Capítulo 95
Perdí la noción del tiempo mientras su mano se deslizaba por mi espalda, tratando de consolarme. Pudimos ignorar a la multitud y seguir con nuestro camino. Sin embargo, insistí en quedarme allí y escuchar todo lo que tenían que decir. Aunque todo formaba parte del pasado, el olor a humo y cenizas me hizo recordar la noche que descubrí que él se había ido para siempre.
Prometimos protegernos y estar juntos para siempre. Por eso lloré, porque él cumplió con su parte del trato y yo no fui capaz de hacerlo. Le permití entrar en un mundo peligroso, el mío, y terminó pagando un precio muy caro.
Recordé el acantilado y me sentí una tonta al haberlo olvidado. Ese fue el lugar en el que lo salvé de una muerte segura después de que otros niños tratasen de hacer que se despeñara por el mero hecho de salir al bosque por las noches. Lo acusaban de reunirse con las brujas, cuando lo cierto era que todavía ni nos conocíamos. A partir de ese día comenzó a buscarme. Al principio sólo merodeaba por los alrededores pero un día empezó a hablar de cómo se sentía y de lo agradecido que estaba conmigo de haberlo salvado. Sus palabras me permitieron comprender lo solo que se sentía y con el tiempo descubrí que no eran únicamente los niños los que se portaban mal con él.
Jean, ese hombre aterrador, era su padre. Su don para controlar a las masas lo habían convertido en el alcalde del pueblo y su influencia era un arma de doble filo. De cara al público, él y su mujer eran unos padres excelentes, pero cuando las puertas de su casa se cerraban se convertían en verdaderos monstruos.
Pensaba que si lo ignoraba se acabaría cansando y se daría por vencido. No fue así, sino que además aumentó el tiempo que permanecía en el bosque cada noche. Siguió así durante una semana hasta que un día no vino y tampoco lo hizo al siguiente. Fue entonces cuando empecé a echar de menos a una persona que ni siquiera conocía. Por primera vez en mucho tiempo alguien había mostrado interés en mí, así que cuando volvió a la semana siguiente no me lo pensé dos veces y acudí a su encuentro. Por suerte o por desgracia, la luz de la luna reveló el motivo de su ausencia y es que la sangre procedente de las heridas a medio cicatrizar de sus pequeños y delgados brazos había empapado la tela de su camisa. Cuando me armé de valor para aparecer frente a él y le pregunté el motivo de por qué llevaba manga larga si era verano, su respuesta fue que tenía frío.
Hacerme con uno de los hechizos de curación de Cassandra no fue sencillo pero mereció la pena. Lo apliqué tantas veces sobre su cuerpo que me lo aprendí de memoria y puede que ese fuera el motivo de por qué funcionó correctamente cuando lo usé con Jared.
Recuperé algunos de los momentos que vivimos juntos y todos vinieron en pequeños fragmentos. Lo único que seguía bloqueado en mi mente era su rostro y cerré los ojos una vez más para recordar cómo pronunciaba nuestros nombres secretos.
Para él, yo era Luna.
Para mí, él era...
—Luc...—se me rompió la voz cuando pronuncié su nombre en voz alta y sentí de nuevo la calidez de las lágrimas sobre mis mejillas.
Saber que no fui capaz de protegerlo abrió una herida que había permanecido congelada durante mucho tiempo.
—Déjalo salir todo—dijo en voz baja mientras volvía a llevarme hacia él—. No te guardes nada. Será mucho peor si lo reprimes.
Me abrazó con firmeza al tiempo que colocaba con cuidado mi cabeza contra su pecho.
—Le fallé—sollocé mientras sus manos acariciaban mi espalda—. No fui capaz de protegerlo.
—No puedes salvarnos a todos, Nina—apoyó su mentón en mi cabeza e introdujo una de sus manos en mi pelo—. Es imposible.
—Pero él...
El dolor de la culpa me corroía.
—Él sabía que involucrarse en tu vida sería peligroso y aún así decidió seguir adelante. Tú le diste una segunda oportunidad para seguir viviendo. Fue su forma de agradecértelo.
—¿Por qué la malgastó en mí?—abrí los ojos y parpadeé varias veces para hacer desaparecer la neblina que se apoderaba de ellos—. Desearía poder volver atrás y cambiar el pasado—alargué la mano y alcancé el diario que se encontraba justo detrás de él. Cuando notó que me movía comenzó a apartarse—. No...no te muevas. Quédate así, por favor.
Me sentía arropada. Quería que siguiera transmitiéndome su calor a pesar de que no lo merecía. Me odié a mi misma por haber continuado con mi vida dejándolo atrás, como si nunca hubiera existido.
Abrí el cuaderno y él entrelazó sus manos alrededor de mi cintura. Me limpié las lágrimas y respiré hondo antes de continuar. El peso que sentía sobre mi cuerpo parecía disiparse al escuchar los latidos de su corazón junto a mi oído. Era una forma de asegurarme de que estaba allí conmigo, sano y salvo.
—Me prometiste que no huirías—susurró—. No va a pasarme nada. Sé cuidarme solo.
Dejarlo entrar en la academia era peligroso para él y para el resto de personas que se encontraban allí. Desconocía sus verdaderas intenciones y pedirme que confiara en él podía parecer demasiado arriesgado. Sin embargo, no tenía muchos motivos para no hacerlo porque desde el principio fue el único que estuvo ahí para mí. Me ayudó a superar las primeras pruebas y me acompañó tanto en los buenos como en los malos momentos. Nunca me juzgó, nunca me culpó y nunca me dijo nada que pudiera hacerme daño. Al contrario, me acogió de tal forma que pensar en un futuro donde él no estuviera se convirtió en uno de mis mayores miedos.
—No quiero que los errores que cometí en el pasado vuelvan a repetirse.
Pasé las páginas con cuidado hasta llegar al mes de enero. Estaba segura de que ese fue el mes en el que todo explotó ya que no volví a escribir después. Además, en los fragmentos que recuperé pude sentir claramente el frío que el invierno traía consigo. Sin embargo, las últimas hojas estaban arrancadas. Puede que yo misma las hubiera escondido en algún lugar o que Cassandra se hubiese ocupado de ellas porque contenían información valiosa.
—Me aseguraré de que algo así no vuelva a suceder—depositó un suave beso sobre mi coronilla y lo único que pude hacer fue cerrar los ojos con fuerza—¿Has encontrado lo que buscabas?
Volví a las páginas iniciales mientras él se inclinaba hacia atrás para poder ver mejor lo que estaba haciendo. Antes de que pudiera darle una respuesta, deslizó sus pulgares por mis mejillas y limpió los rastros de las lágrimas. Me miró durante varios segundos sin decir nada y durante ese tiempo me debatí entre si debía o no preguntarle lo que tenía en mente.
—¿Cómo es que puedes usar la magia si no eres como yo?
Jared se apartó ligeramente y colocó su mano justo detrás de mí. Apreté el cuaderno con fuerza y me mordí el interior de la mejilla, nerviosa.
—Creí que nunca me lo preguntarías. En realidad, no es algo muy diferente a lo que haces—introdujo una de sus manos en el interior de su camiseta y se sacó el collar con forma de medialuna—. Esto es un canalizador de energía similar al que tienes—señaló el broche que llevaba en el pecho y siguió hablando con tranquilidad—. Pero puede que Cassandra lo manipulara un poco para que alguien como yo pudiera usar magia sin ni siquiera tenerla.
—¿Eso es posible?—pregunté desconcertada.
—Cualquier cosa es posible con Cassandra.
Él tenía razón. Ella era cualquier cosa menos predecible.
—¿Por qué no ha venido a verme todavía?
Mi pregunta lo pilló por sorpresa y no fue capaz de darme una respuesta inmediata. Algo en su mirada cambió y sentí que estaba seleccionando con cuidado las palabras que debía decir.
—Cassandra no puede entrar en este plano. Si pudiera hacerlo tú y yo no nos hubiéramos vuelto a ver después de lo que pasó esa noche.
—¿Cómo es que tú sí y ella no?
—¿Quieres que esa sea la pregunta de esta noche?
—Todavía no te he besado. Creía que teníamos un trato.
Su expresión se suavizó cuando me escuchó pronunciar esas palabras.
—¿Sabes por qué el tiempo no avanza en tus sueños?
—¿Por qué?
Se movió hacia delante y su rodilla rozó la mía. Lo miré con atención y esperé su respuesta.
—¿Por qué?—insistí.
En ese momento, me arrebató el diario y lo abrió en el mes de agosto.
—Te estás refugiando en el único mes en el que fuiste feliz. Si sigues haciendo eso jamás podrás recordar lo que pasó.
Sus palabras se me clavaron como dagas ardientes. ¿Cómo iba a saber algo así...?
—El diario te ayudará a recordar pero no es algo que debas tomarte a la ligera. Ya has visto lo que ha sucedido hoy—cerró el cuaderno y lo colocó sobre mi regazo—. Tienes que ir leyéndolo poco a poco.
—¿Y cómo voy a ser capaz de hacer algo así?
—¿Y cómo no vas a serlo si aparte de tu talento me tienes a mí?
Me maldije interiormente por haber hecho ese trato con él en el pasado y me pregunté si era cierto lo de que el destino ya estaba escrito.
Antes de besarlo pensé en todo lo que había hecho por mí. La próxima vez que lo vería tendría que darle una respuesta y hacerlo o no traería sus consecuencias. Puede que hablar con Lilith me ayudase a tomar una decisión.
Mis labios acariciaron los suyos con suavidad y ese roce fue suficiente para encender ese fuego interior que aparecía siempre que estaba con él. Jared llevó una de sus manos hasta mi nuca y profundizó el beso, haciendo que mi corazón se derritiera.
Algo así no se podía fingir, ¿verdad?
Coloqué las manos sobre su pecho y lo miré a los ojos.
—¿Quién me borró los recuerdos?
En lugar de darme una respuesta mirándome a la cara, decidió abrazarme. Colocó sus brazos a mi alrededor y cuando habló, su aliento me hizo cosquillas en el cuello.
—Tu padre—susurró—. Y también es el único que puede deshacer el hechizo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro