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14. Sostén mi mano

A lo largo de su vida había habido muchas ocasiones en las que fue necesario un consuelo, en el que las palabras no podían salir, pero un acto tan sencillo les devolvía todo el valor, donde el mundo parecía caerse a pedazos, pero mientras el otro estuviera de alguna manera no parecía tan grave y que sin importar que viniera ambos sabían que estarían juntos después de eso.

Había pasado tantas veces, más de las que podrían contar o recordar, desde una huida o escapada de los fans en forma civil o heroica, hasta una carrera por sus vidas, pero ellos mantenían un par en un lugar especial en su corazón, ocasiones que marcaron la vida de ambos en muchos sentidos.

La primera vez, fuera de lo que muchos podían llegar a pensar, fue Chat noir quien necesitaba ayuda, había sido una semana muy cansada, solo quería descansar, pero su padre llego a regañarlo, no era el mejor momento, ambos no estaban de buen humor, necesitaban desahogarse, reclamaron cosas que no venían al caso, sacaron viejos rencores a la luz, dijeron cosas de las que siempre se arrepentirían, entonces el chico menciono a su difunta madre.

Lágrimas, gritos, ardor, dolor.

"Hubiera preferido que ya no estuvieras tú en lugar de ella"

Silencio.

Huyo de casa con el corazón destrozado, se transformó en cuanto tuvo la oportunidad y empezó a correr lo más rápido que podía derramando lágrimas, llego al lugar más inaccesible que encontró, se sentó y se hizo bolita lo más que pudo, abrazo sus rodillas y escondió el rostro en un intento de que nadie lo escuchara llorar.

Se sentía incluso peor que el día en que supo que su mamá jamás volvería y jamás había creído eso posible, sintió el impulso de jalarse con fuerza el cabello y pellizcarse los brazos, necesitaba distraerse con algo, necesitaba dejar de llorar, pero no podía volver a hacerlo, se lo prometió a Nathalie y a Chloe.

Estaba a punto de ceder, seguramente con el traje no pasaría nada, apenas acerco sus garras a su otro brazo cuando una mano lo detuvo, miro hacia arriba sorprendido, estaba en un lugar que ni siquiera el conocía, en una de las calles más abandonadas de la ciudad y de alguna manera ella lo había encontrado.

Intento alejarse, pero ya estaba en la esquina, quiso cubrirse para que ella no lo viera en ese estado, eso no debía de pasar, se suponía que él era el que debía estar siempre contento, listo para cuando ella pueda sentirse mal el la levantara, ella no debía de verlo así, pero eso a la chica no le importo, quito las manos del rubio de su rostro y pudo notar los ojos hinchados y las mejillas rojas producto del llanto.

—Por favor, por favor vete— suplico el chico —No quiero que me veas así— pidió sintiendo que no podría contener las lágrimas por mucho más tiempo.

—Gatito escucha— dijo la heroína haciendo que el la mirara de vuelta —Por favor sostén mi mano— dijo extendiéndole la mano derecha al rubio.

El chico titubeo un momento, solo sería mostrarse así una vez, jamás alguien lo había visto así, y si a alguien en todo el mundo, en toda su vida permitirá ver ese lado de él, esa sería ella, así que puso la mano sobre la de la chica y sintió como esta le daba un leve apretón.

—No importa lo que te allá pasado, te prometo que voy a estar ahí para ti, porque tampoco me interesa si tengan que pasar veinte años para que me lo cuentes, o si lo quieras decir ahora, sé que tú eres la persona más fuerte que conozco, y la cual se merece toda la felicidad del mundo, así que te lo aseguro, vas a estar bien— dijo envolviendo la mano del chico con ambas de las suyas.

El rubio la miro sorprendido, más lagrimas salieron de sus ojos, pero esta vez no era por la horrible depresión que lo azotaba, era porque esta vez sí tenía alguien que lo escuchara y no lo dejara solo cuando tenía que llorar, lejos de quitar la mano y romper el agarre decidió lanzarse encima de la chica en un abrazo.

—Gracias— dijo lo mejor con pudo aun con la voz rota.

—De nada gatito— le respondió la heroína devolviéndole al abrazo.

Mucho cambio ese día, no solo entre ellos, de cierta manera ese momento preparo al rubio para una pelea que vino tiempo después, una batalla que aun después de conocer la identidad de su enemigo ya no la sufrió, porque de alguna manera supo qué hacía mucho tiempo que había perdido a su padre, y que el hombre que tenía enfrente ya no merecía sus lágrimas.

La segunda fue una ocasión muy diferente, aunque sentimientos igual de fuertes estaban involucrados en medio, no debía de ser Ladybug, había prometido quedarse segura en casa, debía dejarlo a el encargarse de todo como lo hacían desde hace unos meses.

Pero la transmisión de la batalla en las noticias no era alentadora, los helicópteros estaban huyendo de la escena, Misterbug peleaba furiosamente con el villano de turno al cual no podía derrotar pues le era imposible acercarse lo suficiente para destruir la corbata que tenía como objeto akumatizado.

De repente la transmisión corto y la azabache sintió su corazón latir a mil por hora, tomo el control remoto e intento cambiar de canal, pero en ninguno veía resultados, no podía dejarlo solo, iba a terminar herido.

Vio el anillo sobre la mesa de noche y al kwami con forma de gato que negó con todas sus fuerzas y tomo el anillo listo para volar y alejarlo de ella, con dificultad la mujer se levanto de la cama para hacerle frente al kwami de la destrucción.

—¡Plaga vuelve aquí ahora!— grito la ojiazul avanzando lo mas rápido que podía, lo cual era bastante difícil debido a su condición.

—¡No tengo porque obedecerte no eres mi portadora!— dijo el kwami ya escondido en algún lugar de la casa —¡Debería de llamarle a Alya para que te lleve al hospital como dijo Adrien!— amenazo el kwami.

¡En primera tu no te escuchas en las llamadas!— dijo la franco-china enojada —¡Y en segunda soy tu guardiana así que ven aquí ahora!— ordeno la mujer.

Escucho al kwami refunfuñar, abrir y cerrar algunas puertas y finamente asomar su diminuta cabeza por la puerta de la habitación.

—Adrien dijo que lo iba a dejar solo para no llevarse los dos miraculous— dijo el kwami algo enojado —Y que por ningún motivo podías usarlo al menos que alguien estuviera muriendo— dijo mirándola de arriba abajo —Supongo que hablaba de ti— dijo mirando un punto muy específico de la chica.

Si no fuera por que sabia lo que pasaba gritaría en pánico y obligaría alguien a llevarla al hospital, si hubiera visto a alguien así hace doscientos mil años cuando no sabia nada de los humanos hubiera pensado que estaba por morir desde dentro.

—Plaga, está en problemas, no puedo quedarme aquí sin hacer nada— dijo la azabache soportando las lágrimas.

El kwami la vio con inseguridad, pero al pensar en lo que podía pasarle al chico si no recibía ayuda pronto no le quedo más opción que acercarse a la chica.

—Mínimo esfuerzo posible, nadie te va a ver, lo ayudas, te vas y Adrien no me mata por hacer esto— dijo el kwami dejando el anillo en la mano de la chica.

—Es una promesa— dijo la chica poniéndose el anillo y viendo como este adoptaba un color rosado.

Por otro lado, Misterbug estaba realmente cansado, tenia en sus manos el amuleto encantado el cual era una lampara muy potente, tenia pensado redirigir la luz hacia el villano con ayuda de un gran espejo que había salido volando, pero no tendría suficiente tiempo para acercarse a el antes de que el akumatizado recuperara al vista.

Pero tenía que intentarlo.

Mientras huía de los ataques se aseguro de que el espejo estuviera en la posición adecuada, llego a el escondite donde con la batería de un auto le daba energía la lampara y la encendió, funciono, el villano estaba completamente cegado por unos segundos, corrió lo más rapido que pudo, pero no iba a medio camino cuando se dio cuenta de que no lo iba a conseguir, aunque mas lo alerto una voz que conocía bastante bien sonar a espaldas del villano.

—¡Cataclismo!— grito la mujer vestida de negro la cual aprovecho la ceguera del villano para destruir la corbata y liberar el akuma.

El rubio se apresuro en capturar a la mariposa, pero al momento de liberarla miro a la persona que tenia enfrente con una expresión de terror.

La temporalmente ojiverde jadeaba de cansancio, una capa estilo invernal negra con detalles verdes la cubría casi por completo dejando fuera de vista su condición, pero aun asi ella se agachaba y se apoyaba en sus rodillas en un intento de no caerse.

No hubiera sido eso ningún esfuerzo si no fuera por llevar tantos meses con su condición progresando.

—¡Mi lady!— grito el ojiverde preocupado y acercándose a la azabache para apoyarla contra el viendo que la chica estaba por caer —Te dije que por ningún motivo vinieras— dijo el chico con la voz rota y lágrimas en sus ojos.

—Creo, creo que llego mi hora príncipe— dijo con una sonrisa débil y los ojos llorosos.

No se imagino que algo tan simple la dejara en ese estado, sentía como si toda su vitalidad se hubiera esfumado en un momento, sintió algo desprenderse y aunque el traje lo retuviera sabría perfectamente que era lo que pasaba, debía aguantar hasta el hospital, aun quedaba la parte más difícil de todo eso.

Un dolor familiar recorrió a la chica, uno que había sentido antes pero no con tanta intensidad, uno que la hizo maldecir y que sus piernas fallaran, que le saco lágrimas, siempre supo que cuando llegara ese día seria doloroso, pero jamás se imaginó que tanto.

—Sostén mi mano— dijo el chico a lo que ella obedeció la cargo hasta donde estaba el amuleto encantando y uso la cura milagrosa, la chica apretó la mano del héroe una vez más, el dolor seguía.

Los últimos días fueron dolorosos, y por la preocupación que tenia al ver las noticias ni siquiera se percato de que el dolor iba en aumento, pero ahora estaba claro y muy presente.

—Por favor bogaboo solo aguanta un poco más— dijo el chico lleno de preocupación —Te llevare al hospital, nos des transformaremos cuando estemos en un callejón cercano— dijo el chico intentando calmarse y empezando a saltar entre los edificios con su esposa en brazos.

—Lo hare gatito, después de todo será una noche larga— dijo la chica con una sonrisa que fue tapada por otro dolor.

—Solo piensa en que después de hoy todo será mejor mi lady, todos los que queremos estarán esperando cuando salgan del quirófano— dijo el chico intentando animarla.

—Además aun queda el tema de la apuesta— dijo la chica a lo que el rubio la miro confundido —Del parecido— aclaro ella con una sonrisa traviesa —Y aun no sabes hornear unas galletas decentes— se burló la chica.

—Inténtalo de nuevo en unos años mi lady, estos dos saldrán idénticos a mi— dijo el chico aterrizando en un callejón a una cuadra del hospital ayudando a la chica a caminar una vez su transformación se fue.

—Solo sostén mi mano, no me voy a ir—.

Dijo una adolescente azabache en una vieja azotea y muchos años después un joven rubio en un hospital.

—Es todo lo que necesito—.

Respondió el amor de su vida.

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