capíтυlo 2
Esa vez todos mis problemas habían desaparecido, me sentía tranquilo y feliz.
Nada me podía alterar, ni siquiera los gritos de mi madre cuando vio que llegue tarde. Seguro que si se hubiera dado cuenta que estaba drogado, esos gritos si podían romper mi paz.
Cuando volvía a casa, me parecía divertido ir caminando, sentía que no estaba tocando el suelo. Tenía la necesidad de volver a sentir esa tranquilidad, esa sensación de levitar. Y fue así como todos los días después del entrenamiento, quedábamos a fumar.
Nadie lo sabía, sólo nosotros tres.
Podríamos decir que era nuestro pequeño secreto, en realidad era el más grande que había tenido en mi vida, y la adrenalina que me causaba hacer algo prohibido no se puede explicar.
Dos meses después, mi vida había cambiado, tal vez no tanto como ahora, pero había llegado drogado al colegio y peleado con mis amigos, sólo quería estar con Joel y Albano. Hasta mis notas habían bajado.
Cada competencia que teníamos, debíamos estar limpios, así que pasábamos dos días sin fumar, y cuando terminábamos, solíamos ir a festejar.
El día que cumplí diecisiete me despertaron mis padres, habían preparado un desayuno e invitado a mis amigos de la infancia y a los del secundario. Ellos no sabían que ya no hablábamos, que no eran mis amigos. Así que todo fue silencioso, nadie hablaba, en cierta forma estaban enojados conmigo. Lo bueno de todo eso, es que se fueron rápido, lo que me dejó más tiempo para festejar con quienes realmente eran mis amigos, Joel y Albano.
A la tarde de ese día, fuimos a los entrenamientos de taekwondo y me enteré que en los próximos enfrentamientos oficiales recibiría mi cinta negra. Sin duda, en ese momento era la mejor noticia, sería la primera competencia en esa categoría, y posiblemente podría conseguir muchos trofeos como mis amigos.
Tal vez no me debí haber obsesionado tanto con ese cinturón, tal vez hoy las cosas serían diferentes...
Una semana más tarde tuve mi cinta negra. Estaba emocionado, normalmente no me entusiasmaba por algo tanto tiempo, pero había sido un año muy bueno y quería seguir así muchos más.
"Bueno"
Hoy me pongo a pensar y de bueno no tuvo nada. En el colegio estaba solo, no tenía amigos ahí y mis notas eran las peores, posiblemente tendría que repetir. La relación con mis padres era muy distante y lo peor, consumía drogas.
Nada de eso me enorgullece ahora, pero si lo hacía antes, cuando había conseguido una estúpida cinta negra.
La competencia era a unos kilómetros de donde vivía, el Dōjō quiso que después de los enfrentamientos, descansáramos y al otro día volver. Mis padres me llevaron y se quedaron a verla, pero ellos se volverían sin mi esa noche. Yo quería quedarme para festejar.
Gané el primer lugar en mi categoría, y para ser la primera vez a ese nivel, era un gran triunfo.
El Dōjō quedó como uno de los mejores, había ganado quince de veinte enfrentamientos, se llevaba cuatro primeros lugares, ocho segundos puestos, y tres terceros. Era un gran triunfo para todos. Joel y Albano como siempre se habían lucido, ya eran una leyenda.
Cuando terminó, fueron hacia donde estaban mis padres y me felicitaron. Seguramente estaban orgullosos de que supiera pelear, que hiciera algo que me mantuviera entretenido. Luego de eso se despidieron y se volvieron a casa.
Tal vez esa no era la despedida que debíamos tener, porque ellos llegarían esa noche a casa y me esperarían al otro día.
Era yo el que no volvería.
Pero nunca me lo había imaginado, a veces las cosas se van dando y nosotros dejamos que pasen, sólo para ver cuáles serán sus consecuencias.
Y esas consecuencias pueden ser buenas o muchas veces, costar la vida.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro