Capítulo 12
—Kai, ella es Nina.
—Encantado de conocerte—sonrió y yo traté de devolverle la sonrisa sin que se percatase de lo nerviosa que estaba.
—¿Necesitas algo?—preguntó Cleo. Sus profundos ojos azules se posaron en los suyos.
—Sólo pasaba a saludar—cruzó los brazos sobre su pecho, haciendo que la camiseta negra que llevaba se tensara. Él también vestía completamente de negro—pero también me preguntaba cuándo empezarán las siete pruebas ahora que ella está aquí.
—¿Las siete pruebas?—pregunté sintiendo que un vago recuerdo tomaba forma en mi mente.
—¿No las conoces?—arqueó las cejas, sorprendido.
—Morgan te lo explicará tarde o temprano—respondió Cora—pero resumiéndolo mucho, son las siete pruebas a las que tendremos que enfrentarnos—me miró—aunque sólo una de nosotras se convertirá en la próxima Bruja Suprema.
—Cada una de nosotras—continuó Cleo—tenemos una habilidad especial. Por eso hemos sido elegidas.
—Yo no creo posea alguna—admití.
Un silencio se cernió sobre nosotros y transcurrieron varios segundos hasta que una voz a nuestras espaldas captó nuestra atención. Cuando me giré, me encontré con la mirada de Gwen.
—Bueno—suspiró Kai—es hora de que me vaya—sus ojos azules se posaron en los míos—. Nos vemos pronto—y dicho eso se dio la vuelta y rodeó el edificio hasta desaparecer.
—¿De qué hablabais?—preguntó Gwen cuando estuvo a nuestro lado.
—Acabo de conocer a Kai—me apresuré a decir sintiendo que el ambiente se había vuelto ligeramente tenso—. Tú también lo conoces, ¿verdad?
—Sí—contestó secamente—. A él y al resto de chicos. Todos llegaron aquí antes que nosotras y son brujos, por si tienes esa duda.
¿Ellos también eran brujos?
¿Por qué no participaban en las pruebas?
—¿Qué tal si te sientas con nosotras, Gwen? —le ofreció Cleo.
—Quizás en otra ocasión—asintió con la cabeza—.Además, Morgan ha pedido vernos.
***
—¿Cómo se encuentran mis siete maravillas?—la voz de Morgan provocó que un escalofrío recorriese mi columna.
—Ya empieza otra vez—susurró Moira a mi lado.
En ese momento, Morgan levantó la cabeza y entrecerró sus ojos.
—Será mejor que te guardes tus pensamientos en vez de compartirlos en voz alta.
Mire a Moira por el rabillo del ojo al tiempo que ella tragaba saliva.
—A las chicas como tú tendrían que coserles la boca—se burló Phoebe.
—A lo mejor sería yo la que tendría que coserte a ti la...—no terminó su frase. Unos hilos invisibles comenzaron a tirar de sus labios, cerrándolos de golpe. En un abrir y cerrar de ojos, Morgan estaba delante de Moira.
—No me gustan tus formas. Por favor, no me hagáis perder el tiempo con vuestras tonterías. Ya tendréis tiempo de mataros la una a la otra—sus palabras hicieron que se me helara la sangre. Miré a mí alrededor y me di cuenta de que todas mis compañeras estaban mirando al frente—. Todas a excepción de Nina—continuó hablando como si no hubiese sucedido nada—sabéis que mañana es una noche especial donde conmemoramos la caza de brujas en Salem.
Centré toda mi atención en ella. ¿A qué se refería con celebrar?
—Como ya sabéis, en enero de 1692 se inició en la localidad de Salem, en Massachusetts, el juicio contra varias mujeres acusadas de practicar la brujería. Las denunciantes, un grupo de adolescentes, empezaron a sufrir convulsiones y espasmos incontrolables durante un proceso que acabaría con la vida de veinte personas. El reverendo Samuel Parris se había trasladado de Boston a Salem con sus hijos—su voz carecía de emoción—pero su escasa habilidad en el trato a su familia y su carácter desconfiado y arrogante, le hacían sentirse señalado y acosado por sus vecinos. En febrero de 1692, empezaron a sucederse algunos hechos extraños en la pequeña población. Perturbadores testimonios de blasfemias, maldiciones y escandalosas visiones de niñas encendiendo velas en un claro del bosque mientras invocaban a supuestos demonios, pusieron a todos los vecinos en alerta. A Tituba, la esclava negra de la familia Parris, le gustaba contar historias misteriosas a las hijas del reverendo y a sus amigas y un día fueron sorprendidas bailando desnudas en un bosque, mientras Tituba realizaba rituales vudú—el silencio absoluto nos rodeaba cuando Morgan dejaba de hablar—Según las crónicas de la época, empezaron a sufrir convulsiones en público, a pronunciar palabras y frases sin sentido. Todos creían en las brujas y que estas eran las causantes del extraño comportamiento de las jóvenes. Para evitar la horca, las niñas acusaron a Tituba de iniciarlas en ritos satánicos y en febrero de 1692, se inició el juicio a cargo de los magistrados que debían dictaminar el origen de las posesiones. Como era de suponer—prosiguió—la primera acusada fue Tituba y la misma admitió que el libro al cual aludía, y en el que figuraban los nombres de las brujas que había en Salem, se lo había entregado un hombre misterioso. Tras declararse culpable, Tituba fue condenada a prisión. Por su parte Sarah Osborne, una anciana, y Sarah Good, una indigente, que también habían sido acusadas, fueron ahorcadas al no confesar su culpabilidad. Posteriormente, otra mujer, Martha Corey, siguió la misma suerte. El 2 de junio de 1692, el juez William Stauton envió a la horca a Bridget Bishop, una mujer que doce años antes había sido declarada inocente del cargo de brujería y cuyo único pecado había sido tener un carácter extrovertido y haberse casado tres veces. Otra mujer, Rebecca Nurse, fue también acusada y ahorcada, pero pocos años más tarde, los tribunales comenzarían a admitir que los procesos judiciales iniciados en Salem en 1692 habían tenido bastantes irregularidades.
Morgan dejó de hablar y se quedó quieta durante unos segundos, esperando algún comentario por nuestra parte, pero ninguna de nosotras dijo nada. Era la historia de mi pueblo.
—Mañana por la noche rendiremos homenaje a esas mujeres que fueron acusadas por responder a la llamada de su verdadera naturaleza.
Miré a las chicas. Ninguna de ellas mostraba ninguna expresión. Incluso Phoebe estaba en silencio.
—¿Cuándo conoceremos a nuestra pareja? —Ruby rompió el incómodo silencio que se había creado en la sala.
—¿A nuestra pareja? —pregunté con cautela.
—Mañana por la mañana lo sabréis—dijo mientras una sonrisa se dibujaba en sus labios.
***
—Cora, espera un momento—dije cuando las chicas se dispersaron—. Antes, cuando estábamos hablando de esos chicos, ya sabes...—bajé la voz—¿A qué te refieres con que estamos a salvo de ellos?
—En el bosque hay un punto cerca de la roca que tiene forma de media luna y ellos no pueden cruzar esa línea. Somos enemigos. Mantente alejada de todo lo que tenga que ver con ellos.
—Gracias por advertirme—dije sintiendo una extraña sensación de malestar.
—De nada—sonreí—Voy a tomar algo con Cleo y Moira, ¿quieres venir?
—No gracias, creo necesito descansar.
—Pobrecita, será mejor que duermas un poco. Nos vemos pronto entonces.
—Sí. Adiós.
Cuando se fue, miré a ambos lados del pasillo y respiré aliviada al ver que no había nadie. Sí, lo había decidido. Era una locura y puede que algo saliera mal, pero al menos habría intentado algo. Respiré hondo y pensé en las palabras de Cora.
La roca que tenía forma de media luna. Allí me dirigía.
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