10. Luces de la ciudad
Si hay algo que Marinette odiara, y no, no estoy hablando de Lila Rossi.
Si ella odiaba algo era la oscuridad.
De niña le tenía un pánico absurdo, sus padres recuerdan como durante su primer año no podía dormir a menos que las luces del cuarto estuvieran completamente encendidas, de bebe se ponía a llorar a apenas veía que el sol dejaba de verse y durmió con luz de noche hasta los 10 años, algo que nunca les confesaría a sus amigos.
Jamás fue fan de regresar muy noche de fuera, por regla general su día en la calle terminaba cuando el sol empezaba a ocultarse, las únicas excepciones eran las pijamadas en casa de sus amigas a las cuales llegaba un par de horas antes de que el sol se fuera.
Le aterraba la idea de caminar sola por algún callejón oscuro y que algo saliera de la desconfiable oscuridad lista para atacarla y con su habitual torpeza fuera una victima facil, la idea de desaparecer entre las sombras era algo que la aterraba.
Y ser una heroína no mejoro eso, al contrario, como cualquier niña creció inocente, creyendo real todo lo que sus ojos veían y sus oídos escuchaban, leyendas, mitos, avistamientos, sus padres le dijeron que no debía creer en los monstruos, que no eran reales y que no podían hacerle daño, ella había querido crecer para decirle lo mismo a sus propios hijos, pero no podía hacerlo, ella había visto a los monstruos con sus propios ojos, muchas veces, sabia que eran reales y también sabia lo que ellos eran capaces de hacer.
Nunca podría decirles a sus hijos que no eran reales, pero tal vez un día podía enseñarles a defenderse.
Claro que su miedo no era uno paranoico como el que podía sufrir un niño, con el paso de los años se volvió algo mas racional, no le daba miedo la oscuridad en lugares seguros como su casa, era un ambiente que conocía, uno donde se sentía cómoda y sabía que nada le haría daño.
Sin embargo, ella también era la heroína de la ciudad, y patrullar por las calles mas bajas de la ciudad donde solo la luna intentaba iluminar los callejones mas remotos no era algo muy alentador, pero era algo que tenia que hacer como parte de su deber, y era el lugar donde había atrapado muchos criminales.
En ocasiones envidiaba a su compañero, el poder de la creación era el mas ilimitado de usar desde su punto de vista, sin embargo, ser portador del miraculous del gato te da algunos sentidos mejorados como son la audición y el olfato, aparte de obviamente la visión nocturna.
El rubio solía saltar por los tejados tan confiado de no tropezar como lo haría de día, permitiéndose piruetas y acrobacias que la chica prefería prevenir por miedo a no ver una teja suelta y lastimarse, el era el que había atrapado mas criminales comunes de noche, ninguno se lograba esconder entre las calles de la visión nocturna y los sentidos mejorados del chico.
Una de tantas noches de patrullaje, pasando por unas calles relativamente tranquilas, aunque poco iluminadas el rubio le ofreció a su compañera caminar y asi tomarse un pequeño descanso, sabía que el prefería caminar a saltar por los tejados, le gustaba observar las calles comunes y llevarse algunas sorpresas por cosas rutinarias que le provocaban risa a la chica, se llego a preguntar varias veces si el en verdad había vivido en esa ciudad toda su vida, aunque el le aseguraba que sí.
De cualquier manera, durante el día eso era casi imposible, apenas se ponían sobre la calle las personas corrían hacia ellos preguntando si había un akuma, comenzando a grabarlos, pidiendo fotos o simplemente eran turistas que se acercaban a conocerlos en persona, la noche parecía la única oportunidad para caminar tranquilamente.
La chica estaba incomoda con al propuesta, no con caminar al lado de el por supuesto, sino que ella misma conocía un poco de la reputación de esas calles, eran cerca de las 12 de la noche y ambos habían atrapado unos criminales ahí, y el hecho de que tuviera una sola farola por calle no le era alentador.
Aun así no quiso verse cobarde y acepto la propuesta, y mientras su compañero veía con emoción la peculiar pintura de las casas que era común en esa zona de Paris, la chica se abrazaba a si misma y miraba constantemente en todas direcciones en espera de que algo la atacara, cosa que fue notada por su compañero.
—¿Sabes que mi lady? Creo que ya fue mucha caminata ¿Qué te parece si vamos a otro lado a descansar para luego irnos a dormir?— pregunto el rubio a la chica.
—Por supuesto— dijo de manera aliviada y tomando su yoyo para seguir al chico rápidamente fuera de esas calles oscuras.
El héroe la guio hacia el centro de parís poco a poco, a el le gustaban las afueras porque la contaminación lumínica era menor, y mientras caminaba podía ver las estrellas, pero le quedaba claro que eso no era precisamente del agrado de la chica, así que decidió llevarla a donde ella también pudiera disfrutar las luces.
Encima del arco del triunfo ambos chicos pudieron disfrutar las vistas de ser una de las ciudades mas visitadas del mundo, todas las calles a su alrededor eran iluminadas por cientos de focos y lámparas que le daban un aspecto mágico y luminoso, y vio en los ojos de su compañera lo segura y feliz que se veían con el espectáculo.
Lo que ahora veía era mas hermoso que cualquier noche estrellada.
Aun así quería que ella se sintiera de la misma manera a donde fuera que vaya, y podría hacer un pequeño cambio poco a poco.
—Bogaboo— llamo a su compañera que lo volteo a ver —¿Cuál es tu calle favorita?— pregunto el chico.
—No lo se gatito, me gusta pasear por muchos lugares— dijo poniéndose a pensar —Aunque creo que si tuviera que elegir una seria Rue Saint-Dominique— dijo con una sonrisa, toda la calle la hacía sentir en casa.
La calle completa estaba llena de panaderías por lo que caminar por ahí la hacia sentirse de una manera muy acogedora, además que los antiguos edificios eran hermosos y muchas veces le habían servido de inspiración para dibujar, aunque claro, nunca había visitado el lugar de noche, a pesar de que se encontraba solo y era un lugar bastante seguro la calle solo se encontraba iluminada por los focos que algunos locales dejaban encendidos por las noches ya que las viejas farolas llevaban muchos años sin ser reparadas y eso no le daba ninguna sensación de seguridad.
El rubio asintió y no pregunto más, ambos observaron en silencio el bello espectáculo de luces que la ciudad les ofrecía por unos minutos para después despedirse e irse cada quien, por su lado, aunque el ojiverde tuvo como objetivo la casa de una vieja amiga antes que la suya propia.
Durante las próximas patrullas y las peleas Chat noir estuvo muy concentrado en que por ningún motivo Ladybug se acercara a la calle Rue Saint-Dominique, la heroína se percató de eso, pero no le dio importancia, aparte estuvo muy ocupada como civil y no se dio tiempo de pasar por ahí.
No fue hasta cierta tarde en particular, hubo un akumatizado muy cerca de ahí, el mismo que obligo a que todos los que estuvieran en autos se refugiaran en los negocios, incluyendo en ellos a el alcalde y su hija que iban camino a su hogar y que salieron a agradecer a los héroes cuando estos vencieron al villano.
—No fue nada— dijo al heroína de forma humilde y un poco avergonzada.
Aunque el alcalde no pudo agregar mas ya que un mensaje el cual reviso de inmediato, ya estaban listas.
—Parece que llegaron a tiempo para ver las farolas de Rue Saint-Dominique— volver a funcionar después de tantos años— dijo el hombre viendo la puesta de sol y como las farolas de la ciudad empezaban a encenderse por fracciones.
—¿Aquí?— pregunto la heroína confundida —¿Por qué ahora? Que yo sepa esta calle sigue siendo tan segura como de costumbre— dijo la heroína confundida.
—En realidad, fue una petición de mi princesita— dijo el hombre señalando a la rubia que miraba su teléfono.
—No me mires a mí, mira a tu compañero que aun debe cumplir su parte del trato— le dijo la chica a la heroína.
La azabache volteo a ver al chico el cual le hacía señas a la rubia para que se callara y no hablara de más, aunque para su mala suerte no pudo disimular a tiempo ya que su compañera se le quedo viendo de mal modo.
—Chat noir que hiciste— pregunto la heroína de forma acusatoria mientras se aceraba a su compañero que estaba visiblemente nervioso.
—Por algún motivo me pidió que mandara a arreglar las farolas de esta ridícula calle para que "se sintiera mas segura y cómoda de noche" y a cambio el ira el lunes a recoger mi pedido de la joyería al otro lado de la ciudad porque yo tengo cita en el spa y solo le confiaría algo tan preciado a alguien que pudiera destruir a quien intentara robarlo— aclaro la rubia sin dejar de mirar su celular.
La chica escucho sorprendida para segundos después ver como todas las farolas se encendían dejando esa hermosa calle completamente iluminada incluso cuando el sol estaba casi escondido, ni siquiera pudo decir nada ya que el alcalde y su hija se fueron rápidamente al recordar la fiesta que tenían que organizar en el hotel.
La heroína quedo maravillada con la vista tan diferente del lugar conforme los minutos pasaban, la noche estaba tomando camino sin embargo la calle completa estaba llena de luz, y con la gente que de a poco regresaba a sus hogares era una vista único que tenia del lugar, una que nunca se dio la oportunidad de conocer por su temor.
—¿Por qué hiciste esto?— pregunto la chica mirando a su compañero —¿Por qué preocuparte de poner luces en este lugar?— dijo acercándose al chico.
—Mi lady no soy tonto, se que no te agradan los lugares oscuros— dijo el chico sorprendiendo a su compañera.
Chat noir vio como lentamente su compañera se ponía roja de la vergüenza al saber que había sido descubierta.
—¿Soy tan obvia?— pregunto la chica avergonzada.
—Un poco— dijo el rubio para luego reír —Pero eso no es algo de lo que debas avergonzarte, todos tenemos miedo de algo, y sin embargo aun con miedo sales cada noche a acompañarme a esos sitios oscuros que me encantan recorrer, así que quise devolverte el favor de alguna manera, no deberías perderte la oportunidad de caminar por aquí de noche bogaboo— dijo el chico con alegría tomando la mano de la heroína y comenzando ambos una caminata por la calle.
El olor a pan seguía presente, con cada minuto que pasaba la calle se vaciaba más y la heroína encontraba ese peculiar sonido de calma acompañado de grillos realmente tranquilizante, los edificios podías apreciarse como nunca se lograría de día y al ver al cielo podía observar la enorme luna llena sobre su cabeza.
Y luego vio a su compañero, él había hecho todo eso por ella, para que pudiera disfrutar cómodamente una camina nocturna en su calle favorita aun cuando el disfrutaba la oscuridad, se arriesgo a ir a casa de Chloe Bourgeois para de alguna manera convencerla de hacer ese favor y encontró la manera de alejarla del lugar el tiempo suficiente para darle la sorpresa.
Sonrió tiernamente y apretó el agarre que ambos aun mantenían, había una razón por la que poco a poco iría perdiendo el miedo a los paseos oscuros, y esa razón estaba al lado de ella, algo en su corazón le dijo que después de ese día ya no volvería a sentir miedo de la oscuridad, y no precisamente por las faroles de la calle Rue Saint-Dominique.
Aunque las luces de la ciudad la ayudaban con su miedo ella tenia una luz propia, un gato negro que muchos no notarían entre las sombras, pero que para ella el saber que el estaba en la misma ciudad que ella era suficiente para sentir iluminadas todas las noches de su vida.
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