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Jungkook entró a la habitación y cerró la puerta a su espalda sin hacer ruido. La estancia no estaba nada bien. No había música. Song-I no estaba sentada en su silla de ruedas delante de sus lienzos.

las cortinas estaban corridas y la habitación estaba envuelta en tristeza.

Jimin estaba encorvado en una silla junto a la cama de Song-I, congiéndole la mano. Se acercó a él y se permitió un momento para mirar al hombre que había cambiado su vida.

Song-I parecía dormida y tenía una expresión plácida en el rostro. Ya no volvería a confundirse ni a inquietarse, ya no intentaría encontrar algo que no recordaba.

Ya no podría contarle anécdotas sobre el hombre que ahora estaba llorando su pérdida.

Jungkook se agachó junto a su esposo y cubrió la mano con la que agarraba a Song-I.

-Jimin -susurró.

No se movió. No recibió respuesta. Permaneció con una expresión paralizada, vacía. Sin hablar.

-Lo siento, cariño. Sé cuánto la querías.

-Yo solo me fuí -musitó con la voz entrecortada-. Estaba medio camino a casa cuando me llamaron. No debí haberme ido...

-No lo sabías.

-Dijo que estaba cansada y que quería descansar. No tenía apetito, no quería pintar. Debí haber sabido que algo andaba mal -insistió.

-Cariño... Por favor, no te hagas esto.

-Debí haber estado con ella cuando...

-Pero estabas con ella. Ya sabes lo que sentía al respecto, amor. Lo decía a todas, que cuando llegara el momento, se iría. Estabas aquí, la persona a quién más querías en este mundo, la última persona que quería ver antes de partir, y estaba lista -le acarició el cabello con una mano-. Llevaba un tiempo lista, cariño. Creo que estaba buscando asegurarse que estarías bien.

-No me despedí de ella...

Jungkook suspiró. Instó a qué Jimin apoye su cabeza en su hombro.

-¿La besaste?

-Sí.

-¿Te pellizcó la mejilla?

-Sí.

-Entonces sí se despidieron. No hacían falta palabras, amor. No lo hacían.

-No... No sé qué hacer ahora...

Todo el cuerpo de Jimin se estremeció y Jungkook no soportaba ver como su dolor empeoraba más. Se puso de pie y lo cogió en brazos para sentarse con él.

Seguía aferrado a la mano de Song-I, negándose a soltarla.

-Deja que te ayude, cariño. Por favor.

Jimin apoyó la cabeza en su pecho, dejando caer sus lágrimas, humedeciendo la camisa de su esposo. Le dolía, no quería aceptarlo.

Jungkook lo besó en la coronilla y lo abrazó hasta que sintió como su cuerpo se relajaba, y que soltaba la mano de Song-I, con cuidado. Pero no resistió mucho. Rompió en llanto, queriendo separase de Jungkook y abrazar a su abuela, golpeando el pecho de su esposo sin poder calmarse. Nada podía ser real. Esto no debería de estar pasando.

Habían pasado largos minutos para que Jimin pueda tranquilizarse. Aún seguía en los brazos de Jungkook, quien no se alejaba por ninguna circunstancia. No lo dejaría solo, no cuando más lo necesitaba.

Se quedaron en silencio, mientras Jungkook le acariciaba la espalda con sutileza.

Pronto alguien llamó a la puerta y le autorizaron para que pudiera ingresar. Choi Dong Wook apareció y se acuclilló al lado de la pareja.

-Jimin-ssi, lo siento mucho.

-Gracias -respondió apenas en un susurro audible.

-Ha venido mi esposa. Nos gustaría ayudarlos con los detalles, si les parece bien.

Jimin asintió en silencio

-Será mejor que lo lleve a casa.

Dong Wook se puso de pie, sacudiendo sus pantalones y asintió.

-Claro, debe descansar. Es mucho por hoy.

Jungkook soltó un pequeño suspiró y agachó la cabeza para mirar a su esposo.

-¿Estás listo, cariño? ¿Deseas quedarte un rato más?

Jimin cerró los ojos por unos segundos y luego los abrió para mirar a Choi. Le temblaban los labios, aguantándose romper en llanto nuevamente.

-¿Qué va a pasar?

-Un amigo vendrá para llevársela -dijo refiriéndose a Song-I-. Según me ha dicho Jungkook, quería ser incinerada ¿No es así?

-Sí.

-Él se encargará de todo, luego podemos hablar sobre el servicio que te gustaría darle.

Jimin asintió.

-¿Qué... Qué pasaran con sus cosas?

-Me encargaré de que lo hagan llevar a nuestro hogar, cariño.

-Me gustaría donar algunas cosas que otros no tienen, cómo la silla de ruedas... Su ropa y cosas así.

-De acuerdo. Se hará lo que tú digas, cuando estés listo.

Jimin se quedó en silencio con la vista clavada en Song-I. Luego asintió con la cabeza.

-Está bien.

Jungkook se levantó con él en brazos. No le gustaba como su cuerpo se estremecía y como le temblaba la voz. Miró a Song-I y le dió su agradecimiento y despedida en silencio. Sintió el escozor de las lágrimas en sus ojos, parpadeó varias veces para no llorar.

Tenía que ser fuerte por Jimin.

Buscó los ojos de su esposo, pequeños por el dolor y tristeza. Su mirada apagada y perdía. Verlo de esa manera lo abrumó de una enorme ternura y de querer calmar su dolor por completo.

Le dió un beso en su frente y murmuró.

-Esto contigo. Lo superaremos juntos, cariño. Te lo prometo. ¿Estás listo?

Jimin asintió y escondió su rostro en el pecho de su esposo, aferrándose con fuerza.

Jungkook salió de la habitación con la certeza de que sus vidas estaban a punto de cambiar. Y, una vez más, no sabía cómo enfrentarse a esa situación.


Al anochecer...



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