6. Respira
Abrió los ojos, su respiración era irregular, sus pulmones exigían aire, pero no podía procesar lo suficiente, sentía las lagrimas derramarse de sus ojos, otra vez había pasado.
Quito todo a su paso y corrió lo mas rápido que pudo, tenia que huir, no podía estar ahí, no otra vez.
¿Por qué ese lugar era tan grande? ¿Por qué ella era tan lenta?
No le importaba, no podía estar ahí, tenia que ponerse a salvo, tenia que intentar salvar lo que le quedaba, pero no tenia las fuerzas suficientes para hacerlo, le habían quitado su motor para vivir, jamás se sintió con tanto miedo y desesperación.
—Marinette— le hablo una voz que ella conocía muy bien.
Pero no podía ser él, el acababa de irse, tenia que ser una trampa, tenía que seguir corriendo.
Estaba oscuro, era el mismo lugar, pero de algún modo parecía otro completamente diferente, el aroma a humedad, las paredes oscuras, incluso sentía la luz de los reflectores altos sombre ella, unas escaleras que no recordaba, pero no le importo, las cruzo lo mas rapido que pudo, vio a los lados, todo era raro, ella tenia 16 no tenia porque luchar con eso.
Ya no sentía que había nada por lo que pelear, pero no quería morir, no quería ser reescrita, solo quería volver a la escuela con sus amigos donde todo estaba bien, quería hornear junto a sus padres, quería salir a patrullar con el chico que amaba, pero no iba a poder hacerlo, el ya no estaba.
Durante el segundo de confusión llevo su mano a la oreja, estaban los aretes.
Y de repente se escucharon pasos, se estaba acercando a ella, no dejaría que el quitara lo único que le recordaba a él, no dejaría que se llevara lo que quedaba de su vida.
Siguió corriendo mientras comenzaba a hiperventilar, no podía respirar correctamente, no podía pensar, solo quería acabar con todo eso, ya no quería luchar.
Vio una pequeña puerta al entrar en una habitación, no le importo que era, los pasos se escuchaban cerca y cada vez mas desesperados, tenia que apurarse, asi que se metió en ese lugar, llego hasta la esquina donde se sentó y se tapó la boca con la mano, intentando que el la dejara en paz, que pasara de largo.
Solo podía pensar en callar sus sollozos con cada paso mas cerca que escuchaba, si el la encontraba no duraría en matarla para conseguir lo que quería.
Un paso más cerca no debía de estar muy lejos.
Otro paso más, tal vez se había perdido.
Y otro más, se volvió más lento ¿se había rendido?
Uno más, y hubo silencio.
La chica abrió los ojos, suplicaba con toda su alma que estuviera a salvo, pero no lo sabía, el miedo la tenía paralizada.
De repente la puerta se abrió, la poca luz de afuera dejaba ver una silueta masculina entrando y la chica solo pudo cerrar fuerte los ojos esperando su final, no iba a luchar, ya no lo quedaba motivo para hacerlo, le quitaría sus aretes y no volvería a verlo, no quería morir.
—Mi lady—
De nuevo esa voz, tenia que ser una trampa, algún tipo de plan macabro de parte de ese monstruo para ilusionarla en sus últimos momentos de vida.
—Bogaboo—
No iba a caer, no iba a jugar así con ella ¿Por qué no solo terminaba con todo esto?
Un susurró que no logro entender muy bien seguido de un resplandor verde fue lo que le hicieron abrir los ojos, alguien había encendido la luz, enfrente tenia a el amor de su vida de nuevo.
Enserio era el, volvió por ella.
—Es una trampa— dijo con miedo pegándose a la pared tras de ella, no quería demostrar que tenía miedo, pero las lágrimas no dejaban de salir.
—Marinette, estoy aquí, respira— pidió el rubio acercándose con cuidado y tomando la mano de la heroína para que lo tocara.
En serio era él.
Después cuando la chica se acercó un poco más, pero aun con dudas el llevo las manos de ambos al piso para que lo sintiera.
Azulejos, no ese frio y horrible piso de metal, no había azulejos ahí, al menos no que recordara.
Una vez más movió sus manos, pero esta vez al pelo y ropa de la chica, tenía que reconocerlo.
Su cabello era aún más corto, ropa de algodón, no spandex mágico, no era Ladybug en ese momento.
—Estoy en casa— dijo la chica elevando la cabeza y viendo con claridad las cosas, otra vez esa pesadilla, pero tenia que regresar a la realidad.
Estaba en el baño de la planta baja de su casa, en pijama, posiblemente era de madrugada, y tenia a su esposo transformado enfrente de ella con una expresión preocupada.
Escucho mas pasos, el hombre se destransformo rápidamente y el kwami de la destrucción se escondía en uno de los cajones donde guardaban instrumentos de limpieza al mismo tiempo que dos pequeños niños de 6 años asomaban la cabeza por la puerta del baño.
—¿Qué paso?— pregunto un niño de cabello negro.
—Escuchamos a alguien correr afuera de nuestro cuarto— dijo una niña de pelo rubio jalando a su hermano dentro del lugar.
—No paso nada gatitos, mamá creyó haber perdido algo pero ya la ayude a encontrarlo— dijo el hombre cargando en un brazo a cada niño —¿Louis se despertó?— le pregunto a los niños los cuales negaron con la cabeza.
El rubio le dio una mirada comprensiva a la mujer antes de salir del lugar con los niños en brazos y llevándolos a su acuarto.
La azabache se puso de pie y salió del baño hasta la sala donde se sentó en el primer sillón que encontró intentando reconocer al 100% su situación.
No tenia 16, tenia 30 años, fue lo primero que pudo recordar.
No estaba en aquella guarida que tantos malos recuerdos le traía, estaba en la casa que tanto esfuerzo le costo conseguir y la cual era su lugar seguro, nada podía hacerle daño así, mucho menos él.
En ese momento vio llegar al rubio de vuelta con un par de criaturas flotando a su lado.
—¿Qué te parece si vamos a tomar aire?— le pregunto el rubio.
—Pero— dijo la mujer mirando arriba a las escaleras donde el hombre se había llevado a los niños con una expresión preocupada.
Eran sus hijos.
—Ya le llamé a Nino y Alya, entendieron que era una emergencia— explicó el ojiverde pidiéndole la mano a la chica la cual correspondió el agarre.
Ambos se acercaron a una ventana y después de asegurarse que nadie los veía se transformaron y saltaron por esta.
El viento en la cara y la adrenalina de saltar entre los techos era algo que siempre les hacia sentir mejor, algo de ellos, algo sanador.
Esa noche había sentido que lo perdía todo, que su vida se acababa, pero no era así, su vida siguió por mucho mas tiempo, y de una manera que solo había pensado en sus mejores sueños, esa noche pensó que ese monstruo lo había matado para obtener su miraculous la imagen de el tirado sin reaccionar al lado de ese sarcófago le había roto el alma, pero luego, cuando al tenía acorralada el volvió a reaccionar y la salvo.
Incluso después de eso no fueron ellos quien acabaron con su vida, fue el mismo.
Ahora estaba bien, seguía con su miraculous, se había casado con el amor de su vida y tenían tres hijos a quienes amaban con toda su alma, tenia a sus padres que eran maravillosos y a amigos que no cambiaria por nada, tenia que dejar pasar las pesadillas.
—¿Quieres hablar mi lady?— pregunto el héroe una vez vio a su pareja más calmada.
—Estoy bien, hace mucho que eso no me traía problemas— dijo la heroína mientras ambos se sentaban en un tejado.
—Oye es normal, tu me ayudaste mucho tiempo después de que eso paso, es mi turno de ayudarte— dijo el rubio dándole un beso en la frente a la heroína.
—Ya lo has hecho gatito, gracias por atraparme siempre que estoy por caer— dijo abrazando al héroe y recargándose en el pecho del rubio.
—Siempre estaré aquí para ayudarte a respirar de nuevo bogaboo—.
Aunque claro, a ambos se les olvidaba que dejar a los niños con Alya y Nino significaba que Alya tendría que lidiar con 4 niños, la imagen que tuvieron al llegar de regreso a su casa era un auténtico desastre, pero ellos eran Ladybug y Chat noir, arreglar desastres de todo tipo era su especialidad.
Se que no es al cien por cien Ladynoir pero quería hacerlo y me gusto, además como que se empiezan a acabar las ideas y aun me faltan 25.
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