
VIII - Doble Revelación
Al día siguiente, Heitor andaba por los pasillos del laboratorio observando las investigaciones. Paró cerca de Luna para ver lo que ella hacía. Se quedó intrigado, visto que ella miraba en un microscopio en su mesa, saltaba de uno hacia otro y lo hacía repetidas veces.
Ella observaba una proteína que desarrollara a partir de varios experimentos y que mantenía el equilibrio de la telomerasa. Un objeto tenía láminas con células de personas ancianas, longevas avanzadas; otro poseía tejidos de un animal que vivía más de dos siglos y había un tercero con células tronco humanas embrionarias. Verificó que las sustancias proteicas de las muestras preparadas tenían características muy estables. Ella meneó la cabeza hacia adelante y hacia atrás como quien hacía un descubrimiento.
Curioso, él paró a su lado, vio los cromosomas girando en el programa que ella mantenía abierto en su ordenador, las puntas espirales destacadas en rojo. Después de mirar varias veces en ambos microscopios, Luna anotó algo en su Tablet. Heitor preguntó:
— Entonces, ¿cómo está nuestra investigación? ¿Has descubierto alguna cosa?
— Creo que estamos muy cerca.
— ¿De qué? – Se le abrieron los ojos de par en par.
— De encontrar la respuesta. Pero no debo precipitarme. Puede ser que esté equivocada. Necesito esperar las informaciones de las otras experiencias de mi equipo. Así que tenga un resultado más robusto, paso todas las conclusiones. No puede ser falsa alarma.
— ¿Por qué no me lo dices ya? Puede ser que con todos los equipos trabajando juntos, consigamos acelerar este fármaco.
— Déjalo de mi cuenta. Debemos tener calma, porque si no seguimos e método científico no habrá validación de los resultados.
Luna no confiaba en su jefe como cuando entró allí. No después de verle husmeando la investigación en su ordenador sin que ella estuviera presente. Decepcionado él dijo:
— No te olvides de que la investigación es sigilosa. Está en el contrato que firmaste. Muchas empresas espían a las otras en la carrera por patentes. Hay grandes intereses envueltos en eso. Te imaginas... Paulo quiere saberlo todo para a la hora apropiada hacer las debidas negociaciones. Tú serás muy bien recompensada, puedes estar segura.
Heitor tenía miedo de que ella vendiera la invención a algún laboratorio competidor.
Pero lo que realmente quería era robarle la idea para hacerse famoso, además de curar, lo más rápido posible, la enfermedad de su hija.
Él también planeaba hacer que la joven farmacéutica fuera despedida, así que él pusiera las manos en el medicamento. Intentaría desacreditarla para quedarse con los créditos por la idea.
Era tanta codicia que pensaba cosas absurdas.
Sin imaginar las atrocidades que pasaban por la cabeza de su jefe, ella continuó:
— Ya lo sé. ¿Y cómo están las investigaciones en el área oncológica? – Luna estaba interesada por causa de su madre.
— Están bien avanzadas... Después puedes ver los archivos. Algunos de ellos están abiertos para los colaboradores.
— Voy a investigar.
— Separamos las células de defensa como los linfocitos T de los pacientes afectados, las reprogramamos genéticamente para combatir el cáncer y después las reinsertamos en el organismo.
— Muy interesante.
— Creemos que en menos de un año tendremos medicamentos capaces de alterar el comportamiento genético de las células que se reproducen aleatoriamente. Ya tenemos algunos resultados para presentar, pero antes de publicar los artículos científicos también queremos mensurar la eficacia de la terapia. Vamos a asociar nuestros fármacos a los otros tratamientos disponibles en las varias fases de la enfermedad. La Titán está trabajando en conjunto con otros laboratorios multinacionales.
— Sus palabras son como una buena música para mis oídos.
— También quiero escuchar novedades que vengan de ti y tu equipo. El jefe está más interesado en el Eternal que en las otras drogas que estamos estudiando. Él cree que este será muy lucrativo. ¿Quién no va a querer pagar más por eso? Se va a vender más que los analgésicos.
— No sé. Creo que todas las medicinas son importantes. Sólo quien sufre el dolor sabe sus necesidades.
Heitor se quedó pensando en lo que ella dijo. Se acordó de Isabela y continuó andando por el pasillo.
Paró en la mesa de Roberta y se quedó conversando con ella. Fue cuando Luna se dio cuenta de que los dos estaban mirándola.
— Estate atenta a cualquier información que sepas sobre el Eternal. Tu ascenso está garantizado.
— De acuerdo.
En seguida, el jefe entró en el despacho del director para conversar con Paulo Sottyo.
— Entonces dime, Heitor, ¿en qué paso está la investigación?
— Parece que está yendo bien, pero estoy muy irritado con Luna. No quiere compartir el andamiento de la investigación conmigo.
— Quiero resultados rápidos. Invertí mucho dinero en esto. Firmé el contrato con el laboratorio alemán y, si no cumplo mi parte, pagaré una multa exorbitante.
— No le quitaré el ojo. Usted sabe muy bien cuánto quiero celebrar ese descubrimiento...
— Lo sé... ¡Isabela!
— La cura de mi hija depende de esa investigación. No dejaré que la enfermedad senil se la lleve de mi vida.
De repente su telemóvil tocó. Al ver quién era, Heitor pidió permiso a Paulo para atender. Isabela apareció en la llamada de vídeo. Esta tosió antes de hablar mientras Paulo observaba con atención.
— Papá, estoy sintiendo muchos dolores en las piernas. Parece que mis ojos van a estallar. ¿Será que es el reumatismo? ¿Qué hago?
Carla apareció en seguida.
— Perdona por molestarte en el trabajo, hermano mío. He preparado un analgésico fuerte a base de codeína. Ella se va a poner bien. Cualquier cosa te aviso. Un beso, cariño.
— Te amo, papá.
Dijo la hija antes de que la llamada terminara.
Heitor empezó a caminar de un lado a otro. Se pasó las manos trémulas sobre la frente sudada.
— Mi hija está pasándolo mal. Está desarrollando enfermedades de personas ancianas y ya no sé lo que hacer. Ella sufre de un síndrome raro cuyas señales y síntomas aparecen durante el final de la adolescencia. El encortamiento de los cromosomas parece acelerar a partir de esa edad.
Se paró por un instante, pensó un poco y continuó:
— Eso también la afecta a nivel psicológico, pues su ambiente social cambió completamente. Tiene depresión por causa de eso y siente muchos dolores. Estudia en casa y se apartó de los amigos. La pandemia empeoró las cosas aún más.
— Lo siento mucho por tu hija. Confió en ti. Vas a conseguir crear el medicamento.
"Por lo menos no vamos a necesitar pagar por una cobaya, está su hija para eso". Pensó Paulo.
— Voy a llegar a eso, y tu empresa será la más rica del mundo por darles a las personas lo que más quieren: vida.
Al llegar a casa por la noche, Luna ceno y vio a Solange tomando una infusión.
— ¿Mamá, no tienes que tomar algún medicamento para tu tratamiento? Las infusiones son muy flojas para tu problema.
— Hija, nosotros vinimos de la naturaleza. El secreto de la fitoterapia es recordarnos cada día un poco más de qué somos hechos.
— Yo ya me estoy poniendo nerviosa con esta conversación. Necesitas tomar medicinas fuertes
— ¿Más fuertes que la quimio? Mi cuerpo ya sufre demasiado.
— Fabio también se parece a ti. Le encantan las terapias alternativas, además de la psiquiatría analítica.
— Por eso él escogió ese camino. Pero la vida siempre nos la juega y cambia nuestros destinos.
Luna sintió un poco de indigestión después de cenar, abrió el bolso; iba a coger un comprimido cuando pensó mejor y lo devolvió a su lugar.
— ¿Qué pasa? ¿Has desistido de tomarte la medicina?
— Estoy aprendiendo con Fabio que no debemos tomar medicamentos por cualquier cosa.
— Eso me ha gustado. Este novio te está ayudando a controlar la hipocondría. Ahora quiero conocerle aún más. Voy a preparar una infusión de camomila. Dentro de poco, te llevo una tacita.
— Gracias, mamá. ¡Pero no soy hipocondriaca! Yo... sólo quiero hacer un teste para ver si consigo controlarme con las medicinas.
Ellas se miraron, en un clima extraño.
En seguida, Luna subió apresurada a su cuarto para conectar el ordenador que le había sido regalado. Con una perspectiva tridimensional, le hacía las preguntas a Bete sobre las proteínas que estaba estudiando en el trabajo.
Ver los mecanismos encajándose como un rompecabezas frente a ella en realidad aumentada era fantástico. Observo la telomerasa producida por los componentes genéticos presentes en animales que vivían mucho y verificó los archivos de genoma de las células tronco que Bete tenía de embrión humano.
Separó los genes responsables por la durabilidad mayor de las células de personas longevas, comparándolos con tales animales. Consiguió sintetizar una sustancia reguladora de la longevidad del cromosoma. Sin duda era un medicamento que equilibraba la telomerasa, ¡la enzima responsable por el tiempo de vida humana!
— Bete, registra las moléculas de la sustancia en 3D. Manda una copia a mi dirección en la nube cibernética.
— Hecho.
Al percibir que descubriera la fórmula para el medicamento, gritó vibrante dando un puñetazo al aire.
— Lo conseguí... ¡Increíble! Dios mío, no me lo creo.
— ¿Qué ha pasado? – Solange abrió la puerta del cuarto con una taza de infusión sobre una bandeja, que casi cayó con el susto cuando se tropezó con Bete flotando en el aire.
— He encontrado la fórmula del Eternal. Ahora debo pasársela a mi equipo. Tenemos que hacer los testes y experimentaciones.
— ¡Enhorabuena, hija mía! Eres increíble... ¡Siempre supe que lo conseguirías! – Ella pensó un poco. — ¿Pero, y en cuanto a los que Otto dijo? ¿Será que él tiene razón? ¡Hija mía, ten cautela!
Ambas ser miraron pensativas. Las manos de Luna temblaban.
— ¿Piensas que si las personas vivieran 200 años, como ciertos animales, el mundo cambiaría? Están inventando muchas cosas para mejorar el medio ambiente. Las tortugas, algunos moluscos y otros animales, así como muchos árboles, viven mucho y no le causan daño a la naturaleza. Por el contrario, ayudan a equilibrarla.
— Pero el ser humano es diferente, hija. Él explota el medio ambiente, lo destruye todo y deja un rastro de polución y miseria por donde pasa. Tú no debes cargarte ese fardo a la espalda de ser la causadora de desolación de la naturaleza. Creo que sería interesante conversar con Otto sobre eso. Pídele a Bete para ver el futuro de nuevo.
— Mamá, nada de eso me importa. Lo que vale la pena salvar es a ti – los ojos de Luna soltaron lágrimas de esperanza. – Las investigaciones sobre el cáncer están avanzadas allá en la Titán. Hoy mismo Heitor me lo ha contado. En breve habrá un medicamento para usar junto a los otros tratamientos. Sólo estoy un poco preocupada con su obsesión por el Eternal. Hasta le pillé husmeando mi programa de un modo inusitado.
— Pero, si él es el jefe, puede tener acceso a los proyectos de sus subordinados, ¿no?
— ¿No sería más fácil preguntar?
— Desde niña siempre fuiste muy desconfiada... Pero volviendo a mi problema. No te engañes, hija mía. Mi caso está muy avanzado. Siento que dentro de poco ya no conseguiré trabajar, porque la voz se me está quedando más ronca. No podré dar clases. Cuando eso ocurre, bebo un trago de agua, aunque se me quede dolorida la garganta. Ya he vivido lo bastante y tuve el mejor regalo que la vida podría darme; tú – ella le pasó la mano cariñosamente sobre el rostro a la hija y la miró al fondo de los ojos. – Quiero aprovechar mis momentos finales viviendo de la mejor manera posible. Siempre te digo que lo que importa es la calidad de vida y en eso estoy de acuerdo con Otto.
— No sé lo que decir, pero yo quiero al menos intentarlo.
— Vamos, pregúntale a Bete sobre el destino de la humanidad.
— Voy a hacerlo mejor. – Luna miró a Bete y cuestionó: — Dime ¿cómo es posible que Otto me haya dado a ti como regalo?
La mujer cibernética miró hacia adelante y proyectó de su ojo la respuesta, diciendo:
— Voy a mostrártelo que es mejor que decírtelo.
Personas andaban en las calles de una Belo Horizonte polucionada usando máscaras acopladas con respiradores laterales. A las espaldas, tanques de oxígeno, algunos con dos, otros con sólo uno. Muchos mendigos y niños sin máscaras u oxígeno, pasaban hambre por las plazas con las manos extendidas pidiendo limosna. Algunos grupos hambrientos peleaban en las colas por la comida distribuida por el gobierno.
El aire era nublado con una especie de humo negro. Las plantas estaban secas y los cielos cubiertos de polución. Los animales que no fueron extintos, eran flacos de ojos saltones; los árboles que aparentemente no habían muerto estaban podridos y secos.
Colas extensas de gente con las ropas rasgadas esperaban en las puertas de los mercados por algún resto de comida. Bete mostró a Gabriel, el hijo de Otto, enfermo en su cama. Un respirador conectado a una máquina le mantenía vivo y Otto vigilaba al niño con pesar.
También vieron las imágenes del laboratorio de Física de la Universidad y Otto entrando en la máquina del tiempo, poniendo a Bete en una mochila donde guardaba el ordenador cuántico para volver al pasado. Aquellas eran las últimas imágenes de las cámaras por el camino, que el ordenador cuántico había capturado, inclusive las del laboratorio.
Luna y Solange miraban mesmerizadas las escenas. La madre se puso la mano en la boca, asustada; las dos se abrazaron y la hija dijo:
— Otto es un científico del futuro que viajó en el tiempo. Es por eso que es el mejor profesor de Física que he conocido en mi vida. – Comentó Solange sorprendida.
— Y su hijo, Gabriel, está enfermo en el futuro a causa del Eternal, que hizo que las personas vivieran mucho más y polucionaran de modo exponencial.
— El medio ambiente quedó totalmente desequilibrado. – Completó Bete.
— Por eso que él está aquí... Para impedirte crear el Eternal. – Dijo Solange.
— ¿Otto sería capaz de matarme? – Preguntó Luna a Bete.
— Esto jamás. No combina con su perfil psicológico. Lo que él quiere es convencerte a ti y a todos los envueltos en la investigación a suspender la fabricación del medicamento.
— ¿Y cómo él consigue dinero para sobrevivir? ¿Cómo puede un profesor en Brasil querer pagar el plan de salud carísimo para mi madre? ¿Fabrica dinero o sabe los resultados de la lotería?
— Voy a mostrar la respuesta. – Dijo Bete liberando una vez más las imágenes holográficas a través de sus ojos.
Otto andaba por las calles, filmado por las cámaras públicas de Belo Horizonte, a las cuales Bete tenía acceso. Cogía el autobús a su casa en el suburbio. Siempre usando las mismas ropas sencillas. Pantalón, camiseta y chaquetas viejas que compraba en tiendas de segunda mano.
De repente, una cámara de su propio dron mostró la casita sencilla en la que él vivía, con sólo una cocina y un cuarto. El espacio apretado para pasar encogido sin muebles, sólo un colchón en el suelo y una cocina de dos fuegos donde calentaba su comida. Algunos libros viejos que compraba en un mercadillo reposaban en la pequeña mesa de centro.
El dron era de un modelo módico, comprado de segunda mano, que él utilizaba para vigilar a las personas que debía convencer. Su compañero era un perrillo callejero negro con manchas blancas, cuyo nombre era Einstein, del cual tuvo piedad cuando le vio hambriento vagando por la plaza de la capital y se lo llevó a casa a fin de cuidarle. Tenía también un notebook personal y un smartphone.
Madre e hija se quedaron espantadas con la revelación.
— Ahora todo se encaja... — Dijo Luna mirando a Solange.
Y ellas no imaginaban que había muchas más sorpresas por delante.
______________________________
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro