La psicóloga entra a su sitio, hoy es viernes. La saludo con una sonrisa y suspiro cuando toma su lugar frente a mí. 

No quiero hablar, pero de todos modos siento que es hora. Siento que es hora de dejar que Patrick Diamond salga de mi vida.

O mejor aun, obligarme a mi mismo a  salir de la suya.

—¿Bien?

— Un día común se convirtió en algo que odie, simplemente creo que este es el final.

(...)

Llevábamos tiempo saliendo, ya todo era formal. Charlie lo conocía y yo conocía a todas sus amistades.

Reíamos.

Llorabamos.

Nos amabamos.

Todo.

Pero un día sucedió lo inevitable y fue en su casa donde sucedió.

—Creo que ya llevamos tiempo y debo contarte algo que no lo he dicho a nadie por miedo pero tengo que hacerlo.

Asiento y comienzo a escucharlo. Me enseña una fotografía y deduzco que son sus padres.

Una señora rubia de sonrisa de sol y un señor con ojos de cielo.

Comienza a contarme como es que sus padres salieron un día a celebrar su aniversario y él decidió quedarse en casa pues creía que necesitarían tiempo para ambos.

Salieron con tantas ilusiones en mente pero no todos ven la luz de nuevo.

Unos porque deciden apagarla por si mismos y otras porque alguien ajeno acaba extinguiendola.

Mi mente comienza a pasar cinemáticas de aquel día.

El carro de los padres de Patrick va adelante del mío, y yo con todo el alcohol encima y nada de cordura decido cruzar por delante.

Él está desvaneciendose en lágrimas frente a mí y me doy cuenta que estoy llorando también.

Cuando por fin termina de hablar suelto en un pequeño susurro.

—Yo conducía el auto que chocó con él de tus padres.

—Los mataste

—Patrick yo

— ¡LOS MATASTE!

Él está llorando como nunca, se siente como una tormenta. Ver a alguien que amas destrozandote frente a ti es malo. Ver a a alguien que amas romperse por tu culpa es aún peor.

—¡YO CONFÍE EN TI! TE DI MI PRIMER BESO, PERDÍ LA VIRGINIDAD CONTIGO Y TÚ ¡ERES UN MONSTRUO!

Intenta darme golpes en el pecho y estos son solo cosquillas comparado a lo que dice y a la manera en que se ve tan débil. 

—MALDIGO EL DIA EN QUE TE CONOCÍ, OJALÁ NO HUBIESE SIDO TAN IDIOTA PARA CREER EN TI ¿LO SABÍAS? ¿SABÍAS QUIEN ERA?

—Juro que no —susurro débilmente. — yo, sé que mate a dos personas pero no sabía que habían sido tus padres y yo, lo siento mucho

—MATASTE A DOS PERSONAS Y FUERON MIS PADRES, ES INCREÍBLE YO SALVO VIDA Y TU ACABAS CON ELLA

—Patrick no digas eso no fue mi...

—Claro que lo fue —interrumpe.— ¿Cómo le llamas a ponerte ebrio y luego irte a manejar como idiota.

Me di cuenta en ese instante, yo apague la luz de los padres de Patrick. Y acaba de terminar con la de su hijo también. 

(...)

Tengo que hacer una pausa, estoy consumido en lágrimas y aunque intento tomar aire esto no se detiene.

La culpa cae en mi una y otra vez.

—Esta bien, toma aire y puedes seguir contándome.

Tardó unos minutos en reaccionar y suspiro.

—Patrick me sacó de su casa, estuve días rogando perdón pero me di cuenta que ninguno de los dos volvería a ser el mismo. Nunca, y aunque estuve buscándolo él se fue de su casa a alguna parte. Ha pasado mucho tiempo y hasta hace poco supe de él. 

La psicóloga se me quedo viendo y noto algo de lástima en su mirada pero sigo hablando. — Creí que iba a sentírme bien, pero comencé a volver loco y yo bueno decidí que era bueno venir a terapia.

—¿Sabes como esta él?

— Fingiendo.

—¿Fingiendo?

— Fingiendo que no me extraña, fingiendo que ama a ese otro chico y que me olvidó. 

—¿Y cómo sabes que está fingiendo todo aquello Dereck? No puedes estancarte en él.

—Solo lo sé, podrá ser el mejor doctor del mundo pero no es buen actor. Si me disculpa tengo que irme

—Nos veremos el lunes Dereck

—Claro, no le prometo nada.

Digo antes de salir por la puerta de aquel cuarto que ha escuchado más secretos que el propio Charlie.