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Capítulo ocho - Yûtarô Kindaichi 'el nabo' II

—En el pasillo nos encontramos con el cabeza de nabo y su compañero, este dijo muchas cosas sobre Kageyama, de que era el rey egocéntrico, un dictador y esas estupideces; seguramente cuando este comentó que Tobio se deshacía de todo lo que no le ayudaba a ganar, Hinata quedó ensimismado en ese pensamiento —todos me veían comprendiendo el punto—. Hinata ha estado más nervioso y asustado desde ese momento. Quizá ha pensado que si hace algo malo, Kageyama no le dará pases, y si no recibe pases no puede anotar, por lo consiguiente no tiene ninguna función en la cancha y entonces lo sentarán.

—Ah, ¿es eso lo que tiene? —preguntó Narita.

—Al parecer.

—¿Debería hacer algo? —se cuestionó el sensei.

—Creo que ya todo se arregló solo —respondí viendo al grupo acercarse—. Todo fue culpa del cabeza de nabo.

—Hey tú, Hinata —le llamó Tanaka—. Tú...

Hinata se arrodilló avergonzado y dispuesto a recibir su regaño. —Sí.

—¿Piensas que debes jugar bien como los demás? —todos nos vimos a los ojos, preguntándonos si debíamos dejar que Ryu lo reprendiera—. ¿Cómo si tuvieras experiencia?

—Si no lo hago, me cambiarán —la mayoría me dedicó una mirada ante la confesión de Hinata, había acertado en el clavo—. ¡Quiero jugar el partido hasta el final!

—Oye, no nos subestimes —Tanaka tenía su expresión severa—. Ya sabíamos que apestas jugando.

—Eso no ayuda mucho —comenté por lo bajito. Shimizu asintió ante mis palabras.

—Daichi-san sabiendo eso, te dejó jugar en el partido —el capitán estaba junto a Koushi dialogando. Cuando escucharon el alboroto de Ryu se quedaron en silencio—. Sobre lo de cambiarte por otro jugador...—se quedó callado un momento y luego continuó—. ¡Piensa en ello cuando te toque! —no era el mejor consejo del mundo, pero Ryu lo intentaba—. No te preocupes por algo que no ha pasado, no tienes la inteligencia para hacerlo.

—¿No deberías ayudarlo? —le preguntó Takeda a Sugawara.

—Oh sí, pero creo que estará bien —Koushi era tan fresco.

—Escúchame —continuó Tanaka—. En el vóleibol, todos los que están del mismo lado de la red son tus aliados —me maravillé con las palabras de Tanaka, definitivamente era una frase excepcional—. No importa si eres malo jugando o si les causas problemas a todos. Podrías retrasarnos, pero está bien, para reparar esos errores estamos tus senpais —se jactó al finalizar, y con la simpleza e ingenuidad característica de Shouyou, este comenzó a gritar asombrado con las palabras de Tanaka—. Vamos, llámame: Tanaka-senpai.

—¡Tanaka-senpai!

—Otra vez.

—¡Tanaka-senpai!

Tanaka para nuestro asombro había sido de gran ayuda, su discurso había sido muy efectivo porque no tuvo intensiones ocultas. Ya con el ambiente un poco más calmado, todos realizaron nuevas estrategias para el segundo set.

No era la mejor animadora, pero quería apoyarlos, así que les grité con euforia—: ¡Vamos equipo!

Todos me miraron agradecidos.

—¡Hotaru-san es tan genial! —gritó Shouyou, y yo me ruboricé por sus palabras. Tsukki chaqueó su lengua.

—Sí —acotó Kageyama viéndome. Le subí los dedos como gesto de apoyo y este asintió hacia mí.

Daichi y yo también cruzamos miradas, la comisura de sus labios se elevaron y me miró como si fuera una pieza que le faltaba a su vida, sentí las piernas débiles así que me senté. De repente hacía mucho calor en el recinto.

Todos salieron a la cancha y se colocaron en sus posiciones, vi como el nabo se acercaba a fastidiar a Hinata.

—Hey, luego enséñame cómo hacer un servicio hacia la nuca —se burló del pequeñín.

—A mí también —se le unió Tsukki, la verdad no sabía para quién jugaba el poste rubio ese.

El segundo set comenzó con Ennoshita en el saque. Seijoh atacó y Tsukishima recibió con un buen servicio, Hinata corrió por todos lados y saltó súper alto. Desde que me había unido al equipo hace tres días, no había visto como jugaban e interactuaban Hinata y Tobio, solo sabía que practicaban mucho. El pase de Kageyama fue demasiado rápido y Hinata golpeó el aire. Suspiré derrotada, esperaba un ¡pum!

—Si no puedes golpear algo como eso, el rey se enojará —cizañó Kindaichi hacia Hinata. Quise ir a golpearlo.

—¡Hinata! —le gritó Kageyama—. Lo siento, lo levanté demasiado.

—Trataré de perdonarte —respondió el chibi y Kageyama lo agarró por el cabello apretándoselo, se lo merecía. Me reí en el banquillo por la cara de estupefacción que tenía Kindaichi y otro chico que recordaba vagamente de la secundaria Kitagawa, ya que al parecer ambos estaban sorprendidos con la actitud de Tobio, y por el hecho de que se disculpara—. Duele, duele, duele, Kageyama ¡me dejarás calvo! —se quejaba Hinata.

—Así es chicos, Tobio no es el mismo —murmuré en mi asiento. Pude sentir las miradas de Shimizu y Takeda, pero las ignoré.

El juego comenzó nuevamente, y luego de un servicio de Ennoshita, tuvieron una segunda oportunidad de atacar. Hinata corrió rápidamente de un lado a otro evitando un bloqueo. El chiquillo era veloz, pero el pase de Kageyama también lo fue, esta vez todo impactó tan rápido que mi cerebro no tuvo tiempo de procesar lo que ocurrió. Así también estaban los de Seijoh ante el ataque.

—¡Sí! —grité levantándome del banquillo. Por la expresión de Takeda, él tampoco había presenciado aquel ataque rápido antes. Luego me apené por mi arrebato—. Lo siento —me senté nuevamente, pero estaba feliz.

—Aparecieron nuevamente los raros de la levantada y remate —comentó Tsukki sin emoción.

Todos se reunieron en un círculo y celebraron el punto. Hinata estaba tan feliz que lo único que hacía era gritar o sonreír. El juego comenzó a ser emocionante, Karasuno agarró vida. Cuando la partida iba 10/09 a favor de los cuervos, Hinata hizo los movimientos que parecían ser para un rápido pero en el último momento el pase fue para Tanaka, quién hizo un remate rectó que quedó genial. Al parecer todo ese tejemaneje de Hinata y Kageyama era porque el chibi era la carnada, creo haber escuchado sobre eso la primera vez que fui al gimnasio.

El partido transcurrió de manera favorable, todos se estaban acoplando y mejorando. Hasta Tsukki hacía bloqueos perfectos. Luego de ver nuevamente el rápido entre Hinata y Tobio me percaté de que el pequeñín lo hacía con los ojos cerrados, me asombré porque debía tener demasiada confianza en Kageyama para creer que el balón llegaría al lugar propicio para rematar, y eso que se llevaban como perros y gatos; pero el genio detrás de todo era Tobio, solo él haría un pase tan perfecto. Me acordé de las viejas palabras de Hajime, como me gustaría que Oikawa viera a su prodigio aprendiz en este instante.

Durante un tiempo muerto pedido por Seijoh, los chicos aprovecharon de beber agua. Sin embargo, Tsukki fastidiaba a Hinata pegando su pote en su cara y burlándose de su estatura.

—¿Quieres beber? Oh lo siento, tu cara está más debajo de lo que creía —Yamaguchi estaba detrás divirtiéndose también, eran unos tontos.

—Kei, lo que eres de grande lo eres de inmaduro —le arrebaté el pote de agua y se lo entregué a Hinata. Tsukki me vio con intimidación desde gran altura pero ya me estaba acostumbrando a su mirada, lo reté con la mía. Chasqueó su lengua y cuando iba a irse, lo maté con sus propias palabras—. Patético.

—¿Ah? —se giró dispuesto a seguir, pero el silbato interrumpió de manera oportuna.

—¡Gracias Taruu-kun, eres tan genial! —me elogió Hinata al entregarme el pote de agua. La verdad temblaba un poco, pero alguien debía darle un poco de su medicina a Tsukki.

—Eres valiente para enfrentarlo así —comentó Yamaguchi cuando todos habían regresado a la cancha.

—Tú también deberías hacerlo.

—Que va —meneó su mano restándole importancia y regresó al banquillo.

El juego retomó su rumbo, luego del saque de Aoba, Karasuno atacó. Podía ver la irritación en la mirada de Tsukki, quizá era mi culpa. Cuando el rubio remató con el pase de Tobio, se quedó mirando su mano.

—Tus levantadas son tan precisas, que me dan asco —comentó molesto. Casi me levanté a patearle el trasero, pero me contuve.

—¡Puedo apuntar a tus lentes si es lo que deseas! —gritó Tobio molesto con la actitud de Tsukishima.

—Trátalo, te echaran del gimnasio otra vez —Tsukki buscaba pelea y la mejor mecha para ello, era Kageyama.

—Lo haré de manera que nadie lo note —contestó el pelinegro.

—Eso es imposible ¿eres idiota?

—¡Cállate Tsukki! —todos me miraron sorprendidos y para mi sorpresa Tsukishima me sonrió, de verdad no lo entendía—. Estamos en medio de un partido, concéntrense —les hablé. Luego me disculpé con Sawamura por gritar en la cancha, pero este me dijo que estaba bien, que había sido de ayuda.

El juego siguió, pero la rivalidad entre Tobio y Kei estaba ahí. Mientras Takeda-sensei hablaba con Sugawara de las ventajas de tener a Hinata al frente y de luego tener a Tsukishima, vi como el aura del rubio y el pelinegro cambiaba, estaban diciéndose cosas y forcejeando para bloquear.

—Tú también eres bueno bloqueando —se burló Tsukki—. Pero no te creas mucho.

—Tú no te creas mucho sólo por ser tan alto —le acusó Tobio.

—No peleen ¿está bien? —Ennoshita no lograba controlar la situación a pesar de estar a su lado y ser su senpai.

—¡Nuestros enemigos están al otro lado de la red! —gritó un Tanaka tan irritado como yo de la actitud de aquellos estúpidos—. Hey, ¡aquí viene! —y con esas palabras mágicas se concentraron en el bloqueo contra Seijoh consiguiendo otro punto.

—¡Bien! —gritó Tobio mientras Tsukki lo veía extrañado.

—Hey, fui yo quién la bloqueó —aseguró Kei.

—¿Qué? Golpeó mi mano también —cuando iba a perder los estribos nuevamente, Sawamura se me adelantó.

—¡Ya basta ustedes dos! —les gritó y hasta yo me asusté. Hinata se reía sutilmente desde el fondo, se divertía con la situación, después de todo, esos dos eran quienes más lo molestaban. Ambos se lo merecían.

—¿De qué te ríes? —Tobio agarró a Hinata de la camisa y lo zarandeó como barajita.

—¡Kageyama, ya basta! —le volvió a gritar Daichi.

Sawamura daba realmente miedo cuando se molestaba, hice nota mental de nunca hacerlo importunar.

El juego continuó sin más infortunios por parte de los desadaptados de primer año. Quienes ahora gritaban y discutían eran los del banquillo de Seijoh. Sé que Hajime había estado vigilándome desde que el partido comenzó, pero no fui valiente para regresarle la mirada en ningún momento. En el área del enemigo no se esperaban para nada a este renovado Karasuno. Terminaron ganando el segundo set con un eficiente ataque rápido a manos de Hinata, culminando 25/22 a favor de los cuervos.

Mientras Hinata y Tanaka celebraban, y decían que ganarían el partido, Sawamura y Ennoshita dialogaban sobre la ventaja de tener a Kageyama como colocador del equipo. Cuando me dispuse a hablar con Tobio sobre el partido, este se acercó a Sawamura de manera seria.

—No debemos bajar la guardia —comentó enfocado. Yo estaba de espaldas al equipo de Seijoh, concentrada en lo que decía Tobio—. Es una suposición, pero creo que el armador del otro equipo no es el titular —habló de forma objetiva, y tenía razón.

Oikawa estudia aquí, por lo que sé no ha dejado de jugar y por lo que he visto ninguno lo supera en Seijoh, corremos con la suerte de que no está en el partido.

—Kageyama tiene razón —comenté y estos me vieron con atención—. Tenemos suerte de que no esté...

Los gritos femeninos interrumpieron lo que iba a decir, cuando me giré para ver qué pasaba, vi la postura que me había atormentado y gustado por tres años en Kitagawa Daiichi. Oikawa Toru se encontraba en el banquillo de Seijoh y eso había alborotado al público estudiantil femenil que se reunía alrededor del gimnasio.

Todos nos paralizamos y mi corazón se desbocó.

—Oh, Oikawa, apareciste —comentó el entrenador de Aoba como si nada.

Pero la atención de Oikawa no estaba en él, su vista estaba fija en un solo lugar, y su mirada brillaba como si hubiera ganado el premio gordo.

Sus ojos estaban fijos en Tobio y en mí.

Me estremecí, esa mirada dictaba problemas, no sé en qué pensaba queriendo que apareciera; luchaba con las ganas de esconderme detrás de alguien pero debía ser valiente, ya no estaba en Kitagawa, ya no estaba en la secundaria. Ahora era alumna de preparatoria, era parte de Karasuno y los cuervos le estaban pateando el trasero a Seijoh, y estaba segura que si se los pedía, podían alejarlo de mí si era necesario. Sin embargo, ese frío cálculo mental que lo imaginaba haciendo me ponía la piel de gallina, siempre lo hacía, y esta vez pensé que así estuviera en Karasuno o en Marte, su mirada gritaba que estaba perdida.

Ese era Toru Oikawa, mi mayor desafío y tormento.






Apareció el gran rey. 

Magd

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