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No fue hasta el último día de la semana siguiente que Lilith recién se atrevió a poner un pie en la empresa. Habían pasado tantos días y a pesar de todo, las miradas y los murmullos no dejaron de volar en su dirección cuando la vieron entrar. Incluso así, ella no dejó caer su mirada. Sin perder la costumbre, saludó a la recepcionista, a sus colegas de área y a otros que se detenían a darle una pequeña venia a modo de bienvenida. Después de todo, no todos eran igual de entrometidos más interesados en su vida privada que aquello que en verdad les concernía.
Cuando estuvo frente a su oficina, la primera gran prueba del día llegó. Dando un corto suspiro bien disimulado, se giró un poco hacia el hombre que la miraba desde abajo, sentado en su puesto.
—Buenos días Ji- Secretario Park.
—Buenos días... jefa —saludó también el menor, sintiéndose igual de incómodo que Lilith.
Por primera vez en tantos años, la química entre ellos dos se perdió. No hubo risas o comentarios cantarines. No hubo cotilleo antes del informe del día ni preguntas casuales acerca de sus estados de ánimo y salud. Todo fue tan monótono. Y no solo Jimin sentía que algo le faltaba a su día, Lilith también. Pero, ¿cómo hablarle después de aquello?
Por más que en muchas ocasiones sus propias conciencias los impulsaron a querer hablarle al otro, sus labios continuaron sellados. Ni siquiera a la hora del almuerzo se acompañaron. Fue la primera vez que Jungkook y Taehyung tuvieron una comida con ella. Todo por no querer dejarla sola.
Como era viernes, Lilith supo que ese día tocaba el reporte semanal de las sucursales, del que solía encargarse su mano derecha. Y sin duda, su corazón jamás se decepcionó tanto como ese día cuando no vio a Min entrar por esa puerta, sino a su nuevo reemplazo.
—Pequeña~ ¿Qué tal tu día? Ay me siento tan emocionado. Es el primer reporte que hago para la jefa. Espero haberlo hecho bien —comentó el hombre, sonando tan animado como ella estaba acostumbrada a oírlo.
—Seguro lo hiciste bien Heechul oppa —sonrió sin mucha alegría y lo invitó a sentarse mientras revisaba los informes.
En todos esos minutos en silencio, su primo no hizo más que observarla con pena. No conocía toda la historia, pero también había oído sobre la separación de sus primos por parte de sus tíos. Y no sabía cómo se debía sentir la pelirroja, pero terminó deduciendo que nada bien por la expresión tan vacía de sus ojos.
—¿Todo está bien? —preguntó cuándo notó su mirada perdida.
Lilith reaccionó y pronto asintió entregándole los documentos de vuelta.
—Sí, todo en orden. Para ser la primera vez, hizo un buen trabajo, señor Kim —sonrió, mas esta vez fue él quien no le correspondió al gesto.
—En realidad... Me refería a si tú estás bien...
—Lo estoy, oppa —susurró esta vez, sin pensarlo demasiado, casi temiendo hablar muy alto y que alguien le gritara que mentía.
Heechul terminó por conformarse con esa respuesta cuando supo que Lilith ya no le diría más. Siempre tan reservada, incluso con su familia.
Cuando el hombre salió de su oficina, Lilith de nuevo hundió su rostro entre sus manos, volviendo a sumirse en ese vacío que no dejaba de sentir. Todo era tal y como si algo le faltara.
El resto de la tarde también fue en compañía del silencio. No tener a su lado a aquel carismático pelirrojo la hacía sentir tan sola y aburrida. Ahora entendía que lo que hacía diferente sus días no era su amor por el trabajo, sino la compañía de su secretario y amigo.
Todavía se preguntaba si seguía con el derecho de llamarlo amigo.
Ese día, la puerta se abrió por última vez con Hoseok, quien esperaba que la mayor lo acompañara a cenar junto con unos diseñadores, interesados en continuar con su línea de diseño en Japón. Sin embargo, igual a las invitaciones de otros, Lilith prefirió quedarse allí y trabajar en el nuevo proyecto. Después de todo Heechul era nuevo en el puesto y no quería dejarle toda la responsabilidad a él.
Casi una hora más tarde, una luz parpadeó en su intercomunicador y supo que era el encargado de mantenimiento, avisándole que el edificio ya se encontraba vacío. Por lo general los jefes siempre eran los últimos en salir. Pero sabía que ese día Seokjin se había marchado antes, por lo que, lo más probable, era que fuera la última.
No tardó en regresarle la llamada al hombre y confirmarle que pronto se iría. Si Hoseok planeaba salir, pensó que tal vez podría tener otra maratón con las cachorras y quizás también invitar a Taehyung. Jungkook no era una opción, porque horas antes le había comentado que debía ir a cenar con Lisa y sus suegros y Namjoon se había ido junto con Seokjin a beber en cuanto ella lo rechazó amablemente cuando la invitó a pasar la noche con él.
En sus cavilaciones, ni siquiera llegó a percatarse cuando la puerta se abrió y el seguro fue puesto por dentro. No fue hasta que tomó su bolso y se dispuso a salir, que chocó con él.
—¡Mierda, Jimin! —gritó del gran susto que se pegó. El menor, algo tímido frente a ella, sonrió apenado y se hincó a recoger las pocas hojas que la pelirroja dejó caer en el proceso.
Acomodándolos un poco, volvió a guardar todos los informes en la carpeta y caminó hasta la mesa para dejarlos allí antes de mirar a Lilith de nuevo.
—¿Podemos...? ¿Podemos hablar?
—Es que... Yo... justo iba de salida —dijo, queriendo huir de la mirada del menor.
—No tienes que decir nada, solo necesito que me escuches —pidió suplicante, sabiendo que ella no querría ceder.
—Jimin yo...
—Por favor... No me llevará mucho tiempo.
Lilith terminó por soltar un cansado «está bien» cuando ya no pudo seguir negándose ante esos ojos de cachorro que la miraban esperanzados. Entonces concluyó que algún día debían enfrentarse y tener aquella charla. Y lo mejor era hacerlo más temprano que tarde, para no continuar alargando ese incómodo trato que los sofocó en solo un día. Ninguno quería imaginarse tener que pasar por eso mucho tiempo más.
Con un gesto de su mano, Jimin tomó asiento y le pidió que ella hiciera lo mismo, viéndola en todo momento mientras la pelirroja retomaba a su lugar de siempre. Por largos segundos, ambos se miraron sin saber qué decir. Quizás los dos se sentían igual de apenados por tocar aquel tema.
Pero si Lilith no quería escuchar a Yoongi, tenía que escucharlo a él.
—Jimin... —comenzó Lilith cuando sintió que el otro todavía no encontraba sus palabras —. Siento mucho lo que hice. En verdad... no sabía y... solo...
—¿En verdad lo sientes? —preguntó el menor y Lilith lo miró sorprendida.
Bajó la mirada unos minutos cuando no supo qué responder. Desde aquel día no se había cansado de decir que se sentía tan mal por haberle hecho aquello a su amigo, pero ¿en verdad lo sentía?
«Pensé que ya te había quedado claro. Sientes haber engañado a Seokjin, haber lastimado a Jimin, pero no sientes haberte dejado llevar con Min Yoongi»
Se burló su consciencia y lastimosamente, no podía estar más de acuerdo con ella.
Entonces Jimin sonrió tenuemente cuando ella ya no volvió a dirigirle la mirada.
—Sabes... yo comencé a trabajar aquí porque te odiaba —Lilith se tensó tras oír aquellas palabras, mas no apartó la vista de sus manos —. Estuve enamorado de hyung desde la universidad. Siempre revoloteando tras él mientras que Yoongi solo me veía como un hermanito —Jimin se mordió los labios tras recordar aquellos días —. A pesar de solo tener su amor fraternal, estaba bien con eso. Yo seguía creyendo que algún día podía conquistar a mi hyung y nos casaríamos y adoptaríamos muchos niños. Pero... al poco tiempo que él consiguió un puesto aquí, toda esa ilusión se había ido a la mierda.
—Jimin...
—¿Cómo puede ser que lo hayas enamorado con una mirada cuando yo estuve siempre allí? ¡Ahg! ¡No sabes cuánto te odié! —Lilith lo miró, descubriendo que Jimin no estaba molesto. En cambio, parecía dolido —. En ese entonces aspiré al puesto de secretario únicamente para poder estar cerca de la bruja que me estaba quitando a mi hyung —murmuró, sonriendo tímidamente por su pensamiento de aquel entonces —. Y entonces, con todo mi pesar, entendí por qué Yoongi se enamoró de ti. Tú... no eras esa bruja malvada de los doramas. No ocultabas otras intenciones tras el buen trato que siempre le dabas y... Descubrí que ambos eran tan iguales... persiguiendo un amor que jamás podría ser... De hecho —rio —, fue gracioso escucharte cuestionar durante todos estos meses el por qué los demás también llegaron a enamorarse de ti...
Lilith lo siguió con la mirada cuando Jimin se puso de pie. El pelirrojo caminó hasta los enormes ventanales que sustituían paredes y permaneció allí, observando el exterior mientras ella se sentía tan sofocada al no saber qué decir. Lilith no hizo más que girar su silla para seguir observándolo cuando las palabras correctas no llegaron.
La verdad que más la impactó fue saber que aquel hombre jamás quiso ser su amigo. Él siempre estuvo a su lado por otros motivos.
—¿Cómo fue que Yoongi y tú...?
Jimin la miró cuando Lilith al fin habló.
—¿Cómo acabamos juntos? —sonrió él —. Me confesé estando ebrio y dejé que me cogiera mientras susurraba tu nombre en lugar del mío —Lilith se tensó y apretó sus ojos no queriendo llorar —. Sin duda uno no sabe todo lo que es capaz de hacer por amor hasta que el momento de la verdad se presenta.
—Lo... lo siento tanto...
—¿Qué sientes? —preguntó Jimin de nuevo, viéndola llorar. Si Yoongi lo veía en ese momento siendo tan cruel con la mujer que amaba, querría matarlo sin pensarlo dos veces —. ¿Sientes que por tantos años Yoongi te siguiera amando a ti a pesar de ser yo quien siempre estuvo a su lado? ¿Sientes que me volviera tu remplazo cuando debí ser al único que él amara? ¿Sientes haber sido la única en quien pensaba cuando me follaba cada noche? ¡¿Qué sientes, Lilith?!
—¡Siento haberme enamorado de él, maldita sea! ¡Siento haberte quitado a quien amabas y siento que hayas sufrido tanto por mi culpa! ¡Pero no siento haberme acostado con él! —gritó en respuesta, abrumada por la presión que el pelirrojo no dejaba de poner sobre sus hombros.
Cada palabra terminó siendo como una espina en su corazón, pero no se arrepintió de haberlas dejado ir. Y entonces pasó lo que menos se esperó.
Jimin sonrió. Más que eso, el pelirrojo se carcajeó hasta soltar algunas lágrimas en el proceso. Parecía tan... feliz.
—Dios, mujer. Eso era lo único que quería oír —susurro sin detener sus pasos hasta quedar frente a ella, sus manos aferrándose en cada posabrazo para aprisionarla con su cuerpo.
—¿Jimin qué...?
—En serio eres tan linda —se burló el pelirrojo al encontrarla tan inocente —. Sabes... Todavía te odio, Lilith. Te odio tanto por haberme cautivado a mí también.
Los ojos de la mayor se abrieron en demasía luego de escuchar aquello. Ni siquiera la encantadora sonrisa que le regalaba el pelirrojo en ese momento podía hacerla regresar a la realidad.
No. Ahora entendía. Todo eso tenía que ser un jodido sueño ¿no? Seguro se quedó dormida en su oficina por tanto cansancio y estrés. Park Jimin no podía estar confesándole que a él también...
—Eres tan cruel... —siguió hablando entonces el pelirrojo, estirando su mano por sobre su hombro para tomar algo del escritorio —. Ni siquiera notaste las lindas flores que dejé esta mañana en tu escritorio...
Cuando acarició su mejilla con aquellos pétalos color sol, recién lo notó.
Crisantemos... Jimin... todo este tiempo había sido uno de los seis.
Con una sonrisa, el menor acabó hincándose frente a ella cuando Lilith ya no salió más de su asombro. Por un segundo pensó que la hizo colapsar. Después de todo, permaneció en silencio viendo hipnotizada aquella flor hasta que él la dejó en su regazo. Y no fue hasta que la tomó entre sus propias manos que Jimin suspiró más seguro de continuar, todo mientras acariciaba sus mejillas secando el camino de lágrimas.
—Que Yoongi te ame tanto no significa que jamás haya llegado a amarme a mí, Lilith. Sí, costó y fue duro lograrlo. Pero yo sé que Yoongi me ama tanto como a ti. Quizás... él todavía luche contra ese complejo de inferioridad que siente conmigo, pero ya te lo contará él.
—Pensé... que eras gay —habló ella, todavía cohibida por toda esa información, y el menor no hizo más que carcajearse por ser lo primero en oír de sus labios.
—Pues... me van ambos lados —confesó, guiñándole un ojo —. Aunque lo cierto es que toda mi vida amé los pechos. Pero con Yoongi...
Lilith lo miró a los ojos.
—Él fue la excepción.
Jimin asintió sonrojado.
—Jamás amaré en mi vida a otro hombre como amo a Yoongi hyung. Él siempre será mi perfecta excepción, tal y como sé que soy la suya —sonrió genuinamente, rosando apenas sus dedos por aquellas mejillas —. Así como sé que jamás amaré a otra mujer como llegué a amarte a ti, Lilith. Puedo asegurar que nadie te amará como nosotros seis.
Los labios de la pelirroja temblaron al querer curvarse en una sonrisa.
—Solo hay que verte para notar en ti la suficiencia de Namjoon, el carisma de Hope, lo dedicación de Yoongi, la presencia de Jungkook y con Taehyung... Bueno, no tienes nada en común con ese tonto, pero sé que se complementan a la perfección.
Jimin sonrió más cuando Lilith también lo hizo. Sabía que al final cada lágrima valdría la pena solo con ganarse esa hermosa sonrisa.
—Quiero abrazarte —susurró entonces la mayor, sintiendo todas sus emociones a flor de piel. No solo no había perdido a Jimin, sino que él también era uno de los hombres que la amaban.
—En realidad... —alargó sus palabras mientras se ponía de pie —. Preferiría un beso.
Lilith rio y también lo siguió en su acción solo para poder atraparlo con sus brazos.
—Pero yo quiero abrazarte, idiota.
Y así, permaneciendo entre los cálidos brazos del otro, Lilith se preguntó por qué seguía dudando tanto del amor. Por qué cuando tenía a seis personas que le demostraban día a día cuánto la querían y adoraban. Sí, quizás Jin nunca fue para ella, pero Namjoon, Hoseok, Jungkook, Yoongi, Taehyung y ahora Jimin... Todavía no era capaz de saber con certeza si aquello era amor, pero estaba segura de que no quería a ninguno fuera de su vida.
Sin que se diera cuanta de sus intenciones, Jimin se alejó solo apenas para poder acariciar sus mejillas antes de unir sus labios en un casto beso. Primero uno, luego dos. Pronto sus bocas se acariciaron con dulzura, sintiendo algo burbujear en sus corazones. Cada roce era como una suave y pura caricia que parecía consolar sus almas cada vez que sus belfos se unían.
Aunque Jimin no podía evitar desear más.
¿Por qué justo él tuvo que tener la mala suerte de quedar para el final?
—Ji-Jimin... —jadeó Lilith, apartándose cuando los labios del otro ya comenzaron a robarle el aliento. Sin embargo, no recibió descanso cuando el pelirrojo la tomó por los muslos para alzarla en el escritorio.
Lilith chilló y se aferró a los hombros de Jimin cuando el frío cristal rozó una parte de sus piernas y sus ojos no tardaron en escrutar los contrarios, desafiándolo.
—¿Qué crees que estas por hacer?
—¿Hacerte mía? —confesó el menor, sonriendo angelicalmente cuando ella lo único que hacía era verlo con reproche.
—¡¿Aquí?! —gritó entonces Lilith y Jimin terminó por reír.
—A menos que quieras hacerlo en la oficina de tu ex... —se encogió de hombros —. No me molestaría. Se lo merece por idiota —aseguró, restándole importancia.
La pelirroja lo miró casi indignada por sus palabras. Como si ella fuera capaz de hacer las mismas cosas que Jin en su lugar de trabajo. Aunque lo normal sería decir que ella no era capaz de entregarse a un hombre en tan poco tiempo. Pero a quién le iba a negar que también quería eso.
—¿Cómo es que de un segundo a otro te volviste tan atrevido? —comentó entonces cuando su propia consciencia se burló de sus intentos de escusas.
Entonces Jimin parpadeó de forma angelical mientras que en su mente no hizo más que pensar que en serio había atrapado a esa mujer con su falsa ternura. Lilith no le quitó la mirada y él rio dulcemente antes de mirarla de forma intensa —Nunca te fíes de una tierna sonrisa, preciosa. Ahora, desnúdate, quiero morder ese lindo trasero —susurró sobre sus labios, haciéndola jadear al momento en que su entrepierna chocó con los muslos de ella.
—Eres un... ¡maldito manipulador! —se quejó cuando Jimin apresó sus manos para que ella no intentara detenerlo. El menor rio al conocer tan bien esas palabras.
—Ah... Yoonie siempre me dice lo mismo~ —confesó de forma cantarina, logrando que la mayor termine por sonreír al ya no poder ocultar su sonrisa.
—Que sea uno rápido porque el guardia podría venir —susurra Lilith, sosteniéndolo de la camisa para poder llegar a sus labios.
Y así, el siguiente beso que une sus bocas ya no se parece en nada al primero. Ahora era más brusco, más necesitado, más salvaje y embriagante, tal y como solo los labios de Park Jimin podían ser. Y sin poder resistirse, Lilith no hizo más que perderse en ellos. Su mente todavía le preguntaba con asombro si aquel salvaje hombre era su dulce y carismático secretario. Si esos brazos que ahora la sostenían con fuerza, eran los mismos que la abrazaron muchas veces por diversos motivos y si esa boca, era la misma que sonreía junto con sonrojos al hablar de temas personales.
«Sí, Park Jimin es todo un manipulador»
Le aseguró su mente, pero ella ya ni la escuchó cuando esas hábiles manos subieron su falda y rasgaron sus medias sin siquiera pedir permiso.
Allá iba su par favorito.
—Uhm... Jimin... —gimió dejando caer su cabeza hacia atrás cuando su camisa junto con su sostén, fueron subidos para que el pelirrojo pudiera besar y chupar aquellos pequeños y rellenos pechos.
—Mierda... Yoongi tenía razón al decir que tus gemidos se oían a gloria —bromeó cuando se detuvo para ponerla de pie y desnudarla de la parte de arriba. Tenía una loca fantasía que quería cumplir y no había otro momento más perfecto que ese.
—¿Q-Qué haces? —preguntó, sin embargo, cuando la pelirroja tomó sus manos para detenerlo y le sonrió traviesa antes de sostenerse sobre sus rodillas y comenzar a aflojar su cinturón. Jimin ni siquiera tuvo tiempo de disfrutar la vista cuando sus ojos ya se cerraron y sus piernas temblaron por aquella repentina succión.
Hábilmente, como la experiencia de los meses se lo había otorgado, Lilith movió su lengua y ahuecó sus mejillas al mismo tiempo que sus labios se movieron de arriba abajo por toda la extensión de aquel pene. Una de sus manos no tardó en acariciar el bulto bajo el falo que parecía querer tragarse. Y cuando lamió el glande... Dios, Jimin sí que deliró solo con sentir su traviesa lengua jugar con su punta mientras saboreaba su pre semen que comenzaba a caer.
—Vamos preciosa, ven aquí —sonrió agitado, ayudándola a ponerse de pie para apoyarla contra los ventanales de la oficina.
—Jimin... —quiso protestar ella, mas la misma excitación de poder ser descubiertos, no se lo permitió. No iba a negar que eso era loco y atrevido, pero le encantaba.
—Quiero que todos te vean, preciosa —susurró besando su mejilla mientras la hacía separar más sus piernas y se alineaba a ella —. Quiero que todos vean como le hago el amor a mi sexi chica.
De una sola estocada, Jimin se perdió en su interior y a esa le siguió otra, y otra y muchas más que hicieron enloquecer a ambos. Con una de sus manos entrelazadas sobre el cristal y otra apresando sus pechos, Jimin la embistió sin compasión sintiéndose morir con los exquisitos gemidos que golpeaban justo en su entrepierna.
Pegando sus labios a sus cabellos, Jimin no hizo más que sonreír como tonto y odiar a sus amigos por hacerlo esperar hasta el final. Tantos meses, semanas y días... tantos momentos que continuó conteniéndose a tenerla así, contra el cristal, gimiendo su nombre y apretando sus dedos como si no quisiera dejarlo ir, mientras le pedía que fuera más y más a prisa.
—Y después... yo soy el... atrevido... —bromeó sobre su hombro y besó y chupó su cuello cuando comenzó a embestirla con más fuerza. Tanta que ahora sus dos manos se encontraban sosteniéndola por sus caderas mientras Lilith pegaba todo su pecho a las ventanas, sintiendo sus pezones más erectos por el frío de éstas.
—Jimin, más... ¡Ahí~! —gimió pidiéndole que fuera más duro cuando el pene del menor rozó su punto dulce. Por supuesto que Jimin la complació, gustoso de verla estremecerse entre sus brazos.
Unas estocadas más y ambos terminaron corriéndose en una perfecta sincronía con ayuda de los dedos del pelirrojo sobre el montículo sensible de la mayor. Agotados, ambos terminaron deslizándose hasta el suelo alfombrado, donde se miraron y rieron como dos adolescentes que acababan de realidad su primera travesura.
—¿Esto cuenta como sexo en público? —preguntó Lilith mientras se dejaba caer sobre el cuerpo del otro. Todavía no quería levantarse dudando un poco de la estabilidad de sus piernas.
Jimin se carcajeó más y acarició esos rojizos cabellos, antes de besar su frente con cariño.
—Si alguien de alguno de los otros edificios nos vio, sí. Contaría como sexo en público —aseguró, siguiéndole el juego mientras las miradas de ambos no perdían detalle del rostro del otro.
—Eres como un demonio disfrazado de ángel, Park.
Jimin rio.
—Eso también me lo dice Yoongi muy seguido.
—Y vaya que tiene razón —se quejó Lilith, pero sin intenciones de demostrar molestia.
Minutos después cuando ya recogieron sus prendas y arreglaron sus aspectos, Jimin se quedó de pie en silencio viendo como Lilith volvía a tomar todas sus cosas para salir de allí. Ni siquiera habían notado lo rápido que pasó el tiempo, pero increíblemente, llevaban dos horas encerrados.
—Li... —habló entonces el pelirrojo. Cuando la mayor lo miró pudo notar el nerviosismo en cada uno de sus movimientos y una extraña timidez que no era muy propia del risueño hombre de cabellos coloridos.
—Dime —pidió cautelosa cuando se acercó a él poniendo una mano en su mejilla para que la viera. Jimin sonrió apenas y se acercó todavía más para darle un casto beso antes de hablar.
—No quiero que te vuelvas a acercar a Yoongi —ordenó serio.
—¿Qu-? —Lilith se alejó sin siquiera poder terminar de formular aquella palabra en forma de interrogante. Su expresión lo decía todo, pero no entendía por qué después de todo Jimin...
—¡Estoy bromeando! —gritó el menor y rio histéricamente, abrazándola para calmarla —. Solo estoy nervioso y necesitaba decir algo estúpido para calmarme —se defendió y la besó por todo su rostro, asegurándole con total firmeza que sí bromeaba con aquello.
Claro que se ganó más de un golpe por molestar así a la mayor y luego de terminar de insultarlo de todas las maneras posibles, Lilith esperó a que hablara y le hiciera aquella pregunta que era la que lo ponía tan ansioso.
Entonces Jimin volvió a suspirar y ahora sí habló con sinceridad.
—Ya, ya —dijo y la miró tratando de no reír —. Quería preguntarte si... tú quieres... Digo, ¿quieres ir a ver a Yoongi hyung conmigo?
Estamos... 7u7
...a dos capítulos del final :v
(4/6)
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