Le había dado una primera impresión de mi bastante mala.

En primer lugar, estaba durmiendo y no haciendo mis ejercicios.

Segundo había dormido todo el día.

Tercero mi almuerzo estaba frío y completo, no había probado ni un bocado.

Desperté cuando escuché que se sentó. Era un hombre un tanto joven pero ya se podía apreciar bastantes canas en su cabello y barba, seguro que si se ponía de pie me llevaba dos o incluso tres cabezas de altura. Estaba con las piernas cruzas, cuaderno en mano y me miraba fijamente. Su cara de filósofo intentaba ponerme incómodo, así que me senté para míralo fijo a él.

-Antes que digas nada, déjame presentarme. Me llamo Fernando, mi apellido ahora no interesa porque he venido como amigo. - dijo serio - se que no quieres ayuda, está bien, es tu decisión.

- ¡Sí! Tampoco tengo muchas ganas de escucharlo, ni mucho menos de hablar -le dije mirando a la puerta, para que entendiera que quería que se fuera.

- ¡Está bien! -aceptando con la cabeza - si no quieres mi ayuda, me iré.

- ¡Muy bien! – asintiendo y mirando la salida esperando a que se marchara.

- Pero...

- ¡De verdad! Quiero que se vaya. –enojado, ya había colmado mi paciencia.

Llevábamos cinco minutos de conversación y ya me estaba irritando. Quería seguir durmiendo y olvidarme que había un mundo.

-Me iré después que me respondas diez preguntas. Puedes responder con Sí y No o también con lo que sientas, pero tienen que ser respuestas coherentes - dijo sin perder su estado de paz y seriedad.

- ¿y luego se va?

- Sí. Y si luego de hoy, sientes que no me necesitas, no volveré – mirándome fijamente.

-Está bien.

Quería respondérselas rápido, no quería que estuviera ahí. Sentía que estaba loco, o que mis padres consideraban eso. Yo no necesitaba ayuda, solamente era tiempo lo que quería. A medida que fue haciéndome las preguntas noté como sabía de mí. Parecía que me conocía de toda mi vida, antes y después del accidente. No había un detalle que se le hubiera escapado.

¿Cómo era posible?

- ¿Sientes lastima por ti? - sin dejar de mirar su cuaderno.

- ¡No! - su pregunta me había confundido. ¿Por qué creería que tendría lastima de mí?.

Se quedó mirándome fijamente un rato, imaginé que se había quedado sin preguntas, pero luego prosiguió.

-En este momento ¿qué es lo que más te molesta de tu cuerpo?

Recuerdo que lo miré y le sonreí, podría haber preguntado miles de cosas, pero decidió hacer la más obvia.

-Mis orejas - le contesté y luego le sonreí sarcásticamente.

- ¿y crees que mintiéndome te haces bien a tí mismo? - levantando levemente su ceja.

- ¡Sí! ¿No era que el reír salvaba vidas? - Se lo dije provocándolo, así pudiera notar que no me apetecía seguir con la conversación.

-Muy bien - aprobó con su cabeza mi respuesta. - ¿tuviste relaciones sexuales?

- ¡Sí! –riendo, no le encontraba sentido.

- ¿y no te molesta no poder tener ninguna otra en tu vida?

Su pregunta de verdad me había molestado -Sé que tendré - estaba enojado. Posiblemente en ese momento me estaba mintiendo a mí mismo, pero no quería pensar en eso todavía.

- ¿Te gusta estar enojado con la gente que te rodea?

- ¡No! Claro que no- seguro.

- ¿y por qué lo haces?.

-Porque todos me presionan o me miran con lástima y yo no necesito eso. Sé que es difícil, pero yo puedo solo. No necesito su ayuda o la de un psicólogo, sólo sé que puedo. - estaba mirándolo fijo, quería que lo entendiera, que supiera lo que realmente pensaba.

Llevábamos hablando quince minutos, siete preguntas, y a él lo notaba muy seguro, como si supiera que iba a terminar ganándome, que él volvería.

Me incomodaban algunas, supongo que quería ponerme nervioso o buscar mis puntos débiles, pero ya tenía aceptado la mayoría de las cosas que me estaban pasando.

O eso creía yo.

Su siguiente pregunta, la octava, fue la que más me costó responder.

- ¿Sientes culpa?

- ¿Culpa? – confundido

-Sí. Culpa por defraudar a tus padres al consumir drogas, culpa por escaparte del hotel, por dejar que tu amigo conduzca bajo los efectos de sustancias ilegales, por el accidente. Culpa por la muerte de Joel, por una posible depresión de Albano, por estar hoy aquí, por estar parapléjico - Me estaba mirando de manera desafiante, con su ceja levantada y seguridad.