La decoración de aquella sala la hacía parecer un pequeño club nocturno, pero con un estilo gótico y antiguo. En el centro estaban Cleo, Moira y Cora, que hablaban y reían mientras sujetaban pequeños vasos de cristal, mientras que Gwen se encontraba justo en el otro extremo, rodeándose la cintura con los brazos. 

—Quítate del medio—a la voz irritada de Phoebe le siguió un pequeño empujón. Estaba cerca de la puerta, pero para nada obstaculizaba la entrada. El sonido de la música y la poca luz del interior ocultaron su mal gesto. Me miró de reojo al pasar por mi lado, o al menos eso fue lo que esperé que hiciera, porque no me molesté en mirarla. No iba a responder ni a contraatacar. No merecía la pena ponerse a su altura.  

—No tengas en cuenta sus palabras—dijo una voz a mis espaldas. Me giré y vi que era Ruby. Llevaba un sencillo vestido negro y parecía cansada. Se había recogido el pelo en una coleta baja—. A veces es un poco infantil. 

—No te preocupes—sonreí brevemente, restándole importancia—. ¿Te encuentras bien, Ruby? 

—Suele pasarme después de utilizar la magia. Es una reacción normal. ¿Tú cómo estás?

Después de ese día caótico, estaba claro que no estaba bien. No después de lo que supuso para mí la primera prueba. No después de lo que hice con Jared. No después de recordar a Ane y conocer su verdadera naturaleza. La idea de que se hubiese acercado a mí sólo por quién era me hizo estremecer. 

—Bien...supongo que me acostumbraré con el tiempo. 

—¡Chicas!—exclamó Cora—. No os quedéis ahí paradas. Venid aquí. 

—¿Vienes?—me preguntó Ruby.

—Sí—contesté mientras echaba a andar tras ella. 

Miré a mi alrededor y después al techo. La gran lámpara blanquecina me recordaba a una araña. Tenía largas varillas curvadas hacia arriba coronadas por velas.  Las paredes color crema estaban decoradas con relieves florales y en el fondo había un equipo de música colocado sobre una mesa que parecía de mármol, donde Into your Arms, de Ava Max y Witt Lowry, sonaba a todo volumen.

—No es en parejas—dijo Cora—. Pero será divertido.

Todos estaban reunidos a su alrededor. Gwen giró la cabeza en mi dirección y retrocedió, colocándose a mi lado. Su compañía me resultaba reconfortante y la realidad era que en noches como esa, prefería estar en mi habitación que rodeada de gente con la que sentía que no encajaba. 

—¡Jugaremos a verdad o reto!—exclamó Cleo—. Es importante que todos nos conozcamos bien, ¿no crees, Nina?

Sentí que los ojos de todos se posaron sobre mí. Abrí la boca, pero Phoebe me interrumpió.

—Me aburro. ¿Por qué no empezamos de una vez?

Todos dejaron de mirarme. Todos, excepto Kai. En ese momento, comenzaron a formar un círculo y con un breve giro de muñeca, Cora hizo descender el volumen de la música. 

—Siéntate a mi lado, Kai—Phoebe agarró su mano, pero él se apartó rápidamente. 

—Prefiero sentarme con mi pareja—dijo. 

Gwen resopló a mi lado y después se sentó. La imité al tiempo que Kai avanzaba en nuestra dirección. 

—Piensa bien antes de responder—susurró Gwen.

La miré y asentí. Tenía que actuar con cautela. 

Cleo introdujo una de sus manos en el bolsillo delantero de su vestido y sacó una moneda de su interior. Permanecimos en silencio mientras la colocaba sobre la palma de su mano. 

—Si el ojo se mantiene abierto, empezarán haciendo preguntas los chicos. Si por el contrario, el ojo está cerrado, comenzaremos las chicas.

Dicho eso, acercó la mano a sus labios y susurró un par de palabras que no logré entender. Cerró los ojos y abrió la mano lentamente.

El ojo estaba cerrado.

—Empiezo yo—los ojos de Phoebe se clavaron en los míos—¿Verdad o reto, Nina?

Tras pensar en lo peor de ambas opciones, me decanté por la primera.

—Verdad.

—¿Has besado a Kai?

Y más que una pregunta, pareció una acusación. Dejé de respirar durante un segundo, tratando de asimilar la preguntaba que acababa de hacerme. Escuché algunas risas y noté que Kai se tensaba a mi lado.

—¿Perdona?

—Te lo repito. ¿Has besado a Kai?

Un calor me recorrió las mejillas.

—¿Y qué si lo ha hecho?—contestó Kai en tono sereno. 

—No te estoy hablando a ti.

Respiré hondo y me repetí que no me valía la pena ponerme a su nivel. 

—No he hecho nada con él y no tengo intención de hacerlo. 

Mi voz sonó firme, a diferencia de cómo me sentía por dentro. 

—Ahora le toca a Nina—Cleo sonó divertida.

Suspiré aliviada y miré a Gwen.

—¿Verdad o reto?

—Verdad—contentó sin rodeos.

Escogí con cuidado mi pregunta. No quería ponerla en un aprieto y menos delante de todos. 

—¿Cómo supiste que eras una bruja?

Me sostuvo la mirada sin decir nada durante unos segundos que parecieron horas. Quizás había ido demasiado lejos al entrar en el terreno de lo personal.

—Perdona—me apresuré a decir—. No tienes que responder si no quieres.

Gwen cerró los ojos y negó con la cabeza.

—No te preocupes. Lo descubrí después de que una persona muriera por mi culpa.