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2| Amarte siempre fue un juego que estuve consciente de perder

6 años después

—Deberías ir, Alaric. —La voz de Antxon sonó por el altavoz del celular del mencionado, resonando entre las cuatro paredes de la habitación.

Alaric se encontraba ahora mismo en el pequeño cuarto que, se suponía, era la mejor habitación de uno de los pocos hoteles que había en Dafan, un viejo pueblo en la cima de una aún más vieja montaña encontrada casi en la mitad de la nada, razón por la cual estaba un poco desconectado del resto del mundo —incluso le costaba trabajo encontrar recepción para mantener una llamada decente, por lo que le sorprendía que aún pudiera escuchar claramente la voz de su hermano mayor al teléfono—. Sin embargo, era esta misma sensación de desolación la que hizo que Alaric estuviera muy agusto los últimos días. Todo era muy tranquilo.

En esos momentos se encontraba empacando la ropa que estaba regada por toda la habitación. Ahora que sus conciertos habían terminado se suponía que volviera al día siguiente, por lo que prefería ir poniendo orden con antelación.

Porque por mucho que le gustara, no podía quedarse más tiempo.

—¿Cómo está Sander?—preguntó cambiando de tema, no quería seguir escuchando a su hermano insistir y prefería saber cómo se encontraba el niño.

Aunque, como decía su tío, en realidad ya no era tan niño.

—Está bien, ahora mismo está en casa de uno de sus amigos—respondió Antxon pacientemente—. Pero no quieras distraerme, no pienso cortar la llamada hasta tener una respuesta afirmativa de tu parte. A la gente de allá seguramente le encantará que vayas.

Alaric suspiró, sabía que no podía engañar a su hermano fácilmente, pero, a decir verdad, no estaba de humor para fiestas, aún si se trataba de una de las emblemáticas "Cacerías nocturnas" del pueblo Dafan, a la que había sido cordialmente invitado desde su llegada y de la que había cometido el error de hablarle a su hermano, causando que desde entonces no parara de insistir para que asistiera.

—Hablo en serio—continuó hablando la voz al teléfono—. Es un pueblo pequeño, todos los habitantes acuden y, de hecho, tienen muy buena fama, no puedes perdertela—siguió coaccionando, pero no sirvió de mucho, porque todo eso, en realidad, Alaric ya lo sabía—. No puedes seguir encerrándote en el chelo, debes empezar a vivir un poco de nuevo.

De nuevo. Esa última parte implicaba que en algún punto había vivido, no solo sobrevivido haciendo todo lo que le ordenaban, sino que vivió por sí mismo. Y lo había hecho, por un periodo de su vida, pero, como toda gran pieza musical, no había sido más que por un breve momento.

Pasaron un par de segundos en los que ninguno de los dos dijo nada y solo podían escucharse los ruidos que hacía Alaric al caminar de un lado a otro en la habitación.

—Está bien, iré—respondió por fin.

No quería ir, pero si hacerlo tranquilizaba un poco a su hermano, lo haría. Se lo debía por todos los problemas que le había causado los últimos años y todos los casi paros cardíacos que le había ocasionado a su tío, como la vez, cinco años atrás, en que se había presentado en el viejo internado dónde vivían, con un niño de seis años agarrado de la mano.

Antxon pareció sorprenderse de convencerlo fácilmente, pero no ocultó su emoción cuando volvió a hablar y le pidió que le contara como iba todo después. Al parecer, él mismo habría querido ir a la fiesta de ser posible.

La cuestión con las famosas Cacerías nocturnas del pueblo Dafan radicaba en que no era una fiesta común y corriente; consistía más bien en un evento que acontecía semanalmente, en el que todos los habitantes del pueblo mayores de dieciocho años se reunían en una fiesta con temática de Murder Mistery, donde cada invitado acudía con una máscara que "ocultara" su identidad —aunque de hecho, todos ya se conocían, por lo que esto más bien era solo para crear un ambiente de misterio— y en la apertura se realizaba un sorteo para ver quién de los invitados jugaría el rol de "asesino", cuyo objetivo era "marcar" a sus víctimas con manchas de vino. Para poder ganar el juego, el resto de personas debía adivinar quién era el asesino antes de que todos fueran marcados. Pero, si por el contrario, no lograban encontrarlo, el "asesino" ganaba el juego y con ello una comida gratis en el restaurante local, cuyos dueños eran los anfitriones de la fiesta.

Era todo un acontecimiento y Alaric no podía creer que había accedido a formar parte, aunque, a decir verdad, no le dió mucha importancia, después de todo le había prometido a su hermano que iría, pero no que se involucraría en la fiesta. Así que acudir para pararse silenciosamente en una esquina con su bebida en mano, sonaba como un plan viable.

O al menos, eso había pensado, pero las cosas no habían salido de esa forma en absoluto, ya que desde el momento en que entró en la fiesta decenas de personas lo habían detenido para charlar. Aparentemente la máscara no había ayudado, puesto que todos parecían saber quién era. Eso era lo que pasaba cuando alguien nuevo llegaba de visita a un pueblo en el que todos se conocían.

—¿Sabe? Debería conversar con Ran-Ran—decía un hombre mayor en esos momentos, mientras le ofrecía a Alaric otra bebida—. No sé dónde se metió ese muchacho pero siempre logra ganar las Cacerías cuando le toca ser el asesino, así que ten cuidado, es un joven muy astuto—continuó cuando el chico aceptó la bebida—. Pero también es uno de los pocos músicos talentosos por aquí, creo que podrían llevarse bien.

—Mn—respondió Alaric dándole al hombre una sonrisa de cortesía, sin embargo, no estaba en sus planes conocer a nadie.

—Es un buen chico—siguió diciendo su compañía, que tomó la sonrisa de Alaric como una entrada para seguir hablando—. Nos ha ayudado a todos por aquí, incluso le enseñó a mi nieta a andar en bicicleta—contó, hablando con orgullo y cariño en su voz—. Aunque a veces es un tanto retraído, nunca está enterado de lo que sucede fuera de Dafan; honestamente tampoco creo que se haya enterado de que un chelista tan famoso como usted nos haya incluído en su gira, sin ofender.

—No hay ofensa en absoluto.

El hombre asintió con la cabeza.

—Si logro encontrarlo, los presentaré. En este pueblo casi no hay gente de su edad, así que al chico le vendría bien charlar con usted, además de que ambos son músicos. Ran-Ran ha tocado para todos en muchas ocasiones y, de hecho, tiende a hacerlo en todas las fiestas, así que seguramente podrás verlo esta noche.

A decir verdad, Alaric no estaba interesado en esta persona Ran-Ran en absoluto, sin embargo, no podía ser grosero con el hombre, que antes muy amablemente le había explicado con detalle como funcionaban las Cacerías Nocturnas, así que solo sonrió cortésmente una vez más antes de decir:

—Sería un placer conocerlo.

Esto pareció complacer al hombre, porque sonrió antes de decir—: De verdad que sí, aún recuerdo cuando llegó aquí, era bastante joven, pero se veía como si hubiera vivido mucho ¿sabe? Había algo en sus ojos. Sin embargo, nunca dudó en sonreír a cualquiera que lo necesitara. El señor Braxton acababa de perder a su esposa por esas fechas y siempre estaba solo en su casa. Nadie se atrevía a visitarlo, aquí entre nos no tiene el mejor carácter que digamos—añadió bajando la voz para que solo Alaric lo escuchara—, pero Ran-Ran siempre le hacía compañía. Braxton es muy orgulloso, pero se nota lo muy agradecido que está con el joven.

Alaric solo asintió y compartió unas palabras de admiración. No estaba interesado en el joven, pero reconocía que sus acciones eran benevolentes, además, el hombre hablaba con tanto orgullo de él como si fuera su propio hijo. Unos momentos después de esto una mujer llamó a la persona que le hacía compañía, causando que ésta se excusara y se fuera de su lado, no sin antes prometer que buscaría al tal Ran-Ran para presentárselo.

Por primera vez en la noche, Alaric se encontró solo. Disfrutó de la tranquilidad que esto presentaba y se acomodó en una esquina alejada de la habitación, cerca de la mesa de postres, donde podía observar claramente a toda la gente divirtiéndose a su alrededor. Miró la mesa a su derecha y se dispuso a tomar uno de los pequeños pasteles de chocolate cuando sintió a alguien chocar a lado suyo.

—¡Ouch!—exclamó la otra persona, que pareció sobresaltarse al darse cuenta de que había derramado parte de su copa de vino en la antes pulcra camisa blanca de Alaric— ¡Ah! Lo siento tanto, llegar desde la pista de baile hasta acá es toda una odisea con tanta gente, creo que alguien me empujó por accidente—habló rápidamente—. Creo que tengo un trapo por aquí—murmuró el joven tanteando sus bolsillos.

—Déjalo, no te preocupes—respondió con simpleza Alaric, mirando la mancha en su camisa, sin prestarle atención al chico.

—En serio lo lamento—siguió diciendo la otra parte.

—De verdad no pasa na...—Alaric se detuvo a la mitad de la frase cuando alzó la vista y miró a la persona con la que estaba hablando. Sin duda eso explicaba porque había sido tan descuidada— Con esa máscara debe ser muy difícil moverse por aquí—dijo en su lugar.

El joven frente a él portaba una máscara rojiza que cubría por completo sus ojos, dejando libre solamente de su boca hacia abajo. Parecía como si fuera una mariposa posada en su nariz, con sus dos alas cubriendo desde sus mejillas hasta su frente, sin dejar un espacio libre para sus ojos.

No sabía cómo había logrado si quiera caminar hasta ahí.

El joven solo sonrió antes de responder—: He asistido a muchas de estas fiestas, prácticamente conozco el lugar como la palma de mi mano. Además, la gente me conoce y afortunadamente tienden a ayudarme a caminar la mayoría de las veces, aunque no siempre uso esta máscara, solo de vez en cuando.

No sabía porque, pero escuchar su voz había provocado algo extraño en el interior de Alaric, por lo que solo pudo responder con un simple "Mn".

—En fin, tu voz no me suena, ¿eres nuevo por aquí?—preguntó el chico.

Estupendo. Otra persona con deseos de hacer conversación. Pensó Alaric, pero, de nuevo, no pudo atreverse a ser descortés, además había algo en el joven que se lo impedía.

—Solo vine a pasar aquí unos días—respondió.

—Ah, ya veo, vacacionando ¿eh? Mucha gente también viene a Dafan para sus retiros espirituales y esas cosas.

—En realidad, fue por trabajo. Toco el chelo e hice un par de presentaciones.

El joven solo abrió su boca y dejó salir un gran "oh" antes de agregar:

—No sabía vendría un concertista.

Alaric se encogió de hombros, pero después cayó en la cuenta de que el chico seguramente no podría verlo, sin embargo, antes de que pudiera comentar algo más, escuchó una pregunta de su acompañante.

—¿Cuándo vuelves a tocar? Tal vez vaya a ver. Hace muchos años que no escucho música clásica.

—Mi última presentación fue ayer, me voy mañana en la tarde.

—Oh vaya, que mala suerte—dijo el chico con honesta decepción en su voz—. Ojalá vuelvas a venir, para ser un pueblo pequeño hay mucho que hacer, tal vez podrías regresar alguna vez y podría mostrarte los alrededores—se ofreció.

Aunque parecía algo de pura cortesía, Alaric percibía que sinceridad en su propuesta, sin embargo apenas y podía seguir el hilo de la conversación, porque por alguna razón la voz del chico le daba una extraña sensación de familiaridad.

—No hablas mucho ¿verdad?—cuestionó de pronto el joven, sacando a Alaric de sus pensamientos.

Sin duda el chico no habría sido el primero de tener esa impresión suya, pero si era la segunda persona, o más bien la tercera—después de su hermano y él—, en atreverse a decirlo en voz alta. Por alguna razón Alaric tendía a alejar un poco a la gente, pero este chico no lo decía como si fuera algo malo, sino más bien como si lo estuviera retando.

—Bajo mi experiencia hay dos cosas que se hacen en una fiesta cuando no se quiere hablar con nadie: comer y bailar, pero por lo que veo tú ya tienes cubierta la primera—comentó el joven, divertido, haciendo un gesto a la mesa de postres—. Sin embargo, yo no soy tan fácil de callar. Puedo charlar y comer al mismo tiempo, así que ¿por qué no probamos la segunda opción? No te amargues aquí solo, ven, vamos a bailar—añadió extendiéndole su mano, invitándolo a la pista de baile.

Alaric no supo que decir. No había venido aquí con las intenciones de divertirse, pero había algo en el joven que lo atraía como un campo magnético, haciendo que fuera difícil rechazar la oferta.

—¿Cómo podrías bailar con esa máscara?—decidió preguntar en su lugar.

—Por eso necesitaré tu ayuda—respondió el chico regalándole una hermosa sonrisa que movió algo dentro de Alaric.

No supo que fue exactamente lo que hizo que tomara su mano, pero antes de que se diera cuenta ya estaba siendo arrastrado hacia la pista de baile. Extrañamente el chico se movía con mucha facilidad y podía traer a Alaric consigo, sin tropezarse en el camino. Por momentos parecía como si la misma gente se moviera abriéndoles espacio y dejándolos al descubierto.

Por eso mismo, poco antes de que llegaran al centro de la pista, el mismo hombre que antes había hablado con Alaric pudo verlos con claridad y reparar en la gran mancha de vino que cubría la parte frontal de la camisa de Alaric, causando una emoción en su interior que lo apuró a acercarse a ellos.

—¡Joven chelista! ¡No!—gritó riéndose un poco— Ha sido atrapado—agregó ganándose una mirada confusa del chico, por lo que señaló la mancha en su camisa.

Fue en ese momento recordó las reglas de la fiesta y no pudo evitar voltear su cabeza y mirar al joven a su lado, que ahora sonreía con inocencia.

El hombre no se perdió esa mirada y ató los cabos.

—¡Ran-Ran!—exclamó haciendo gestos hacia el otro joven—¿Otra vez has sido tú?—preguntó genuinamente sorprendido.

El joven, que Alaric ahora sabía que se trataba del famoso "Ran-Ran", soltó una carcajada y alzó ambas manos al aire.

—Greysone, me has descubierto—rió.

El hombre, Greysone, abrió mucho los ojos y después rió. Alaric no lo sabía, pero era la primera vez que ganaba este juego. Después de que el hombre le dijera con orgullo a la gente a su alrededor que había atrapado al "asesino", se volvió hacia el par de chicos y su sonrisa se hizo aún más amplia.

—Pero Ran-Ran, justamente le estaba hablando a este joven de ti. Me alegra que se hayan encontrado—dijo.

—¿De verdad?—preguntó el chico alzando una ceja (gesto que no era visible por su máscara, pero que Alaric extrañamente podía imaginar) mirando al joven a su lado con una sonrisa cómplice.

—Y ya que te presumí, ¿por qué no nos tocas un poco? Puedo ver que traes tu flauta—añadió Greysone señalando la cintura de Ran-Ran, en la que descansaba el estuche que contenía su instrumento, sostenido por una correa que pasaba por su hombro.

Este sonrió y asintió con la cabeza—. Vale, vale, todo sea por el ganador de la fiesta—respondió sonriéndole al hombre— y nuestro invitado especial—añadió guiñándole un ojo a Alaric antes de alejarse de su posición y caminar hasta el otro lado de la habitación, donde se encontraba una pequeña tarima.

—¿Oíste eso? ¡Ran-Ran va a tocar de nuevo!—exclamaron cargadas de emoción las voces de un par de señoras, dejando en claro que no era la primera vez que se presentaba ante este público.

Cuando el joven sacó el instrumento de su estuche e hizo los preparativos necesarios, tomó posición y sujetó la flauta cuidadosamente con sus manos, antes de acercarla a su boca.

Alaric, que en ese punto se encontraba parado en medio de la multitud, sintió su mundo detenerse por completo cuando escuchó las primeras notas salir de la flauta del joven.

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Arcade— Duncan Laurence

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