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—Pero señor... p-por favor, déjeme explica-
—No hay peros, señorita Kim. Ésta es una importante empresa de moda, con una intachable reputación que mi familia sostiene desde hace décadas. Y no permitiré que sus amoríos con algunos empleados, manchen el nombre de esta gran familia. Aquí se viene a trabajar, no a copular entre las telas o en los baños de damas.
La pelinegra sintió un tremendo ardor subir por sus mejillas, junto con esas horribles ganas de llorar que la atacaron al sentirse tan avergonzada ante el dueño de Your Style Company. Se sentía humillada, injuriada, expuesta, y lo peor de todo era que no estaba siendo juzgada injustamente.
—No tengo más que decir, señorita Jisoo. Tome sus pertenencias y abandone el edificio antes del mediodía. Está despedida.
La mujer no hizo más que asentir, sin siquiera poder sostenerle la mirada al hombre y se giró, corriendo fuera de esa pulcra oficina, conteniendo las lágrimas para no provocar comentarios entre las personas que iban y venían por los pasillos.
Por otro lado, Kim Jung Suk suspiró decepcionado, dejándose caer en el respaldo de su silla. Todavía no podía creer que la secretaria de su hijo tuviera ese tipo de tratos con otros empleados. Bufó molesto y se incorporó de nuevo para eliminar el video que le había llegado anónimamente. No quería ni siquiera tener que verlo de nuevo. No logró identificar al hombre que estaba con ella, y Jisoo no quiso cooperar demasiado cuando se lo preguntó. Era una decisión un poco injusta, pero concluyó en que dejaría hasta allí el asunto. Al menos por ahora. Si algo así volvía a pasar, iba a tomar el asunto con mano dura. Sin compasión.
Tres suaves toques en su puerta lo hicieron levantar la mirada con esa característica sonrisa que siempre mostraba. Sabía quién era, así que no dudó ni un segundo en dejarla pasar.
—¿Todo bien? —preguntó una pelirroja, asomando apenas su cabeza. Como si tanteara el terreno, después de cruzarse con la otra mujer que prácticamente huía ahogada en sus lágrimas.
—No del todo —respondió el hombre, masajeando sus sienes.
Lilith se preocupó un poco cuando vio a su padre aflojar su corbata y pronto corrió hasta el pequeño mueble donde descansaba una jarra con agua. Sirvió un poco en un vaso y luego caminó hasta el mayor, hurgando en los cajones del escritorio para encontrar sus medicinas de la presión.
—Te lo vengo diciendo hace un mes. Ya estás mayor para disgustos. Ni siquiera deberías estar trabajando. Tienes un hijo que es lo suficientemente responsable como para hacerse cargo de la empresa y no necesi-
—Tengo dos hijos —le corrigió el hombre, aceptando el agua y la pastilla, con una sonrisa —. Una bella y bondadosa hija que siempre se preocupa por este viejo, y un malcriado pero buen hijo que hace un perfecto trabajo cuando no estoy.
Lilith sonrió y sobó su espalda mientras la presión del hombre se estabilizaba.
—Y es por eso que te digo que no es necesario que estés aquí. Sabes lo mucho que mamá también se preocupa.
Jung Suk suspiró, dándole la razón a su hija. Pero quién si no se ocuparía de cuestiones como esas. No quería ni pensar cómo se sentiría su hijo al saber que su secretaria hacía cosas como esas en horas de trabajo. Sin duda Seokjin no podría manejar algo como eso.
Una vez más calmado, le explicó a su hija el motivo de su disgusto y sin duda, Lilith tuvo la reacción que él se esperó. Aunque, más que decepcionada, parecía horrorizada. ¿Y quién no? Kim Jisoo había entrado hace pocos meses a trabajar en aquella empresa. Directamente en el área de relaciones públicas, quedando bajo el cargo de Seokjin. La mujer desde el principio mostró una excelente eficiencia en sus labores y es por ello que ambos ahora estaban tan decepcionados de ella. Era cosa de no creer.
—Vaya... —susurró la pelirroja, tomando asiento frente a su padre —. Eso es... imposible. Todavía no puedo creerlo.
Su padre asintió, concordando con sus pensamientos. Pero lo que más le perturbaba al hombre era cómo notificaría a su hijo de la decisión tan precipitada que tomó. Jin siempre se mostró muy complacido con el trabajo de Jisoo y decirle ahora que había sido despedida...
—Yo lo haré —decidió la pelirroja, poniéndose de pie.
—Uhm... supongo que es lo mejor. Tú sabrás como reconfortarlo —su padre le sonrió de forma tenue y también se puso de pie para ir hasta donde ella. Posó ambas manos sobre sus hombros y suspiró, admirándola unos segundos —. Sí todas las mujeres fueran como tú y tu madre, esté sería un mundo mejor.
—Y si todos los hombres fueran como tú y Seokjin, todo sería aún más perfecto —concluyó ella, abrazando a su padre para tranquilizarlo —. Todo estará bien. Ayudaré a Jinnie a encontrar a alguien igual o aún más eficiente que la señorita Kim.
—Sé que lo harás —besó su frente y se alejó de su hija —. ¿Qué te parece si vienen a cenar esta noche? Sería bueno que de vez en cuando se acordaran de sus viejos.
Lilith rio ante el fallido intento de su padre de verse tierno.
—Le comentaré la idea a Jin.
Con eso de despidió, y salió de la oficina del hombre, liberando al fin un enorme suspiro.
Sí todas las mujeres fueran como tú... esté sería un mundo mejor.
—No estaría tan segura, padre —masculló cuando una gran sonrisa de satisfacción surcó sus labios.
No le tomó más de cinco minutos llegar hasta el área de relaciones públicas y fue entonces cuando de nuevo preparó su mejor rostro para darle la noticia a Seokjin. Aunque la noticia pareció golpearla a ella, cuando entró a la oficina de su esposo, encontrándolo "consolando" a su ex secretaria.
—Jin...
—Oh, Dios, lo siento —se excusó Jisoo, secando sus lágrimas tras separarse del castaño que se veía igual de afligido.
«¿Por qué, Jin?»
—Descuida, lo entiendo —habló Lilith y se acercó a la pelinegra, dando unas suaves palmaditas en su espalda —. Siento esto Jisoo. Mi padre... —la contraria la miró horrorizada —. Sí, él me contó el motivo. Pero no te juzgaré —agregó, ahora acercándola para darle un abrazo que hizo a la pelinegra, odiarse aún más de lo que ya lo hacía.
Lilith era una persona tan buena... y ella... ella dormía con su esposo sin sentir ninguna culpa.
Se excusó tan pronto tuvo la oportunidad para ir a recoger sus cosas. Ya no podía verla a la cara ni un segundo más. Toda su bondad le provocaba tanto envidia como lástima.
La pelirroja suspiró tras quedarse a solas con su esposo y dio unos cortos pasos hasta quedar frente a él. No iba a decir ninguna palabra. Sabía que, si hablaba en ese momento, sus palabras saldrían toscas y esa no era la idea.
En su lugar, prefirió abrazar al castaño y dejar que reposara su frente en su hombro. Acaricio suavemente sus hebras hasta lograr que su cuerpo se relajara y besó las mismas antes que el otro se incorporara para mirarla a los ojos.
—No culpes a papá por esto ¿sí? —susurró, acariciando sus mejillas —. Él solo quiere lo mejor para la empresa. Es muy estricto con las reglas y eso.
—Lo sé —respondió Jin, intentando regalarle una sonrisa, que pareció más forzada que genuina —Solo que...
—Lo sé, Jisoo era muy eficiente ¿verdad?
El castaño asintió, apretando sus labios y la abrazó de nuevo, sin siquiera notar el sarcasmo que cargaban esas palabras liberadas por la boca más dulce de la que él era dueño.
—¿Te apetecería ir a cenar con nuestros padres hoy?
Seokjin negó y los ojos castaños de la pelirroja se ensombrecieron.
—Le prometí a Jisoo que la ayudaría a llevar todas sus cosas a casa. Como ella no tiene auto... Además-
—Entiendo. Tranquilo, entiendo —suspiró y se alejó de él, poniendo su mejor sonrisa —. Le diré a papá que lo dejaremos para el fin de semana entonces.
Jin le agradeció con un beso en la frente y otro en sus labios antes de salir de su oficina para ir a ayudar a la pelinegra a ordenar todo antes de entregar su puesto.
Por su parte, Lilith se perdió de allí sin siquiera despedirse de ninguno cuando pasó frente a ellos. No quería pensar en el asunto, pero inevitablemente, verlos tan afligidos le daba a entender que su jugada no había salido demasiado bien.
Durante todo el trayecto que recorrió de regreso, se repitió un mantra para calmar su pulso,
«No pienses cosas que no son»
Pero ¿qué si así lo era? ¿Qué si Seokjin se había enamorado de alguien más? ¿Qué si... alguien más comenzaba a ser su prioridad?
«Tú dejaste de ser su prioridad hace años, cariño»
Se burló su consciencia y de no ser porque se encontraba en plena recepción, con cientos de personas rondando por allí, hubiera pegado el gruñido de su vida.
Antes de ingresar a su despacho, Jimin la detuvo con su voz cantarina y dulce, entregándole una carta que había encontrado en su escritorio luego de regresar del baño. De nuevo sin remitente. De nuevo solo con su nombre.
Le agradeció al menor con un asentimiento para al fin encerrarse en su espacio. Movió un poco su cabeza, haciendo que los huesos de su cuello tronaran y caminó hasta el mueble del fondo para servirse un trago fuerte. Uno de los beneficios de ser uno de los jefes de esa empresa, era el consentimiento de tener alcohol en su oficina y vaya que ahora lo agradecía.
Una vez el líquido quemó su garganta, jadeó y se sirvió otro trago de whisky para luego acomodarse en el diván de cuero color canela. Esta vez ni siquiera tuvo ganas de leer la carta que, sabía, era de Namjoon. En ese momento no estaba de humor para escuchar a nadie. Menos para leer a ese idiota que de seguro le escribía para burlarse. Porque como ya lo había dicho, «era su admirador secreto» alias «un acosador en abstinencia».
Tomando su encendedor y la carta, uno en cada mano, encendió una llama, acercándola lentamente al sobre, como si disfrutara el momento. Dejó que el fuego lo extinguiera casi hasta la mitad cuando recordó los extintores de incendio y a los trotes, corrió a abrir una ventana y a encender los ventiladores.
Genial, ni siquiera quemar las burlas de un idiota podía hacer bien.
Aunque ¿para qué hacer aquello si sabe que, de todos modos, su karma mayor no tardará en aparecer?
El clic de la puerta al abrirse golpeó sus oídos, anunciándole que ahí había llegado.
—Largo.
—Que linda. Yo también me alegro de verte —canturreó el moreno, acercándose al escritorio para apoyarse en él —. Eso es tan desalmado de tu parte. A puesto a que ni siquiera la leíste. No creía que podías llegar a ser tan cruel —puchereó al ver lo que sacudía fuera de la ventana.
La carta a medio quemar.
Lilith le lanzó una mirada de muerte junto con una lluvia de improperios que terminaron por provocar una escandalosa carcajada en el otro.
—Sí, es mentira. Conozco todo de ti como si siempre hubieras sido mía. Por eso estoy aquí, porque sabía lo que harías. Y también sabía que harías aquello con Jisoo. Buena jugada ¿eh? Lástima que Seokjin...
—No te atrevas a pronunciar ni una palabra más, porque juro que... —apretó sus dientes molesta cuando las imágenes de hace unos minutos volvieron a azotar su mente.
Solo con recordar a esa mujer en los brazos de "su" esposo...
Namjoon sonrió un poco más comprensivo con ella y se acercó para abrazarla. Dejó que sus brazos suavemente la rodearan con suma cautela, estrechándola un poco más, cada vez que sentía que la pelirroja relajaba su cuerpo y se dejaba hacer.
Sus labios al fin se ensancharon en una gran sonrisa cuando Lilith terminó por girarse para ocultarse en su pecho. Se permitió disfrutar del momento tanto como ella se lo permitió y dejó que ese simple gesto que le estaba entregando, le transmitiera más de un sentimiento.
Si Jin no la hacía sentir como ella se lo merecía, ellos lo harían.
—¿Te apetece una cena en el hotel Galas?
Lilith lo miró sin despegar su mentón de su pecho.
«Tierna»
—No le seré infiel a mi esposo.
Namjoon sonrió.
—Somos amigos, nena. Estoy invitando a mi amiga a cenar porque sé que su esposo idiota esta noche preferirá estar entre las sábanas de su ex secretaria, consolándola por su despido.
Un duro golpe en su pecho lo hizo quejarse y al mismo tiempo reír.
—A las diez —susurró la pelirroja, sabiendo de ante mano que se estaba metiendo en aguas pantanosas.
—A las diez será —sonrió el otro, satisfecho.
Sostengan sus tangas que se vendrá lo bueno 7u7
¿Les va gustando el fic? °3°
NinaGlastor
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