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—Yoongi... —susurró Lilith aterrada, cuando los golpes en la entrada no cesaron. Al igual que el mayor, Jimin también comenzó a vestirse y se acercó hasta la pelirroja para cubrirla con una de las camisas de su hyung. Lo más sensato que pudo hacer luego, fue comunicarse con sus hyungs y dongsaengs, porque no creía posible que eso acabara bien.
Lilith intentó retener a Yoongi cuando salió de la habitación. No confiaba en que Jin no le haría daño al mayor y eso es lo que menos quería. Sin embargo, el peligris la miró, regalándole una sonrisa al mismo tiempo que besaba su frente.
—Tengo que abrir, Lilith. Sin Seokjin está aquí es porque se enteró de la verdad —murmuró sobre su piel, sintiendo como aquellas manos se aferraban más a su brazo. Yoongi sabía que ahora no era el momento, pero quería llenar de besos a la pelirroja al verla tan preocupada. Sabía que Lilith no mintió cuando dijo amarlo.
Otros golpes más sobresaltaron a ambos y Seokjin gritó del otro lado para que abrieran. Entonces Lilith supo que no se iría de allí hasta verla. No sabía cómo, terminó pasando todo, pero la ira del castaño era suficiente para confirmarle la suposición de Yoongi, Seokjin se había enterado de la existencia de sus amantes.
Antes de que los golpes terminaran por causar una grieta en la puerta, Lilith fue quien abrió. Ambos se miraron entonces. Seokjin todavía con la respiración agitada, escaneó con los ojos a la mujer frente a él que solo traía puesta una camisa. Sus cabellos desarreglados, su maquillaje algo corrido y en todo el ambiente, un desagradable olor a sexo. Detrás de ella, Yoongi la sostenía de la cintura, listo para protegerla por si Seokjin se atrevía a lastimarla.
Sin embargo, no fue hasta que el mayor de todos vio a Jimin en las mismas pintas que esos dos, que su razón lo abandonó.
Lo sabía. Él siempre lo supo. Aquel prostituto también se acostaba con su esposa mientras que en la oficina siempre solía fingir un trato jefa-secretario. Pero a quién querían engañar. Solo hacía falta verlo para saber que era un maldito fácil... igual que ella.
—Eres una maldita zorra —escupió con odio, viéndola como lo desafiaba con su mirada —. Dándome toda esa charla moralizante... y tú...
—Seokjin, tú y yo ya termina-
—¡Me importa una mierda, Lilith! ¡¿Cuándo pensabas decirme que no solo me engañabas con Min?! Tú, maldita... No solo con aquel infeliz de tu secretario. ¿También te acuestas con mi mejor amigo?
—Ese no es tu prob-
—¡Responde!
—Basta —habló Yoongi, resguardando a Lilith detrás suyo —. No permitiré que le grites así a mi mujer.
—Tú mujer... —Jin lo miró unos segundos sonriendo casi de forma desquiciada hasta que soltó el primer golpe —. ¡¿Tu mujer dices, basura?! —otro puñetazo más y Yoongi cayó al suelo, llevándose al mayor consigo.
—¡Yoongi! —Lilith gritó cuando ambos comenzaron a lanzarse golpes y pronto le gritó a Jimin suplicándole que la ayudara a separarlos. Pero aquello no era tarea fácil. Ninguno de los dos mayores se contuvo cuando los puñetazos siguieron volando. Y ni siquiera a Jimin o a Lilith escuchaban. Jin estaba cegado por su ira y Yoongi tampoco iba a dejarse golpear por ese imbécil en su propia casa.
Aun así, entre forcejeos, ambos menores tiraron de cada uno para intentar separarlos. Pero no fue hasta que un golpe impactó en el rostro de la pelirroja, que se detuvieron.
—¡Lilith! —Jimin fue el primero en correr hasta ella y quien la ayudó a ponerse de pie. Los otros dos solo la miraban desde el suelo, ambos con el rostro lleno de heridas.
—Lilith, lo siento —susurró Yoongi, quien fue el que la había golpeado —. Dios, Li, perdóname, no quise...
—Tranquilo —le sonrió ella, todavía sosteniéndose la mejilla adolorida.
Justo en ese momento, Jungkook, Namjoon, Hoseok y Taehyung llegaron en ese orden, encontrándose con tal escena.
—Nena, ¿estás bien? ¿Qué pasó? —Namjoon fue el primero en precipitarse hasta Lilith al verla ocultando su mejilla —. ¡¿Te atreviste a golpearla?! —le gritó entonces a Jin, ya con intenciones de irse sobre el mayor.
—¡Basta todos! —gritó Lilith para acabar con eso de una vez por todas —. No fue Jin. Yo me metí entre ellos cuando peleaban. Fue mi culpa, así que ya por favor, paren —pidió antes de mirar al hombre que hasta hace unos días era su esposo —Jin, solo vete.
El mayor no hacía más que mirarla sin muchas emociones. Ahora quienes la secundaban ya no eran solo Yoongi y Jimin, sino también su mejor amigo y Hope. Incluso su aprendiz y aquel tipo raro del área de contabilidad.
—¿Te estas acostando con todos ellos, Lilith? —la miró asqueado—. Ah, por favor, eres una maldita zo-
—No te atrevas a decirlo de nuevo, SeokJin. Porque entre tú y yo no hay diferencia. O quizás sí. Yo al menos tengo los ovarios bien puestos como para no negarte que me acuesto con tus socios, tus amigos y compañeros de trabajo —confesó, sonriendo con sorna —. ¿Pero tú? —lo desafió —. Ni siquiera hace días te atreviste a confesarlo. No lo negaste, pero tampoco lo admitiste cuando te dije que sabía que me engañabas.
—Lilith, yo...
—Ya no es necesario que digas nada. Tú no eres mejor que yo, ni mucho menos un igual.
—Pero es que... ¿Cómo pudiste? —miró a Namjoon y a Hoseok, dolido —. ¿Cómo pudieron? Fuimos amigos por tantos años, estuvieron en mi boda y me escucharon hablar de lo mucho que la amaba y... ¿Simplemente no les importó meterse entre sus piernas? ¿No les importó los años de amistad?
—No te engañes, Jin, yo te amaba —habló Lilith antes de que Namjoon se enfureciera todavía más por las palabras que usaba el mayor —. Tú nunca lo hiciste. Así que no sé por qué te duele tanto ahora. Tampoco es que lo haya hecho en venganza o algo parecido. Ellos no son solo de una noche. Sé que no me entenderías, pero...
Seokjin rio fastidiado.
—¿Me vas a decir que te enamoraste de los seis? ¿En serio?
Lilith lo miró unos segundos sin responder. Ella misma se había hecho aquella pregunta tantas veces, pero no fue hasta ahora que encontró la respuesta correcta. Solo tuvo que mirar a Namjoon para saber que jamás podría vivir sin sus abrazos de oso y sus pervertidas bromas en una noche de película, mucho menos sin aquellas sonrisas que le daban mil años de vida. Hope... ¿en serio podría vivir alguna vez sin su radiante energía? No tenerlo a su lado sería volver a conformarse con vivir bajo el mismo cielo que los demás mortales. No tenerlo sería como dejar ir aquellos brazos que la sostienen cuando más vulnerable se siente. Con Taehyung pasaría exactamente lo mismo. En solo una noche aquel hombre le había quitado el peso de los hombros que cargó por tantos años y su secreto fue usar una sonrisa y graciosas bromas que la hicieron olvidarse del mundo. Jungkook no la hacía sentir muy diferente a los demás. Amaba todo de él por ser tan dulce sin siquiera proponérselo. Y sobre todo, aceptaba que estuviera comprometido con otra mujer. Ella aceptaba que los demás–a excepción de Taehyung– tuvieran a alguien más en sus corazones. Como pasaba con Jimin y Yoongi. Otros dos hombres iguales de importantes en su vida. Su segundo gran amor y su amigo incondicional.
Lilith volvió a dirigir su mirada hacia Seokjin y por primera vez el mayor vio sus ojos brillar con lágrimas en ellos.
—Sí, los amo —habló apenas, sintiendo un nudo en su garganta. No porque le doliera, sino por el peso de sus propias palabras —Tampoco creí que sería posible pero ahora... no me imagino viviendo sin ellos. Piensa lo que quieras de mí, pero mis palabras no cambiarán.
—¿Entonces por qué no puedes amarme a mí también como lo hago yo? —Seokjin preguntó igual de dolido.
—Tú no me amas, Jin...
—¡Te equivocas! —gritó exasperado, queriendo arrancarse los cabellos de los nervios —, ¿Crees que me casé contigo porque nuestros padres lo propusieron? ¡Por supuesto que no! Yo le pedí tu mano a papá. Yo le supliqué que me dejara estar a tu lado bajo la promesa de... cuidarte y hacerte feliz.
—¿Entonces por qué no lo hiciste? ¿En qué fallé? ¿En qué no fui suficiente?
—Tú... Lilith tú... siempre fuiste más que suficiente. No fallaste en nada, fui yo quien tenía miedo de... no sé... No siento nada por esas mujeres, Li. Pero... supongo que... nuestro asunto entre las sábanas ya se estaba enfriando. Todo empezó a ser tan rutinario... Y... busqué experimentar cosas nuevas con alguien más.
—¿Me creíste demasiado pura acaso? —rio, secando sus mejillas —. Yo también siendo deseo, Jin. Yo también me excito, me masturbo, pienso cosas sucias y las digo. Si querías una mamada, debiste pedirlo. Si querías probar posiciones nuevas, también. Tú tiraste ocho años a la basura... mientras yo seguía intentando arreglarlo...
—¿Y ahora?
Lilith lo miró a los ojos por unos eternos segundos antes de bajar la mirada, sintiendo su garganta cerrarse. Se negaba completamente al dejar salir aquellas palabras, pero tenía que hacerlo.
—Fuiste mi primer amor, Seokjin. Pero... creo que ya no me necesitas en tu vida. Quizás el casarte conmigo fue tu buena excusa para que yo no me hiciera monja —rio con pena—, pero nunca quise tu caridad. Quería ser amada.
—Y te amo. Lilith, joder. Por favor, entiende que te amo. ¡Que eres la mujer por la que mataría! Yo... cielo, no entiendes que... sin ti nada es igual.
—¿Entonces estas dispuesto a compartirla? —habló Jimin por primera vez. Sin burla en su mirada y sin arrogancia en la mueca de sus labios, dejó escapar aquella simple y a la vez, difícil pregunta.
Jin miró con desconcierto a la única mujer que en verdad había llegado a amar en toda su vida. Ella no parecía dispuesta a refutar aquello dicho por el pelirrojo, ni siquiera a negar el hecho de que no cortaría sus lazos con aquellos seis hombres que, más que verla como un objeto, parecían adorarla como a ninguna, resaltando su belleza, valentía, seguridad y poder sobre sí misma.
—Lilith no es nuestra. Ella no es un objeto que queramos tener en nuestro poder. Ella es la mujer que amamos y no nos molesta compartir su amor porque ella así lo quiere —habló Hoseok, por primera vez sin su característica sonrisa —. A pesar de todo, cada uno de nosotros la sigue eligiendo. ¿Tú te crees capaz de hacer lo mismo, Jinnie?
El castaño miró a su amigo sin saber qué decir. Entonces Lilith volvió a hablar.
—Te amo Jin... Pero también los amo a ellos. A cada uno, tanto como me amo a mí. Tanto como siempre debí hacerlo. Tampoco quiero perderte, pero sé que no podrías...
Seokjin bajó la mirada, ahogando un suspiro entre sus manos cuando cubrió todo su rostro con ellas, queriendo borrar la angustia y frustración de sus facciones.
¿Compartirla? Dicen. ¿Él sería capaz de vivir a su lado viendo como otro hombre la besa y la ama al igual que él? Entonces una débil sonrisa surcó sus labios. ¿Por qué el amor solo debía tratarse de poseer? Hoseok tenía razón, Lilith no era de su propiedad. Ella incluso lo aceptó cada día a pesar de engañarla. Por qué él no podía aceptarla cuando, en cambio, ella sí sentía amor por esos otros hombres.
Amar no significa esclavizar al ser amado para uno mismo. Si Lilith amaba a esos hombres como a él, ¿qué lo detenía de aceptarla a pesar de todo? Aun así, seguía siendo amor.
Aunque... no a los ojos de todos.
Y, sin embargo, a ninguno parecía importarle aquello. No mientras sus amores fueran correspondidos.
Lilith le sonrió apenas cuando Seokjin volvió a mirarla. A pesar de estar así, casi desnuda, Jin vio a la niña de ocho años que le presentaron sus padres cuando él todavía estaba en primaria. Luego vio a la joven de largas piernas, capitana del equipo de baloncesto que siempre le dedicaba sus partidos cuando iba a verla jugar. Y por último vio a la mujer con la que se había casado, aquella a la que no le permitió mostrarse tal cual porque él la había idealizado tan pura y perfecta en su cabeza.
Pero esta era la verdadera Lilith.
El amor de su vida que ahora le abría los brazos, permitiéndole llorar en su hombro. Él también amaba a esa Lilith y por nada en el mundo sería capaz de dejar de hacerlo.
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Fin
;-;
Cuando no yo siempre llorando al final.
Epílogo in coming -->
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