✩。: Eres tú
Chan se daba un baño, había dejado a Jeongin jugando en el cuarto. Se cambió rápidamente, a Jeongin ya lo había bañado y cambiado, este tenía puesta ya su pijama. Sonrió al verlo, le daba tanta ternura.
—Te ves hermoso, bebé —lo abrazo y dio un corto beso en su cabecita. De pronto recibió una llamada, era Félix.
—Aló, Félix —respondió tranquilo mientras peinaba el cabello de Jeongin suavemente.
—Chan, tienes que volver, ahora... Ahora se supone que eres mi esposo y...
Colgó la llamada apenas sintió como Jeongin sollozaba. Lo había olvidado, su mente se había centrado tanto en Jeongin que no recordaba su situación.
—Mi amor, no llores —decía abrazándolo.
El Omega se había puesto a llorar con tanto sentimiento. Lo destrozó escuchar aquello.
—Tú te vas...
—No iré a ningún lado Jeongin, me quedaré contigo siempre —dijo abrazándolo—. Te lo juro mi amor, me tendrás contigo siempre.
—Pero... —sorbía su nariz.
—¿Pero qué, mi amor? —moría porque Jeongin terminará una frase.
Sentía su corazón latir rápido.
—Pero tú, te casaste... —su voz sonaba ahogada.
Chan no tenía palabras. Se sentía terrible y a la vez se alegraba de que Jeongin pudiese expresar cosas de manera más coherente, este ahora tenía toda su atención.
—Eso fue porque me amenazaron, amor, pero ahora mismo terminaré con eso, ¿bien, bebé?
Gruesas lágrimas caían por su rostro, pero respondía en afirmación con la cabeza como si hubiese entendido todo lo que Chan dijo, este estaba estupefacto, por primera vez sentía que Jeongin prestaba atención.
—Mi bebé —lo abrazó fuertemente. Repartió besos por todo su rostro. Este empezó a reír. Chan se sentía embobado con Jeongin.
Sentía un amor infinito hacia él. Tras unos minutos Jeongin se durmió, se levantó para preparar la cena y solucionar lo de Félix.
—Aló, Félix
—Chan, hola, me... Colgaste.
—Tenía que hacerlo, Jeongin estaba escusando —suspiró pesadamente—. En esta semana te llegarán los papeles del divorcio.
—Pero, Chan, no puedes...
—Sí puedo, Félix —lo cortó—. Sabes perfectamente que la única persona que quiero a mi lado es él, amo a Jeongin como no te haces una idea.
—Chan, quizá él no vuelva a ser el mismo.
—No me importa, me quedaré con él lo que quede de mi vida y sí, me refiero a que si él muere... Yo también lo haré, por eso mismo olvídate de la tonta idea de que lo deje.
Colgó la llamada, no quería pensar en el exterior, en su cabeza solo quería que esté Jeongin. Sabía que, si salía de aquella burbuja, lo más probable sería que iría a asesinar a su padre. De hecho, ya había pensado en cómo hacerlo por momentos, Changbin siempre era quien lo hacía entrar en razón.
Si se atrevía, terminaría en la cárcel y no podría cuidar de Jeongin, aquello era lo único que lo detenía.
Preparó un brownie, sabía cuánto le gustaban a Jeongin. Dos tazas de chocolate con leche y las puso en la mesa de la sala, encendió la fogata.
Se dirigió con una sonrisa a aquel cuarto. Jeongin lo esperaba despierto.
—Alfa... Te fuiste —dijo molesto, sus palabras sonaban ahora con más seguridad.
—Bebé, hice brownies —dijo dirigiéndose a él para poder cargarlo.
—No quiero —se volteó enojado. Chan abrió los ojos demasiado, aquella actitud sumisa no estaba. Hasta ahora este se había mostrado sumiso ante todo y ahora se ponía de aquella manera. Sonrió...
—Vamos, amor, están calientitos, también te hice chocolate —dijo acercándose cuidadosamente a él. Lo abrazó por la espalda—, podrás comer todo lo que quieras bebé.
Empezó a hacerle cosquillas por el cuello haciendo pequeños globitos de aire. Jeongin empezó a reír y se volteó tirándose sobre Chan. Lo empezó a llenar de besos mientras Chan reía.
Lo cargó rápidamente llevándoselo abajo, ambos se encontraban tan enamorados, reían juntos. Lo acurrucó entre sus brazos y comían de la misma porción de brownie.
—Jeongin, dime... ¿Cuál es tu canción favorita de Super Junior?
—Bounce to you, bounce to you —tarareó el coro de bonamana con una sonrisa. Chan lo llenó de besos riendo.
—Monito —dijo recordando a Eunhyuk. Chan no pudo evitar fruncir un poco el ceño, suspiró.
—Sí, bebé, Monito —dio besos por su cuello. Pasaban los días y el Omega parecía poder estar más enfocado, el doctor venía a hacerle revisiones.
—Veo que todas sus heridas Chanaron, hiciste un buen trabajo Chan —le sonrió.
—Ahora último es un poco más difícil, se tiende a poner terco.
—Eso es bueno Chan, el Omega empieza a sentirse mejor, si sigue así, Jeongin podría volver, pero claro que será un proceso muy largo.
Chan se sintió emocionado, era lo mejor que le podían decir.
—Muchas gracias por venir —dijo sonriendo
—No hay de que Chan, no olvides que debe seguir con los medicamentos si quiera por unas semanas más.
Se fue, Chan mantenía su sonrisa.
—Innie, es hora de tu baño —dijo con la sonrisa.
—No —escuchó de este.
—No te he preguntado nada —se cruzó de brazos.
—Yo tampoco —dijo riendo.
Notaba que lograba hablar más fluido cuando era caprichoso. Intentaba con todo y al parecer funcionaba.
Aquella marca de Chan ya era notoria, las marcas horribles no estaban. El cuerpo de Jeongin tenía aquella piel blanquecina.
Pequeñas heridas quedaban, pero eran poco notorias.
Hace poco se enteró de que su padre se encontraba en la cárcel, la empresa estaba dirigida por Mina, era en quien tenía más confianza de aquel lugar y que sabía que podría manejar todo.
Esta siempre le daba aviso de cómo estaba todo. Hyunjin venía muy seguido, jugaba con Jeongin y le hablaba, este ya podía escuchar sin quitar su atención. Chan miraba cada avance en él, sentía que su pequeño sol se reincorporaba.
Dejó a Jeongin en el cuarto y se dirigió a la sala. Arreglaba todo. Pasaron los días, Chan lo cuidaba con su vida, le dedicaba todo su tiempo.
Era 3 de marzo, una fecha muy importante para Chan, y por supuesto para Jeongin. Un día como aquel Jeongin había entrado en su vida, había arruinado de la más bella forma su tranquilidad.
Sacó todo a aquel pequeño balcón, muchos dulces, dos tasas de moccachino, algunos peluches para que Innie se sintiera más cómodo, encendió algunas velas alrededor. Lo iluminó con luces cálidas.
Lo vistió bien, una camisa blanca y unos pantalones negros, los más cómodos que encontró. Sobó sus mejillas antes de cambiarse.
Él se vistió de traje, se arregló bien, peinó todo su cabello hacia atrás, quería estar bien para su bebé. Se le acercó a Jeongin, este lo miró con asombro.
—Alfa bonito —dijo con aquellos ojos brillando.
—Tú eres el bonito, bebé.
Lo tomó y lo llevó a aquel balcón, la noche aún no caía por completo, lo recostó sobre las colchas, entre los peluches, Jeongin sonreía emocionado.
Se metía algunos chocolates a la boca. Chan se sentó al frente suyo.
No le quitaba la vista. Jeongin lo continuó viendo, Chan se le hacía realmente hermoso con esa ropa, sintió pequeñas cosquillas en su pancita. Sentía... Nervios.
Chan continuaba con aquella sonrisa, lo contemplaba, aquellos hoyuelos mostraban toda la sinceridad del mundo.
Sus corazones latían fuertemente.
Chan se levantó con dirección a Jeongin, se arrodillo en frente suyo y beso su mano, Jeongin estaba hipnotizado con todas las actitudes de Chan.
—Esta noche, amor, tú eres la estrella más brillante, nadie puede brillar más que tú, Jeongin —este empezaba a sentir que su corazoncito latía demasiado rápido, Chan tenía absolutamente toda su atención—. Nunca te voy a dejar amor, eres mi otra mitad, nací para amarte Jeongin hasta con la última fibra de mi cuerpo, te pertenezco en cuerpo y alma. Con una sonrisa tuya siento que me tienes a tus pies... —suspiró, sus ojos se cristalizaban, cada palabra que salía de sus labios era tan cierta.
—No —dijo Jeongin empezando a llorar.
—¿Qué pasa, amor? —Chan se preocupó, tocó con dulzura su mano.
—No me mires así, Chan, me pones nervioso.
¿Acaso Jeongin había hablado de aquella manera?
Chan sentía en su pecho una presión, no quitó la vista de él.
Jeongin desviaba la mirada, ya no lloraba como antes, esta vez tenía las facciones serias, Chan mantenía su mano sobre la de este no sabía que decir.
—Te miras muy bien, Channie —dijo aun mirando hacia otro lado—. No tenías que hacer todo esto.
Chan cayó al piso apoyado sobre sus manos, lágrimas gruesas caían por su rostro.
Sollozaba fuertemente. Sintió como Jeongin posó su mano sobre su cabeza sobando dulcemente. No quería levantar la vista, no podría...
—Eres el ser más perfecto, Chan, no sé cómo agradecerte todo. Me cuidaste y... Amaste.
Chan elevó la vista, Jeongin lo miraba con una sonrisa apagada, la luna alumbraba su rostro.
No tenía palabras, no podía creer que Jeongin estuviera hablando de aquella manera. Se dirigió a los rosados labios de este y dejó un casto beso, lo miró a los ojos, ahí lo tenía, su precioso niño.
Las lágrimas continuaban cayendo de sus ojos, Jeongin lo miraba tranquilo. Parecía agotado.
—No quiero perderte Jeongin, nunca más... —volvían a caer lágrimas por sus ojos—. No soportaría si te vuelves a ir de mi lado. Amor te cuidaré con mi vida.
—Channie —miró hacia el piso avergonzado—, lamento que me vieras así —mordía nervioso su labio.
—No tienes que disculparte de nada Jeongin —dijo sujetando su rostro
—Tú no hiciste absolutamente nada malo, amor, eres el ser más puro e inocente en este mundo... Eres el ser más perfecto que puede existir...
—Lo siento, Chan, es solo que —empezaba a llorar—. Me siento... Usado.
Chan apretó los puños, ahora Jeongin era consciente de todo lo que le habían hecho, se sintió tan molesto, tanta impotencia... No podía con todo.
—Fue terrible, yo... Suplicaba que estuvieras conmigo, Chan yo sólo podía pensar en ti —decía sereno con la mirada perdida en aquella luna
—Nunca dejaba de pensarte Chan —soltó una corta risa—. La idea de tener una vida a tu lado era lo que me mantenía vivo, sentía desfallecer, pero ahí estabas tú, con tus preciosos hoyuelos recordándome por qué debía seguir vivo, siempre consciente de que nací para estar contigo...
—Amor, yo no quiero ni imaginar qué pasaste —dijo mirando al piso—. No puedo prometer solucionar tu pasado, pero sí darte un precioso futuro —elevó su rostro y lo sujeto de la quijada—. Te daré todo de mi Jeongin, te haré la persona más feliz de este mundo.
—Tú ya lo haces, Chan, estaré bien si te quedas conmigo.
—No pienso ir a ningún lado, mi amor —dijo tocando su rostro.
Chan se dirigió a sus labios, empezó a sentir como este correspondía de aquella manera tan segura, era hermoso sentir a Jeongin.
Era luna llena como todas aquellas veces en las que sus más sinceros sentimientos salían a flote. Las estrellas también estaban presentes.
Parecían iluminados por un salón de luces cósmicas, solo los dos, no existía nadie más. Chan quitó su saco, quedando en camisa. Continuó besándolo, Jeongin sonreía con calma, Chan le traía tanta paz.
Pronto ambos estaban desnudos y hacían el amor bajo la luz de la luna, Chan contemplaba las expresiones de placer de Jeongin, embestía lentamente, mientras por momentos daba suaves mordidas a los labios de Jeongin.
Se besaban como si no lo hubieran hecho en años, Jeongin sentía su corazón latir rápidamente al ver como Chan lo trataba de manera tan dulce.
Recordó el cariño con el que lo trataba cuando estuvo en su peor momento, como lo cuidó, toda esa noche se demostraron cuanto se habían extrañado, no había aquellas sonrisas perdidas, la mirada de Jeongin era firme... Chan adoraba cada actitud suya ahora.
Se acurrucaron entre sábanas en aquel balcón, Chan besaba por todos lados a Jeongin mientras lo tenía pegado a su cuerpo.
—En verdad Chan, mi sabor y color favorito eres tú... No existe algo más hermoso y perfecto.
—No es cierto —dijo seguro—. Sí existe, y eres tú, Yang Jeongin.
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