Once
Entré a la madrugada, cuando dormías acurrucado bajo tus suaves sábanas.
Me metí bajo de ellas, creo que ya comenzabas a reconocerme. Mi dulce aroma era tu droga, una perdición para cualquiera.
Me senté arriba tuyo, tiraste de mi sudadera para sacarla del camino y fuiste directo a mis labios. Pediste que te toque hasta que me canse, nunca me cansaría de ti.
Nos separamos, llevé mi mano a tu entrepierna, comenzabas a perderte más. Con mi mano en aquella zona, volvimos a besarnos intensamente.
Con ansias pero sin brusquedad, parecías estar más necesitado que yo, tus ojos desafiantes, pidiendo cada vez más te delataban.
Dejé de besarte, me hiciste un puchero pero no te preste atención. Mi concentración estaba en tu cuello, lo mordí y chupe tanto que estabas llenos de marcas nuevamente. Pase mis labios por tu oreja, te susurré todo lo que te iba a pasar esa noche.
Te volviste loco.
Nos terminamos de desvestir. Estabas tan impaciente que te ponías nervioso solo con pasar mis dedos por tu plano abdomen. Podía estar toda la vida paseando mi lengua por esos lugares, pero, querías acción y acción era lo que ibas a tener.
Pase del abdomen a tus caderas, dejaba un sendero sin fin de besos húmedos, a estas alturas ya estabas más que perdido, no tenías salvación.
Comencé a masturbarte, ahogabas tantos gemidos e insultos, llevaste tus dedos a mi sedante cabello rojo, para después enterrarme contra tu enrojecida masculinidad.
Te encantaba los ruidos obscenos que te hacía, me pedías que te mire a los ojos mientras te proclamaste humano o un rey consiguiendo un nuevo territorio.
Sentí embestidas tranquilas contra mi boca, con más gemidos que antes.
Te atendí tanto que olvidé mi cometido aquí, el placer debería ser mutuo, mi Wonnie.
Abrí mi boca para sacar tu pene de ella, un hilo de saliva nos conectaba. Lo rompí con mi dedo y me lo metí a la boca.
Me pare frente a ti, tus ojos brillaron como dos luna, mejor dicho, como una galaxia entera.
Te acercaste rápido, cerraste tus ojos y abriste grande tu propia boca. Bombear mi intimidad solito hasta que todo el líquido salió, me quedé sorprendido. No sabía que te encantaba tanto.
Pude ver como se acostaba solo boca abajo, levantó su trasero para mí.
Intenté meter mi lengua en tu rosado orificio pero te negaste.
Querías adaptarte sin preparación previa.
Lo metí suavemente, me sentía apretado y caliente. Las ganas de romperte me consumían, pero en la forma que arquear la espalda me decía lo suave que debería ser contigo.
Me diste la orden de comenzar a moverme, unos pequeños movimientos para iniciar. Agarre tus suaves caderas nuevamente ya estabas volviendo a gemir. Las embestidas se multiplicaron, sus gritos de placer llenaban toda la casa, mi pene se salió y te diste vuelta, lo introduje nuevamente y ahora estaríamos mirando cara a cara.
No volví a empezar con cosas lentas, fui directamente al grano. Comenzó aferrarse más a las sábanas, subí tus piernas a mis hombros y tomé tu miembro con mi mano, eso te daría más placer todavía.
Esto sin dudas no era un sueño para él. Es real, por fin lo estaba volviendo en vida.
Las explosiones de placer mutuas que llegabas a todas las células de nuestros cuerpos, nos sentimos en el verdadero infierno.
También, por fin gemiste mi nombre completo.
Kim Mingyu, demonio cuyo poder es darte los orgasmos más placenteros.
Lo gritaste tanto que ya tenías toda la voz desgastada.
Nos besamos aún más, te tomé y marque más.
También me marcaste, te pegaste a mi cuello, ahí me perdí yo, mi vista se oscureció. Sentí un líquido espeso salir a montones de mi hombría y Wonwoo además de gemir por última vez, se vino en mi mano.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro