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🩸 CHAPTER 72 - Despojar

JULIETA WHITLOCK

Las primeras luces del día ya habían apañado mi cuerpo y lo hacía parecer un diamante en el sol, las campanas de Volterra sonaron con gran estruendo avisando que era el principio del fin.

Y extrañamente presentía la paz en mi interior, había vivido mucho más de lo que imaginé, por primera vez estaba viendo mi realidad de manera humana, no como un vampiro, sino como a alguien que la vida finalmente se le va de las manos.

Porque cuando sucedió, no tenía nada en mente más que sentir finalmente que mis pulmones pudieran respirar, la enfermedad agravaba mi vías respiratorias y era casi imposible no sentirme ajena al aire, era mis últimos minutos de aliento, así lo podía sentir, el asma estaba obstruyendo lo que parecía ser lo que me mantendría con vida. Pero ahora mis pulmones estaban fríos, no funcionaban, sabía que aún guardaba ese defecto fatídico y que aún teniendo ello en mí, no sería lo que me mataría.

Y por más que llamará a alguien para que me ayudará, nadie estaba, nadie estaba conmigo, solo yo y la oscura penumbra de la noche. Ahora estaba la luz y la ciudad de Volterra.

Así moriría, así se supone que desaparecería de este mundo, sin un logro en la vida, sin compañía, sin descubrir quién realmente era, aferrada a la idea de que él volvería, pero era claro que no. Porque mi hermano, ya no volvería a mí, nunca más.

Encontré a Jasper, cuando en mi lecho de muerte creí que no lo vería más, pero estaba vivo, ahora lo sabía.

Así que morir siendo consumida por una enfermedad, no resultaba nada no apropiado, pero el hecho de morir, en su momento sí me asustó, tanto que alucinaba con el regreso de él o que venía a mí a ayudarme.

Sí regresó y no estaba alucinando, no fue en el salón de Odin cómo atribuían los nórdicos, ni tampoco en el Inframundo cómo decían los griegos, encontré a mi hermano en Midgard, en la tierra, una vez más y era algo invaluable para mí.

Pues ahora, nunca estuve más cerca de vivir, como lo estaba haciendo con mi nueva vida, a mi ritmo, a mis reglas.

Y todo llega a su final, ahora en este punto me sentía satisfecha con mi vida, desde la mirada de desdicha o recelo de los vulturis, hasta los abrazos y sonrisas que compartí con los Cullen.

Realmente fui recompensaba de una forma u otra, aún cuando no lo merecía.

Aunque aún anhelaba algo más antes de mi descenso...

El perdón de Daniel.

>> Pensé que no vendrías <<la puerta se abrió sin ningún ruido, pero la presencia era clara para mí. Durante todo este tiempo creí que no sería capaz siquiera de acercarse a mí, pensé que su rencor lo había llevado a dejar de deleitarme con su presencia.

Volví mi mirada de la ventana y vi a Daniel, debía admitir que el toque vampírico ciertamente le quedaba bien, sus ojos eran igual de rojos como un vampiro promedio y su escultura atómica era mucho más perfecta.

Lucía una túnica gris encima suyo y vestía con zapatos de vestir negros y seguramente con camisa y pantalón de tela por dentro.

No parecía enojado, porque no fruncía sus ceños, tampoco parecía consternado por mi, porque no tenía ese sentimiento, tan solo estaba de pie frente a mí, mirándome fijamente como si fuese algo nuevo.

Quería disculparme con Daniel, por haberlo arrastrado a los vulturis, porque sabía que no se lo merecía y que todo esto era mi culpa, baje mi mirada arrepentida y lo quise expresar>> Daniel, yo lamento... haber dejado que te hicieran esto <<fruncí mi ceño y carraspee, la sed de sangre se hacía evidente, porque la copa solo trajo una singular porción de sangre que no había tomado>> fue mi culpa, no debí dejar que Cayo siquiera te tocase, en serio lo lamento tanto <<levanté mi mirada arrepentida, esperando alguna respuesta de Daniel.

Su postura de pronto cambió, sus manos se fueron hacia atrás y levantó el mentón... hablo:

>> ¿todo este tiempo y eso ha sido lo único que se te ha ocurrido decir? <<eso me dejó helada, más de lo que estaba comúnmente.

Fruncí mi ceño>> yo... <<pero Daniel me interrumpió.

Sonreía y reía de lado diciendo>> de verdad no entiendo como pude estar contigo tanto tiempo, te veía tan superior, tan inalcanzable <<me dejó muda>> pero ahora eso es diferente <<sus pupilas se dilataban de una forma extraña>> ahora entiendo que no eras más que una de tantos <<de alguna forma las palabras de Daniel me ardían en el pecho>> soporte tu presencia por mucho, te hice una santa en mi corazón, espere por años que me hicieras igual que tú, cumpliendo todos tus caprichos, siendo tu dispensador personal, pero nunca quisiste hacerme igual a ti <<

Negué entonces con la cabeza y repliqué>> no es una buena vida, Daniel... <<

>> mientes <<espetó>> es la mejor vida que he tenido, Julieta <<mi nombre en sus labios no era para nada satisfactorio>> una vida que me dio los vulturis <<

>> te equivocas, ellos no son buenos, Daniel <<

Y rió>> buenos o malos ¿eso que importa? siempre y cuando sea imparable, después de todo me llaman neófito, porque soy más fuerte que cualquier otro <<y en un momento dado, ese reflejo de Clark, lo vi en Daniel, esa mirada de ambición, de descontrol, esa sonrisa de orgullo.

>> No sabes en lo que te metes <<rodee a Daniel rozando mi cama y me senté en la esquina>> ellos te utilizarán hasta que no les sirvas más <<mi mirada se plasmó en el fondo sabiendo que eso me había ocurrido a mí, creí que serían mi familia, terminé siendo un peón más>> nunca son de fiar <<

>> Para ti <<Daniel se interpuso en mi mirada y aún con esa sonrisa habló>> no tuviste una visión mayor que formar parte de ellos <<¿desde cuando Daniel se había vuelto tan hiriente? camino lejos de mí acercándose a la puerta, pero antes de irse se detuvo en la puerta>> antes de irme <<e internamente esperaba benevolencia alguna de Daniel, no sabía el por qué, pero lo esperaba, aún así solo logré sentirme más hundida cuando arrojó al suelo una capa roja como la sangre>> de parte de Aro <<no era cualquier capa>> querrá que te lo pongas esta tarde <<era mi capa...

Pues durante cien años, esa capa fue la razón de mi prisión, fue la capa que me hizo resaltar como trofeo de Aro, nunca por lo que era, sino por lo que podía dar, Daniel cerró abruptamente la puerta tras de sí y me dejó ahí dentro como si nada.

Me dejo ahí dentro con una sensación deprimente, como si las paredes se vinieran sobre mí, como si el espacio se compactará y de pronto yo era la misma de hace cien años atrás, como si fuera la misma neófita que había estado tratando de encajar con todos ellos.

Con todos los vulturis.

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