Capítulo 19
Caminé con paso acelerado mientras sujetaba la estrella contra mi pecho. Kai iba un par de pasos detrás de mí sin decir ni una palabra. Había dejado de llover y la luna me permitía ver con claridad el camino de vuelta, pero me dolía el cuerpo con cada paso que daba. En mi interior sentía un cúmulo de emociones que amenazaba con explotar en cualquier momento, pero seguí andando de vuelta al punto de partida sin detenerme a ver si me seguía.
—Nina. ¿Puedes parar un segundo, por favor?
No le respondí y él aceleró el paso hasta alcanzarme.
—Estás herida. Deja que te ayude.
Su mano rodeó mi muñeca y la aparté con brusquedad al instante. No era típico de mi responder de esa forma, pero en esas circunstancias mi cuerpo actúo solo.
—Para. No vayas por ese camino.
Me detuve pero no me giré para mirarlo aunque sentía sus ojos sobre mi.
—Mi deber ahora es protegerte.
—¿Ahora?—dejé escapar una sonrisa nerviosa—¿Cómo has sido capaz de dejarme sola?—cerré los puños y traté de buscar las palabras correctas—¿Tienes idea de cómo me he sentido?
—No era mi intención. Eran las órdenes de...
Levanté la mano. No quería seguir con esa conversación.
—Confiaba en ti, pero veo que estaba equivocada.
No me respondió y tampoco esperé que lo hiciera. Reanudé mi camino al tiempo que las lágrimas comenzaron a acumularse en mis ojos. Estaba deseando que la noche acabase cuanto antes, fuera cual fuera el resultado de aquella prueba inicial. Seguí andando alrededor de quince minutos hasta que comencé a ver el claro. Cuando volví a poner mis pies sobre el punto de partida, mi corazón ya se había calmado, a pesar de que el frío y la humedad se había filtrado a través de mi ropa, llegando hasta mis huesos.
—Enhorabuena—oí la voz de Morgan al tiempo que me acercaba. ¿Había escuchado bien?
Morgan estaba de brazos cruzados en el centro del claro con el cofre abierto a su lado y no había nadie más a excepción de nosotros tres. Oí los pasos de Kai a mis espaldas y un segundo después se colocó a mi lado. Entonces, ella sonrió.
—Acércate. Debes estar orgullosa.
Sentí que mi cuerpo se movió por sí solo ante su orden y avancé hasta colocarme frente a ella.
—Dame la estrella.
La hice caso y desvié la mirada hacia el cofre, fijándome en sus delicados detalles.
—Mírame.
Cuando lo hice observé que sus pupilas eran afiladas como las de un gato, pero no sentí miedo. Mi cuerpo comenzó a relajarse por alguna razón que desconocía cuando cogió mi mano y me hizo un corte en la palma con una de las puntas de la estrella. En el instante que la sangre entró en contacto con la piedra burbujeó como si estuviera quemando.
—Ahora queda claro que eres una de nosotras—abrió mi mano opuesta y colocó la piedra sobre la palma—.Como candidata a ser la nueva Bruja Suprema, coloca la primera estrella dentro del cofre.
Seguí sus palabras al pie de la letra y coloqué la estrella en su interior sin que esa sensación de ensoñamiento me abandonase.
—Ahora, vuelve con él.
Giré sobre mi misma y volví al lado de Kai. En ese instante, la extraña sensación que se había apoderado de mis sentidos desapareció y fui consciente de todo lo que había pasado. Estaba mirando la fina línea roja que atravesaba la palma de mi mano cuando escuché un ruido a mis espaldas.
Gwen fue la segunda en llegar.
***
El cofre se cerró cuando Morgan colocó en su interior la estrella de cinco puntas que pertenecía a Phoebe. Nuestro aspecto tenía una única cosa en común. Todas nos habíamos enfrentado a una pesadilla esa noche. Sin embargo, la apariencia de los chicos era la misma que cuando la prueba comenzó. Entonces me pregunté por cuál sería el verdadero motivo por el que nos habían acompañado ya que se habían limitado a observarnos desde las sombras.
Centre mis ojos en Phoebe y en su vestido negro rasgado por el lateral derecho. Su cabello rubio estaba enmarañado y observé marcas rojas en su cuello. Era como si alguien hubiese ejercido presión sobre esa zona. Mi mirada se posó en cada una de mis compañeras. Labios cortados, rodillas raspadas, ojos rojizos, mientras que la mirada de todos lo chicos estaba fija en el suelo.
—Enhorabuena a todas—Morgan comenzó a hablar, captando nuestra atención. Todos los ojos se posaron en ella—. Habéis superado la prueba inicial. Tal y como os he prometido, la primera bruja en encontrar la piedra obtendría una recompensa. No obstante, considero que habéis hecho un buen trabajo y que os merecéis un pequeño obsequio—colocó su mano izquierda sobre su pecho y susurró unas palabras imposibles de descifrar. Unos segundos después la levantó y en esa misma zona apareció un broche con forma de media luna decorado con pequeñas piedras azules y blancas—.Chicos, ya sabéis lo que tenéis que hacer.
Se colocaron delante de cada una de nosotras sin mediar ni una palabra y yo traté de no pensar en lo cerca que estaba y en lo frustrada que me sentía. Sabía que sus ojos estaban fijos en los míos, pero me negué a devolverle la mirada. Levantaron sus manos al unísono y las colocaron justo encima de nuestros corazones, haciendo que un suspiro entrecortado se quedase atascado en mi garganta.
—El siguiente broche facilitará la canalización de vuestra magia a través de él. A partir de ahora podréis practicar para cada una de las pruebas sin problemas.
—¿Tú nos enseñarás a hacerlo?
Cora se frotó las manos mientras habló y Morgan sonrió. Ese gesto provocó una extraña y desagradable sensación en mi interior.
—Desgraciadamente, no seré yo la encargada de hacerlo. Además, queda totalmente prohibido que os ayudéis entre vosotras a partir de ahora.
—Entonces, ¿cómo lo haremos?
—Vuestra pareja de hoy os acompañará hasta el final. Ellos tienen más experiencia que vosotras y, por lo tanto, os guiarán en todo momento.
El silencio cayó sobre nosotros. Seguía sintiendo la mirada de Kai sobre mi y deseé que no se percatara de que mis piernas estaban comenzando a temblar.
—Aseguraos de que están cerrados correctamente.
Cuando él alejó su mano, el mismo broche que Morgan nos había mostrado ocupó su lugar. Después, colocó sus dedos sobre ambas puntas de la luna y tiró del mismo suavemente.
—Siento hacerte sentir incómoda.
Sus palabras parecían estar cargadas de sinceridad. Aparté los ojos del broche y lo miré. Sus ojos azules me parecieron tan cálidos como siempre y aunque deseé poder olvidarme de lo que había sucedido, no pude y rompí el contacto visual.
—Hoy es lunes y la siguiente prueba será el viernes—Morgan continuó su discurso con voz calmada—. Comenzaréis con telequinesis, la habilidad de mover objetos con la mente. Hasta ese entonces, tendréis a vuestra disposición cualquier espacio de la academia para practicar junto a vuestras parejas. A partir de hoy, ellos serán mis ojos.
Sus palabras se sintieron como una amenaza encubierta. Mis planes de mantenerme un tiempo apartada de Kai se esfumaron en un segundo, así como también lo hizo mi intención de acercarme a las chicas para poder conocerlas mejor y para que, de alguna forma, me ayudasen a recordar porque sentía que Morgan no estaba muy dispuesta a hacerlo.
—Acércate, Nina. Tú has sido la primera en localizar la estrella y volver al punto de partida.
Kai se apartó y en ese instante, sentí que los ojos de todos se posaban sobre mi. Apreté los puños, respiré profundamente y me dirigí hacia ella.
—¿Me tienes miedo?
La miré. Su sonrisa afilada me heló la sangre. ¿Quién no se lo tendría?
—¿Debería?
Oí susurros a mis espaldas. Morgan entrecerró los ojos y se acercó para hablarme sin que nadie se enterase de lo que iba a decirme.
—Sí. Podría hacerte desaparecer chasqueando los dedos, así que no me provoques—un escalofrío recorrió mi espada. Aparté la mirada y ella retrocedió, satisfecha—.Extiende las manos.
Cuando lo hice, colocó algo que se sintió frío y ligero.
—¿Una piedra?
—Pero no una cualquiera. Es especial, como tú.
Me quedé mirando su tono violeta mientras me preguntaba para qué serviría.
—Kai, acércate y colócate de espaldas—ordenó—. Cuando lo haga, pósala sobre su hombro, Nina.
Seguimos sus indicaciones al pie de la letras y justo después de que la piedra rozase su hombro, él se derrumbó hacia delante ante el asombro de todos los que estábamos allí. Hice el amago de agacharme a ayudarlo pero ella chistó.
—Coloca la amatisa violeta sobre alguien y quedará completamente paralizado durante cinco minutos, pero si no la retiras, nunca podrá moverse.
Me quedé mirándola con detenimiento y pasados los cinco minutos, Kai se puso en pie como si no hubiera sucedido nada.
—Brujas y brujos, doy por finalizada la noche. Que comience la cuenta atrás para la primera prueba.
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