Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

V Mon

—Mi nombre es Mon Lafuerte, soy abogada laboralista, enlace sindical, ecologista, vegana, feminista y cantante amateur. —Se adelanta en la presentación la mujer mientras saca de su gabardina una cartera y de ella unas tarjetas, hace un amago de repartirlas pero tras mirar de reojo a los presentes se decide por dejarlas encima de la mesa—. Es para mí un gran honor representar a la comunidad humana que habita en el Infierno y ser su voz en este momento histórico, en el que se avecinan grandes cambios para las dos grandes comunidades que cohabitamos en este gran país. Estoy convencida de que si todos ponemos de nuestra parte podremos alcanzar grandes metas juntos y construir un Estado más libre, más fraterno y más justo, donde podamos vivir demonios y humanos en paz y concordia.

Algunas incipientes risas entre los asistentes detiene la disertación de la mujer unos segundos, que ante el desprecio generalizado ante sus justas reclamaciones, lejos de achantarla, se sobrepone , enardece su tono, mostrándose más altiva y decidida en los ideales que la inspiran.

—Exigimos...

Luz carraspea mientras las risas aumentan de tono.

—Reclamamos... —Hace una pausa para buscar una mejor palabra—. ¿Pedimos, suplicamos, rogamos, imploramos...? ¿Qué? ¿Cómo quieren que les diga? —grita con todas sus fuerzas acallando las risas.

—Demandamos estaría bien —susurra entre dientes Luz—. ¡Ah! Y procura mantener la compostura, no estás en una posición ventajosa en estos momentos.

Mon asiente, da una bocanada de aire y continúa con sus demandas:

«En todo caso, aprovecho para transmitirles, ilustres miembros del Gobierno, el malestar e indignación de nuestra comunidad que malvive al límite de sus posibilidades. Somos discriminados, acosados y despreciados, carecemos de las condiciones mínimas para el desarrollo de una vida digna. 

»Demandamos que se abra una mesa de diálogo con representantes de ambas partes, donde se negocien y se reconozcan la paridades de derechos, obligaciones e igualdades para todos, donde se recojan derechos laborales justos, como la jornada laboral de ocho horas, salarios dignos, y una Sanidad global que de cobertura sanitaria a todos por igual, ¡ah! Y vacaciones de un mes al año remuneradas y dos pagas al año extras. 

»Además, y esto es muy importante, solicitamos que se garantice la seguridad e integridad de nuestros niños en los colegios y el acceso, ahora vetado, a nuestros jóvenes a todas las universidades del país, sin distinción alguna e incluyendo las academias militares y de cuerpos de seguridad del Estado, 

»para que los humanos podamos, de esta manera, alcanzar puestos de responsabilidad en cualquier administración pública del Estado, teniendo siempre en cuenta los méritos y la capacitación para el desarrollo del puesto sin distinción de raza. Reclamamos el derecho al sufragio activo y pasivo que nos permita elegir y ser elegibles en todas las convocatorias electores en igualdad de condiciones que lo hacen los representantes de los demonios. ¡Ah  y por supuesto! Que se reconzcan los mismos derechos electorales, tanto a las mujeres demonios como a las humanas, porque es un derecho que se nos es negado a todas...».

La mujer, enardecida, motiva y lanzada  como una moto, se arranca a hacer todo tipo de reclamaciones, como siempre gusta de hacer en los juzgados y cortes de justicia que hay en el infierno, aprovechando cada segundo que les arrasca para echarles en cara su falsedad e hipocresía, sabe que en cualquier momento las bofetadas serán tan duras que terminarán por acallarla. Ya ha porfiado con esa clase de tipos muchas otras veces y los conoce bien, y esos no eran demonios, aunque los parecieran al lado de estos...

—¡Vale! Ya está. Calla niña que me has dado dolor de cabeza con tanta tontería que has soltado por tu boca en un par de minuto —recrimina entre molesto y sarcástico Satanás, arrancando una sonora carcajada de todos los presentes.

—¡Canta humana! —grita Lilith—. A ver si lo hace mejor que parlotear.

—¡Sí, qué cante! Queremos escuchar a la valiente humana que osó presentarse ante nosotros, quiero escuchar de esos dulces labios una canción —reclama, con taimada voz y excitado pensamiento, otro de los presentes sentado a la derecha de Satanás y cuyo rostro parece sumido en la mayor de las oscuridades que ni su mirada refleja luz alguna.

—Dale, niña, canta y será mejor que afines la voz, te va tu patética vida en ello —ordena Satanás.

La mujer no se achanta, sabe que su vida como sus palabras no vale nada entre aquellos indeseables, y haciendo acopio de fuerza y coraje, eleva el puño en alto y entona la voz a capela.

—Para tan distinguido y "querido" público un tema del maestro Chicho Sánchez que habla de dos gallos:

«Cuando canta el gallo negro es que ya se acaba el día.
Si cantara el gallo rojo otro gallo cantaría.
Si cantara el gallo rojo otro gallo cantaría.
¡Ay, si es que yo miento, que el cantar que yo cante lo borre el viento!
¡Ay, que desencanto si me borrara el viento lo que yo canto!

»Se encontraron en la arena los dos gallos frente a frente.
El gallo negro era grande pero el rojo era valiente.
El gallo negro era grande pero el rojo era valiente.
¡Ay, si es que yo miento, que el cantar que yo cante lo borre el viento!
Ay, que desencanto si me borrara el viento lo que yo canto!

»Se miraron cara a cara y atacó el negro primero.
El gallo rojo es valiente pero el negro es traicionero.
El gallo rojo es valiente pero el negro es traicionero.
¡Ay, si es que yo miento, que el cantar que yo cante lo borre el viento!
¡Ay, que desencanto si me borrara el viento lo que yo canto!

»Gallo negro, gallo negro, gallo negro, te lo advierto:
No, no, no se rinde un gallo rojo más que cuando está ya muerto.
No, no se rinde un gallo rojo más que cuando está ya muerto.
¡Ay, si es que yo miento, que el cantar que yo cante lo borre el viento!
¡Ay, que desencanto si me borrara el viento lo que yo canto»!

Termina la canción la mujer en un lamento, en un quejido y mirando con orgullo y dignidad, les espeta, desafiante a todos aquellos que con desprecio y autosuficiencia la miran, el alegato final:

—¡A la mierda todos vosotros, sois escoria! Hasta la victoria final. Amor y libertad —grita con fuerzas para echarse, entre un estrépito de protestas de los presentes, al cuello de Luz y besarle ardientemente como si fuera la última vez.

Un dulce siseo de aquel que la animaba a cantar, acalla al instante a los demás.

—Preciosa interpretación... Mon. De verdad que me ha gustado, ha sido deliciosa, tanto como tú, muñeca. Ven... bésame a mí de igual manera que le besas a él, ardo de deseo por ti, eres tan hermosa, tan inocente, tan dulce... —reclama con atrayente voz a la mujer que, como hechizada parece incapaz de resistirse y comienza a avanzar a paso lento hacia aquel que le susurra.

A la derecha de Satanás surge de la oscuridad,  un hermoso rostro, casi tanto como el del mismo Luz-bel, de delicadas facciones humanas, pelo dorado y ojos de miel, que más parece un ángel que un demonio. 

Todos saben en el Infierno de la revalidad que hay entre ellos. Quizás, Satanicha fuera el demonio más fuerte, más valiente y osado, el mayor defensor de las tradiciones demoniacas, la espada orgullosa que comanda un ejército de legiones que le seguirían hasta el final del mundo, el preferido del Consejo, incluso el mimado por Satanás; pero nada de eso importa, él, Satanicha "el Poderoso" no tiene la marca en la frente y nunca llegará gobernar el Infierno, y eso le corroe por dentro más que cualquier otra cosa. Bueno, eso y que Luz-Bel sea ligeramente más hermoso, pues su luz, aunque tenue, refulge en la oscuridad y la suya se apaga.  

—Vamos Mon, ven aquí perrita obediente, ponte a cuatro patas y ladra, ven a lamer mi mano —continúa con su chanza el oscuro demonio. La mujer hace un amago de echarse al suelo, pero Luz la detiene pasando su brazo sobre su cintura con delicadeza.

—Despierta Mon —la susurra Luz con ternura al oído para recuperarla del sortilegio, y elevando la voz se dirige al hostigador—. Y tú, Satanachia, te ordeno que la dejes tranquila y no uses tus encantamientos con ella, no te perdonaría si llegaras a hacerla algo...

—Vamos, Luz-Bel, hermano, no seas celoso y comparte con nosotros a tu amiga, es solo una humana, ganado para ser consumida, si lo haces... —hace una pequeña pausa buscando una oferta, digna de ser aceptada, que hacerle mientras da un par de pequeños golpecitos contra la mesa con la uña de una de sus garras—, ¡Sí, ya! Te dejaré que entres a auditar el ejército y nos traigas un gracioso informe como hiciste con los otros —propone en tono irónico.

Rompen en estrepitosas carcajadas de todos los demonios presentes. 

—¡No pronuncies mi nombre! Bastardo —grita Luz perdiendo el control mientras su rostro y su cuerpo va transformándose en el de un poderoso demonio, y de su mano enguantada se expande una garra pareciera una espada corvada —. No pongas tus sucias garras en ella o te la verás conmigo...

—Vamos niño bonito, resolvamos nuestras diferencias aquí, en un duelo... —propone el aludido mientras se transforma igualmente en otro poderoso demonio y se levanta con violencia, lanzando el trono en el que se sienta contra una pared.

—¡Basta ya! Detened de inmediato este enfrentamiento —corta en seco Satanás la trifulca a la par que golpea con fuerza su puño sobre la mesa—. No es el momento... Ni estamos aquí para eso. ¡Controlaos!, os lo ordeno —exige con voz autoritaria.

Ambos contendientes paran de inmediato, recuperando su forma humana sin dejar de cruzar sus miradas de manera desafiante.

Mon, por el contrario, comienza a recuperarse del hechizo al que había sido sometida y al darse cuenta de la peligrosa posición en la que se encuentra, desconfiando incluso de su protector, al haber podido comprobar su forma demoniaca, andando lentamente hacia atrás, se aleja de él para buscar la puertas del ascensor y sin darse cuenta del hombre sentado en el suelo tropieza con sus piernas y cae al suelo de culo junto a él.

—Permíteme libertaria que te haga una pregunta... —insiste Satanachia a la mujer con tono amable—. Es una duda que me ronda la cabeza desde hace tiempo y nunca he sabido darle respuesta.

—Dime... —responde Mon en un susurro entrecortado entre sus trémulos labios.

—¿Cómo es que si somos tan despreciables y os tratamos tan mal, todos los años vengan, escapando del rodillo Rojo, varios millones de humanos al Infierno? ¿No debería ser al revés?

Se hace un sepulcral silencio en la sala de juntas mientras las miradas de todos los presentes se clavan inquisidoras sobre la instigada.

—Yo, yo... —No encuentra la mujer una respuesta—, no sé...

—Ni yo tampoco... —resuelve el demonio—. Quizás sea... porque al otro lado del océano, los humanos mal viven en un Infierno peor al nuestro. ¿Qué piensas? 

Se escuchan algunas sonrisas antes de regresar el silencio, roto nuevamente por la palabra del Presidente.

—Bien, ya sabemos que en realidad, la conejita de Luz-Bel es una espía revolucionaria. —Clava Satanás su mirada inquisidora en ella—. ¿Comprenderás, bonita, que no podemos dejarte salir de aquí..., humana?

La mujer no responde, solo busca con sus ojos envueltos en lágrimas a los de Luz, que se ha dado la vuelta para mirarla mientras comprende la gravedad de la situación en la que la ha metido.

—Pero cambiemos de tema... —recobra el Presidente del Consejo la atención de todos los presentes—. Dime, hijo mío —recalca con sorna—, ¿A qué debemos la visita de tu otro invitado?

Luz se recompone.

—Él es... 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro