3. Tejados
El rubio salió del salon de clases con un inconveniente que nunca había tenido, no tenia idea de como iba a hacer la tarea.
Y es que esa no era una tarea normal, últimamente su mente estaba en otro lado, tanto que no se dio cuenta de cuando la clase de filosofía se transformo en algo mucho mas personal, y la señorita Bustier había decidió que la tarea fuera un pequeño ensayo sobre ese lugar que llenaba de tranquilidad y felicidad a sus alumnos
Quería que le dijeran su lugar favorito.
En las instrucciones había especificado que quería que detallaran el lugar, el cómo los hacía sentir y si tenía historia con algún evento o persona que lo volviera especial, asi como un dibujo del lugar y como se sentían cuando estaban en él, para la próxima clase que seria dentro de tres días.
El chico escucho hablar a sus compañeros los cuales tenían una idea clara, tal parecía que aquello no debería de ser una decisión difícil para un adolescente, ya que la mayoría había escogido su cuarto como un rincón seguro, aunque él no podía decir lo mismo, su cuarto y toda su casa en general se sentía como una prisión muy bonita, un lugar en el que nunca se sentía del todo cómodo asi que quedaba descartada por completo.
Escucho a Alix y Kim hablar de la pista de patinaje y la piscina, pensó por un momento, practico muchos deportes a lo largo de toda su vida, pero aun asi siempre fue porque su padre lo obligaba, claro hubo algunos que le gustaron, pero eso no significa que en verdad quisiera permanecer en esos lugares.
Durante el receso escucho hablar a Nathaniel y Rose del salon de artes, ambos pasaban todo el tiempo que podían ahí perdiéndose en su mundo, los dos eran artistas a su manera y les encantaba concentrarse en sus creaciones, era un lugar pequeño donde ellos podían pasar horas.
El chico se concentró intentando pensar en algo parecido para el pero la realidad es que no se le ocurría nada, el no era un artista asi que nunca necesito de inspiración, las melodías de piano que su padre le obligaba a tocar eran practicar las mismas notas las veces que fueran necesarias hasta que salieran perfectas, nunca se le permitió componer nada asi que jamás paso por un bloqueo de ese tipo.
Además, estaba el hecho de que los lugares cerrados le aterraban, no creía que estar en un cuarto por varias horas fuera bueno para él, seria cuestión de media hora para que comenzara la sensación de ahogo.
Tampoco podría permanecer en un mismo lugar mucho tiempo, le encantaba conocer sitios nuevos, su primera semana en la escuela no resistió y conoció hasta las aulas donde no tendría clases hasta dentro de un par de años, tal vez ese fuera otro problema, permanecer en el mismo sitio lo hacia sentir deprimido en lugar de alegre, tal vez por eso no tenía un sitio favorito.
En la salida mientras esperaba su auto escucho a Alya platicar con Marinette, al parecer el sitio favorito de la chica de coletas era el trocadero, ese lugar que ofrecía una de las mejores vistas de la torre Eiffel al parecer llenaba de inspiración a la azabache, ella podía pasar todo el día sentada en los escalones del lugar dibujando en su libreta de diseños.
Con cada opinión de sus compañeros el chico solo se frustraba mas ¿Por qué a todos les parecía tan clara la respuesta a excepción de el? ¿Un lugar favorito era tan necesario? Él vivía al día ahogado de reglas y una rutina que lo asfixiaba no podía encariñarse con ningún lugar.
Ni su cuarto, ni los lugares donde entrenaba, ni un salon, ni siquiera un monumento o una plaza, Chat noir había visto todo parís y nada era un lugar seguro para Adrien Agreste.
¡Eso era!
Se estaba limitando a lo que Adrien conocía, lo cual sinceramente no era mucho, había viajado a tantos países, pero siempre se limitaba a quedarse en el hotel y solo salir a donde fuera la sesión de fotos o la pasarela y regresar, incluso en su propia ciudad era un completo extraño.
Pero Chat noir no lo era, el conocía hasta los callejones más alejados de Paris y estaba seguro de que podría encontrar algo que pudiera clasificar como su lugar favorito. Asi que en cuanto llego a su casa se apresuro a hacer la tarea que le urgía para el día siguiente, se transformó y emprendió camino brincando y observando las calles de Paris.
Recorrió cada monumento de arriba para abajo, cruzo cada plaza y lugar conocido, teniendo que tomarse algunas fotos con fans y turistas en el proceso, recorrió calles a pie intentando que algún lugar levantara un sentimiento especial o generara un ambiente repentino, pero no sucedía nada, lo único que lograba era frustrarse más conforme pasaban los minutos, y después de unas largas dos horas decidió darse por vencido.
Paso rápidamente por una tienda 24 horas, comprando una bolsa de frituras y una bebida de chocolate las cuales estaban estrictamente prohibidas en su nueva dieta pero que ahora poco le importaba, y aterrizo sobre una casa que daba una vista a la torre Eiffel, la verdad es que no escogió ese lugar por las vistas, por experiencia sabia que era un barrio silencioso asi que solo quería respirar un rato, recargar energías e ir a casa a dormir un rato.
Ya se había acabado la bolsa de frituras que con una puntería impecable la lanzo unos 20 metros hasta un bote de basura para luego seguir con su bebida que estaba por la mitad cuando escucho un sonido atrás de él.
Su primer instinto fue pensar que era un ladrón que intentaba robar alguna de las casas ingresando por arriba ahora que las calles comenzaban a volverse oscuras así que rápidamente saco su bastón y apunto a lo que fuera que estaba tras él a unos centímetros del invasor.
—Baja las garras gatito, solo soy yo— dijo la heroína con temática de catarina alejando de su rostro el arma de su compañero.
—Lo siento mi lady— dijo el chico guardando el bastón en su espalda y volviéndose a sentar invitando a la chica a acompañarlo lo que ella hizo sentándose a su lado —Es solo que ha sido una tarde y noche algo frustrante— explico sin ánimos dando un trago a su bebida de chocolate.
Iba a comprar 20 de esas y esconderlas entre los trofeos.
—¿No has podido dormir?— le pregunto la heroína a lo que el negó.
—Un ligero problema con un deber de la escuela, ya lo resolveré, aunque es frustrante ya que por lo general lo manejo bien— dijo sin poder evitar un suspiro cargado de molestia.
—¿El gatito es bueno en la escuela?— pregunto la heroína genuinamente sorprendida — Siempre pensé que serias el payaso del salon que apenas puede conseguir pasar— dijo con burla.
—Me ofende que pienses eso bogaboo, soy el mejor de mi clase— dijo con orgullo de si mismo —Así que entenderás mi frustración por no poder responder una pregunta de filosofía— dijo recordando el martirio por el que estaba pasando las últimas horas.
—Pues si quieres un consejo, la filosofía es muy abstracta, hay muchas respuestas para una sola pregunta, una cosa puede ser en realidad un concepto, una acción puede ser una idea— dijo la chica dando ejemplos.
—¿Un lugar una persona?— pregunto viéndola como si esa fuera la respuesta a sus problemas.
—Supongo que si— dijo la heroína sin agregar algo mas y contemplando las vistas que la ciudad les ofrecía.
El rubio por su parte se quedo reflexionando unos minutos, hace rato el lugar no se sentía diferente a cualquier otro sitio de parís, sin embargo, cuando ella apareció todo se volvió claro, sintió sus energías volver y una calma absoluta inundarlo.
Si de algo estaba seguro es que ella era su persona favorita.
—Mi lady— dijo llamando la atención de su compañera —¿En dónde estamos ahora?— pregunto esperando que ella le diera la respuesta que necesitaba.
—¿En un tejado?— respondió la heroína sin estar segura del porque de la pregunta del ojiverde.
—¡Por supuesto!— dijo con alegría y levantándose de su lugar —Gracias bogaboo, ya se la respuesta de lo que ocupaba— agradeció a la chica dándole un beso en la mejilla y yéndose rápido de ahí de vuelta a su hogar.
Pues claro, Paris estaba lleno de tejados, y no importaba en cual estuviera, siempre tenia la esperanza de verla a ella y que el lugar se inundara de ese sentimiento que sus compañeros describían, con ella era mas fuerte, mas creativo, más feliz, con más energías, con ella en los tejados de Paris.
—¿Qué acaba de pasar?— se preguntó a sí misma la heroína que seguía sentada observando a su compañero perderse a lo lejos mientras ella se percataba de lo caliente de sus mejillas.
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