bebiendo a morro-. ¿Sabes que va a pasar como no estés en cinco minutos en el hospital? Que voy a ir a tu piso y te voy a cantar las cuarenta, señorito. ¿Acaso no sabes que según las normas del hospital, no te puedes ir sin permiso? Lo dicho, te quiero aquí en cinco minutos.
La voz de Fuyuka hizo que a Taiyou le diera un escalofrío. Quería mucho a su dulce enfermera, pero cuando se ponía así, a Taiyou le daba verdadero miedo. Luego se le iba todo cuando le veía sonreír de manera dulce, pero ahora no la estaba mirando. Miró la hora en el reloj de la pared y se encogió de hombros. «Ya debe de venir hacia aquí» pensó. Habían pasado quince minutos de esos cinco minutos de margen que según Fuyuka, eran para ir al hospital.
-Ni de coña me voy- susurró para sí, bebiendo otra vez leche y cogiendo el mando de la tele para tirarse en el sofá. La viva imagen de la tranquilidad a pesar de estar bajo la amenaza de Fuyuka y a sabiendas de que pronto tenía que volver al hospital.
Como si fuera una maldición, unos nudillos aporrearon la puerta del apartamento, aunque eran demasiado escandalosos como para tratarse de Fuyuka.
Taiyou, del susto que se llevó, escupió de nuevo la leche y comenzó a toser. Genial, ahora se había delatado a sí mismo como que estaba en casa. Se levantó y llevó la leche a la nevera, se llevó una mano al puente de la nariz, preparándose mentalmente para lo que venía, y dio un gran suspiro antes de abrir la puerta.
-Oh ¡estás aquí!
Se llevó un abrazo de oso que le hizo sonreír. No era Fuyuka, claro que no, pero ¿cómo sabía él que estaba en su piso?
-¡Midorikawa!- exclamó Taiyou emocionado.
Hacía un mes que no le veía, ambos, él y Hiroto, habían estado en su cumpleaños y luego habían salido de viaje de nuevo, como tantas otras veces. Pillar a ambos era muy difícil si no estaban en el orfanato, pero a Taiyiu le encantaba que tipo de sorpresas.
-Cabeza loca ¿qué haces en tu piso y no en el hospital?- le reprendió cogiéndole de los hombros y separándole de él para mirarle a los ojos.
Taiyou alzó la cabeza un poco arrepentido, debían de estar preocupado por él. Haberse escapado siempre había sido un juego, pero un juego que había transcurrido siempre dentro del hospital, donde Fuyuka pudiera encontrarle. Pero eso fue distinto, el único que sabía que se había ido era Yuki...
-P-pues... me escapé.
-¿Para?- cuestionó alzando una ceja.
-Pues...
-A ver si adivino... Tsurugi ¿no?
El pelirrojo se fue al sofá y se sentó abrazándose las piernas. ¿Cómo iba a explicarse? ¿Parecería un mero capricho de niño? No lo creía, aún así, se quedó callado hasta que el peliverde cerró la puerta de entrada y se sentó a su lado, pasándole un brazo por encima. Tenían confianzas, se conocían de siempre, así que Midorikawa esperaba que se lo contase todo.
-V-verás Midorikawa... Es que... No tenemos tiempo apenas- confesó con tristeza-. No me gusta estar en el hospital, yo me siento bien. No tengo por qué estar así, no estamos llevando una relación normal entre novios. Él tiene que trabajar, y yo estoy todo el día de pruebas, y más pruebas...
-Te entiendo- susurró.
-¿Ah si? Pero lo que he hecho está mal, Midorikawa, me he escapado, Yuka-san me va a matar- escondió la cabeza aún más en sus piernas, quizás Fuyuka no le matase, pero probablemente se enfadase mucho con él.
-Bueno, ya sabes lo que dicen, lo pasado pasado y lo mal hecho perdonado.
Midorikawa había alzado uno de sus dedos en señal de haber dicho uno de sus famosos dichos. Sonreía mirando a Taiyou, el cual no pudo evitar soltar una risita. Midorikawa siempre había conseguido hacerle reír de alguna manera.
-¿Siempre tienes un dicho? ¿Acaso no te cansas?- le preguntó tan solo para picarlo.
-¿No te han dicho nunca que eres un corta rollos?- se evadió.
-Ya ya...
Taiyou y Midorikawa se echaron a reír ante tal idiota conversación.
-¿Tienes helado?
-Está en la nevera- le informó, con una gota de sudor frío viendo como Midorikawa iba feliz de la vida hacia su cocina para coger su helado.
«Para esto ha venido, para quitarme el helado» pensó Taiyou aún medio sonriendo por las cosas de su "amigo" por así decirlo.
Puso en la tele un programa que empezaba por la noche, no era muy entretenido pero era ligeramente pasable, todo con tal de no volver a dormirse, quería aprovechar su día fuera del hospital, ya que se había escapado... podía quedarse un poco más ¿no?
Escuchó unos pasos, los cuales provenían del pasillo, y alzó la vista para ver a Yuuichi acercándose hacia él mientras se restregaba un ojo como un niño pequeño. «Y vaya con el niño pequeño» pensó Taiyou con una leve risita.
-Buenas noches, supongo- susurró Yuuichi.
Taiyou se mordió el labio, admirando el cuerpo níveo y el torso de su novio, que iba tan solo en boxer. Tenía el pelo despeinado aún, y las mejillas aún sonrojadas del sueño. Al final él también había acabado dormido junto con Taiyou, después de todo, la mañana había sido ajetreada...
-B-buenas noches, Yuu- contestó igualmente, sólo que su sonrojo no era por el sueño sino por la vergüenza. ¿Por qué le pasaba siempre lo mismo cuando hacían el amor? Bueno, no habían sido muchas, pero, ¿acaso no se le iba a pasar la vergüenza?
-Eres tan adorable, Tai...
Esbozó una de sus cálidas sonrisas, con esa voz que tan enamorado le tenía, y Taiyou no pudo evitar volver a sonreír, tontamente. Mientras el de cabellos azules se acercaba, su corazón latió desbocado. Yuuichi le hizo quedar bajo suya en el sofá, besándole con ansias. El pelirrojo correspondió al instante, pasando las manos por su nuca y atrayéndole aún más hacia sí si es que eso era posible.
-¿Por qué te has levantado?- le preguntó Yuuichi mordiéndole el lóbulo de la oreja- Aún podemos aprovechar un poco más el día...
-La noche querrás decir- le corrigió con nerviosismo, con un escalofrío de lo más agradable recorriendo su cuerpo.
-No has respondido a mi pregunta, pequeño.
-¿A quién llamas pequeño? Hace un mes que tengo dieciocho, chaval- hizo pucheros como un niño pequeño haría, lo que intensificó más la sonrisa de Yuuichi, el cual le volvió a atacar la oreja-. Quédate quieto...- le pidió sonrojado al máximo.
-¿Por qué?
-P-pues porque...
-¿Qué es lo que pasa aquí?- la voz de Midorikawa sorprendió a ambos chicos.
-N-nada- se apresuró a contestar Taiyou.
-Ah hola, Midorikawa-san- Yuuichi se sentó en el sofá se forma impasible.
-Oh que bonito... casi os pillo haciendo cosas sucias...
-Midorikawa... cállate y come helado por favor- le suplicó Taiyou con el rostro ardiendo y tapándose la cara con un cojín-. Y Yuuichi, vístete.
Yuuichi acercó sus labios al oído del pelirrojo y le dijo en voz baja: «¿Me prefieres con ropa o sin ella?». Taiyou se puso un poco más rojo por aquella actitud. Y decir que cuando le conoció parecía un chico muy inocente y tímido. Se empezó a reír de forma nerviosa y le dio un leve empujoncito para que se levantara y fuera a vestirse.
***
Midorikawa se fue en cuanto el helado se acabó, le revolvió el pelo a Taiyou y le dio la mano a Yuuichi antes de salir, dándole un aviso de que al día siguiente tenía que volver al hospital.
-Que rápido ha pasado el día...- se lamentó Taiyou.
-Lo sé... ha pasado demasiado rápido, pero al menos lo hemos pasado juntos. Es de estas veces en las que puedo decir que es uno de los mejores días de mi vida. El primero fue cuando te conocí- Yuuichi sacó su lado cursi y se llevó a Taiyou a sus brazos para achucharle con fuerza-. Eras un enano. Bueno, sigues siendo mi enano.
-¿Por aquel entonces también me considerabas tu enano?
-Puede- se encogió de hombros.
-¿Eso significa que siempre me has visto adorable?
-Sí, y ¿es esto una entrevista, señorito Amemiya?
-¿Y esa manía con llamarme por el apellido?- preguntó, aunque aquello le parecía de lo más tierno, le encantaba que le llamase así cuando le decía que era adorable, o cuando iba a hacerle cualquier otro cumplido, aunque en realidad a Taiyou le traían sin cuidado. Lo que más amaba era estar con el peliazul, siempre había querido eso, al principio como amigos y ahora como novios. Los cumplidos estaban en un lugar secundario, le bastaba con sus ojos ámbar, le bastaba el tacto de su mano, como siempre había pensado... Las palabras eran palabras, y lo que verdaderamente le importaba eran las acciones.
-Te amo, Taiyou.
Ambos se besaron de nuevo, mezclando sus respiraciones y suspiros.
-No quiero parecer un pervertido... pero yo quiero terminar de aprovechar el día- susurró Taiyou escondiendo la cabeza en el hueco de su hombro.
Yuuichi simplemente negó con la cabeza levemente en señal de rendición, y le cogió en brazos, camino a la habitación. Taiyou no se paró a pensar que los vecinos podrian oírle, y tampoco que sería la tercer vez en el mismo día que iban a hacerlo, tan solo pensaba que tenía que estar con Yuuichi lo más cerca que pudiera y el mayor tiempo posible. Quien sabía cuanto tiempo iba a pasar hasta que pudieran volver a estar a solas y juntos. En el hospital tan solo hablaban una o dos horas al día, y había días en los que Yuuichi no había podido ir.
***
De nuevo Taiyou se había despertado tras aquel movido pero fantástico día. Era hora de volver, no podía estar indefinidamente en si piso escondido, y seguramente Fuyuka acabaría por perdonarlo ¿verdad? Eso había dicho Midorikawa con uno de sus dichos, seguro que llevaba razón, como siempre. O bueno, casi siempre mejor dicho.
-Venga, no estés nervioso- le decía Yuuichi apretando su mano con fuerza, para darle ánimos.
-Eso es fácil decirlo pero no puedo evitar estar nervioso- se dirigían hacia su habitación con el nerviosismo latente en sus rostros.
Una mano en el hombro le hizo a Taiyou pegar un salto. Conocía esa mano y lo que significaba. Tragó saliva con fuerza y agachó un poco la cabeza.
-Y-yuka-san esto tiene explicación- dijo sin volverse.
***
[Capítulo resubido]
Marie~
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