Capítulo veintinueve - Destino.
Tanaka falló un remate, pero salvó la caída con su pie dándole la oportunidad a Hinata de anotar un punto, 23/22, el marcador estaba realmente cerca. Tobio sacó con todas sus fuerzas, pero Seijoh mantuvo el balón en juego con una buena recepción, remataron contra Karasuno y Daichi logró una recepción al impedir que la pelota diera en su rostro.
¡¿Creen que vamos a perder?!
Era la frase que reflejaba el rostro de todos los cuervos.
Pero, esto era distinto. Estábamos jugando contra Aoba Johsai.
Tanaka remató e Iwaizumi lo recibió con una excelente recepción, Oikawa hizo un pase a Matsukawa, aquel spiker pelo negro de Seijoh y este remató obteniendo el set point.
—¡Bastardos, no se intimiden! —gritó Yu llamando la atención de todos—. ¡Si caemos que sea hacia adelante!
Nishinoya sí que es un buen motivador.
Azumane remató el siguiente punto para Karasuno, un punto más y estaríamos en un duece.
—¡Vamos, vamos Karasuno! —comencé a animarlos—. ¡Si se puede Karasuno!
Tanaka sacó con precaución, eso le permitió a Seijoh atacar con fuerzas a manos de Iwaizumi, pero Ryu detuvo el remate con una inestable pero eficiente recepción. El balón se elevó demasiado y caía en el límite de la red, Oikawa saltó para empujarlo hacia el piso de su oponente, pero la mano milagrosa de Tobio se interpuso en su camino, arrebatándole la oportunidad a Toru de acabar con todo, Kageyama justo en el límite de la red envió un pase con las puntas de sus dedos a Hinata que venía volando hacia el frente, el chibi remató consiguiendo el punto para el duece.
—¡Sí!
El duece en el vóley es estar empatados, el reglamente indica en estos casos que el primer equipo que logre anotar dos veces seguidas será el que gane.
En el tiempo muerto para el descanso del duece me acerqué hasta Takinoue y Shimada, pero no les dije nada. Seguro mi cara era un desastre y ellos tendrían muchas preguntas.
—Ya estoy aquí —Aomine se posicionó a mi lado.
No puedo negar que mi hermano es realmente atractivo, desde pequeño resaltaba por su físico y su carisma, ahora solo por su físico. Unas chicas que estaban cerca de los integrantes de la asociación de vecinos ahogaron una exclamación de admiración. Aomine iba con una chaqueta de cuero, así que destilaba esa aura intrigante de badboy. Pero aquellas chicas me dieron mala espina, parecían las típicas fanáticas en celo de Toru Oikawa, así que fue inevitable no mirarlas con recelo.
De forma poco sutil entrelacé mi mano con la de Aomine y la puse encima de la baranda para que todas la vieran, ellas no podían determinar en sus pensamientos que éramos hermanos así que con esto bastaría. Escuché sus suspiros de derrota y sonreí victoriosa.
Mi hermano rió comprendiendo mi acción.
Aomine y yo somos distintos físicamente en casi todo. Su piel es un tono más oscura que la mía, sus ojos son de un azul denso y su cabello liso de color negro azulado era su mayor fuerte, siempre le envidié ese color de cabello. Además su nariz era perfecta mientras que la mía era más respingada. Sus labios son delgados y los míos gruesos. Lo único que compartíamos era esa mirada pesada, que siempre nos traía problemas.
Era extraña esta repentina confianza, después de tantos años de rencor y abandono, nuestra abrumadora escena de anoche nos había unido lo suficiente como para aligerar el peso de la tristeza en mi pecho. Quiero tenerlo lo más cerca posible, saborear su estadía y acortar los años que han pasado.
—¿Por qué tardaste tanto? —le pregunté.
—Unos idiotas estaban hablando de lo bonita que eres —su rostro se ensombreció—. Tuve una pequeña charla con ellos.
—Aomine...
—Vamos a vendar esa mano para que no se infecte —separamos nuestras manos un momento, de lo apurada y preocupada que estaba había olvidado por completo mi herida, no era tan profunda pero si estaban llamando demasiado la atención—. ¿Cómo va el partido? —cambió de tema Aomine para desviar las miradas indiscretas mientras me colocaba una venda que traía en su bolsillo ¿de dónde la sacaría?
El silbato sonó anunciando el retomo del juego.
—Están en un duece —explicó Shimada—. El primero que anote dos veces seguidas...
—Ganará el partido —completé por él.
Tanaka fue el primero en sacar. El balón pasaba de un lado a otro sin caer, Hinata iba de aquí para allá. En la tercera corrida Hinata perdió poder en su salto, pero tocó con la yema de sus dedos al balón impulsándolo con un toque de fuerza por encima del bloqueo de Iwaizumi, logrando el primer punto.
—¡Bien Hinata!
Mi garganta podría destrozarse por tanto griterío.
Tanaka volvió a sacar y esta vez Hajime anotó con el primer rematé. Ahora era el turno de Oikawa de sacar por parte de Aoba. Toru saltó con gran potencia y determinación, el balón se dirigió hacia Nishinoya, apreté la mano de Aomine, la pequeña deidad guardiana se movió ligeramente hacia la derecha dejando pasar la pelota, esta cayó fuera.
—¡Buena Noya!
Un punto más, eso era lo que necesitábamos.
—Oikawa falló un saque —comentó una de las chicas asombrada.
—Si falló en un momento como este, quizás esté en pánico ¿no crees? —decía Takinoue entusiasmado.
—Sí, era de esperarse que Oikawa también...
Iwaizumi acalló a todos con su remate. Apreté la mano de Aomine, era inevitable no querer apoyarlos también.
Y de esa forma comenzaron un tejemaneje que podría ocasionarme un infarto, ninguno dejaba caer el balón y si lo hacían recuperaban el punto de inmediato. La mano de Aomine estaría inflamada para cuando saliéramos del gimnasio, ya no podía gritar más, estaba a dos gritos de quedarme ronca.
Llegaron a los 31/31 cada uno.
Era duro para ambos, pero parecía que Karasuno lo estaba logrando apenas, se veían realmente cansados, sus ataques estaban siendo más simples. Seijoh estaba peor mentalmente, pero parecían listos para seguir por más tiempo.
—¡Oikawa-senpai, vamos! —gritaron las estúpidas que estaban a nuestro lado.
—Tsk —no pude evitar chistar, me irritaban.
Aomine se rió.
Fue una rotación completa y Oikawa se dirigía otra vez a sacar. Hajime y él intercambiaron algunas palabras antes del saque y vi que el aura de Oikawa se puso densa de la concentración, ese era Iwaizumi controlando siempre los pensamientos de Toru. El setter estrella elevó un saque as potente que me aturdió tanto a mí como a Daichi al recibirlo, este no pudo controlarlo por completo y lo envió de nuevo al área de Aoba. Un jugador que recordaba de Kitagawa llamado Kunimi remató hacia Karasuno, fue esta vez Kageyama quién no pudo controlar el remate y envió el balón de regreso a Seijoh. El pase de Oikawa fue otra vez para Kunimi y este logró el punto con un falso remate que Tobio no pudo alcanzar.
Seijoh obtuvo el match point.
Mis pies temblaron.
Temí lo peor.
Kageyama parecía un poco turbado, pero después de algunas palabras con el equipo estaba de nuevo metido en el juego. Oikawa volvió a sacar. El balón comenzó a pasar de aquí para allá nuevamente, nadie lo dejaba caer, Kindaichi remataba, Nishinoya hacia recepciones, Iwaizumi remataba, Daichi hacia recepciones. En una velocidad impresionante Kageyama pasó hacia atrás y Hinata hacia adelante para hacer el pase loco, lo vi venir, Shimada, Takinoue, Aomine, todo el público lo vio venir, y lo más normal era que Seijoh también lo viera venir.
Hinata seguía cerrando los ojos para aquel remate, seguía confiando ciegamente en que Kageyama enviaría el balón a sus manos. Por eso no vio la barrera que saltó frente a él. Yûtaro, Hajime y Kunimi saltaron bloqueando por completo el remate del chibi. El balón cayó en cámara lenta para todos.
Asahi, Nishinoya y Kageyama lucharon por llegar al balón, pero fue inevitable.
El asombro fue inevitable.
El dolor fue inevitable.
El destino fue inevitable.
El silbato sonó anunciando el fin del partido 33/31.
Hinata y Kageyama seguían en el suelo aún cuando los demás habían ido a alinearse.
Las lágrimas se acumulaban en mis ojos. Takinoue y Shimada se habían sentado por el pesar de la derrota. Aomine apretaba mi mano.
Hicieron su saludo reverencial y después se estrecharon las manos. Cuando todos pasaron a sus lugares para recoger las cosas pude ver como Hajime se quedaba viendo a Tobio, no pude percibir lo que sentía, pero fue doloroso.
Todos se alinearon frente a nosotros y agradecieron nuestra presencia. Me sorprendí al ver a aquellas mocosas aplaudirles. No eran tan tontas después de todo.
Vi como Karasuno salió de la cancha con expresión de derrota y mi pecho se estrujó.
Seijoh se cambiaba el uniforme en una esquina de la pista, serían ellos quienes jugarían en las semifinales. Eran ellos los que permanecerían en la cancha.
Oikawa y Hajime dialogaban en un lateral de la cancha y como si estuvieran sincronizados, ambos giraron a verme con unos ojos que traspasaban mis pensamientos, parecían querer decirme: los escogiste antes que a nosotros, esto fue una venganza por el dolor que nos causaste.
Y me sentí culpable.
Bajé el rostro asumiendo la culpa y arrastré a Aomine hasta la salida en busca del equipo en completo silencio. Me encontré con ellos en el pasillo principal, le solté la mano a Aomine dispuesta a dejarlo libre un rato, era momento de asumir otra responsabilidad, otra culpa.
Aomine salió al estacionamiento entendiendo que esto debía hacerlo sola, algunos lo siguieron con la mirada sin comprender quién era.
—Hey —la mayoría aguantaba las lágrimas—. Lo hicieron bien.
Ninguno me miró.
—No estuviste —musitó Tobio tan bajo que no pude entenderlo.
—¿Ah?
—¡No estuviste en todo el partido! ¿Dónde estabas? —dejó caer una lágrima.
—Te estuvimos llamando y enviando mensajes Hotaru —comentó Daichi mirando el piso—. Estábamos preocupados.
—Lo lamento mucho —intenté acercarme a Tobio, pero sentí el rechazo antes de hacerlo—. No pude llegar a tiempo...
—Nos dimos cuenta —espetó Tsukki con rencor.
—Yo...
Tanaka y Yu estaban de espalda, Hisashi, Ennoshita y Narita estaban sentados mirando el piso, Asahi y Sugawara miraban ensimismados sus toallas. Kageyama, Tsukki, Tadashi y Hinata me veían con el dolor expresado en los ojos.
No sé dónde estaban Keishin, Kiyoko y Takeda, pero quería que aparecieran pronto.
—¿Por qué no llegaste a tiempo Taruu-kun? —Hinata estaba a punto de llorar otra vez.
—¿Esto tiene algo que ver con Oikawa o Iwaizumi? —preguntó Tobio llamando la atención de todos.
—Yo... —las palabras se atascaron. Tenían razón, había pasado la noche llorando por las personas que acababan de derrotarlos, por sus rivales—. Yo...
—Al parecer sí —confirmó Kei para girarse a agarrar su bolso.
—Nos dijiste —Kageyama apretó sus manos—. Dijiste: nunca me perdería un partido de Karasuno.
—Quizás... quizás si hubieras llegado —Tadashi tartamudeó—. Tal vez fuera sido distinto.
—Nos hizo falta tu apoyo Hotaru-san —comentó Tanaka.
—Sí —lo apoyó Yu.
—Lo lamento.
—Lamentarlo no cambia las cosas —sentenció Kei.
Me toqué el pecho, era esa puntada de nuevo.
—¿Qué estamos haciendo? —espetó Sawamura apretando sus dientes con fuerza—. Hotaru no tiene la culpa de nuestra derrota ¡somos unos idiotas! Estamos haciendo justo lo que prometimos que no haríamos.
Todos reaccionaron a sus palabras, pero ya era muy tarde, ya me había hundido en la culpa, y me estaba ahogando.
—Está bien Daichi, los decepcioné, tienen la razón.
Me alejé con una rápida caminata hacia el estacionamiento, debía llegar hasta Aomine y huir de allí.
—¡Hotaru espera! —gritó Hisashi.
—¿Hotaru? —escuché la voz de Ukai, pero no me detuve.
Entonces corrí, corrí lejos del dolor como lo haría Forrest.
Cuando llegué hasta a Aomine, lo abracé con fuerza y me esforcé en no llorar, si le decía lo que pasó, no sabía cómo reaccionaría. Era mejor dejarlo pasar.
—¿Qué pasa?
—Nada, solo es tiempo de irnos.
Le señalé la moto y el asintió pensativo, no era tonto, sabía que algo había ocurrido, pero no me presionó a contarle. Nos subimos a la Ducati y emprendimos nuestro viaje de regreso a casa, en el camino él se detuvo a comprar unas pizzas, mi celular comenzó a sonar, pero estaba tan cansada de todo y de todos que decidí apagarlo. Aomine regresó con tres pizzas y algunos chuches, intentaba subirme el ánimo.
Al llegar a casa, nos dispusimos a comer viendo una película. Después de comer me quedé dormida en el piso, Aomine me llevó a la cama al darse cuenta. Cuando desperté era de noche y la cabeza me dolía a horrores.
—¿Aomine? —bajé a la cocina por un vaso de agua—. ¿Hermano?
Una nota en la nevera me quitó toda sombra de sueño.
Hermana, no quise decirte, pero debía regresar hoy al trabajo. Vendré más seguido, llámame si lo necesitas, te responderé.
Suspiré con pesar, después de todo no era inevitable que él se fuera. Cené con una sopa instantánea y algunos dulces. Cuando volví a tocar la cama, me quedé dormida de inmediato.
El cansancio ya parte de mí.
Ese lunes en la mañana no me desperté para ir a clases porque mi móvil seguía apagado y no tuve alarma. Cuando abrí mis ojos eran las 10:45 de la mañana.
—Mierda.
Me levanté con pesadez, en este momento se deben estar jugando las finales del intercolegial y no tenía ninguna duda de que Wakatoshi y Oikawa se estaban enfrentando. Los favoritos seguramente llegaron a la final.
Shiratorizawa vs Aoba Johsai ¿quién ganará?
Bajé a comer algo, me decliné por más sopas instantáneas. No tengo ánimos de nada, no quiero salir, no quiero cocinar, no quiero ni comer, pero debo hacerlo. Después de degustar aquella sopa en el silencio de mi soledad, me di un baño, me puse una cómoda pijama y me arropé de nuevo entre las sabanas de mi cama para volver a dormir.
Estaba tan cansada.
Soñé.
Soñé que estaba en una cancha y que recogía balones, los jugadores estaban de espalda, pero yo estaba feliz de estar con ellos. Escuchaba el sonido de los zapatos con el linóleo, las pelotas rebotar, los gritos y me sentí feliz de estar allí.
El sonido de la puerta me despertó.
Cuando busqué entre las sombras algo que me diera la hora me topé con un viejo reloj analógico que dictaba que eran las 07:30 de la noche.
¿Quién carajos viene de visita a esta hora?
Cuando la puerta volvió a sonar me espabilé, podría ser cualquiera de los chicos o Ukai, o alguien de la asociación de vecinos y no sé cuánto tiempo llevarán tocando.
Me puse unas pantuflas y bajé con parsimonia. La puerta volvió a sonar.
—Ya voy, ya voy, no me irrites —comenté cuando iba por el pasillo.
Agarré la llave y abrí la puerta con lentitud pensando en que debería mandar a instalar una mirilla para saber quién toca antes de abrir.
—Buenas no... —mis palabras quedaron en el aire.
La imagen de él estaba distorsionada, alterada, arruinada por unos ojos inflamados por llorar, entonces supe qué pasaba, lo único que podría ponerlo así: había perdido, había perdido contra Shiratorizawa de nuevo.
—Hola Hayashi-kun —intentó sonreírme.
Mi corazón retumbó en mi pecho, ¿acaso es imposible superarlo?
—¿Cómo, qué? —estaba estupefacta.
—Le rogué a tu hermano que me diera la dirección —se rascó la nuca apenado—. Tendré que brindarle todas las cervezas que él quiera la próxima vez que lo vea, pero valió la pena, yo solo quería verte, quería ver esos ojos ámbar otra vez...
Su voz se fue apagando y una lágrima se deslizó por su mejilla, no lo soporté más.
No soporté verlo llorar.
No a él.
—Pasa.
Asintió y arrastró sus pies hasta la sala, cerré la puerta con dudas, pero esto lo estaba decidiendo el destino, no yo.
N/A:
No sé que decir, esto me afectó escribirlo, revivir ese partido, no pude relatar algo que no conllevara dolor y tristeza.
#PrayForHotaru
¿Quién creen que sea el que llegó a casa de Hotaru?
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