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🩸 CHAPTER 3 - Frente al consejo

>> me presento ante el consejo y prometo decir la verdad y nada más que la verdad <<

Un recital que tenía que decir cada vez que venía frente a ellos, Aro, Marco y Cayo, los tres estaban presentes frente a mí, Cayo siempre tenía esa mirada acusadora sobre ti, con su cabello lacio y rubio que parecía venir de vez en cuando de la peluquería, era envidiable a decir verdad, Marco era considerado el noble de los tres, siempre callado, siempre sufrido, tal vez el perder al amor de su vida y su vida a un eterna soledad, era lo que le causaba esta creciente nostalgia, aún la recuerdo, Didyme.

Didyme era la esposa de Marco y hermana biológica de Aro, era increíblemente hermosa, sensual y con una larga cabellera negra. Casi igual de alta que su hermano y de cuerpo esbelto y grácil. Era buena, sin lugar a duda, me hacía sentir a gusto cuando la conocí, me transmitía confianza y era bueno, pero solo fueron por dos años de mis primeros días de neófita, porque termino muerta después, hasta el momento nadie sabe lo que sucedió y aunque las investigaciones para ello estuvieron relativamente constantes, pero al final fueron olvidadas, pero Didyme no.

Nunca olvidaría a Didyme, así como a Carlisle, dos de los ex-vulturis que nunca olvidaría. Ellos me brindaron su apoyo cuando más lo necesité, Carlisle era la presencia perfecta de la amabilidad, era modesto, sonriente cuando debía, compasivo cuando debía. Psicológicamente, Carlisle es muy noble y humano, es decir, trataba de que sus actos no fueran los propios de un vampiro y beneficiosos (o por lo menos no perjudiciales) ante la comunidades humanas. No sé qué pasó con Carlisle, porque la primera vez después de mi tiempo en rehabilitación como neófita, Carlisle desapareció y no supe más nada, Aro dijo que nos había traicionado como familia, aunque legalmente no había cometido nada que lo llevará a la muerte capital, sin embargo Carlisle desapareció del palacio, de Roma, de Italia y de mi vida.

Extrañaba a Carlisle, era claro, pero aún así no podía cambiar las cosas, no haría que volviera, entendía el porque no quería estar aquí, siendo sincera, yo también lo haría. Es lo que estuve haciendo desde hace mucho, pero cada vez que podía, Aro tiraba de mi soga para traerme de vuelta.

Pero volviendo a Palazzo dei Priori, justo bajo el palacio y justo al preciso momento en que llegue frente a Aro y dije mi juramento.

El trío siniestro recepto mí llegada y pronto los escalofríos surgieron con naturaleza, Cayo juicioso, Marco sufrido, Aro encantado.

>> Julieta, Julieta <<

Sus pasos lentos hacia con sus manos abiertas y una mirada de deslumbró, Aro me abrazó entre sus manos y sentí asco. Se separó y aún con la mirada puesta en mí me sonrió y dijo:

>> He esperado tu visita desde hace mucho <<

Suspiré por segunda vez y sonreí.

>> Tan pronto como recibí la señal, vine <<

Aro vestía de forma normal, con su camisa, saco, pantalón y zapatos negros, listo para un funeral, Cayo tenía un camisa roja lo que lo distinguía de Aro y Marco vestía igual de negro que Aro, el trío perfecto para assutarte por las noches.

Fingía una sonrisa frente a Aro y el consejo, la mirada de Aro me escaneo de arriba a abajo, sentía la presencia de Alec y Jane tras de mí, ambos como guardia real, se encargaban de la fuerza contra las personas que no rinden el tributo adecuado a el gran trío de vulturis frente a mí.

El rojo era el color preferido de Aro y le encantaba que lo utilizará, sus ojos se encadencian cuando venía, podía sentir como su sed aumentaba, porque cada que venía, tenía el olor reciente de un pequeño cóctel de sangre para deleitarme antes de los estresantes interrogatorio de ellos.

>> Procura llegar con mejor anticipación, no tenemos todo el día para esperarte <<

Cayo habló con prontitud y acusación, mientras parecía ofendido por mi aparente presencia tardía frente a ellos. Le miré un instante pero quite la mirada cuando sentí la de él exterminarme por completo, dirigí entonces me mirada a Marco y el sufrimiento en su rostro tampoco me hizo sentir paz, terminé haciendo un amagó de resignación en mis labios y terminé bajando mi mirada a un lado.

>> Confío que durante estos veinte años, lejos de mí, has tenido la oportunidad de abrirte a nuevas oportunidades <<

Cada que me iba de aquí, Aro creía que saldría a buscar nuevos vampiros y absorber su vida para obtener sus poderes, creía que me la pasaba divagando por el mundo en busca de vampiros, eso era absurdo.

Pero por suerte para él y para mí, durante mis veinte años de viajar por el mundo, disfrutar distintos platillos y ver tantas cosas, en cierto punto conocí a un ser muy interesante, un ser que no era para nada a los que antes hubiera encontrado. Fue entre Finlandia y Suecia, en Laponia, su capital Rovaniemi, conocí a un joven extremadamente dulce, amable con las personas atento y ayudador, su nombre era Ferb, trabajaba como sanador dotado en Rovaniemi, era famoso por su mano sanadora, por sus métodos y la manera milagrosa en la que sanaba a las personas, a diferencia de muchos vampiros, Ferb consumía la sangre de animales, en especial de los alces, ya que habían muchos por los bosques Rovaniemi, tenía una cabaña pequeña donde él vivía, era de cabello azabache y tenía una sonrisa contagiosa, me invitó a pasar unas tres noches en su casa, me explicó sobre su don y como lo utilizaba, pero irremediablemente me cansé de él y terminé matándolo, absorbi su don porque me pareció emblemático y especial, era un don particular que no tenía cualquier vampiro, al final hice una fogata con él y disfrute de mi velada en su cabaña. Había pasado cerca de seis años desde que ví a Ferb en Rovaniemi.

Era gracias a ese poder que Daniel seguía estando conmigo y no muerto como los demás a los que le había chupado la sangre.

>> Tenemos curiosidad por saber qué poder especial has absorbido para tu bienestar, señorita Whitlock <<

Marco arrastraba sus palabras mientras tomaba un libro en su mano y alentaba a qué mostrará lo que tenía. No era un secreto que tendría, era claro.

Volví mi mirada a Aro y sonreí de lado para quitarme mi chaleco rojo de encima y estirarlo para que Alec a un lado lo tomara, ahora descubierta, pedí a un guardia dentro de esta habitación y que custodiaba la puerta que hiciera pasar a Daniel. Él guardia abrió la puerta y dos de los cinco dentro salieron para traer a Daniel entre sus brazos.

Inevitablemente Daniel se sentía aterrorizado.

>> ¿Qué hacen conmigo? Su-sueltenme, vengo con Julieta, soy su novio <<

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