—¡Este es mi verdadero yo! ¿Bien? —sollozó el chico—. Esta es la realidad. No soy perfecto, soy todo lo contrario —murmuró.

—No debes serlo para gustarme.

—¡Ese es el problema! Quiero salvarte, debes alejarte. No soy quien crees —volvió a sollozar—. Yo no caí del cielo.

Ella lo abrazó, el correspondió y dejo que ella colocara su cabeza en su hombro.

—No quiero perderte, no ahora, ni jamás. Quiero salvarte, no quiero que entres a este oscuro mundo. Porque tú eres mi luz —susurró.

—No dejaré que me pierdas, te necesito.

—Tus ojos brillan tan fuerte, quiero salvar su luz.

—Te quiero tanto —esta vez quien sollozó fue ella. El la abrazó más fuerte.

—Te quiero más.

Y la noche los envolvió en su frescura.

Prometieron no olvidarse, quererse y adorarse.

Todo hubiera sido mejor, si esa promesa no se hubiese roto. 

En multimedia, Demons by Imagine Dragons.