✩。: ¿Me amas?
Chan despertó, ambos estaban desnudos, su vista se fijó en aquella marca, Jeongin continuaba tan pacífico durmiendo.
Golpeó su frente, no podía creer que hiciera algo tan estúpido. No podía creer que entró en celo tras tener la oportunidad de estar solo con Jeongin. ¿Qué diablos iba a hacer ahora? Todos iban a notar la marca. Sus padres morirían de rabia al enterarse. Y, ¿acaso había anudado? Se sintió como un completo imbécil, sus celos lo habían llevado a todo eso.
Tenía que hallar una solución.
—Alfa... —escuchó la vocecita de Jeongin, automáticamente se volteó. Se odiaba por todo lo sucedido, pero no podía evitar pensar en lo encantador de la marca. Algo que los unía más allá de cualquier cosa.
Se acercó a él y lo abrazó, lo apegó fuertemente a su cuerpo.
—Innie, me vas a matar —dijo con miedo en su voz.
Jeongin repartía besos por su cuello, y daba algunas lamidas con una sonrisa.
Chan lo miraba con mucha ternura, su alfa se empezaba a adueñar de la situación.
Repartía besos por su cabeza con cariño, no dejaba de darle mimos haciendo reír juguetonamente a este. Sabía cuánto lo quería su Omega pese a que Jeongin posiblemente estuviera molesto.
Sabían que solo había sido un celo espontáneo, se habían dejado llevar por el deseo.
La puerta sonó fuertemente.
— Bang Chan, ábreme ahora mismo —estaba muy molesto.
Chan se levantó, Jeongin empezaba a querer volver entrar en razón. Chan se puso bien su ropa y abrió la puerta, encontrando a Changbin y Seungmin molestos.
Este último rápidamente se fue con dirección a Jeongin, se sentó a su lado y reviso la marca, Changbin sacó a Chan.
—¿Se puede saber que mierda pasó? —estaba cruzado de brazos.
—La cagué, Changbin, estaba celoso y no pensé, para cuando me di cuenta mi alfa moría por marcarlo, yo... Quería lo mismo y no pude detenerme —dijo frustrado.
—Seungmin le va a dar un supresor, no se puede embarazar, ya estás en demasiados problemas, Chan.
—Hablaré con mi madre, quizá... Quizá ella entienda.
—Aún si lo hace tu padre te va a matar. O quien sabe y a Jeongin. Sabes que tu padre tiene sed de poder y no te dejará en paz hasta sacar provecho de ti y si alguien se interpone en eso... Tú y yo sabemos que puede pasar.
—Lo sé Changbin, yo lo arreglaré, solo tengo que pensar ¿bien?
—Está bien, Chan, sabes que tienes mi total apoyo en todo. Pero, por favor, contrólate —dio un fuerte suspiro.
Seungmin salió de la habitación.
—Bang Chan, a veces en serio quiero matarte —dijo molesto—. Ya, está bien, aunque quiere hablar contigo.
Chan no sabía que le deparaba, con Jeongin casi todo era incierto, podía actuar de tantas maneras. Por su imaginación pasaban todas las maneras en las que Jeongin podía hablarle.
Abrió aquella puerta, se adentró encontrándose a Jeongin colocándose su polo, su vista pasó por aquella marca. Ahora con el lazo podían sentir las emociones del otro de manera mucho más fuerte, sintió su enojo, no sabía que decir.
—No me molesta que me marcaras, Chan —escuchó aquella voz que sonaba tan dura y fría pese a sus palabras—. Creo que es la situación la que me molesta.
Su mirada era penetrante, Chan se sentía idiota.
—Perdón, Jeongin, no pensé que eso pasaría, no quería que fuese así, pero... Supongo que no puedo hacer mucho para solucionarlo.
—Quiero estar solo —dijo Jeongin.
Chan sabía que significaba aquello, una de las cosas que en aquellos 3 años y medio más le había costado asimilar.
Jeongin pese a ser todo lo hablador y social posible, tenía momentos en los que disfrutaba más de su soledad y se alejaba de todos, siempre le pareció un misterio como de pronto llegaba al salón y se empezaba aislar, Chan siempre intentó entender de mejor manera aquellos impulsos de Jeongin.
Y sabía que cuando Jeongin le decía que quería estar solo era porque no lo vería en un buen tiempo, al menos no le hablaría.
Lo que siempre pasaba en estas etapas era que este volvía después, le contaba que simplemente necesitaba meditar y pensar, Chan se acostumbró a eso, pero esta vez podía sentir demasiado fuerte el enojo de Jeongin. El lazo no dejaba que ninguno ocultara lo que sentía.
Chan sentía el enojo de Jeongin y Jeongin lo miserable que se sentía Chan.
Era terrible pensar en aquello, no pensaron nunca que esos serían los primeros sentimientos que compartirían tras su lazo.
Jeongin se fue, dejó a Chan con un gran sentimiento de culpa.
Chan se sentó en la cama de Changbin, todo en su cabeza era un revoltijo, tenía tantas cosas en que pensar en ese momento.
Jeongin volvía molesto hacia su casa, sabía que su madre no estaría para nada feliz con ello, mucho menos su padre. Era peligroso tener aquella marca. Nunca pensó que eso pasaría de esa manera, no después de tratarlo como lo hizo.
—Innie, ya llegaste —Hyunjin lo abrazó, pero se alejó tras sentir el penetrante aroma de Chan—. Innie... Tu...
—Vamos al cuarto, Hyunjin —ambos se fueron a su habitación y Jeongin cerró con seguro.
—Tu cuello —Hyunjin notó rápidamente la marca—. Mamá se va a enojar mucho —dijo tocando con suavidad por sobre esta.
—Lo sé —suspiró—. Necesito un baño, ¿dónde está mamá?
—Salió a comprar, pero vendrá en cualquier momento.
Jeongin solo se paró y se fue con dirección al baño, tomó una larga ducha, su cabeza estaba nublada, incluso desde esa distancia podía sentir la preocupación de Chan.
Salió de la ducha cambiado, se dirigió a la sala para hablar con su madre, no podía dejar pasar aquello.
—Jeongin —esta se le acercó, preocupada—. ¿Cómo...? ¿Cómo pasó?
—Lo siento, mamá, yo... Simplemente pasó —dijo agachado la mirada.
—Pero, Jeongin, si por alguna razón él marca a alguien más, tú... Tú sabes cuan fuerte es su lazo —tocó su frente—. Tú... Podrías morir, Jeongin —las lágrimas de su madre caían—. Tú sabes que a ellos no les importaría, Jeongin, pero... Pero no me pueden quitar a mi niño... —empezó a llorar desesperada.
Jeongin se sintió miserable, Hyunjin escuchaba desde la habitación, sus ojitos no pudieron evitar enrojecerse al escuchar esto. ¿Acaso eso realmente podía llegar a pasar?
—No lo harán, mamá, yo lo solucionaré —decía lo más tranquilo que pudo—. No llores... Por favor —su voz se sentía ahogada.
—Tu padre... Debemos decirle que hable con ellos o... —estaba desesperada.
—Ellos no lo saben, será mejor así al menos hasta que veamos que podemos hacer, mamá —dijo tapando su marca.
Pensaba en hablar con Chan cuando el enojo se le pasara, odiaba ser tan vulnerable, odiaba que todo eso afectara de manera inevitable en su familia, su madre le dijo tantas veces que no permitiese que lo marcará hasta que encontraran una manera de estar juntos sin que haya repercusiones fuertes, pero ahí estaba, con una marca y con la probabilidad de perder todo.
Chan llegó a su casa, su madre estaba en la cocina.
—Chan —escuchó su voz desde la cocina.
Se dirigió rápidamente a esta, tomó asiento en la mesa que estaba en medio.
—Tenemos que hablar —dijo decidido.
—Claro, Chan, ¿qué pasa?
—Yo ya amo alguien, no quiero casarme con Félix, no puedo —soltó con seguridad.
—Chan...
—Ya tengo a mi Omega y... Lo marqué, es mío, mamá —la vio directamente a los ojos.
—Bang Chan, por tu bien más te vale que hables de alguien que...
—Viene de una familia humilde... Él no es de nuestro estúpido círculo social...
—Chan... Tu padre no permitirá algo así.
—No me interesa, yo... Si tengo que hacerlo me iré, no dejaré que nadie lo dañe, mamá —su cabeza era todo un lío y lo único que lograba pensar con claridad era que quería estar con Jeongin, no podía ser de otra manera.
—Hijo —dio un gran suspiro y tomó asiento en frente de él—, tienes que calmarte, yo... Entiendo lo que sientes, Chan, yo al igual que tú tuve a alguien a quien amé con mi alma, y tuve que dejarlo por la misma razón que tu debes dejar a tu Omega, Chan.
—¿Por qué? —sus ojos empezaban a cristalizarse.
—Porque existen personas como tu padre —dijo con un poco de odio al pronunciar estas palabras—. Personas que parecen estar ahí solo para arrebatarte lo que más deseas —su voz se quebró.
—Mamá, no... No me digas...
—Él... Me arrebató lo que más quise en este mundo, Chan y no... —intentó contener el llanto—, y no parará hasta quitarte lo que tú más quieres, si eso es lo que le conviene.
Era triste para ella el pensar en que pasó por algo tan similar y ahora ver que su hijo pasaba aquello le dolía.
—Mi primer amor era un alfa muy bueno, Chan, lo adoraba —por primera vez su madre y el conversaban de algo más allá de un "hola" y un superficial "¿Cómo estás?", se sentía extraño—. Era muy joven cuando me dijeron que tendría que casarme, ni bien tuvieron la oportunidad mis padres me ofrecieron como si fuera un objeto más y tu padre me llevó, no pude hacer nada, fui tonta —suspiró—. Creí que podía huir y dejarlo simplemente sin más, quise largarme —respiró profundo—. Nos encontró y yo... No lo volví a ver, tu padre no me dejaba ir a ningún lado sin compañía, me tenía amenazada... Chan —dirigió su vista a él—. Tu padre no lo permitirá.
Chan escucho todo atento, el miedo se hizo dueño de su cuerpo, no sabía que haría, estaba asustado.
—Necesito estar solo, no le digas a mi padre.
—No lo haré, Chan —dijo tranquilamente—. Solo... Ten cuidado.
Este asintió con la cabeza y se fue a su cuarto. Se recostó a pensar por horas, nunca antes se había sentido tan vulnerable en su vida.
Llegó el lunes y Chan se dirigía a la escuela, no podía controlar sus nervios, todos iban a notar la marca, estaba preocupado, no sabría qué haría.
Tomó asiento esperando a Jeongin, éste llegó tras unos minutos, llevaba una bufanda. Tomó asiento sin dirigirle la vista, este estaba sentado junto a Aiki, simplemente sacó sus cosas, muchos notaron la marca, el olor lo delataba, estaban perplejos. Jeongin miraba con total indiferencia a todos, no iba a prestarles atención.
Las clases comenzaron, todo pasó con normalidad, el timbre del recreo sonó.
—Yang Jeongin, quédate un momento —dijo la maestra. Este solo asintió con la cabeza.
Chan salió del lugar, moría por ir con Jeongin, pero no podía ocultar su miedo, este podía largarlo o aún peor ignorarlo.
—Jeongin, sabes que esto de la marca no es una broma, ¿verdad? —soltó molesta.
—Lo sé, maestra —tapó su cuello.
—Me sorprende que aun sabiendo todo lo que puede pasar él lo hiciera, tus padres deben estar molestos —lo miraba mientras se cruzaba de brazos.
—Sí, sé que estuvo mal, maestra —dijo agachado la cabeza.
—No le diré nada a los padres de Chan, es más que claro por qué, Jeongin —dijo, preocupada—. Chan no es la persona adecuada para ti, Jeongin, y no lo digo por mala, he presenciado su larga amistad, pero aquí quien saldrá lastimado serás tú.
Este solo asintió con la cabeza.
—Ahora ve al recreo.
Era más que evidente la preocupación de la maestra, Jeongin entendía todo. No podía creer que lo hubiesen arruinado de aquella manera.
Salió con dirección al baño, Chan se encontraba apoyado en la puerta de este.
—Jeongin, por favor, hablemos —pidio, acercándose.
—No quiero hablar contigo —dijo, adentrándose en el baño.
Chan sentía aún el enojo de Jeongin, pero no iba a dejar que este se fuera, no así.
Se adentro junto con él, lo tomó del brazo y se lo llevó a la parte de atrás.
—Jeongin, perdóname —soltó una vez que lo tuvo acorralado—. Sé lo idiota que soy, sé todo lo que piensas ahora... pero, Jeongin, no puedes simplemente ignorarme más. Sé que necesitas estar solo, sin embargo... Yo te necesito —miraba como algunas lágrimas caían por los ojos de Chan. Se sintió horrible, sus lobos estaban desesperados el uno por el otro.
—Tampoco sé qué hacer, Chan —se sinceró—. Yo solo... Tengo miedo, miedo de lo que me pueda pasar.
—No dejaré que nada malo te pase, bebé —lo sujetó del rostro con suavidad.
—Eso no parece estar en tus manos, Chan, siento que no hay salida en esto —dijo suspirando y recostándose en la pared.
—No queda mucho para fin de año, de ahí... Será difícil vernos, mi padre no se enterará de la marca y no hará que me case hasta que le diga que me siento listo o bueno que cumpla 18 —soltó tranquilamente—. No te alejes de mí ahora, Jeongin, no ahora que parece que nuestro tiempo juntos podría acabarse en cualquier momento. Sé mío, aunque sepamos que no será por mucho, permíteme tenerte por el tiempo que podamos.
Jeongin estaba perplejo, estaba molesto con él, pero eso no hacía que sus sentimientos cambiaran, estaba tan desesperado como Chan. No quería que este viera lo devastado que estaba, pero tenía que estar con él, todo podía terminar tan mal, pero quería pensar en su presente con él.
—Bien, Chan yo... Estaré contigo —musitó, mirando hacia el piso
—¿Me amas? —soltó Chan nervioso.
—No seas bobo, Bang, dejé que me marcaras y no te asesiné después de eso —dijo intentando cambiar el ambiente—. Debo sentir algo más que amor, Chan.
Lo último estuvo mezclado entre broma y una extraña verdad.
—O simplemente sabes que, si yo muero, tú también mueres, Yang —dijo riendo.
—¿Cómo mierda podemos bromear con esto? —habló, negando con la cabeza mientras reía.
—No tengo idea —murmuró, riendo apoyado sobre el hombro de Jeongin. Con una mano bajó la bufanda y vio de cerca la marca.
—Amo cómo se ve la marca, Jeongin —dijo dando cortos besos por esta—. Amo la idea que seas mío.
Pasó su mano por su cuello. Aquellos diente eran bien notorios, la marca era completamente fresca, tenía manchas rojizas alrededor de esta.
—No es la única marca que dejaste, Bang —susurró, suspirando al pensar en que prácticamente todo su cuello estaba manchado—. Changbin nos hará comprarle una cama nueva —dijo riendo.
—Me da risa pensar que es tan flojo que quizá igual durmió sobre las sábanas.
—Eso es asqueroso, Chan —rio—. Pero puede ser cierto.
—Pero es cierto, sabemos lo vago que es —rio—. ¿Te duele? —dijo, mirando la marca.
—No, Channie, está bien... Solo creo que igual te pasaste —dio un leve suspiro—. Creo que deberíamos dejar de hacer eso, herirnos estúpidamente.
—Mmm, sí... Tal vez es nuestra esencia, pero si nos herimos de igual manera nos podemos curar mutuamente, ¿verdad? —se acercó, y le dio pequeños y tiernos besos sobre las marcas—. No insinúo nada, no te preocupes, solo que si me pase... —miró al otro y soltó una risa nerviosa mientras se rascaba la cabeza.
—Cuando te conocí, siendo honesto, nunca pensé que terminaríamos en esta situación — tomó su rostro con cariño—. Pero no hay cosa que me encante más que eso, aunque tampoco fuiste fácil de tratar, Channie —musitó, apretando su mejilla fuertemente.
—¡Auch! ¡Hey! No abuses, pequeño, yo tampoco imaginé terminar así... ¡En el pasado te hubiera pegado por el pellizco! —rio recordando aquellos años—. No es cierto, en el pasado lo dejaría pasar, me cautivaste desde la primera vez que te vi... Que me hiciste tantas preguntas, de alguna manera no me molestó, fue como di llegaste a dar luz y mucha emoción a mi vida. Sabes que... —miró a Innie con una sonrisa de complicidad y entusiasmo—, me alegra que hayamos terminado así, Innie. Hemos superado muchos obstáculos y podremos con este, sabes que nuestras ideas siempre son fuera de este mundo, hacemos lo imposible posible.
—Eso es cierto, aún nos falta conocer a Super Junior y que me dediques una canción en público, Bang, ya sabes así super romántico —dijo riendo traviesamente—. Ahora con el lazo sabré si me engañas más rápido, Bang así, que cuidadito~ —le dio un corto beso en la mejilla.
—Mmmm... ¿Engañarte? Mmm, tal vez coquetear con otros, pero engañarte jamás —sacó la lengua en son de burla, rio—. Antes de que me pegues, estoy bromeando, ¿cómo podría engañarte? Si pienso todo el día en ti...
Chan se dio cuenta de lo cursi que se había vuelto desde que dejó entrar a Innie a su vida y a veces aún le daba un poco de timidez, aunque no siempre lo demostraba.
—¡Ah! Cierto... Me aprendí la canción que me pediste, que te parece un concierto privado.
—Eso me encantaría, Channie, amo tu voz, es muy dulce —ambos se hundían en su mundo nuevamente.
Empezaron a reír, se sentía extraño saber que la situación era completamente un asco y ambos continuaban ignorando el desastre que podía desatarse.
—Ayer hablé con mi madre sobre ti —contó Chan.
—¿Le dijiste? —preguntó, asustado.
—Quiere conocerte —respondió, sujetando su rostro con dulzura—. Ayer le conté sobre nosotros y pues hoy en la mañana hablamos más y terminó diciendo que quería verte. No le dirá nada a mi padre, Innie, nos apoyará.
Jeongin se sintió nervioso, no sabía cómo podría ser esta, pero se alegraba que estuviera de su lado, el padre de Chan seguía causando demasiado temor en él.
—Mi padre no vendrá hasta dentro de dos semanas, quizá podría llevarte, Innie.
—Yo... Supongo que está bien, Channie —susurró, nervioso.
—Bien, Innie —sonrió. Y le dio un beso sobre la cabeza.
Lo abrazó y acercó a su cuerpo. Jeongin correspondió al abrazo, si estaba seguro de algo eso era que quería a Chan.
—Si ya me sentía unido a ti, Innie, esto creo que lleva las cosas a un nivel que creí imposible —daba besos por su rostro.
—Y te alocabas con la idea del baño —dijo riendo por las cosquillas que le hacía este por su estómago mientras continuaba dándole besos por el cuello.
—Eso es diferente, Innie, esa idea te la quitas de la cabeza ya.
—Ay, sí, muy fino el Bang.
Ambos empezaban a molestarse, de pronto sonó la campana y Chan lo tomó de la mano, se fueron con dirección a la clase.
Félix estaba más que indignado, no podía creer que lo marcara. Sintió tanta ira en aquel momento, pero tras pensarlo bien, noto que él podía sacar provecho se aquello.
Era ya sábado en la mañana Jeongin estaba muy nervioso, debía encontrarse con Chan cerca de la casa de este. Tenía mucho miedo de ver a la madre de Chan. Le había dicho a su madre que iría a la casa de Seungmin, definitivamente su madre no dejaría que se acerque a la casa de Chan por lo que no le quedó de otra que mentir.
Se sentó en una banqueta había un pequeño parque cerca de la casa de Chan. De pronto lo divisó con una gran sonrisa dirigiéndose hacia él.
—Bien, Innie, vamos —dijo, tomándolo de la mano emocionado.
A penas llegaron Jeongin notó lo hermoso de su casa, todo estaba muy limpio y ordenado, tras subir unas gradas lo dirigió a su sala, tomó asiento.
Chan se retiró y regreso con una hermosa mujer, esta iba bien vestida, Chan estaba emocionado.
—Mamá, él es Jeongin, mi Omega —dijo Chan mostrando sus hoyuelos.
Jeongin se sonrojó un poco por tal presentación, Chan hablaba tan orgulloso de aquello, se sentía bien.
—Buenos días —sonrió dulcemente Jeongin.
—Vaya, pero qué hermoso niño, Chan —soltó con una sonrisa.
Los tres sentaron a charlar, la madre de Chan y Jeongin se llevaron demasiado bien. Chan se sorprendió de lo mucho que había logrado hablar Jeongin con ella cuando este apenas se comunicaba a veces.
Los tres conversaban amenamente.
—... Y siempre reniega cuando le tocó los hoyuelitos —decía emocionado Jeongin, haciendo reír a la mamá de Chan—. Pero es que son tan lindos.
—No entiendo porque tu manía con mi cara, Innie —decía Chan feliz.
Su madre lo notó, aquel brillo en los ojos de Chan, la manera tan ilusionada en que lo miraba, como si este fuera su mundo. No quitaba la vista de él mientras hablaba. Su madre se dio cuenta, aquella mirada era la que ella tenía encima suyo con su primer amor, le apenaba como esta podría ser destruida en cuestión de segundos.
—Jeongin, eres todo un encanto —decía emocionada—. Chan nunca habla más de dice más de dos frases en esta casa, me sorprende lo mucho que lo has hecho hablar —dijo, contenta, por una vez en su vida sentía aquella conexión con su hijo—. A mí me encantaría poder ayudarlos, su padre llegará en dos semanas, puedes venir cuando quieras, Jeongin.
Chan lo dirigió a su habitación rápidamente, quería enseñarle todo.
Jeongin se sorprendió, su habitación era hermosa, tenía un muy buen gusto al decorarla, tenía aquel peluche de perrito que le había regalado hace mucho. Amó todo, no pudo evitar entrar y tocar todo, Chan miró lo emocionado que este estaba con ternura.
Se tiró sobre su cama.
—¡Amo tu cuarto! —estaba recostado sobre la cama.
—Me alegra mucho porque no saldremos en un buen rato —cerró esta con seguro.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro