✩。: Rojo
Jeongin llegó muy emocionado a su casa, su madre le dijo que todo estaba solucionado, que ella y su padre no pelearían más, llegando a su hogar su padre y su hermano los esperaban en la sala. Se dirigió rápidamente donde su padre, dándole un fuerte abrazo.
—Pequeño, prometemos no volver a pelear, ¿bien? —dijo mientras sobaba su cabeza con cariño.
—Bien —mencionó con una sonrisa.
—Ahora ve a almorzar con Hyunjin, acaba de llegar de la escuela —habló alegre.
—Genial —pronunció, dirigiéndose hacia la mesa—. Hola, bebé —le dio un beso en la mejilla de su pequeño hermano—. Te extrañe, Hyunjin.
—Y yo a ti, Innie —dijo este mientras lo abrazaba.
Jeongin venía de una familia que era muy humilde, pero había demasiado cariño dentro de esta, las peleas no eran comunes, pero esos últimos meses habían estado pasando por muchos problemas, a su padre aún no le pagaban, le iban debiendo de dos meses, el día anterior se dejó llevar por la rabia, pero se disculpó, amaba a su esposa y a sus hijos, sabía que estos no tenían la culpa de nada.
Comió muy tranquilo, su familia nuevamente volvía a ser unida, en el fondo sabía que los problemas no se habían solucionado, pero quería pretender que todo estaba bien, no quería causarles molestias a sus padres.
—Haré mis tareas y llevaré a Hyunjin para ayudarlo con las suyas —avisó una vez que ambos terminaron de comer.
—Bien, bebé —dijo su madre con mucho cariño mientras recogía todo de la mesa.
Jeongin se dirigió a la habitación que compartía con Hyunjin, se sentaron ambos a la mesa.
Ambos abrieron sus cuadernos. Hyunjin empezó a colorear el suyo mientras Jeongin le acariciaba la cabeza, pronto este sacó el cuaderno de Chan, pensaba ponerse al día en el instante, era cierto debía prestar más atención si quería llegar a ser alguien, su madre siempre le decía que él podía hacer lo que quisiera, que tenía las mismas oportunidades que todos, aquello tenía cierta pizca de fantasía, la brecha entre alfas y omegas no estaba del todo rota, Jeongin resultaba ser muy despistado aún de todo lo que pasaba por su alrededor.
Abrió aquel cuaderno, se sorprendió por el orden de Chan, tan diferente al suyo, cuyas esquinas estaban llenas de dibujos. Empezó a copiar todo en su cuaderno, intentaba imitar la letra de Chan, pero esta era muy pequeña y la suya naturalmente le salía grande y redonda, se rio al ver el resultado final, la de Chan ocupaba una hoja y media y la suya dos hojas y media.
Empezó a subrayar el titulo cuando no se fijó que Hyunjin había coloreado en una de las esquinas del cuaderno de Chan.
—Hyunjin, no —rápidamente cogió el cuaderno de Chan, se asustó, esperaba que aquel dibujo de una mazana saliera—. Bebé, no debes pintar sobre mis cosas —dijo con un suspiro.
—Lo siento —musitó Hyunjin muy arrepentido, sus ojitos se cristalizaban por la preocupación de hacer enojar a Jeongin.
—Está bien, bebé, no te preocupes —susurró, sonriéndole, este le devolvió la sonrisa y continuó coloreando sus cosas.
Jeongin se mataba mentalmente, cogió rápidamente el borrador e intentó quitar lo que pudo, pero quedaba aún una pequeña mancha rojiza, recostó su cabeza sobre la mesa. Esperaba que Chan no se enojara, era su único amigo en su clase y no quería perderlo, le parecía una persona genial, muy cool, aunque no hablaba mucho, esperaba poder conocerlo mucho más.
Continuó con sus cosas y ayudó a Hyunjin a terminar con todo y lo cambió con su pijama. Cenaron en familia, se reían juntos contando las cosas que habían pasado en el día. Jeongin se sentía afortunado de tenerlos, no había nada que quisiera más que a su familia.
El siguiente día llegó, ingresaba a la escuela tranquilamente cuando una niña de su salón se le acercó, la saludó con su característica sonrisa.
—Hola.
—Hola —contestó con una sonrisa superficial—. Todos te hemos visto hablando mucho con Chan desde que llegaste.
—Ah, pues sí, Channie es genial —dijo, aun sonriendo.
—Mira, Jeongin, él viene de una familia adinerada y poderosa, aparte de ser muy atractivo, mientras que tú eres un simple omega pobre, no creas que te escogerá como su pareja —dijo con mucha molestia. La presión de los padres podía transmitirse muy fácilmente a sus hijos.
—Yo no lo quiero de esa forma —frunció el ceño—. Es mi amigo y sé que soy pobre —musitó, apretando los dientes—, pero eso no te da derecho a hablarme de esa manera —se retiró, molesto.
Se dirigió hacia su salón encontrando a Chan con un libro en sus manos, se sentía nervioso, no sabía cómo decirle, apenas pisó el salón notó el aroma de Chan, este era a chocolate, amaba su olor, el primer día que lo conoció se le escapó la pregunta pensando en lo mucho que le gustaba su aroma, este resaltaba por sobre el de todos, se pregunta si Chan podía sentir el suyo de manera tan fuerte como Jeongin sentía el de él.
Tomó asiento calmado, Chan bajó el libro, sentía su corazón latir rápidamente, debía devolverle su cuaderno ya.
—Hola, Channie —le dijo abriendo su mochila. Se quedó callado por un breve rato mientras sacaba todo de su mochila, menos el cuaderno de Chan.
—¿Qué pasa? —preguntó, dirigiéndole la vista directamente—. El primer día viniste casi gritando, el segundo no hablaste y ahora vienes con dos palabras. ¿Qué pasó ahora? —se cruzó de brazos.
—Discúlpame, Channie, yo no me di cuenta, cuando dirigí la vista Hyunjin tenía tu cuaderno en sus manos y... —tomó aire cuando Chan lo cortó.
—Cálmate —dijo con voz tranquila—. Quiero verlo —su expresión se mantenía serena. Jeongin sacó el cuaderno con mucho miedo. Chan de inmediato lo abrió.
—Es adorable —mencionó, sonriendo. Jeongin se quedó perplejo, pensó que se enojaría demasiado—. Parece que tú lo hubieras hecho —miraba aquella mancha.
—Hey, mi hermano tiene siete años, no me compares —musitó, cruzándose de brazos con un leve puchero en los labios.
—Luces como alguien de siete años, Innie, eres muy tierno —dijo, tocando cariñosamente su cabeza con una sonrisa en sus labios. El omega de Jeongin empezó a dar pequeños saltos emocionado, podía sentir la calidez del alfa de Chan claramente.
Las miradas de todos seguían clavadas en ellos. Jeongin iba a responder cuando la profesora entró.
—Bien, niños, abran sus libros en la página doce.
Todos hicieron caso de inmediato.
Jeongin abrió el suyo, vio como Chan hacía lo mismo, ambos prestaron atención hasta la hora de recreo. Una vez que sonó la campana, ambos sacaron sus meriendas. Vio que Chan sacaba su característica manzana.
—Hoy te traje un plátano, Channie —dijo emocionado—. Es de los pequeños, me gusta porque es más dulce —le tendió la fruta. Chan se lo recibió con una sonrisa.
—Vaya, es mucho más dulce —susurró tras darle una mordida.
—Lo sé, por eso me gusta.
Ambos comían tranquilos. Jeongin sentía que Chan era una persona genial, se le hacía interesante, quería aprender tantas cosas de él.
—Me di cuenta que cuando sonríes tienes unos hoyuelos, son muy lindos.
Chan sonrió automáticamente por el comentario, a Jeongin le encantó ver esa sonrisa.
—Tú sonríes todo el tiempo, no te entiendo —dijo Chan, viéndolo tranquilamente—. Pareciera que no te pasara nada nunca, pareces feliz.
—Lo soy, Channie. No todo el tiempo, claro, pero intento sonreírle a la vida — decía dando las últimas mordidas a su plátano.
El recreo terminó, ambos continuaban hablando de las frutas que más le gustaban. Jeongin le preguntaba muchas cosas que podrían parecer triviales, pero en verdad buscaba conocerlo mucho más.
Estaban en mitad de clases y Jeongin tomó un pedazo de papel, en el que escribió "¿color favorito?", se lo entregó a Chan con una sonrisa. Este sonrió y le contestó "rojo, ¿y el tuyo?" Jeongin leyó el papel contento, respondió con "el fucsia, me parece el color más bonito del mundo". Continuaron enviando se papelitos con preguntas, Jeongin amaba poder conservar este tipo de papeles, así podía recordar todo de Chan.
Llegó la hora de salida, todos se acomodaban, Chan y Jeongin nuevamente se formaron al final. Sus conversaciones parecían nunca parar, Jeongin sentía que Chan era el amigo que siempre había querido, este empezaba a comportarse de manera tan dulce con él. Amaba que aquella frialdad con la que le habló el primer día se desvaneciera. Amo que su sonrisa era tan natural.
Se despidieron, Jeongin observaba como el rostro de Chan cambiaba totalmente mientras se iba, lucia serio, con una sonrisa se dirigió hacia él abrazándolo por la espalda.
—Deja de poner esa cara, me gusta más cuando sonríes —le dijo, Chan se sorprendió demasiado, no esperaba aquello, rápidamente una sonrisa apareció en sus labios—. Nos vemos mañana, Channie.
Se fue corriendo con su madre, a quien le había parecido muy adorable la actitud de su niño. Algunos padres observaban fríamente la escena, todos sabían el estatus de la familia de Chan y que aquel niño que definitivamente no lucía de pertenecer a una clase social si quiera cercana a la de Chan lo abrazara les resultaba extraño. Sabían que este tendría en un futuro que escoger un Omega, este debía venir de buena familia, y muchos querían que sus hijos ocuparán aquel puesto a lado de Choi.
—Escucha, Jiseob, debes intentar acercarte a Chan, tienes muchas más oportunidades que aquel niño traposo —le dijo con seriedad a su hijo.
—Lo sé, papi, pero es que Chan sólo le habla a él, de ahí no nos deja acercarnos.
—Debes hallar la manera, ¿bien?
—Está bien —dijo, sonriendo pensando en cómo haría para poder acercarse.
Jeongin llegó a casa, recordó que no había probado de lo que le quedaba del chocolate blanco, comió una barrita, y le dio la otra a Hyunjin, a este le encantó.
—Sé que es muy rico, Channie tiene buenos gustos —susurró sonriendo.
Hizo su tarea tranquilamente, pensaba mucho en poder ver a Chan sonreír más, moría por escuchar una carcajada suya, este lucía tan sereno la mayoría del tiempo, tenía que lograr verlo reír mucho.
La semana pasó, ambos se habían conocido mucho más, Chan le contó que tenía una perrita que le hacía compañía cuando sus padres no estaban, Jeongin moría por conocerla, a él no le dejaban tener mascotas.
Era hora de arte, todos se preparaban para la clase cuando vio que Chan sacaba de su mochila un pequeño trozo de madera y lo dirigía a sus labios.
—Channie, ¿por qué te comes eso? Es madera —preguntó, sorprendido. Chan soltó una carcajada, a Jeongin todo le asombraba.
—Es una caña, sirve para poder tocar el saxofón, debo ir a banda —explicó con una sonrisa tomando también un colgador y una boquilla de su mochila.
Jeongin amo escuchar su risa, esta era tan suave.
—Oh, entonces no estarás en la hora de arte —susurró un poco triste.
—Volveré en la siguiente hora, Innie —mencionó, tocando cariñosamente su cabeza—. No será mucho —aquella sonrisa con hoyuelos era tan dulce—, aparte sé que te gusta colorear, se te pasará la hora rápido.
Jeongin amaba que Chan se empezará a preocupar tanto por él.
—Bien, Channie, te espero entonces —musitó antes de que este se fuera, vio como otros también salían de aquella clase, en su mayoría alfas, quedando una gran cantidad de omegas.
La profesora iba explicando, cuando una de las chicas de adelante se volteó a saludarlo.
—Hola, soy Soyeon —dijo con una sonrisa.
—Yo soy Jeongin —contestó de igual forma.
—¿Sabes? Eres muy hablador, me parece lindo que hayas hecho que Chan hable tanto, siempre me ha dado algo de pena verlo solo y no dejaba que nadie se acerque, supongo que tu personalidad le vino bien —contó tranquilamente. apoyada en el espaldar de su silla. Jeongin sonrió mucho. Al fin alguien agradable le hablaba.
—Gracias, supongo que sí. A mí me agrada demasiado él, es divertido.
La profesora les dejó pintar una pequeña flor con puntos, vio que quien se sentaba a su lado también se había ido.
—¿Por qué no te sientas conmigo en esta clase? Digo, Chan no vendrá hasta terminar la clase.
—Claro —aceptó, llevando sus cosas a lado suyo.
La profesora de arte era mucho más libre, los dejaba hablar mientras pintaban, ella solo se mantenía viendo como lo hacían y dando algunos consejos.
Ambos hablaban tranquilamente, a Jeongin le encantó conocerla, ella era muy agradable, su olor era a frutilla, le encantó su aroma, era muy dulce.
—Ignora a los demás, Jeongin, siempre son molestos, han querido estar con Chan por tanto tiempo que ahora se sienten frustrados, siempre me dio pena como se le acercaban solo por su dinero.
—Oh, vaya, debe ser terrible que te hablen por algo así...
—Lo sé, en mi caso hay alguien a quien quiero hablarle, pero muero de miedo — Dijo riendo sin dejar de colorear
—Ah, ¿sí? —dijo, sorprendido.
—Se llama Minho, es amigo de Chan en la banda, es de un año superior, lo veo siempre —sonreía al recordarlo.
Ambos conversaron por buen rato en lo que los alumnos de banda volvían, ella volvió a su asiento, Jeongin sentía que al fin tenía otra amiga.
Chan volvió a tomar asiento a su lado, sonrió al ver lo que este había hecho en arte.
—Es lindo —dijo Chan, guardando sus cosas.
—¿Tú crees? —soltó, sonriendo—. ¿Cómo te fue en la banda?
—Genial, sacaremos un nuevo tema.
—Quiero escucharte tocar, Channie. ¿Cuándo tocarán? —preguntó, emocionado.
—El lunes, Innie —respondió, sonriendo.
—Waaaa, qué emoción, ya quiero escucharte, Channie.
Las clases pasaban, llego la hora de salida. Todos se formaron, Jiseob les dirigía una mirada, no podía simplemente meterse en su conversación, ambos lucían felices hablando.
—El rojo es un color bonito, Channie, te verían bien usando algo rojo, aunque el blanco también te da bien —susurró, señalando su camisa.
—De hecho, ambos son mis colores favoritos, el rojo y el blanco —dijo sonriendo—. Aunque el fucsia no está mal, Innie —mencionó, tranquilo.
—Pues en tu cumpleaños la temática serán esos colores, Channie —musitó, sonriendo. ¿Acaso Jeongin pensaba celebrar de alguna manera ese día? Por lo normal, simplemente recibía costosos regalos de sus padres, moría por saber qué planeaba Jeongin.
Sonrió mientras se dirigían a la salida, Jeongin cada vez le agradaba mucho más.
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