T
—Ah... Mi Anastasia Steele....
—Ah, por favor... No la cagues ahora —Taehyung rio y continuó dejando un camino de besos sobre los pechos de aquella mujer que lo volvía loco. Se suponía que se encontraban en un momento erótico, tan íntimo y excitante que no dejaba lugar a nada más. Sin embargo, las risas no pararon entre cada toque y gemido.
Taehyung ni siquiera sabía lo que habían hecho la noche anterior, pero ahora se encontraba tan ansioso. Su corazón no dejaba de latir desbocado solo con verla allí, bajo su cuerpo, con ojos y manos apresados, al igual que sus labios, esclavos de sus dientes. La piel de Lilith no dejaba de emanar el fuego que creía por dentro y aun así sus labios no podían hacer más que sonreír.
El pelinaranja no hizo más que imitar aquella mueca, sintiéndose tan pleno al tenerla allí.
—¿Se siente bien, Li? —susurró en su oído, sonriendo como tonto cuando la sintió estremecerse bajo su cuerpo. Un débil gemido fue la única respuesta y aún más ansioso, Taehyung volvió a pasar la pluma por su vientre, todo sin frenar sus besos.
Su mano no se privó en trazar miles de cordilleras sobre aquella tersa piel que vibraba con cada cosquilleo. Lilith no sabía qué la tocaba, pero le agradaba sentir esa suavidad sobre cada curva de su cuerpo. Tan suave, tan frágil, que surcaba los mismos caminos que el aliento caliente de aquel hombre.
Por primera vez, Lilith no supo qué pensar en una situación así. Pudo haberse esperado cualquier cosa, menos acabar con las manos esposadas a la cama. Y sus ojos ventados... No iba a mentir que todo eso le daba el doble de erotismo al momento. Cada roce, cada caricia y cada toque, se sentía como mil veces más placentero que verlo y anticiparlo todo.
No sabía lo que le estaba haciendo Kim Taehyung, pero le gustaba mucho. Demasiado. Aunque también se sentía un poco frustrada. Ella también quería tocarlo, sentirlo, hacerlo sentir igual de bien y poder verlo en todo momento. Quería descubrir el otro rostro de aquel risueño hombre que la hacía sonreír incluso teniendo los ojos vendados.
—Yo... Quiero tocarte... —gimió cuando sus piernas temblaron al sentir unas manos acariciar el interior de sus muslos.
En respuesta, Taehyung solo rio y continuó besando, ahora sobre su vientre y ombligo, hasta perderse en sus caderas. Su mano había dejado a un lado el objeto con el que jugaba solo para poder sentirla con sus dedos. Tan caliente, tan suave, tan entregada a él que lo hacía sentir tan poderoso y Lilith su bella presa.
—En verdad eres hermosa... mi Venus... tan perfecta... —habló el pelinaranja al mismo tiempo que sus dedos juguetearon en su interior. Solo eso bastó para que Lilith se corriera cuando sintió los fríos dígitos hundiéndose.
—¡Juro que no soy precoz! —chilló entre gemidos cuando oyó las risas del menor. Sin embargo, Taehyung no le dio importancia a eso. Al contrario, se sentía halagado de que su toque se sintiera tan excitante para la pelirroja.
—Me siento halagado —murmuró sobre sus labios, apenas tocándolos y Lilith volvió a gemir cuando lo sintió sobre ella.
Su espalda se arqueó y los dedos de sus pies se contrajeron cuando Taehyung le hizo apretar los muslos y comenzó a frotarse entre sus piernas simular embestidas. Su pene perdiéndose entre ellas, sin penetrarla, rozando su feminidad forma tortuosa.
Lilith sollozó cuando lo sintió tan caliente y grueso, y por segunda vez sus manos tiraron para liberarse. Moría por tocarlo, pero su cordura no le permitía pensar mucho tiempo en eso. No hacía más que perderse en las mil y un sensaciones que le hacía sentir el de hebras naranjas. No hacía más que ansiar tenerlo dentro de ella de una vez por todas.
Y Taehyung quería lo mismo.
La mente de ambos se estaba convirtiendo en una espesa bruma de deseo que los incitaba a anhelar más. Más besos, más toques, más contacto que los llevara hasta un abismo sin retorno.
Tal vez Lilith no podía verlo en ese momento y vaya que se lamentaría cuando lo descubriera, pero esos ojos cargados de deseo, esos jadeos ahogados que el menor dejaba ir, sus manos apresando sus muslos... Taehyung se estaba conteniendo tanto. Solo por querer hacerla sentir bien, especial, deseada y como su diosa.
—Gime mi nombre, mi Venus...
—Mierda... Taehyung~ —sollozó ella cuando unos dedos acariciaron su vientre. Él sonrió con sus ojos cargados de lujuria y se relamió los labios cuando la sintió temblar una vez más.
—Otra vez...
—Ta-Taehyung...
—Otra —pidió y aumentó más su duro vaivén.
—¡Taehyung si haces eso me vendré otra vez!
El pelinaranja se carcajeó y sin contenerse más, le quitó la venda de los ojos para que pudiera verlo. Y para ver ese mismo deseo que sentía, reflejado en aquellos ojos castaños.
—Mierda —gruñó Lilith cuando vio a ese perfecto hombre sobre ella, sus ojos apenas se acostumbraban a la luz, mas no tardó en detallar esa mandíbula perfilada, esos labios sedientos que jadeaban sobre los suyos y esos ojos...
Sin pensarlo demasiado, se impulsó para poder apresar esa boca y Taehyung no se negó. Una de sus manos no tardó en tirar de esos cabellos rojizos mientras su lengua danzaba con la contraria. Los gemidos de ambos morían en ese beso y sus cuerpos se pegaban todavía más, queriendo fundirse juntos. Ambos se sentían tan calientes y a la vez tan necesitados de esa calidez disfrazara de erotismo. Sus miradas no reflejaban más que otra cosa: felicidad.
—Tae... por favor... —suplicó cuando el conocido hormigueo volvió a nacer en su vientre. Quería sentirlo dentro. Ya no aguantaría mucho tiempo y no quería correrse de nuevo sin sentir la dureza del otro palpitar en su interior.
—Dime... una vez más así —pidió él, sonriendo de forma tan angelical mientras separaba sus piernas, acomodándose entre ellas.
Lilith rio viendo sus cabellos pegados a su frente, sus labios rojizos por el necesitado beso y sus manos sosteniéndola ansiosas. Él deseaba aquello tanto como ella.
—Hazme el amor, Tae —sonrió y no tardó en gritar, arqueándose una vez más, cuando lo sintió dentro.
Muchos besos la atacaron en ese momento junto con rápidas y certeras embestidas que la llenaban hasta hacerla delirar. Aun así, las risas no cesaron cuando Lilith sintió pequeños mordiscos en su oreja, nariz y mentón. Jamás pensó que el sexo podía ser tan divertido y con Taehyung lo estaba descubriendo. Ese hombre no era solo lujuria y sensualidad, también era ternura y alegría. No entendía cómo era posible que esa mirada gritara "dios griego" pero su actitud le recordara a la de un tierno cachorrito mimoso.
Gruñó molesta cuando tiró de nuevo y sus manos no pudieron liberarse para abrazarlo. Las embestidas pronto aumentaron y sus labios fueron devorados con amor cuando Taehyung entendió lo que ella deseaba hacer. Y no podía estar más feliz. Tenía a Lilith entre sus brazos. Tenía a la mujer que amaba gimiendo su nombre en su cama.
—No sé... lo que hice en mi otra vida... para tenerte en ésta —habló en voz alta y la pelirroja lo miró risueña, mordiendo sus labios para evitar gemir cuando unos largos dedos acariciaron aquel tan conocido montículo que disparó miles de descargas por todo su cuerpo.
—Quizás... Uhm... quizás... el payaso de un rey.
Ambos rieron y sus labios se besaron una vez más antes de que la boca de Taehyung se perdiera entre aquellos rellenos pechos.
—Entonces... hice un buen trabajo —bromeó antes de hacerla gemir su nombre tan solo con presionar sus pezones.
—Me duele el trasero.
Lilith se carcajeó una vez más con ese comentario.
—Pues eso, amigo mío, no es mi culpa. No debiste saltar así en la cama —se defendió y se acomodó mejor sobre su pecho.
Eran más de las tres de la tarde y a ninguno de los dos le preocupó no haber ido al trabajo. Luego del increíble sexo y una excelente mamada que hizo a Taehyung correrse en cinco minutos, juntos se dieron una ducha y terminaron en la cocina coqueteándose y robándose más besos mientras preparaban el almuerzo.
Pasar el día con Taehyung había sido tan sanador para Lilith. Siempre haciéndola reír con cada ocurrencia, que ni siquiera tuvo tiempo de pensar en alguien más. Solo eran ellos dos en ese pequeño dormitorio de un ambiente. Estar en un lugar así le recordó a sus días de universidad en los que vivía en un reducido departamento que se encontraba más cerca del recinto. Aunque en ese entonces no tenía una compañía tan peculiar y agradable como en ese momento.
Sus ojos se perdieron una vez más en el rostro del menor mientras éste le cambiaba de canal a la tele. Ambos habían vuelto a recostarse en la cama con la idea de continuar pasando aquel día juntos. La invitación ni siquiera fue necesaria cuando Taehyung vio a Lilith acomodar las sábanas antes de volver a perderse bajo ellas.
—Ahora sí encuentro los tres lunares —comentó, tocándolos uno tras otro, haciendo sonreír al pelinaranja mientras dejaba el control remoto a un lado. Para qué quería encontrar algo que ver si tenía a esa mujer a su lado.
«Tan linda» pensó luego de mirarla. A pesar de tener su atención, Lilith continuó perdida en los puntos sobre el rostro del otro, trazando caminos imaginarios.
—¿Ya te sientes mejor?
Aquella pregunta tomó por sorpresa a la pelirroja. Su mano se detuvo y sus ojos se fijaron en los ajenos, dándose cuenta que el momento de las risas había acabado.
Taehyung besó su frente y la abrazó más contra su cuerpo cuando Lilith apartó la mirada. Sabía que no iba a ser bueno traerla de nuevo a la realidad, pero en algún momento tenía que hacerlo. Sus hyungs y Jungkook estaban preocupados por ella a pesar de saber que estaría en buenas manos.
—Lo estoy gracias a ti —habló Lilith tras un largo silencio. Sus labios no tardaron en curvarse una vez más al ver el rostro del otro transmitirle tanta paz —Gracias por este increíble día, Tae...
—Y vendrán muchos más —aseguró, dándole pequeños picos —. ¿Tienes idea de lo que pasará a partir de ahora? Sabes que hagas lo que hagas tendrás nuestro apoyo incondicional.
—Lo sé... —meditó antes de continuar. Se sentía un poco extraño tener esa conversación con él. Aunque suponía que, a pesar de no haber compartido otros días con ella, no significaba que Taehyung supiera menos. Todos sabían todo. Más si estaba relacionado con ella —. Supongo que... lo primero será hablar con mis padres. Ellos deben saber que Jin y yo...
—Deberías esperar a que llegue Hoseok hyung y pedirle que te acompañe. He oído que tu madre lo adora y quizás su apoyo te ayude a enfrentar toda esta situación.
Lilith asintió, maravillada con su seriedad en un momento como ese. Taehyung podía ser todo un payaso risueño y extravagante, pero también era un hombre racional que hablaba no solo con el corazón cuando las personas a su alrededor necesitaban apoyo.
—Dime cómo te enamoraste de mí —cambió rápidamente de tema cuando sintió la tensión sobre ellos. Sin resistirse, Taehyung terminó por sonreír y murmuró un «tramposa» antes de estampar sus labios en una de sus mejillas de forma ruidosa.
—Fue en mi primer día como pasante en la compañía.
—¿En serio? ¿Amor a primera vista? Por qué no me siento sorprendida —bromeó y el otro apretó sus mejillas para que lo dejara continuar.
—En mi defensa, fue tu culpa. Si no hubieras sido tan linda conmigo...
—Recuerdo que fuiste parte del primer grupo que estuvo bajo la tutela de Namjoon y él no dejaba de regañarte por ser un poco torpe.
—Y tú viniste a mi rescate —agregó él y la besó con amor —Por favor, ya no robes más corazones, mi Venus.
—Tae... —rio y cerró sus ojos aceptando otro beso. Sin duda ese hombre la hacía olvidarse del mundo solo con tenerla entre sus brazos.
Sin embargo, Lilith era consciente que el mundo seguiría esperándola fuera para cuando fuera la hora de enfrentar sus responsabilidades.
Lilith no lo había llamado, pero aterradoramente, los dos habían concordado al día siguiente cuando decidieron darles la noticia a sus padres. Y ahora se encontraban en la cocina de aquella casa, bebiendo un té ya frío mientras ambos se miraban decidiendo en silencio quién sería el que diera la noticia. Tener a Seokjin allí arruinaba un poco los planes de Lilith. Después de todo... no había ido hasta allí precisamente con la verdad. Eso era algo que no podía permitirse. No podía hacer que una madre se viera decepcionada de su único hijo de sangre.
Jung Suk, cansado de tanto misterio, fue el primero en tomar la palabra cuando sus hijos no hablaron. A pesar de estar tomándose unos días de su empresa, los rumores llegaban hasta él te todas formas, pero al igual que su esposa, quería que sus hijos fueran los que les dijeran la verdad antes de pensar de más. Porque solo eso podían hacer, pensar y ser espectadores. Parte de verlos crecer también significó no inmiscuirse en sus decisiones.
—Hijos míos, podemos sentir que algo no anda bien. Pueden hablar con nosotros. Saben que los apoyaremos en lo que sea.
Lilith apretó sus ojos cuando sintió la mano de su padre sobre la suya. Ya ni siquiera podía volver a sostenerle la mirada al hombre. A aquel que por tanto tiempo vio en ella lo mismo que Seokjin. Una niña delicada y frágil que siempre necesitaría de su protección.
Apartando su mirada, Lilith miró a Seokjin, viendo la sombra bajo sus ojos. Quizás notar lo demacrado que se encontraba el otro fue lo que la impulsó a hablar.
—Seokjin y yo vamos a divorciarnos —soltó fuerte y claro sin bajar la mirada cuando su madre cubrió su boca con horror.
—Pero cielo... ¿qué ocurri-?
Lilith la interrumpió antes de que acabara y lo hizo con palabras que no solo terminaron por cohibir a sus padres, sino también al hombre junto a ella.
—Estoy enamorada de otro hombre, mamá. Y Jinnie... Él se merece a alguien mejor que yo. Alguien que lo ame solo a él.
La silla a su lado rechinó hasta caer y Lilith se tensó cuando Seokjin comenzó a caminar como un león enjaulado por la cocina. Su padre no hacía más que verla con decepción mientras que su madre sufría por sus hijos. ¿Por qué estaba haciendo eso?, no lo sabía. Pero prefería que las cosas fueran así.
Pronto saltó también de su silla cuando vio que Seokjin estuvo a punto de gritar, desmintiendo todo lo que había dicho. Ella no permitiría que Soo Mi y Jung Suk se afligieran todavía más. No lo merecían. Lilith no pertenecía a esa familia después de todo, sus padres no tenían por qué saber quién fue el verdadero causante de ese fin. No quería que se culparan por haber criado mal a su hijo o que cargaran con una responsabilidad que ya no era suya. Nada era su culpa. Ambos fueron los mejores padres que pudo tener y por eso no quería que sufrieran de más.
—Entenderé si están decepcionados de mí. Solo no culpen a Jin de esto. Fueron mis errores y mi decisión terminarlo.
—¡Lilith! —gritó molesto el castaño, mas ella no lo dejó seguir.
—En verdad lo lamento. Madre, padre, traicioné la confianza de Jin y la de ustedes. Lamento no ser la hija que esperaban y lamento no haber podido hacerlo feliz.
—¡Basta! ¡Deja de decir toda esta mierda! ¡Deja de quedar como la malvada! —pidió Seokjin entre molesto y dolido. Lo que más lo hería era la frialdad con la que hablaba la pelirroja. Como si... ya no tuviera corazón.
Entonces fue su madre quien los interrumpió, tratando de calmarlos. Sus brazos pronto rodearon a su hijo que no tardó en corresponderle y temblar tras sentirse tan impotente.
—Perdona a Lili, Jinnie. Ella solo cometió un error. Pueden arreglarlo ¿sí? Sé que se aman lo suficiente como para arreglar las cosas —miró a su hija —. Cielo mío, todos cometemos errores. Eres humana. Solo discúlpate con Jinnie y arreglen las cosas. Ustedes se aman...
Lilith sonrió y negó tras escuchar como la voz de su madre se quebraba en sus últimas palabras. Seokjin no dijo más y Jung Suk, también en silencio, solo veía como su hija hacía una gran reverencia en su dirección.
—Lamento todas las molestias que causé, padre. Lamento... haber ignorado tus enseñanzas, madre. Y Jin... yo... —por primera vez sus ojos picaron cuando ambos se vieron a la cara, ahora la despedida se sentía más real y vaya que dolía —. Espero puedas encontrar a esa mujer que te dé todo lo que yo no pude darte —deseó, dejando que sus lágrimas cayeran.
—Mi niña...
—Me marcho ahora, madre. Adiós, padre —se despidió de ambos.
Dicho eso, tomó su cartera y emprendió su camino a la entrada para colocarse sus tenis. Le dedicó una última mirada a Jin en la que el otro se sintió amenazado a no decir nada. Ella quería que las cosas fueran así. Ella no era hija legítima de esa familia, así que ahora que sus lazos estaban rotos, su padre debía elegir a Jin para que heredara la empresa. Ya no eran un equipo, ahora todo le pertenecía a él. ¿Y ella? Ella ganaba su libertad.
Pero a qué precio.
Su teléfono no tardó en sonar en cuento cruzó la puerta de aquella gran vivienda. Se había pasado el día recibiendo llamadas de los otros quienes a cada segundo querían cerciorarse que estuviera bien. Por eso esperaba recibir más llamadas después de no hablarle a ninguno tras una hora. Sin embargo, esa última que ahora hacía zumbar su teléfono, no se esperó.
Llamada entrante Min Yoongi
Aceptar Cancelar
Cancelar
Y tampoco la aceptó.
Al que me diga que no ama a Tae como yo, le parto su madre >:(
(2/6)
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro