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Capítulo veinte - Secretos sórdidos II

Mini maratón

Terminamos en la habitación de los menores. Kinoshita se sentó conmigo entre las piernas mientras yo lloraba en silencio y los demás nos rodeaban sentados. Hisashi tenía lágrimas retenidas y podía ver que los demás también, exceptuando a Tobio y Kei, que continuaban con una expresión de sorpresa y contienda interna.

—Lo si-siento —me disculpé con todos.

—No tienes nada de que disculparte —me reprendió Koushi.

—Claro que sí —dije.

—Claro que sí —concordó Noya por primera vez y me sorprendí con que estuviera de acuerdo conmigo—. Entendemos lo que nos contaste, podemos ver que te duele y créenos que también nos duele verte así pero... —me vio de forma intimidante mientras se limpiaba los mocos que amenazaban con salir de su nariz—. Que quieras alejarnos, que te dejemos, que creas que eres culpable ¡es inaceptable, tonta!

—¡Noya-san! —se quejaron Narita y Yamaguchi.

—No, Nishinoya tiene razón —puntualizó Daichi—. Es imperdonable que quieras que te dejemos ¡jamás lo haríamos, tonta!

Apreté la chaqueta de mi amigo con impotencia, tenían razón y al mismo tiempo no.

—Estoy de acuerdo...—coincidió Kei por primera vez en la conversación y lo miré con pesar—...patética —me sonrió taciturno.

Se me escapó un puchero y sentí como Hisashi me abrazó más fuerte. —Lo siento.

—Hotaru Hayashi —Sawamura se levantó—. Yo, Daichi Sawamura quiero hacerte una promesa —se agarró el pecho fuertemente—. ¡Eras, eres y siempre serás importante en mi vida y no importa dónde esté, ni la hora que sea, ni el lugar que sea, puedes y podrás contar conmigo como tu familia por siempre!

—¡Daichi-san! —lloró Ryu conmigo al escuchar las palabras del capi.

—Somos tu familia —confesó Hisashi sonriendo contristo mientras contenía las lágrimas.

—Eres nuestra familia ¡Hotaru-san! —gritó Shouyou contento desde su lugar.

—¡Te queremos! —vociferó Tobio sorprendiéndonos a todos por sus fuertes palabras.

—Oye, Kageyama bastardo, sí que tienes sentimientos, eh —se burló Nishinoya y todos reímos.

—Taruu —pronunció Koushi llamando mi atención—. Te cuidaremos.

No me creía totalmente lo que estaba pasando.

—Gracias —les sonreí toda temblorosa, mi llanto había disminuido y las lágrimas que salían de mis ojos eran de felicidad.

—Cuentas con todos nosotros —sentenció Ennoshita extendiendo los brazos.

—¡Sí! —exclamaron de acuerdo.

—Gracias a todos, de verdad —sonreí, por primera vez en la noche pude sonreír de verdad.

Yo no estaba sola. Nunca lo he estado.

Esa madrugada todos se quedaron a dormir en el mismo cuarto. Casi estaban unos encima de otros, era muy chistoso. Estuvieron hablándome de cosas pasadas, historias chistosas que habían ocurrido en el equipo o en sus familias. Yo solo reía, más no hablaba. Sin embargo, estaba bien, me sentía tranquila y acompañada. Tenía años que no sentía algo parecido. Así transcurrieron dos horas hasta que poco a poco se fueron quedando dormidos. De últimos solo quedamos Kei, Tobio, Daichi, Koushi, Hisashi y yo. Ukai durmió a mi lado derecho y Daichi se apoderó de mi lado izquierdo. Pude ver la frustración de Kei, no había suficiente espacio para dormir cómodos y veía con irritación a Sawamura quién tenía la mejor posición a mi lado.

Koushi que siempre era tan perceptivo lo golpeó en la cabeza. Le alentó a acostarse prometiendo un mejor mañana en donde podría pasar más tiempo conmigo. Yo reí por lo bajito y Daichi también. Cuando me estaba quedando dormida más por el cansancio de llorar tanto que por otra cosa, sentí como Sawamura apretó mi mano. Nos vimos a los ojos y él me sonrió.

—No olvides mi promesa —susurró—. Nunca te abandonaré Hotaru.

Sentí un escalofrío, no podía enamorarme de Daichi, a él si que no podría superarlo nunca. Él cerró los ojos con la sonrisa plasmada aún en su rostro y sin soltar mi mano. Daichi demasiado tierno cuando se lo proponía. Así nos dormimos, con nuestras manos entrelazadas y envueltos en los sonidos de las respiraciones de quienes estaban a nuestro alrededor.

En la mañana nos despertó Kiyoko, ya que todos nos habíamos quedado dormidos hasta tarde. Contamos con la suerte de que ese día ella llegaba un poco antes del medio día y con el almuerzo hecho. Fue nuestra heroína. Todos un poco desorientados nos fuimos levantando y en el orden planteado se ducharon y arreglaron para el entrenamiento. Por decisión, fui la última. Cuando entré en la cocina ya vestida con mi uniforme de entrenamiento, Kiyoko me recibió con un efusivo y sorpresivo abrazo.

—También cuentas conmigo —susurró.

—Gracias Shimizu —le hablé como una amiga.

No estaba molesta con que le hayan contado lo sucedido, los imaginé en la misma situación que Ukai aquella vez que me llevó a comer donde la abuela, era imposible que no le contaran a la mánager del equipo lo que sucede con una integrante.

Pensé que el trato iba a cambiar drásticamente, pero todos me sorprendieron. Se podía notar esa aura de preocupación por mí, pero era sutil, parecían estar normales a simple vista, si no compartiera un poco de la percepción de Koushi, me atrevería a decir que lo de anoche no había sucedido y que ellos se comportaban igual de atentos como siempre.

Sus gritos y risas estuvieron ahí, la que tardó un poco en adaptarse al ambiente fui yo. Aún me ardían las partes sensibles del rostro por tanta lloradera, pero estaba tranquila, sabía que no estaba sola.

Para cuando estuvimos en el gimnasio, Ukai llamó nuestra atención para hacernos un aviso. Sacó una tabla y la enseñó a todos, era una mini cancha con imanes y nombres, al parecer era la alineación para el partido de mañana.

—Contra Nekoma —habló con un deje de preocupación—. Comenzaremos con esta formación.

Constaba de Azumane, Sawamura y Ryunosuke como rematadores laterales. Tsukishima y Hinata como bloqueadores centrales. Nishinoya como líbero y Kageyama como setter.

Podía ver el nerviosismo de Asahi y la postura tensa de Daichi, pero confiaba en las decisiones de Keishin como entrenador. Si él pensaba que lo mejor era tener a Koushi en el banquillo, pues entonces es lo correcto.

—Es una formación un tanto extraña —explicaba el ex Karasuno—. No espero que se adapten tan rápido. Tenemos un gran líbero y regresó el as... pero no se confíen demasiado con eso —aconsejó Ukai—. Para ganar, el equipo debe estar conectado. ¡Veamos como luchamos con esto en el enfrentamiento contra el viejo rival de Karasuno: Nekoma!

Luego comenzaron un revuelo típico de ellos. Al parecer no era la única que percibía el nerviosismo de Asahi, así que Nishinoya tuvo unas palabras con él en donde terminó implicado Ennoshita, al final Ryu le buscaba pelea al pobre Chikara. Tomé nota mental sobre unas cosas que mencionó Ennoshita para preguntarle luego. Sin embargo, con todo el espectáculo de anoche y el hecho de que nos hayamos quedado dormidos todos en la mañana, había dado como resultado un arduo entrenamiento hasta muy tarde. Cuando llegamos a casa, gracias a la gloriosa Shimizu y el genial Takeda, teníamos la comida lista.

Sawamura, Koushi y yo tuvimos que pelear con todos los demás para que se fueran a bañar. Estaban tan cansados que se querían quedar dormidos de una vez. Fue difícil, pero lo logramos. Cuando entré en la habitación con mi pijama de tortuga, todos volvieron a quedar encantados con mi atuendo. Vi que al parecer todos los senpais iban a volver a dormir en nuestra habitación, excepto Ukai y el sensei. Entonces los mandé a todos a cambiar sus futones, no quería que le cayeran ácaros, ya sería el tercer día con los mismos. Todos trabajaron en conjunto y ordenaron los futones para que estuvieran cómodos.

Hice equipo con el dúo dinámico de primer año para arreglar el cuarto, pero recordé las palabras que había dicho Ennoshita durante el entrenamiento y no pude evitar interrogarlo ante las atentas miradas del chibi y el pelinegro.

Cuando le pregunté a Ennoshita sobre el comentario que hizo en el gimnasio se acercaron Hisashi y Narita a contarnos a Hinata, Tobio y a mí de cómo ellos tres habían renunciado al equipo el año pasado cuando el viejo abuelo de Ukai había regresado a entrenar a Karasuno antes de su recaída. Se sentían culpables por haber abandonado lo que les gustaba, pero regresaron y estaban dispuestos a mejorar y no dejarse superar por Hinata y Kageyama, me llenaban de orgullo. Los abracé y les insté a que se acostarán, debían estar realmente cansados.

Daichi volvió a acaparar mi lado izquierdo y esta vez Hisashi ocupó mi lado derecho. Tsukki se acostó igual de irritado que ayer, pero todos caímos en un profundo sueño inevitable hasta el siguiente día.















N/A:
Y así culmina este maratón lleno de muchas emociones.

¿Acaso Daichi no es de lo más perfecto? #Daichihazmeunhijo


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