✩。: Mi estrella
Chan se despertó, el sol salía lentamente, era madrugada, Jeongin dormía tranquilo entre sus brazos, no podía evitar sentir miedo de que Jeongin solo haya reaccionado por aquella noche y volviera a lo mismo, no soportaría el volver a lo mismo cuando había logrado hablar con él.
Lo observaba, este respiraba tranquilo mientras dormía calmado. Chan empezó a repartir besos por su cuello y pecho, Jeongin se movía ligeramente mientras parecía empezar a despertar, Chan sentía angustia.
—Sigo aquí, Chan —escuchó de repente de Jeongin quien tenía los ojos rojos aún—. Pero déjame dormir un rato más —dijo tirando de él para que este continuará durmiendo con él.
Chan sonrió, estaba en extremo feliz, su bebé seguía con él, no pudo evitarlo, se subió encima suyo y empezó a besarlo por todos lados, Jeongin reía.
—Amor —dijo Chan con una enorme sonrisa—, debemos decirles a todos.
Jeongin de pronto reaccionó, era cierto, moría por poder hablar con sus padres y aquel bebé grande que le contaba sus últimas travesuras sin contar que Jeongin escuchaba todo, se había ganado un gran jalón de orejas.
—Podríamos invitarlos a almorzar.
—Quizá podría ser una sorpresa —dijo Chan sonriendo—. Podrías aparecer por detrás de Hyunjin, morirá cuando sienta que le gritas.
—Amo tu mente malévola, Bang Chan —dijo riendo. Chan adoro esa sonrisa, sentía como su bebé volvía por completo.
Así fue, Chan llamó a la familia de Jeongin para invitarlos a almorzar.
Escucharon el timbre, Chan abrió la puerta, los tres entraron con mucha tranquilidad, Chan los dirigió a aquella cocina, todos tomaron asiento. Se sentaron con calma, pensaron que Jeongin se encontraría en el cuarto y Chan lo bajaría, no fue así.
Los tres estaban sentados en fila calmados, Hyunjin observaba como Chan servía las bebidas, no notaron que cierta persona estaba detrás de ellos.
Unos brazos rodearon el cuello de Hyunjin con mucho cariño, este sintió su corazón latir rápidamente al ver la sonrisa de Chan, tenía los ojos llorosos. Hyunjin tocó con una mano aquellos brazos.
—Mocoso malcriado, te extrañé —aquella voz. No pudo, sus lágrimas empezaron a caer no se atrevía a verlo, empezó a sollozar mientras mordía su labio.
Jeongin dio cortos besos por su cabeza. Hyunjin se paró rápidamente sorprendiéndolo y lo abrazo fuertemente, no dejaba de llorar cual niño.
Los padres de Jeongin también lloraban impresionados. Estaban enternecidos con aquella escena. Pronto este se encontraba siendo abrazado por los demás. Su mamá sujetaba sus mejillas y le daba besos por todo su rostro, era su niño hermoso, estaba al frente suyo. Chan no podía estar más feliz, vio a su niño ser rodeado por el amor de su familia.
—Yang Hyunjin, ahora mismo me vas a explicar porque diablos golpeaste a esos mocosos y de donde sacaste esas armas —dijo cruzándose de brazos molesto. Chan le había contado todo pensando que este no le entendía... Los padres de Chan estaban en la cocina conversando con este, les contaba como pasó todo.
—Innie —dijo Hyunjin con la cabeza agachada—. Yo, estaba desesperado, ellos hablaban cosas horribles y pues lo de las armas, un amigo del salón me dijo que tenía a alguien que podía conseguirlas, nunca le hice caso hasta ese día, te lo juro, Innie, jamás volveré a ir... —decía mientras lo miraba con aquellos ojos llorosos.
—Está bien, bebé —dijo sobando su cabeza con dulzura—. Sé que no volverás a hacer algo así —sabía que así sería, Hyunjin solo había reaccionado por la desesperación.
De pronto todos entraron a la sala, tomaron un café mientras Chan abrazaba a Jeongin por la cintura, todo el lugar estaba repleto de emociones fuertes.
Conversaron por un momento más hasta que estos se fueron, Chan les prometió que llevaría a Jeongin en unos días para que se quedara con ellos, querían tenerlo con él. Chan sonrió.
Ambos se quedaron solos, lo primero que hicieron fue pedir comida. Una enorme pizza que dudaban si podrían terminar, muchas donas, helado, frutas y chocolate.
Pusieron algo de música.
Comían, bailaban, reían, Chan lo cargaba y besaba. Jeongin trataba de ignorar todo lo que vivió, se dejaba llevar por Chan, le sonreía tranquilamente.
Se hacía más tarde, ambos estaban en el cuarto, descansaban tranquilamente, Chan lo tenía pegado a su pecho. Lo besaba con dulzura, pronto Chan cayó dormido con él en sus brazos, pasaban las horas.
Chan despertó, escuchaba aquellos sollozos que podían destruir su alma y notaba que Jeongin temblaba entre sus brazos.
—Mi amor —dijo preocupado.
—Chan, yo... No puedo olvidar todo eso.
Chan sintió rabia. Tenía asuntos que arreglar, eso era seguro.
—Yo no quiero... No quiero salir de aquí —dijo llorando.
—Amor no tienes que hacerlo, nadie te va a lastimar nunca
—Es solo que... Quiero olvidar todo eso, pero Channie... No puedo
Chan no podía con todo eso. Su alfa estaba llorando... Le dolía el sentir a su Omega así. No sabía que decirle, solo lo abrazo y dejaba besos por su rostro.
—Sé que te hará bien estar con tu familia Innie, ellos harán que todo pase, los conozco y sé que tú no disfrutas nada como estar con ellos. Sé que Hyunjin te hará reír y probablemente tu padre termine haciéndoles bullying a ambos, las deliciosas tortas de galleta de tu mami te harán sentir bien mi Innie.
—Quiero estar contigo, Chan —dijo ya un poco mejor.
—Amor, si deseas también iré, no hay nada que no haría por ti, bebé.
Jeongin se quedó pensativo, Chan había cuidado de él tanto tiempo, recordó todo lo que tuvo que hacer por él, alimentarlo, bañarlo, cambiarlo, soportar sus lloriqueos, recordaba con el cariño que le hablaba, como le aplicaba aquellas cremas, lo respetuoso que fue con el incluso cuando este le rogaba que lo tomara, y no era solo eso, recordó cómo su alfa la trató con tanta delicadeza aquella noche, su corazón latía rápido de pensar en eso, ¿Cómo era posible que su alfa fuera tan dulce con él? Chan había dado todo de él para verlo bien, siempre cuidándolo de aquella manera.
Sonrió, pensó en lo buen padre que sería este, pero aquella sonrisa se desvaneció al recordarlo... Sus bebés... En aquel momento por su cabeza solo pasaba que eran de Chan, y ahora que miraba todo con claridad no podía estar más enfermo con la idea de que estos hubiesen tenido otro vínculo con Chan.
Chan merecía su espacio, si quiera por unos días.
—No, tienes razón, pasaré el tiempo con ellos, sólo... Aún sigo un poco asustado —dijo lo más calmo que pudo.
—Entiendo, amor, pero estarás en buenas manos —lo abrazaba.
—Sí, lo sé —dijo sonriendo con algo de tristeza
—Channie.
—Dime, amor.
—¿Cómo es que tenemos esta casa?
—La compré para ti, amor, sé que querías un lugar así, si le puse puerta al baño, pensé en no hacerla, pero creo que la necesitamos —dijo riendo.
—Quedamos en que sería un solo baño para ambos y...
—Deja eso, Innie, confórmate con saber que tenemos un solo cuarto para ambos.
—Pero, Chan —dijo divertido
—Pero nada, aunque algo sí, amor... —dijo tomando su billetera—. Llevo la preciosa foto de mi hermoso sol a todos lados.
Tenía una foto de Jeongin consigo. Recordó cuando este le dijo que quería que llevase una foto de él a todas partes, sonrió enamorado.
—Ahora solo falta traer a Super Junior a vivir aquí —dijo emocionado Jeongin.
—Ni en tus sueños —frunció el ceño.
Jeongin simplemente empezó a reír.
—Pensé que eso queríamos.
—No si el "monito" también vendrá —dijo imitando la voz de Jeongin en esa palabra.
—No seas celoso, Bang Chan, sólo es una broma.
Chan lo acurrucó entre sus brazos. Lo Besaba por todos lados.
—Amo tu voz Chan, amo la canción que me cantabas cuando estaba mal —dijo sonriendo cerca de sus labios.
—Esa canción, amor, está hecha para ti —su voz sonaba tan dulce—. Eres para mí la estrella más brillante de todas, Yang Jeongin. Cuidaré de tu preciosa luz, veré que nunca te apagues, esa sonrisa tuya ilumina hasta la más oscura de las almas, Innie —hizo una corta pausa—. Quiero dedicarte todas mis canciones de amor, quiero que aquellas melodías solo sean escuchadas por ti, quiero que sepas de qué manera puedes iluminar la vida de alguien. En las noches más oscuras tú eras quien iluminaba mi vida —tomó su rostro notando como los ojos brillaban por aquellas hermosas palabras—. Desde que te conozco no he dejado de pensar en ti mi amor. Eres mi felicidad, Jeongin, recuérdalo siempre, mi amor, lo único que me permite brillar eres tú.
Lágrimas caían por el rostro de Jeongin, notó la sinceridad en todas sus palabras. ¿Cómo alguien podía amarlo de aquella manera?
—Siempre me cuidaste Chan, incluso cuando pensé que me querías lastimar de la peor forma, tú solo querías defenderme, me odio —soltó sollozando, Chan observaba con tremendo dolor en el pecho—. Me odio porque aquella vez en el colegio yo solo pensé qué tanto podría hacer su padre para que me hirieras de esa manera diciendo esas cosas y tratándome así. Pensé que lo hacías con toda la intención de herirme, y hasta ahora me doy cuenta de que no exageraste, tú... Tú solo querías protegerme —imágenes de todo lo que le había pasado se le venían a la mente. Cuando Chan le dijo aquellas palabras con toda la intención de que lo odiara en frente de sus compañeros, cuando besó a Félix, todo para que este pudiera vivir sin ser lastimado. Chan lo observaba destrozado, su hermosa estrella había vivido tantas cosas y la culpa se lo comía, todo porque él llegó a su vida, todo porque tenía que tener la terrible mala suerte de toparse con Chan, así lo pensó él.
—Chan —lo sujetó del rostro con dulzura—, no me arrepiento de nada —dijo como si hubiese leído aquellos dolorosos pensamientos—. No me arrepiento de nada si es que todo eso me llevó a estar aquí contigo.
—¿Cómo puedes decir eso Jeongin? Todo es mi culpa, todo pasó por conocerme, solo te he causado daño hasta ahora.
—No —dijo Jeongin seguro—. Causaste en mi tanta felicidad, Bang Chan, robaste mi corazón desde que vi aquellos preciosos hoyuelos. Cuidaste de mí, me amaste como nunca nadie podría —suspiró—. Yo no te culpo de nada, Channie, no lo hagas tú. Mi hermosa luna, ¿cómo podría culparte por cuidar de mí?
Aquella noche eran sinceros, ambos seguían sin comprender como se habían llegado a complementar de aquella manera.
Como se cuidaban entre sí, no entendían como podía existir alguien así. Recordaban sus locuras, recordaban sus travesuras de niños, recordaban todo lo bueno que habían vivido, todo lo que merecía la pena recordar.
Chan y Jeongin estaban al fin juntos, había mucha tranquilidad en aquel cuarto, el olor delicioso de ambos combinados, café y chocolate ¿acaso podía haber mejor combinación?
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