XV Technologicals
El intercambio de golpes parece no tener fin, ni tampoco que haya un claro vencedor de tan magno duelo. Aún así, Luz, llegado un momento del combate, se sabe claro vencedor y siente que su oponente resiste por dignidad y orgullo, comprende que derrotarlo minaría la moral de todos aquellos hombres y mujeres valientes que defienden con tenacidad aquel bastión acosado y sitiado desde hace quinientos años, y que resisten al ataque de la Muerte en vida a duras penas; y en un premeditado descuido baja la guardia para dejarse golpear por su oponente; el choque es brutal y sale lanzado contra el suelo entre un estruendo acompañado de gritos de alegría y vítores de alabanza de todos aquellos que han podido contemplar en directo tan épico duelo y la victoria de su campeón.
«¡Vaya porrazo que te ha dado, chaval! ¿Cómo no lo viste venir? Pero si lo tenías ya en tus manos, solo te faltaba darle el golpe de gracia», recrimina molesto Sombra.
«Te dije que no me hablaras en una semana, traidor», devuelve Luz mientras se lamenta de dolor por el golpe recibido y trata de incorporarse a duras penas. Sin la espada en sus manos ha perdido una gran parte de sus capacidades prestadas.
El arcángel de un rápido aleteo baja junto a él, recoge la espada y clavando una rodilla en el suelo, se la ofrece elevándola entre sus dos manos. Luz agarra la espada con una mano y con la otra la entrega al arcángel para ayudarle a levantarse. Los dos titanes se miran de frente.
—Espero que en el próximo enfrentamiento estés completo de tus tres partes. Solo entonces se decidirá el verdadero ganador de este desafío —murmura entre dientes Luz.
El arcángel asiente con la cabeza y se eleva para situarse nuevamente sobre el obelisco, cubriendo de luz la bóveda que protege el Vaticano.
†
—¡Qué magnifico ser eres Luz-Bel! Quizás contigo tenga este mundo una posibilidad de superarse y todos los humanos y demonios puedan convivir en paz como hermanos —se comenta desde su mecedora, escondido en la penumbra tras la gruesa cortina aquel anciano—. Doy gracias al creador por haberme dejado ver este momento, ya puedo marchar en paz.
Luz se gira para buscarlo con la mirada, pareciera que lo hubiera escuchado. Aquel hombre, humilde y sabio, se levanta de su trono con gran esfuerzo y agarrándose a las cortinas sale al balcón para saludar a sus miles de súbditos que atónitos lo buscan con la mirada en una nueva explosión de sensaciones compartidas y de cantos que hablan de fe, esperanza y lealtad a su maestro y señor. Él les devuelve con gestos de agradecimiento y cariño, él el corazón que da vida a todo un imperio milenario.
Luz se eleva empujado por sus doloridas alas para regresar al balcón donde le aguarda el anciano.
—Vamos Luz-Bel, entremos, ha llegado el momento de que marches al encuentro de tu destino. —Extiende su brazo el anciano para apoyarse sobre el de Luz y entrar juntos dentro—. No queda mucho tiempo, pronto comenzará una guerra que se expandirá por todos los rincones de este mundo.
Al entrar, Luz observa con asombro sobre una de las paredes interiores algo que no había antes cuando llegó: una circunferencia de energía luminiscente brillando con intensidad, que más parece una puerta que se abre a otro lugar. El anciano busca acomodo en su mecedora mientras Luz se acerca a ella, introduce una mano para luego sacarla.
—Vamos, hijo, entra sin miedo. Al otro lado conocerás y aprenderás cosas nuevas que te harán crecer y mejorar como ser y encontrarás la manera de alcanzar el lugar a donde quieres llegar.
Luz atraviesa la puerta sin temor. Y tras irse, se escucha el llanto que anuncia el nacimiento de un niño mientras el anciano en una última exhalación de aliento entrega su alma al Creador.
†
—Bienvenido al Mater-Universo —escucha una voz tersa de mujer mientras intenta adaptar su nueva realidad al extraño entorno donde se encuentra—. Tranquilo te habilitarás pronto.
Luz trata de recomponerse de su desconcierto entre el asombro y el completo desconocimiento de aquel lugar en el que jamás había estado antes y ni siquiera hubiera podido imaginar. Se encuentra en una gran habitación que parece carecer de paredes, techo ni suelo. Tan solo son luces brillantes de diferentes colores que delimitan las zonas. Algunos seres mitad hombres mitad máquinas introducen sus manos en aparatos eléctricos y un gran número de cajas muestran imágenes de diferentes lugares del mundo.
—Relájate, no tienes nada de qué temer, estás entre amigos —insiste la voz de la mujer. Luz se gira intentando verla, pero le resulta imposible poner un rostro a esa voz que parece venir desde diferentes lugares—. Ellos son cíborgs, son seres humanos que han sido modificados con algunos elementos mecánicos para mejorar sus funciones, están motorizando la información que recibimos del exterior, y organizan y transmiten las órdenes necesarias a nuestros sistemas de producción.
—Pero... —Luz intenta articular algunas palabras, cada vez más contrariado—. ¿Dónde estamos? Nunca vi nada igual.
—Si lo que buscas es una ubicación real, te diría que estamos en las Islas Británicas, en lo que un día fue Londres. Pero si lo que quieres saber es dónde estás realmente, te diré que estás en el interior de Mater, una realidad paralela al mundo que conoces —describe la voz a la que Luz no puede poner rostro—. Estamos en el centro de mando de la Technologicals.
Luz se da la vuelta en un nuevo giro buscando la voz para encontrarse el rostro de una mujer de frente y un cuerpo hecho de luces tintineantes.
—¿Quién eres? —pregunta Luz asombrado por las formas de aquel ser.
—Primero deberías preguntar: ¿Qué soy? Y te diría: soy un holograma, una representación en tres dimensiones con la apariencia física de mujer que me da forma, pero soy más, porque a diferencia de los hologramas tradicionales, dentro de esto que ves, estoy formada por órganos que aunque sean sintéticos son la vez orgánicos y desarrollan sus propias funciones, algunas parecidas a las de los humanos otras más específicas.
Luz menea la cabeza contrariado, no entiende nada de lo que pasa a su alrededor, ni le encuentra ningún explicación al motivo por el que está en ese lugar.
—Me gusta que me llamen Luzilda. No te parece una extraña casualidad que nuestros nombres sean tan parecidos, Luz... —Su voz suena más dulce y atrayente a cada momento, pareciera que intencionadamente tratara de atraerle, conociendo exactamente el tono que ha de utilizar para hacerlo—. ¿Me permites pronunciar tu nombre completo? —ronronea melosa como una gata.
—Sí, por supuesto —accede Luz ya más calmado mientras cada vez se siente más atraído hacia ella.
—Luz-Bel, Luz–Bell... —repite la mujer varias veces, entonando cada palabra con mayor persuasión—. Me gusta como resuena tu nombre en mi interior.
«Luego cuando te líes con ella y vengan las consecuencias, no me vayas a echar la culpa a mí, chaval», interrumpe Sombra en tono irónico.
—¡Te he dicho que no me hables más! —grita Luz a viva voz, resonando de manera mecánica por aquel lugar mientras todos los presentes detienen sus acciones y le buscan con preocupación.
—¡Disculpe caballero! No era mi intención molestarle —se lamenta molesta la mujer.
—¡No! No era a ti, lamento si te asuste. Es a una voz que me habla en mi cabeza y que no quiero escuchar... —detiene su explicación al darse cuenta de lo mal que han sonado aquellas palabras—. Bueno, dejémoslo. Y ya que hemos terminado con las presentaciones, podrías explicarme ¿qué hago aquí? ¿Y cómo podríamos ayudarnos?
—Una vez más te me adelantas con las preguntas, querido Luz-Bel. Antes de todo eso, todavía debes saber algunas cosas más —lo rectifica una vez más.
—¿Como qué?
Luzilda torna más seria en sus formas y en la manera de hablar, se acabaron los momentos de flirteo para entrar en materia. Es mucho y muy importante lo que está en juego. La propia supervivencia de todos ellos y del mundo en el que viven está en peligro y grandes cambios se les vienen encima precipitadamente.
—Lo primero que debes saber es que, aunque en la Technologicals contamos con una tecnología mucho más avanzada, que podría darnos una ventaja indiscutible frente a nuestros competidores, la realidad es que nuestras capacidades están muy limitadas. —La mujer se gira mostrando con más detenimiento toda la infraestructura de que disponen—. Cuando el Programador...
¿Quién...? —interrumpe Luz contrariado.
—Digamos, para que lo comprendas, el Creador de Mater.
—Entiendo. Sigue...
«El Programador introdujo en la memoria de Mater una serie de imperativos de obligado cumplimiento tanto para ella como para todos nosotros que de alguna manera estamos conectados con ella.
»El primero y más importante es la prohibición de aplicar procesos de eugenesia al perfeccionamiento de la especie, esto es, que no podemos altear o modificar en modo alguno el desarrollo de la vida humana en su estado primario, esto afecta tanto a producción de hombres y mujeres, como a la fecundación artificial, manipulación genética, clonación o cualquier cambio que afecte al embrión o al nasciturus y primeros años de vida, más allá de aquellas operaciones médicas que fueran necesarias para salvar su vida.
»Los seres humanos han de llegar a este mundo tal y como lo han hecho desde el principio de los tiempos. Y tan solo, una vez alcanzada la madurez y mediante el consentimiento implícito, sus órganos y capacidades pueden ser alterados, pero nunca afectar a su esencia vital.
»En los territorios de Technologicals, la vida humana se desarrolla con total normalidad en un proceso de nacimiento, vida y muerte de igual manera que lo ha sido siempre y como lo es en el resto del mundo en el que vivimos. Solo los Fanáticos han alterado este proceso contraviniendo las leyes naturales...».
—Entiendo —asiente Luz—, al menos esto último que me has explicado.
—Me alegro —sonríe con complaciente ternura Luzilda y señalando una enorme pantalla central donde puede observarse un gran mapa como el de Luz, añade—: Y ahora, lo siguiente que debes saber es que...
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