Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XXV Victoria

—Dime, Sombra —regresa por un instante la atención a su amigo—, infórmame...

—Luz, la situación es desesperada. Hemos replegado el poco ejército que nos queda rodeando el edificio principal, haciendo un círculo de fuego a su alrededor y alimentándolo con todo lo que tenemos a mano, y de momento estamos deteniendo a los escarabajos que lo traspasan —avisa cada vez más preocupado el defensor—, pero pronto nos quedaremos sin nada para quemar y cuando se apague van a comernos vivos. Por todos los diablos del Infierno, haz algo pronto...

—Tranquilo, camarada —trata de apaciguarlo el estratega—. Resistid un poco más, te mando refuerzos.

—Gracias, jefe —se deshace en un suspiro de esperanza—. Sabía que podía confiar en ti y que algo se te ocurriría.

Luz busca a la mujer que da la sensación de estar ida, como vencida a la violencia de la realidad de los hechos que ha presenciado, y superada ante todo ello, simplemente se ha desconectado en una sobrecarga de sus circuitos.

—¡Luzilda! —intenta recuperarla con amable tono de voz—, Luzilda, ¿estás bien? Por favor, necesito que te recuperes.

—Están todos... muertos. Los fanáticos los han derrotado con facilidad. El Vaticano, el Ejército Rojo, todos nosotros, el mundo entero caerá en su poder irremediablemente. No hay fuerza que pueda detenerlos, son... son imparables —musita, aterrada, entredientes la technological.

Luz se da cuenta por lo que está pasando la mujer, puede percibir como entre esos circuitos y chips centelleantes solo hay miedo y desesperanza, angustia y sensación de derrota y fracaso; con delicadeza se acerca hacia ella, la coge entre sus brazos, la aprieta con ternura sobre su pecho y la besa con tanta pasión que, en el interior de ella saltan chispas en una corriente que recorre todo su cuerpo, reactivándola de golpe.

—¿Estás bien? —la habla con dulzura.

—Sí, ya estoy mejor... —va recuperando la consciencia la mujer, perdida, ahora, en las sensaciones que han despertado en ella, ese primer beso que ha recibido en su existencia.

—¡Luzilda! —insiste él— ¿Estás conmigo?

—Sí, Luz, plenamente... —confirma ella—. Discúlpame, he sufrido un corto circuito y cuando me besaste..., cuando me besaste, no sé lo que me ha pasado. Pero está bien, ya estoy aquí, contigo, dime, ¿qué quieres que haga?

—Lo primero que confíes en mí. Aunque perdamos esta guerra, nunca dejes de hacerlo, necesito que lo hagas y que estés al 100% de tu memoria artificial en lo que estamos haciendo.

—Confío en ti, Luz, plenamente... —confirma ya recuperada la mujer—. ¿Y ahora, cómo vamos a solucionar esto?

—Empecemos por limpiar el Vaticano y echarle un salvavidas al bueno de Sombra. Ha llegado la hora de que comience la segunda parte de mi plan —indica el estratega, y enfocando sobre la fortaleza de los teocráticos, hace una valoración rápida de la situación y comienza a informar a Luzilda de las actuaciones a tomar...

Perdidas las murallas, los habitantes del Vaticano se refugian en el edificio central, repeliendo a duras penas a los escarabajos que intentan atravesar el círculo de fuego. Desde las montañas, en una carrera desbocada, entre gritos y rugidos, las hordas de muertos comienzan a acercarse a las almenas desprotegidas, en lo que parece ser el asalto final y la derrota aplastante de los defensores.

—¡Ahora! —ordena con autoridad Luz a su compañera— Veamos qué tal se comporta tu tropa, pongámosla a prueba.

—¡A sus órdenes, mi general! —acepta el reto con decisión la technological, animada por demostrar la fortaleza y coordinación de su ejército.

Y cuando la inmensa masa del grueso del ejército de muertos a penas está a menos de cien metros de alcanzar las murallas, cuatros portales de energía se abren en el centro de cada uno de los lados de la gran fortaleza. Con celeridad y perfecta sincronización van desplegándose a izquierda y derecha de las salidas, las unidades aliadas de cíborgs y los japoneses que estaban en periodo de instrucción en lo que parece unas maniobras de práctica en combate real.

Luz observa con detenimiento el rápido despliegue, a la vez que Luzilda regresa a la esfera del mundo con él, después de haber dado las instrucciones en el centro de mando de sus ejércitos; orgullosa e ilusionada por mostrar su poder defensivo, la mujer busca la opinión de su director de orquesta.

—¿Y bien...?

—El despliegue ha sido muy rápido y la coordinación perfecta... —confirma satisfecho Luz— Ahora veamos de qué son capaces. Todavía no está ganada la batalla y el enemigo nos supera considerablemente en número.

Desde las almenas las tropas de refresco recién llegadas comienzan a abrir fuego contra la gran masa de muertos que a toda velocidad se precipitan contra ellos. A pesar de la efectividad de sus armas que disparan potentes rayos laser que rebanan como si fuera mantequilla los cuerpos de los atacantes que caen fulminados, no pueden detener el descomunal avance de los enemigos que con rapidez se acercan a las murallas.

Algunas unidades en línea de los cíborgs, bajando desde las escaleras de las murallas, van limpiando las calles de escarabajos que encuentran por la ciudad, con la intención de levantar el sitio en el que se enfrentan los últimos defensores del Vaticano. Ni siquiera las duras corazas de los insectos parecen resistir el impacto de las armas de los technologicals.

Los sitiados, animados por el repentino cambio de las circunstancias, cuando el anillo de fuego ya comenzaba a apagarse, montan una poderosa falange, como un enorme erizo, de escudos y lanzas, y se precipitan contra sus atacantes, que atrapados por el frente y sus espaldas, apenas pueden contrarrestar la ofensiva y a gran velocidad van perdiendo efectivos.

Repelido por completo el ataque de los escarabajos, lo que queda del ejército local se dirige con rapidez hacia las almenas para apoyar a los defensores de las murallas cuando los muertos ya habían empezado a escalar las altas paredes, interponiendo sus escudos y lanzas detienen el primer golpe cuerpo a cuerpo de los atacantes.

—Si no hubieran llegado a tiempo los lanceros, tus tropas hubieran caído rápidamente contra la primera línea de enemigos, puede que tengan armas muy potentes, pero solo sirven para la media distancia. La efectividad de un ejército se mide por la capacidad de repeler diferentes tipos de ataques —va analizando Luz en voz alta—. Tus tropas son magníficas a ese rango de tiro, pero fuera de él, no tienen potencia de combate a larga y sobre todo a cuerpo a cuerpo. —Niega con la cabeza demostrando cierta preocupación Luz—. ¿Qué autonomía tienen esos fusiles?

—Al ritmo tan rápido de disparo que están haciendo, sus baterías se descargarán en media hora, quizás alcancen una hora, pero no más —responde molesta, herida en su orgullo, la instigada.

—¿¡Media hora!? —grita preocupado Luz, al comprender la fragilidad y limitaciones de aquel ejército—. ¿Y luego qué? ¿Los retiramos dejando a su suerte a los defensores o los dejamos morir como a ratas?

—Yo..., Yo... —no sabe que responder la mujer—. Nosotros no estamos preparados para una defensa prolongada. Ya sabes que nuestras capacidades están muy limitadas, hacemos lo que podemos.

—Y cuando alguno de vuestros enemigos consiga la forma de romper el escudo energético que protege vuestras ciudades, ¿qué haréis?

—Nosotros...

—Vosotros caeréis como moscas, sin posibilidad alguna de defenderos —zanja con rotundidad la conversación el estratega—. Está bien, todavía tenemos tiempo, nos lo jugaremos todo a la última carta... ¡O destruimos es puta pirámide de una puta vez o nos vamos todos al carajo!

—Se puede saber: ¿qué quieres hacer?, ¿qué se te ha ocurrido ahora? —lo increpa todavía molesta la mujer.

—Quiero que me abras un portal exactamente aquí... —señala con la punta de su espada hacia un punto del enorme mapa—. Veamos de qué está hecho ese maldito sacerdote que dirige todo este cotarro... Será él o yo.

El nuevo portal de los technologicals se abre a escasos metros, encima de la pirámide que se eleva poderosa sobre una ciudad destruida, sumida en una caótica batalla que se libra por las calles, cuerpo a cuerpo, entre los restos del Ejército Rojo que aún quedan con vida y sus propios muertos que se levantan contra ellos.

El demonio surge de entre el portal y cargando toda su fuerza, rabia e ira, en la potente espada que porta en su mano, sin pensarlo dos veces, se lanza a toda velocidad y con todo su ímpetu contra el desprevenido sacerdote que no esperaba un ataque tan directo contra él y sin tiempo para rectificar y defenderse, solo puede, en una angustiada bocanada de aire elevar sus manos interponiendo su báculo contra el atacante.

El impacto es tan fuerte y la resistencia tan débil, que la espada del guerrero parte en dos el frágil cuerpo del sacerdote como si fuera una hoja de papel. Y sin darle tiempo a refrenar su embestida, Luz golpea con su cuerpo sobre la pirámide en un estruendo ensordecedor que, lanzando por los aires las piedras superiores, resquebraja la cima de la pirámide, abriendo un hueco por el que el demonio cae hacia el interior.

Tras la muerte del sacerdote y la ruptura parcial de la gran pirámide, el estridente zumbido que emanaba de ella se detiene de inmediato, la gran masa viscosa se va deshaciendo en un líquido aceitoso mientras los fanáticos que enfrentaban a los soldados revolucionarios se detienen de golpe, como paralizados.

Los últimos ecos del sonido que dirige a las hordas fanáticas van enmudeciéndose igualmente al llegar a la fortaleza Vaticana, cuyos defensores, incapaces de detener la envestida enemiga por más tiempo, habían comenzado un nuevo repliegue, en un último intento de retrasar la agónica derrota que se les precipitaba.

Los cuerpos inmóviles de los atacantes, que más parecen de cartón que de materia orgánica, se van deshaciendo en polvo que esparce una ligera brisa por entre las montañas. Los defensores gritan y cantan en alabanzas a su Creador por esta inesperada y crucial victoria.

Y sobre el oscuro y frío suelo del interior de la pirámide, inconsciente si no muerto, reposa el cuerpo de Luz-Bel.  

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro