Capítulo cinco - Anna Moyori.
Esa noche estuve hasta altas horas chismorreando con Anna sobre sus problemas amorosos. Al parecer ha estado enamorada de Asahi desde el primer año de preparatoria, pero él nunca la ha visto más que como una buena amiga. Entonces la chica, dolida, con su corazón en mano, se prometió al inicio del año escolar que si conocía a alguien que le causara una fuerte atracción, se esforzaría al máximo por llamar su atención y esta vez se aseguraría de decir sus sentimientos, si es que se llegaban a desarrollar.
Por esa razón cuando conoció a Kotaro supo que era su oportunidad. Según le gustó todo de él, tanto su físico como la enérgica personalidad que le dejó ver por algunos minutos; declaró que el contraste entre él y Asahi la hacía sentir como que había cambiado, madurado, y que ya no volvería a pasar por lo mismo, o eso esperaba ella.
Sonreí sin saber si la palabra madurez se podía usar en la misma oración con el nombre de Kotaro Bokuto.
Llegamos a un acuerdo mutuo de que el amor no correspondido es una porquería que no le deseamos a nadie, pero que al parecer casi todos lo experimentamos por lo menos una vez en la vida.
A las 2 de la madrugada todo se fue al traste cuando Anna comenzó a atosigarme sobre mi vida amorosa. Ella tenía problemas, era notable, pero lo mío sobrepasaba al enredo que la hacía trasnochar. Aún así, pensé que no habría mejor momento para contarle a Anna un poco de mi vida, ella se había ganado mi confianza, me apoyaba y algo me decía que viviríamos muchas cosas juntas ¿por qué no? Además de que no se entendería mucho sobre mis problemas amorosos sin un preámbulo de mí desgraciada existencia.
Luego de haber confesado parte de mi vida frente a un equipo entre de voleibol, contárselo a una sola persona no parecía tan grave, no me generaba tanto miedo.
Después de algunas horas hablando, Anna comenzó a llorar como magdalena, ni siquiera podía articular palabras coherentes, me abrazó fuerte hasta calmarse un poco, verla así, escucharla así, me daban ganas de llorar también, pero estaba cansada de hacerlo. Ya sabía que mi vida era triste, odiaba relatarla, no quería más lástima, y esperaba que mi senpai no cambiara su forma de ser y fuera prudente a la hora de hablar sobre mí.
Luego de lo que pareció una eternidad, ella me soltó y su sonrisa me encandiló más que ver a Hinata por las mañanas. Se levantó y me señaló con firmeza.
—Quiero que seamos mejores amigas —declaró.
Algo pasó en mi corazón, sentí una opresión, pero no me desesperé. ¿Mejores amigas? ¿Qué era eso? Me mordí el labio sin saber que responder, ella seguía viéndome con un brillo extraño en sus ojos y una paciencia sorprendente. Nunca me había relacionado con anterioridad con una mujer que no fuera mi madre o Mitsuki, no sabía que era tener amistades femeninas. ¿Y si la decepcionaba?
¡No puedes vivir esperando que siempre pase lo peor! Me grité internamente.
Asentí.
—Anna, no hay una cosa que me hagas más feliz ahora mismo, que tener la oportunidad de aprender a ser tu mejor amiga y no decepcionarte —confesé tapando mi rostro con una mano. Debía retener las lágrimas, tenía que cambiar mi carácter melancólico.
—Lo importante es que ahora nos tenemos la una a la otra, por siempre —acercó su meñique queriendo formalizar una promesa.
—Por siempre —enganché el meñique de mi mano derecha, estrechando nuestra amistad.
Reímos sutilmente, felices de estar compartiendo tantas cosas en una noche. No podía estar más satisfecha de esta improvisada pijamada, y no tengo ninguna duda de que Anna ha sido de las mejores personas que se me pudieron cruzar en la vida.
De repente mi celular comenzó a sonar y cuando vi la pantalla palidecí, era Iwaizumi.
—No hagas ruido Anna —le pedí antes de contestar.
Ella rió al ver mi rostro lleno de temor, eran casi las 4:30 de la mañana.
—¿Hola?
—Hotaru, son casi las cinco de la mañana y tienes clases ¿se puede saber qué haces despierta?
¿Acaso este hombre es adivino?
—Pero si estaba durmiendo...
—¡No me mientas! —se escuchó una leve risa a través del teléfono, al parecer no éramos las únicas que habían hecho pijamada, el atractivo idiota de Oikawa estaba en casa.
—Que pesado eres Iwa-chan —aguanté una risa al decir aquello, y Anna no pudo evitar carcajearse. Quise fastidiar un poco al pelinegro, aunque estaba segura de que tendría sus consecuencias.
—¡Ah! —gritó Hajime indignado, luego chistó y se escuchó un golpe—. Esto es lo que sucede cuando pasas demasiado tiempo con Oikawa, ya no saldrás los lunes con él y Takeru.
—¡Pero Iwa-chan! —se escuchó a Tooru desde el otro lado de la línea.
—¡Pero papá! —me quejé haciéndolo irritar más.
Hubo más risas por parte de Moyori, le hice señas para que se callara.
—Hotaru Hayashi, hablaremos cuando vengas a casa —me colgó.
Creo que acabo de pasarme de la raya, estoy segura que está cabreadísimo.
—Ciertamente no lo conozco, pero te matará —se burló Moyori.
—Tengo miedo, Anna —susurré viendo el celular.
Después de un minuto de silencio ambas estallamos en risas nuevamente, comencé a contarle sobre como llevaba mi vida viviendo con Iwaizumi, y cómo era él en casa. Además de que le narré, sin profundizar en el tema, cómo habían sido las cosas con él y Oikawa los últimos años. Anna sabía de sobra quienes eran ellos, pues años anteriores reportó partidos del equipo de vóley y tuvo la dicha, o la desgracia, de cruzarse con el Aoba Johsai.
Las horas faltantes pasaron volando y cuando ya estábamos a punto de dormir por unos minutos, la alarma sonó anunciando el inicio de un nuevo día escolar. Con pereza y rostros demacrados bajamos a desayunar, la madre de Anna cocinaba desde tempranas horas pues su padre y el hermano mayor de Moyori salían temprano a sus respectivos trabajos. Toda su familia se burló durante la comida de nuestras desfallecidas caras, no sé porqué pero me sentí a gusto con ellos, y entonces sentí la extraña necesidad de tener a Aomine cerca.
Cuando nos arreglábamos para irnos le escribí a mi hermano, sabía que se extrañaría pues era temprano, pero quería verlo. Al ir caminando hacia el instituto recibí su llamada.
Sonreí. —¿Aomine?
—Hola, hermana —se escuchó un bostezo.
—Buen día, espero no haberte despertado —me disculpé mordiendo un poco mi pulgar, desde lejos vimos a Sugawara acercarse para compartir el viaje.
—No te mentiré, tengo un sonido particular para ti, así que me desperté después de escucharlo sonar como 20 veces —rió, se escuchaba ronco—, pero no importa, igual hoy estoy libre.
—Que bueno, aprovecha de descansar bastante y no te embriaguez en la noche —susurré.
—Sabes que es inevitable no ahogar mi amargura en el alcohol.
No sé si alguna vez mi hermano y yo estaremos completamente bien, pero seguro que vivimos intentándolo.
Saludé a Sugawara con la mano.
—Voy camino al instituto, por cierto —desvié el tema, no eran buenas horas para deprimirse.
—¿Cuándo regresarás a casa? —preguntó ignorándome.
Suspiré. —Sé que hablas constantemente con Hajime de mí, así que no le digas, yo lo haré —le advertí.
—Vale.
—Lo más seguro es que sea dentro de tres semanas, terminaré los finales y aprovecharé las vacaciones de verano para regresar.
—Estaré atento. Me llamas un día antes para llevarte yo —lo escuché beber algo.
—Me parece bien —sonreí aunque sabía que no me veía.
—Ten un buen día de clases, mona —y me colgó con su risa de fondo, no me gustaba ese mote, pero no me lo decía desde hace tantos años que fue imposible no sonreír complacida.
Al guardar el celular el instituto ya se visualizaba a lo lejos, así que seguí el rumbo de mis acompañantes sin inmiscuirme en su conversación. Cuando llegamos a la entrada nos despedimos de forma efusiva y Anna me dijo que nos veríamos en la oficina de profesores a las 2:00 p. m de la tarde, aunque no me dijo el porqué.
Entré al aula con una flojera atroz, miré sin ganas a Tsukki y este me obsequió una sonrisa burlona percatándose de mi falta de descanso. Quise sacarle la lengua, pero luego recordé que las cosas entre nosotros no estaban muy bien y me senté para prestar atención a las clases, de verdad ya no quería más castigos. Una clase tras otra, una tarea, un examen, unos ejercicios, todos pasaron a cámara lenta, pensé que jamás saldría del aula. Cuando el timbre del almuerzo sonó, suspiré agotada, era el día más cansón del mundo, estúpido miércoles atravesado.
No salí para almorzar, no tenía ánimos, así que me puse a dibujar; a los minutos alguien saltó frente a mí de forma repentina. Casi me caigo del asiento cuando sentí el rostro de Hinata tan cerca con una sonrisa deslumbrante.
—Hinata idiota, estás demasiado cerca —se escuchó a Kageyama detrás del enano.
—Hotaru no parece Hotaru, Kageyama —Shouyo se puso una mano en su mentón de forma pensativa—, tiene un rostro cansado, ¿quieres que le diga a Kageyama que se largue? —me preguntó.
Reí, no pude evitarlo, porque si había alguien que robaba las energías era Hinata, a veces solo verlo cansaba, pero el hecho de que pensara que lo hacía Tobio, me causaba demasiada risa.
—No pasa nada Shouyo, ¿qué necesitas? —le pregunté tapando mi boca para evitar seguir burlándome, Hinata sonreía satisfecho sintiéndose el ser más carismático del mundo y Kageyama nos veía con odio.
—¡Quería mostrarte el póster tan genial que hizo Yachi para el club! —gritó saltando de nuevo, con el póster en las manos.
—En realidad veníamos para saber si podrían hacer un apartado en el periódico escolar sobre las donaciones al club —explicó Tobio rascándose la nuca.
El póster realmente era maravilloso, sentí hasta un poco de envidia de la genialidad de la otra chiquilla de primero. Hinata se veía espectacular, como toda una estrella.
—Mm, voy a necesitar la imagen en formato digital para poder entregársela a Moyori-san.
—¡Genial! Le diremos a Yachi que te lo dé —dijo Hinata elevando un puño victorioso.
—¿Podrías hacer un pequeño apartado para que no se vea tan solo? —preguntó Hisashi apareciendo de la nada.
Me toqué el cuello con nerviosismo.
—Ya decía yo que a estos dos no se les podía ocurrir una idea tan organizada —sonreí mirando mi libreta, me daba vergüenza el hecho de que había estado ignorando a Hisashi y él realmente había sido muy genial conmigo, aunque se haya equivocado.
—Pensé que no querrías hablar conmigo, y ya que Hinata y Kageyama no tienen escrúpulos para nada... —confesó Hisashi rascándose la nuca con pena—. Narita y Ennoshita también están aquí, pero no tuvieron valor para entrar y ponerte incómoda.
Carraspeé. —Está bien, yo haré lo que necesitan, pero necesito un favor de vuelta...
Anna tendrá que amarme eternamente.
—¿Qué necesitas Taruu-kun? —preguntó Hinata.
—Moyori-san quiere ir como invitada del equipo al campamento de verano en Tokio, entonces me gustaría que lo propusieran en las reuniones que tienen con Ukai y Takeda, para ver si permiten que asista.
—Lo haremos, pero si tú vas —sentenció Kageyama con rapidez e Hisashi y Hinata asintieron con seriedad.
Ya le había dicho a Anna que iría con ella, pero quería intentar desligarme de la situación
—Todo sea por ver a Anna feliz —susurré para mí misma—, está bien, pero iremos como reporteras, no como managers, quiero que expliquen bien eso, aunque si Kiyoko-san necesita ayuda, que solo me la pida a mí.
No quería problemas entre las senpais, porque según lo que me comentó Anna, ella y Kiyoko no se llevaban nada bien, aunque mayormente se ignoraban, así que lo mejor era evitar problemas.
—¡Hecho! —exclamaron los tres y salieron de forma efusiva para contarle a los demás las buenas nuevas.
Vinieron buscando cobre y se llevaron oro.
Unos minutos antes de que comenzaran las clases Tobio apareció de nuevo en el aula, se acercó en grandes zancadas a mi asiento y colocó una de esas cajitas de leche que él siempre toma junto a unas galletas de limón en mi mesa y se fue sin verme ni decir nada. Quise gritar de asombro y alegría por su gesto, pero vi que Yamaguchi y Kei venían entrando con expresiones de extrañeza, porque seguro habían visto al pelinegro irse, entonces mantuve mi compostura y decidí degustar la buena acción del día de Kageyama Tobio.
Las dos últimas clases transcurrieron con normalidad, y tuve que salir disparada del salón cuando vi que el profesor se había tardado en culminar la lección e iba tarde a mi encuentro con Anna en el salón de profesores.
—Lo siento —suspiré cansada al verla dar golpecitos en el piso—, salí tarde.
—Omitir excusas —levantó la mano con estilo y entró al despacho, reí por lo bajo.
Al entrar, el profesor Takeda nos hizo señas de que lo siguiéramos a su oficina de consejería. —Bienvenidas, las estaba esperando.
¿Qué está pasando?
—¿Qué hacemos aquí, Anna?
La aludida subió los hombros sin saber qué responder. Esta mujer, ¿qué haré con ella?
—Bueno chicas, me alegra que pudieron regalarme un poco de su tiempo —el profesor se arregló sus lentes, más por costumbre que por necesidad—, he estado preocupado estas semanas por tu situación con el equipo, Hayashi-kun, y como he visto que tienes una fuerte amistad con Moyori-kun, y esta no ha venido a las consejerías de los de tercer año, aproveché para matar dos pájaros de un solo tiro.
Ambas nos miramos con ganas de salir corriendo.
—Moyori-kun, sabes que es tu tercer año, ya pasarás a la universidad y estos meses que vienen después de las vacaciones de verano son más que todo para invertirlos en los repasos y prácticas para los exámenes de admisión, sé que como directora del periódico escolar no tendrás suficiente tiempo, por eso he querido dialogar para convencerte de que des la baja en tu puesto, y te concentres al máximo en tus clases, estás entre las mejores, pero este año no estás teniendo tu mejor rendimiento.
Moyori parecía querer morirse allí mismo, sentí vergüenza por el hecho de que Takeda nos haría sentir mal a las dos, aunque esa no fuera su intención.
—Entonces, ¿estás dispuesta a concentrarte al 100% en tus estudios para mejorar tus posibilidades de admisión?
—Takeda-sensei —Anna se sentó derecha—, el periódico escolar ha sido mi casa desde que comencé como estudiante del Karasuno, soy la directora del club desde mi segundo año, he tenido la capacidad de estar en el top 5 de los mejores promedios por tres años mientras ayudo cada semestre en los eventos culturales, reporto actividades extracurriculares y asisto a todas las reuniones de jefes de club y/o capitanes, ¿cree que no tengo la capacidad para superarme a mi misma?
ÍDOLA, Í, DO, LA. En ese instante quise levantarme y aplaudirle a Anna, la mejor puta respuesta de la vida.
Takeda guardó silencio por unos segundos.
—Bueno, parece que mi persuasión no dará frutos, confío en que estaremos y estarás satisfecha al final del curso, estoy orgulloso —confesó el sensei con ganas de llorar.
—Hotaru-kun...
Fue cuando me agarré del asiento, no quería escuchar nada sobre nada.
—Take-chan —sonreí nerviosa.
—Según los resultados de tus exámenes, estás de primera en tu clase y de segunda entre todos los de primero, cabe destacar que la diferencia es de solo una décima.
—¿Qué? —hice el amago de levantarme del asiento, no me esperaba esta información, ya que los resultados los darían después del viernes de recuperaciones.
Me esforcé demasiado, estoy sorprendida, ya que esperaba que si el séptimo puesto entre todos los de primero.
—En un examen de inglés sacaste un punto menos que tu contrincante —el sensei se rascó la nuca apenado por ser él quién explicaba la noticia.
Esa bruja de inglés, es mi mejor materia, o sea, hablo inglés y mi gramática es perfecta, seguro fue apropósito ¡la odio!
—Sea hace lo que se puede, Take-chan —por dentro quería llorar de la molestia, Anna colocó un brazo en mi hombro en señal de apoyo.
No es que tenga una obsesión por ser la mejor y la primera en todo, pero es frustrante estar tan cerca de serlo, pero al final, no serlo.
—Espero continúes así de bien, también estoy orgulloso de ti —el profesor juntó sus manos con seriedad—, la cuestión que quiero dialogar: es tu salida del club como reportera, no estuve durante el problema que se presentó, pero en tu situación, y por como se ha desarrollado la amistad entre todos los integrantes contigo, lo mejor sería hacer las paces y volver.
Di un resoplido de fastidio.
—¿Lo dice porque no tengo padres? —me molestó demasiado lo de "en tu situación"—. Porque ese hecho no implica que deba dejar que otros me traten mal y perdonarlos nada más porque son humanos, la mayoría ni se ha disculpado, ninguno se acercó a mi casa esa semana para hablar, arreglar algo, así que no veo el hecho de que deba ser yo quien dé mi brazo a torcer.
El silencio fue tenso. Seguí hablando.
—No me malinterprete, no es como que siga demasiado molesta con ellos, y mi salida del club fue más que todo porque necesitaba tiempo para mí y para las evaluaciones. Tampoco es como si esto vaya a durar por siempre, pero realmente necesitaba pensar, y ya que me debía mudar, más las responsabilidades del periódico, mi mejor opción era alejarme.
—Comprendo, me disculpo si no dije las cosas de forma correcta, no era mi intención —el sensei suspiró—, solo deseo que realmente todo se arregle.
—Tranquilo, la verdad es que arreglé las cosas con los de tercer año y al medio día hablé con algunos de los de primero y segundo que vinieron a pedirme un favor, y a su vez yo les pedí uno —hice una pausa dramática—, espero que no haya ningún problema si Anna y yo los acompañamos al campamento de verano.
Anna chilló de alegría.
—¡Eso sería fantástico! Y también beneficioso para las donaciones al club si ustedes reportan la forma de inversión a través de los artículos, es maravilloso, ya mismo hablaré con el sub-director, mañana les haré llegar las cartas de aprobación para sus padres —al momento, el sensei calló.
—Tranquilo, tengo quién la firme por mí —le sonreí para liberar la tensión, Takeda estaba rojo de la vergüenza.
Anna suspiró, era obvio que el sensei estaba nervioso.
—Respire profesor, tranquilo —Moyori sonrió restándole importancia al tema, le agradecí internamente.
Él hizo un corto resoplido y se golpeó las mejillas. Luego nos vio, y sonrió.
—¿Está bie...?
—Me parece bien todo, pronto les diré como será el proceso del viaje, espero verte por el gimnasio antes, Hotaru. —me cortó la pregunta y habló con confianza.
Nos levantamos dispuestas a irnos.
—Nos vemos, sensei —dijimos al unísono.
Al salir al pasillo Anna me brincó encima.
—¡Eres la mejor amiga del mundo! —me sentí feliz.
—Y eso que no he dado todo de mí aún —reímos.
—Parece que el sueño se fue, aunque el cansancio sigue ahí —se quejó Moyori.
—Ni que lo digas, ya vámonos al club, hay cosas que hacer —así emprendimos nuestro camino.
Esa tarde regresé casi en modo zombie a casa de Iwaizumi, cuando entré, este me miraba con los brazos cruzados y con muchas ganas de darme lata, pero le hice un puchero manipulador y suspiró derrotado. Su madre nos vio desde el comedor y comenzó a burlarse.
—¡Ya basta, mamá! —se quejó el pelinegro y agarró mi bolso—. Vamos, debes descansar, yo te subiré la comida más tarde.
—¡Pero qué hombre! —gritó la señora Iwaizumi y yo reí.
—¡Mamá!
Esa noche Hajime se encargó de todo e igual me regañó, pero no fue tan severo como esperaba, me dio un beso en la frente de buenas noches y me dormí al instante en que cerré los ojos.
N/A:
Opiniones, dudas, acá.
Y otra cosa que (ya después de tantos capítulos) me gustaría saber es: ¿quién de los chicos es su favorito para quedarse con Hotaru?
Postdata: extraño a Aomine.
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