No iba a mentir, sus piernas temblaron como gelatina al momento que el pelinegro se alejó de sus labios, relamiéndolos, como si quisiera saborearlos por última vez. Sus ojos no tardaron en cruzarse. Ambas miradas centellaban cargadas de ansiedad y emoción.
Jungkook sonrió y calló a la pelirroja con un casto beso cuando ésta quiso soltar una de sus tantas preguntas. Una de las miles que en ese momento luchaban por salir.
—No ahora y no aquí —susurró el menor, sonriendo más cuando Lilith lo miró desconcertada, y carcajeándose cuando la tomó de la mano y la arrastró fuera de la zona vip.
Un pelirrojo sonrió en grande cuando vio a su amiga y al menor, salir por la puerta de emergencia del club. Esa sí que iba a ser una buena noche para su jefa.
—Debería invitar a mi terroncito para no sentirme tan solito y así tener con quien mover las caderas en la pista —canturreó feliz, mientras marcaba el primer número que aparecía en su agenda, en la sección de contactos frecuentes —. ¡Hola amor~!
Lilith aún se sentía un poco perdida ante tal situación. Siendo sincera, no sabía hacia dónde se la llevaba Jungkook. La sorpresa de que él fuera el segundo, aún erizaba todos los vellos de su cuerpo. Y esa sonrisa... Dios, siempre lo odió por tener la sonrisa más encantadora e inocente de todas. Aunque ahora sabía que, de inocente, no tenía nada.
—Jung-
—Llegamos —la interrumpió cuando detuvo el auto.
Hasta entonces, Lilith no se había dado cuenta que no se detuvo en un semáforo, sino que se había estacionado fuera de un edificio.
—¿Dónde...?
—En mi casa —sonrió el menor, saliendo de su auto para trotar hasta el lado del copiloto y abrirle la puerta.
Como todo un caballero.
Lilith aceptó su mano y le permitió al menor que la guiara por aquel elegante edificio. No era tan lujoso y extravagante como se lo esperó, al conocer al padre del menor, pero sí era del estilo de Jungkook.
Cuando llegaron a su piso, Lilith apenas pudo mentalizar la idea de querer halagar el lugar cuando Jeon ya le estaba devorando la boca de nuevo.
Y ahora era cuando ella se preguntaba ¿siempre debían comenzar así? ¿Dónde quedó eso de conocerse primero? Aunque siendo sinceros, ya se conocían bastante.
—Kook, espe-
—No —la calló el menor, tirando de su labio inferior de forma juguetona. —Esta noche solo tienes permitido llamarme Daddy, muñeca.
Por un segundo, la pelirroja quiso reír. Sin embargo, la mirada decidida del menor, le decía que él no estaba jugando. Al menos no con eso.
—Jungkook no pue- ¡Ah! —gritó, dando un brincó antes de querer asesinarlo con su mirada. Sí, la primera nalgada había llegado. Pero fue su culpa por desobedecer ¿no?
—¿Qué te dije?
—Tienes que estar bromeando —gruñó ella, queriendo parecer molesta. Cosa que esa sonrisa coqueta no se lo permitió. No cuando el menor la cargó sobre su hombro, levantándola como si fuera un peso pluma, tan ligera y delicada.
—¡Jungkook!
Otra nalgada más.
Otro grito.
Y otra risa juguetona.
Sin duda el pelinegro se estaba divirtiendo mucho con esto. Si la pelirroja tan solo pudiera ver su enorme sonrisa de felicidad, no se resistiría a complacerlo.
«Al fin puedo tenerla entre mis brazos»
—¡Oh, por todos los cielos, Jungkook! —gritó la mujer que estaba en la cama cuando los otros dos ingresaron a la habitación.
En ese momento, Lilith quiso morir.
—Lisa, ¿qué haces aquí?
«¿Lisa?»
—Idiota, me dijiste que saldrías —se quejó la rubia, mientras salía de la cama para ponerse algo encima.
—Mátame, Señor —murmuró Lilith y Jungkook la bajó para que se pusiera de pie.
—Pero te dije que regresaría.
La pelirroja los miró sin entender. ¿Quién era ella y por qué estaba en su cama... desnuda?
—Ya, ya. Iré a lo de Jennie entonces. Gruñón. Por cierto, hola Lilith —le sonrió a la pelirroja que la miraba congelada.
—¿Qué...? Jungkook, ¿qué está pasado?
Lisa terminó de vestirse y tomó algunas cosas antes de pasar junto a ellos, robarle un beso a Jungkook y regalarle otra sonrisa a Lilith, deseándoles que la pasaran bien. Pocos segundos después, la puerta de entrada fue cerrada de nuevo.
Y la mayor... aún seguía petrificada. Incluso cuando el pelinegro volvió a repartir besos por su cuello mientras poco a poco la acorralaba contra la cama.
—¡No! —lo detuvo, alejándolo rápidamente.
Jungkook la miró sin entender qué pasaba, hasta que ella volvió a hablar.
—Ella...
—¿Lisa?
—Estaba en tu cama.
El menor asintió.
—Desnuda.
—Normal, es mi prometida —el pelinegro seguía mirándola sin entender.
—¿Tu pro-? ¡¿Cómo puedes hacerle esto?!
—Muñeca, no entiendo.
—Eres un... un... ¡Ahg! ¡Maldito, ¿cómo me traes aquí estando ella?! ¡Es tu prometida! ¡¿Cómo puedes decir amarme estando por casarte con alguien más?!
Jungkook sonrió comprendiendo todo y terminó por abrazarla y callar sus gritos con besos.
—Te contaré toda la historia si confías en mí.
Lilith lo miró serena, como si los besos del menor fueran droga para ella. No quería ser la segunda. No quería convertirse en una mujer más en la vida de alguien cuando esa persona ya tenía a alguien especial en su vida. Pero Jungkook... sabía que algo más había detrás de esa pícara mirada. No eran secretos oscuros, solo verdades que no eran contadas, que ahora callaban y solo provocaban que su corazón y su mente dudaran.
—¿Confías en mí?
La pelirroja terminó por asentir, rendida.
—Yo también confío en ti —susurró él, antes de besarla —, por eso sabía que hoy llegarías. Por eso te esperé a pesar de lo que Namjoon me dijo. Y por eso te amo a pesar de lo que tu cabecita esté pensando en estos momentos.
—Respétame mocoso, que soy mayor —murmuró resignada, haciendo reír al otro.
—Espero que sigas queriendo lo mismo cuando te tenga debajo de mí —susurró en su cuello, haciéndola estremecer hasta los huesos.
Y aquello fue lo único que necesitó para que sus labios volvieran a unirse.
Claro que Lilith quería respuestas a todas las preguntas que se formulaban en su cabeza, pero en ese momento, Jungkook tenía planes más importantes. Como, por ejemplo, hacerla gemir su nombre toda la noche, mientras pedía por más.
Dejando la delicadeza para sus mayores, él prefirió hacer las cosas rápidas. Un minuto fue todo lo que necesitó para tenerla completamente desnuda, recostada en su cama, bajo su cuerpo, mirándola con los ojos cargados de deseo.
—No te imaginas cuantas noches soñé con tenerte así —murmuró antes de volver a devorar sus labios, sincronizando los besos con aquellas caricias que comenzaban a hacer arder la piel de la pelirroja.
Lilith no se quedó atrás. Más allá de la pena que aún sentía, no se privó de poder tocar ese cuerpo marcado. La piel de Jungkook se le hacía tan exquisita con solo verla, que no pudo evitar deslizar su lengua por su mandíbula, hasta perderse en su cuello.
—Uhm... no me esperaba eso —bromeó el menor —. ¿Esta muñequita quiere probarme?
Lilith no respondió, no pudo hacer más que mirarlo y sonrojarse. Y esa timidez, no hizo más que encender un fuego en las entrañas del pelinegro.
Haciendo a ambos rodar en la cama, Jungkook terminó por recostarse contra el gran respaldo de la cama, sosteniendo a la pelirroja sobre su pelvis.
—Muévete.
—¿Qué...? ¡No! —se apenó ella, negándose por completo. Sin embargo, cuando una palmada volvió impactar, esta vez directo contra su piel, se olvidó por completo de la vergüenza que sentía, dejando que un suave y necesitado gemido escapara de entre sus labios.
—Vamos, muñeca.
—J-Jungk-
Otra nalgada más. Una más fuerte que hizo su piel arder y algo dentro de su cuerpo cosquillear, haciendo que esa sensación ahora descendiera por entre sus piernas.
—Te estás mojando —gruñó el otro, separando sus glúteos para elevar su pelvis y frotarse apenas contra ella.
Esta vez, el gemido fue mutuo. Ambos comenzaron a crear una sola melodía cuando la pelirroja se apoyó en el pecho del otro y comenzó con un lento vaivén más tortuoso que la propia agonía, rozando sus cuerpos calientes y sudorosos, deseosos por probar más.
—Dilo...
Las mejillas de Lilith se incendiaron aún más solo de pensar en ello. No podía. No quería. Por eso prefirió mantener ocupados sus labios, descendiendo por el cuerpo del menor hasta acabar en la parte que más palpitada con necesidad.
Quería probarlo...
Pero no sabía cómo.
Miró al pelinegro a los ojos en el mismo instante que sus manos acariciaron toda su longitud. Lento y suave, provocándole un dulce martirio.
—¿Quieres hacerlo?
Ella asintió.
—Pídelo entonces, muñeca.
—N-No sé... hacerlo.
—Solo pídemelo y yo te guiaré —sonrió feliz de poder ser el primero.
Lilith mordió sus labios sintiéndose una adolescente en aquella situación. Por Dios, era una mujer adulta. Por qué tener pena de algo que es normal. Solo era sexo, solo estaban conociendo sus cuerpos. El único pecado que estaban cometiendo era alargar más el momento.
—Quiero probarte... Da-
—Vamos, muñeca.
—D-Daddy...
«¿Cómo es que su voz puede sonar tan malditamente angelical?»
Jungkook jadeó y pidió: —Otra vez.
—Daddy... —deslizó un poco más su mano, haciendo al otro apretar sus ojos con fuerza —. Quiero probarte...
—Hazlo —suspiró el pelinegro, clavando su hambrienta mirada en la contraria, viéndola bajar su boca hasta besar la punta y atreverse a lamer con calma —Mételo.
Ella asintió y dio otra lamida más larga antes de dejar que el pene del menor se deslizara dentro de su boca.
—Ahueca tus mejillas.
Como una buena alumna, obedeció, apretando la longitud con sus labios y el resto de su boca. Lento... muy lento, fue descendiendo y ascendiendo, provocando que el otro se sintiera en la gloria.
—Ah... mierda. Eso es, muñeca. Ten cuidado con los dientes.
De nuevo, Lilith asintió, comenzando a mover un poco su lengua para darle más placer al otro. Y a sí misma. Porque sin la necesidad de tocar su cuerpo, ya se sentía igual de mojada que la primera vez que Namjoon probó su cuerpo.
Cuando un ritmo más duro y continuo sorprendió al menor, tuvo que detenerla antes de correrse en su boca. Por ser la primera vez, no quería hacerlo. Ya habría tiempo para hacerla tragar hasta la última gota de su esencia.
—¿Lo hice mal?
Jungkook rio ante su inocencia y negó divertido.
—Claro que no, muñeca. Me la chupas tan bien que casi me corro en tu-
—¡Jungkook!
—¿Qué has dicho? —arqueó una ceja en advertencia, mientras la tomaba de ambas piernas para voltear sus cuerpos y llevarse ambas extremidades sobre sus hombros.
—Lo siento... daddy.
—Mucho mejor —murmuró, introduciendo dos de sus dedos en esa hermosa boca, simulando embestidas que lo hacían ponerse aún más duro —. Tienes la boca de una diosa, muñeca. No te imaginas las ganas de follártela...
—Primero fóllame a mí, daddy.
—Oh shit —gimió excitado y con todo el gusto del mundo, deslizó ambos dedos en el interior de la pelirroja.
Tan caliente...
—¡Uhm! —gimió sin contenerse cuando un tercer dedo fue incluido.
—¿Quieres a daddy, muñeca?
—S-Sí...
—Sí ¿qué?
—Sí, quiero que daddy me haga el amor.
Por primera vez en la noche, todo el cuerpo del pelinegro se estremeció mientras sus miradas se permitían cruzarse, revelando más de un secreto.
—Claro que te haré el amor, Lilith —susurró, acomodándose sobre ella, para enterrarse en su interior sin pena ni aviso, pero lento, como quería que fuera al principio.
En ese momento, fue por primera vez en tanto tiempo que Lilith pudo ver al verdadero Jungkook. Uno vulnerable, dulce, con un raro fetiche, pero al fin de cuentas, un joven enamorado, que ahora se movía en su interior de forma lenta y tortuosa, ocultando su enorme sonrisa en la curvatura de su cuello. Ocultando la felicidad que en ese momento brotaba por sus labios.
Lilith sonrió igual que él y tomó su rostro para que sus ojos se cruzaran.
—Te amo —confesó el menor en un jadeo y ella respondió con el beso más sincero que podría haberle dado esa noche. Creía que era demasiado pronto como para soltar las mismas palabras, pero al menos ese beso significaba más que cualquier cosa.
Más allá de toda esa bruma de amor, pareciera que ambos esperaban el momento en el que el pelinegro aumentara el ritmo de sus embestidas. Conforme se hacían más intensas y certeras, ambos gemían en sincronía el nombre del otro. O bueno, una no necesariamente su nombre.
—¡Ahm~! Daddy... más... más —Jungkook sonreír complacido solo por el hecho de escucharla, de sentirla, de tocarla y de hacerla suplicar por más, una y otra vez.
—¿Quieres m-más? —gruñó al tiempo que la volteaba en la cama, haciéndola ponerse en cuatro.
—Sí... por... favor ah~... daddy —suplicó Lilith, perdida en ese delirio de pasión, aferrándose a la almohada que el menor había acomodado debajo de sus pechos.
De nuevo, sin previo aviso, se enterró en ella, embistiéndola con rudeza. Ahora ese dulce vaivén ya no era lento y suave. Sino rudo y duro, tanto como a ambos comenzaba a encantarles. El hormigueo explosivo en sus vientres era la prueba de aquello.
Ambos, pelinegro y pelirroja, eran un mar de gemidos, una bruma a punto de deshacerse en los brazos del otro.
—¡Ahí! ¡Ah~! ¡Daddy, ahí... no pares! —sollozó la mayor cuando el otro encontró su punto dulce.
Sus piernas ya habían comenzado a fallarle, todo su cuerpo temblaba en anticipación al ser recorrido por una y mil sacudidas. El golpeteo en su vientre era cada vez más duro. Podía sentir como los dedos del menor se clavaban en la piel de sus caderas y sus testículos chocaban sin piedad contra su humedad, creando la sinfonía más morbosa y excitante de todas.
Ya sentía que estaba a su límite. No creía poder soportar tanto placer y sabía que el menor se encontraba igual que ella al sentirlo temblar contra su cuerpo. Solo un poco más...
—¡Ha~ Jungkook! —gritó Lilith en un sollozo desgarrador, cuando las garras del clímax hicieron estragos en su cuerpo. Eso había sido todo lo que ella había podido aguantar, pero como justa venganza, apretó sus paredes vaginales, torturando al contrario, haciéndolo soltar un gutural gemido, al momento de correrse en su interior.
Tan caliente...
Llenándola por completo.
—Tram...posa —murmuró el menor, cayendo en carcajadas sobre ella.
—Lo siento "daddy" —se burló y ambos rieron mientras ella se volteaba para sostenerlo entre sus brazos y poder acariciar su oscuro cabello.
—Eso amerita un castigo —comentó Jungkook, sin mirarla, aun tratando de recuperarse del mejor orgasmo que había tenido en su corta vida.
—Primero quiero respuestas, Kook —pidió, viendo la mirada del otro vacilar por unos instantes cuando la miró con sorpresa.
—Está bien. Fue nuestro trato justo —sonrió apenas —. Pero antes quiero que me prometas algo.
Lilith asintió.
—Si al final decides irte, al menos déjame hacerte el amor una última vez.
Este capítulo me llevó escribirlo unA PINCHE VIDA!!! ;-;
Espero que al menos haya sido algo decente y no tan kk.
Nina Glastor
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