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D

Ambos se encontraban almorzando en aquel restaurante como si fueran unos completos desconocidos. Nadie hablaba, ninguno soltaba siquiera un suspiro. Lilith no se había atrevido a apartar los ojos de su plato, en tanto sentía una intensa mirada calarle hasta los huesos. Hobi siempre había tenido ese poder sobre ella. Después de todo, siempre la miraba así cuando sabía que la pelirroja le ocultaba algo. En este caso, solo lo hacía porque estaba disfrutando de verla nerviosa y con sus dulces mejillas sonrojadas.

Pronto sus codos se posaron en la mesa y su frente cayó sobre sus manos. Se sentía tan avergonzada de que sus dos amigos, los casi hermanos de su esposo, estuvieran involucrados en esto que... ni siquiera podía darle un nombre apropiado.

—Me siento una prostituta.

—Lili... —susurró Hoseok, acariciando dulcemente su brazo, deteniéndose a juguetear con un delicado brazalete que él mismo se lo regaló hace años —. No digas tales cosas de ti. Ni siquiera te atrevas a pensar en ello. No eres nada más que una mujer increíble. ¿Crees que todos estaríamos enamorados de ti de no ser así? De no ser porque eres tan dulce y tierna, tan salvaje y valiente... tan... tan tú.

—Hobi...

¿Amor? ¿Cómo es que todos podían amarla? ¿Cómo era posible que todos aceptaran aquello sin sentir celos u odio hacia el otro? No lo entendía. ¿O tal vez no quería entenderlo? Quizás era eso. Después de todo, ella misma había odiado por años a las amantes de su esposo. No podía aceptarlas cuando esas mujeres acaparaban toda la atención del hombre al que más llegó a amar. Siempre quiso decir que Seokjin era suyo. Siempre se sintieron lindas esas palabras en sus labios, pero ahora... ya no podía decirlas.

Pronto recordó las palabras de Jungkook que se habían grabado a fuego vivo en su memoria...

«El amor no es para cualquiera, Lilith. Porque las personas llegan a ser tan posesivas, que piensan que su ser amado es suyo y de nadie más. Lo convierten en un objeto, alguien sin vida y decisión que pasa a ser la propiedad de otro y no su compañero de vida»

—¿Le temes a este tipo de amor? —susurró el pelirrosa frente a ella, sacándola de sus pensamientos.

—Estoy casada, Hoseok —respondió desganada.

—Con mi mejor amigo, lo sé. Pero estar casada no significa que le perteneces a esa persona. Somos almas libres, seres destinados a encontrarse y amarse entre más de uno. No existe tal cosa como una única alma gemela. De lo contrario no serías la mía, al estar casada con Seokjin —sonrió el pelirrosa, revelando sus dulces hoyuelos.

Las mismas palabras que Jungkook...

¿Cómo es que ella podía pensar en dar excusas y poner peros, cuando aquel hombre la atacaba así?

Al final, no hizo más que soltar una sonrisa en forma de bufido y mirar con ternura al otro.

—Jung Hoseok, eres un maldito manipulador.

—¿Eso significa que funcionó? —ambos rieron y tomaron sus copas para chocarlas en un pequeño brindis.

—Sabes... siempre pensé que eras gay. Sin ofender, pero... tu manera de bromear con los modelos, de ser tan cercano a las estilistas y... afeminado... No estoy diciendo que todos los hombres afeminados sean gays. De hecho, sabes que mi ginecólogo es así solo para darnos más seguridad y confianza a la hora de una revisión. Pero tú... bueno, te pasas un poquito.

El pelirrosa rio de forma encantadora, admirando como las mejillas de la contraria se encendían lentamente.

—¿Eso es un reclamo, Lilith?

—¡Claro que no! Digo... solo... Aish, me siento estafada —bufó, cruzándose de brazos.

Hoseok rio de nuevo y tomó sus cubiertos para continuar degustando su bife de res.

—Lo cierto es que solo actúo así para alejar a las chicas. Siempre me pareció un poco decepcionante el hecho de que solo se acercaran a mí por mis diseños.

—¿Qué esperas? El mundo entero muere por ser vestido por Jung Esperanza.

—De hecho —el menor sonrió, viendo lo encantadora que se veía ella luego de relajarse un poco —. Aunque eso no evita que ahora se me acerquen los hombres con dobles intenciones.

Una gran carcajada brotó desde lo más profundo de su ser, haciendo que Lilith lagrimeara de la risa ante aquel comentario. Ser parte del mundo de la moda y los negocios no era tarea fácil. Ellos sabían más que nadie que las personas hacían lo que sea por fama y fortuna. Incluso vender sus almas por ganarse al mejor. Convirtiendo a personas increíbles como Hoseok en solo objetos deseados por otros.

Viéndolo así, entendía por qué Hobi había elegido adoptar esa radiante y escandalosa personalidad. Todo lo contrario a Namjoon que siempre pareció querer comerse al mundo. Aunque... eso los hacía especiales a los dos.

Su risa cesó en cuanto vio el tenedor que apuntaba hacia su rostro, con un trozo de carne incrustado en él.

—No como carne roja.

—Oh, pero bien que le entraste a Namjoon y a Jungkook.

—¡Hoseok! —el menor rio y se comió la pequeña porción —. No digas cosas como esas en un lugar público —susurró al final, se veía... avergonzada.

—Lili, no tiene nada de malo hablar de sexo.

—¡Shh! Basta, ese no es el problema.

—¿El problema es que haya nombrado a Joonie y Kookie en la misma oración?

Ella asintió, apartando su plato medio lleno. Por su parte, Hoseok solo sonrió de forma apagada.

—El amor está muy condicionado hoy en día —Lilith levantó su mirada, viéndolo a los ojos —. Como si solo existiera entre pares. Hombres y mujeres o hombres y hombres; mujeres y mujeres. ¿Qué hay de los sentimientos de los animales? —la pelirroja rio —. Me recuerda a un primo que se quiso casar con su perra.

—Dios, Hobi —rio, dejando que el otro lograra su cometido.

—Li... —susurró, tomando su mano ­—no hay nada de malo en amar a más de un ser humano. Al fin de cuentas, es amor.

La pelirroja lo miró apenada con la intención de responder algo, pero su celular la interrumpió. Una foto de Seokjin, abrazándola, brillaba en la pantalla anunciando una llamada.

—Tengo que atender —se excusó cuando Hoseok movió su cabeza, pidiéndole que atendiera.

Sin soltar la mano del otro, con su libre, tomó el teléfono y descolgó.

—¿Jinnie?

«Hola amor, estoy saliendo de la empresa y me preguntaba si querías ir a almorzar.»

Lilith miró sorprendida a Hoseok, comenzando a entrar en shock. ¿Qué decirle a su esposo?

—Ya comí —soltó casi de forma atropellada —. Lo siento, pero almorcé temprano porque tengo unos informes que revisar más tarde. Ya estoy de regreso a la empresa. Disfruta tu comida, amor y recuerda que eres alérgico al ají.

«Lo sé...» se sintió un incómodo silencio antes de que Jin continuara «No llegues tarde a casa esta noche. Te amo» y colgó.

Lilith se quedó petrificada unos segundos, mirando su teléfono. ¿Por qué había...?

—¿Por qué le mentiste? —preguntó igual de curioso, Hoseok.

—No sé... —se desesperó —. Dios, solo estoy comiendo contigo. ¿Por qué tuve que inventar eso?

El pelirrosa sonrió y elevó su mano, atrapada en la suya, para besarla.

—Quizás porque estas siendo un poquito más consiente de mí ahora —sonrió feliz.

Sin embargo, esa sonrisa no contagió los labios de la contraria. Mucho menos los labios de aquel que los observaba desde fuera del restaurante. 

—Sírveme algo fuerte —gruñó Jin, desplomándose en el diván de la oficina del moreno.

—Hola, bro. Estoy bien, algo cansado e indignado porque mi jefe no me paga las horas extras que hago cada vez que me llega con sus dramas, ¿y tú?

—No estoy para tus putos juegos, Namjoon. Sírveme un maldito whisky o lo que sea, pero hazlo.

Namjoon miró al mayor, arqueando una de sus cejas, pero terminó por hacerle caso. En todos sus años de amistad, no lo había visto tan encolerizado como ahora. Ni cuando estuvieron a punto de perder el contrato más importante a causa de que él no quiso cortejar a la hija de su futuro socio.

—¿Qué pasó, Seok? —indagó, pasándole un vaso cargado.

Jin bebió el licor de un solo trago y se lo tendió de regreso pidiendo más.

—Creo que Lilith me engaña.

—¡¿Qué?! —gritó el menor, su rostro rápidamente palideció al pensar que el idiota de Jungkook había estado alardeando cerca de Jin, como lo había hecho esa mañana en su oficina, contándole por milésima vez, lo bien que la había pasado con la pelirroja de su amiga —. Bro, seguro lo estás imaginando. Por favor, hablamos de Lilith —rio nervioso, intentando quitar esa idea de la mente del mayor.

­—La vi, Joon.

El pulso del menor se aceleró.

—¿C-Con quién?

—Con Hobi —soltó en un suspiro.

En ese momento, una estridente carcajada nació del pecho del moreno, a eso él llamaba tener suerte.

—¿Estás bromeando? ¿Con Hobi? Por favor, Seok, Hobi es más gay que Freddy Mercury.

—¡Por una mierda, Namjoon! ¡Tómalo con seriedad! ¡Hoseok jamás nos confirmó ser gay y hoy lo vi con mi mujer en un restaurante, de la mano y haciéndola sonrojar! ¡¿Cómo mierda explicas eso?!

—Oye, cálmate. ¿Cuál es el problema? Ellos siempre fueron muy amigos. Íntimos diría yo. Sabes que Lilith siempre le ha confiado todo a Hobi. Quizás... solo, quizás necesitaba charlar con él.

—¿Entonces por qué me mintió?

—¿Eh?

Jin tiró su cabello hacia atrás y aflojó su corbata al sentirse tan tenso. Namjoon le pasó su vaso nuevamente cargado, sentándose a su lado.

—Cuando la vi, la llamé a su celular. No dudó en contestar, pero me inventó una excusa cuando la invité a almorzar —bufó y vació el contenido del vaso en su boca ­—. ¿Por qué mentirme si solo estaba con Hoseok?

«Piensa, Namjoon, piensa»

—Quizás... —hora de recurrir a la culpa —Quizás hay algo que le molesta últimamente. Sabes, esta mañana no se veía bien. Parecía como si hubiera tenido una discusión con alguien. Aunque no quiso hablarlo conmigo. Posiblemente eligió a Hobi para hablar de eso. Y te inventó esa excusa porque podría haber estado llorando. Sabes lo orgullosa que es. Ni a ti te deja verla con lágrimas en los ojos —concluyó, palmeando los hombros del otro cuando éste comenzó a relajarse.

—Es toda mi culpa...

—Jin...

—Le hice una escena de celos en la mañana. Me sobrepasé un poco. Pero, es que Park...

—¿Park? ¿Qué tiene que ver ese chico en todo esto?

El mayor gruñó y revolvió sus cabellos.

—"Su secretario" —dijo, haciendo comillas —, la fue a buscar la otra noche, para salir a divertirse. ¿Qué nadie le dijo que Lilith es una mujer casada?

—Y con derecho a divertirse —agregó el menor, mirándolo burlón —. Creo que ser el infiel de la relación te está comenzando a comer un poco la cabeza —bromeó, soltando una corta carcajada.

—Por una mierda, déjate de juegos —volvió a gruñir, sintiendo todos sus vellos crisparse —. Si alguien lo escuchara...

—Todavía no entiendo por qué haces eso. ¿Acaso no la amas?

—¿Bromeas? Lilith es mi vida —se molestó el mayor. Cómo es que su amigo se atrevía siquiera a preguntar semejante estupidez.

Lilith siempre había sido la luz de sus ojos desde el momento en que la conoció. Tan dulce, tan tierna, tan enteramente especial. Esa hermosa pelirroja había sido su perdición desde el momento en que la vio. De niño se sentía tan poderoso de tener el privilegio de protegerla, pero de grande ya comenzaba a dudar de ese derecho cuando su madre lo regañaba por ser tan sobreprotector e impedir que su "hermanita" tuviera otros amigos aparte de los suyos. Pero cómo no serlo si él ya la amaba incluso antes de darse cuenta lo que significaban esos sentimientos en su pecho.

«¿Entonces por qué la engañas, Seok»


El castaño miró a su mejor amigo, sabiendo que aquella pregunta no había sido solo un producto de su imaginación. No había sido su conciencia la que hablaba para preguntarle una vez más, por qué seguía siendo tan idiota como para continuar alejándola. Porque eso hacía. Lilith estaba comenzando a elegir a otros antes que a él y la simple idea lo aterraba inmensamente. Porque sabía más que nadie que cuando ella supiera la verdad, todo podría acabarse.

Porque nadie puede amar eternamente, cuando se es más herido, que amado. 

Nina Glastor

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