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un paso adelante


❝ Entre lo que fuimos y lo que seremos ❞.

2 AÑOS DESPUÉS...

La espuma del jabón caía suavemente al lavabo, dejando tras de sí un rastro translúcido en el cristal de los vasos. Marietta frotaba con cuidado, como si cada vaso fuera una pequeña pieza de algo más grande, algo que se rompía con facilidad si no lo hacía bien. Sus manos, aunque jóvenes, mostraban ligeras marcas del trabajo constante: pequeños cortes, resequedad, y ese aroma persistente a jabón barato que nunca terminaba de irse.

Se había vuelto su rutina diaria: levantarse antes del amanecer, entrenar con Darius hasta que sus músculos gritaban por descanso, y luego ocupar sus manos con algo más sencillo, pero igualmente constante: limpiar el desorden del día anterior en el bar.

El bar del burdel siempre despertaba tarde, pero Marietta ya llevaba horas en pie cuando el resto apenas comenzaba a abrir los ojos. Le gustaba el silencio de la mañana, la soledad que le permitía estar consigo misma sin interrupciones.

No supo bien cuán rápido pasaron los años. Uno tras otro se desvanecieron, como hojas arrastradas por el viento, y de pronto se encontró ahí, con dieciséis años a cuestas, una mezcla extraña entre la niña que había sido y la mujer que algún día sería.

Había momentos en los que se miraba al espejo y no reconocía a la persona que la devolvía la mirada. Su rostro, más definido, tenía todavía ese aire infantil, pero en sus ojos se había asentado una seriedad que no recordaba haber tenido antes. Las marcas del tiempo no eran físicas, sino internas, un peso invisible que sentía en los hombros cada vez que el silencio de la mañana la envolvía.

Por supuesto que habían cambios físicos también. Al vivir con Darius, este se aseguraba de que su alimentación fuera adecuada. No era algo que a Marietta le entusiasmara demasiado, pero él insistía en que su cuerpo necesitaba estar fuerte para resistir el entrenamiento. Así, las porciones cuidadosamente servidas comenzaron a dar resultado con el tiempo. Había subido un poco de peso, lo suficiente para lucir más saludable, con brazos y piernas que ya no parecían tan delgados como antes.

Al principio, le costó aceptar ese cambio. Estaba acostumbrada a verse de cierta forma, a ser ligera como una pluma, casi como si su propio cuerpo reflejara la fragilidad que sentía dentro. Pero poco a poco empezó a notar las diferencias: podía cargar cosas más pesadas sin cansarse, correr distancias más largas sin quedarse sin aliento, y sus golpes, aunque aún torpes, tenían más fuerza. Era como si su cuerpo estuviera adaptándose a esa nueva vida, una vida en la que tenía que aprender a defenderse y mantenerse firme.

Darius nunca lo dijo directamente, pero ella sabía que estaba orgulloso de su progreso. En sus ojos, aunque serios como siempre, había un leve brillo cada vez que ella lograba completar un ejercicio difícil o esquivar uno de sus golpes durante el entrenamiento. No era el tipo de hombre que daba cumplidos abiertamente, pero esos momentos lo decían todo.

Marietta, en cambio, todavía luchaba por aceptar que esa era su nueva imagen. En ocasiones, se miraba al espejo después de una ducha y se sorprendía al notar lo diferente que lucía. Ya no era solo la niña flacucha que un día llegó al burdel por trabajo. Había una fuerza en ella, no solo en sus músculos, sino en su postura, en cómo levantaba la cabeza un poco más alto. Pero junto a esa fuerza, también había preguntas. ¿Era esto lo que quería? ¿Convertirse en alguien capaz de pelear, de resistir? ¿O era simplemente lo que la vida le había obligado a ser?

En el fondo sabía que su transformación no era solo física. Había aprendido a sobrevivir, sí, pero también a endurecerse de formas que no siempre le agradaban.

A veces extrañaba su antiguo yo, la niña que solía soñar despierta con inventos imposibles junto a Viktor, que miraba el mundo con una ingenuidad que ahora le parecía casi un lujo. Pero esa niña parecía tan lejana, casi como si perteneciera a otra vida. ¿Cómo podía reconciliar a esa pequeña soñadora con la joven que ahora sabía cómo romper un brazo con un solo movimiento?

La música del tocadiscos relajaba todo el revoltijo de su cabeza. Era uno de los pocos momentos en los que podía permitirse bajar la guardia. Era uno de los pocos momentos en los que podía permitirse bajar la guardia, aunque había tardado mucho tiempo en volver a acercarse a ese objeto. Cada vez que lo hacía, sentía una punzada en el pecho, pues los recuerdos de Viktor se agolpaban de inmediato.

Evitaba cuidadosamente las canciones que solían escuchar juntos o aquellas que alguna vez fueron sus favoritas. Prefería sumergirse en melodías que eran de sus gustos propios, en sonidos que no cargaran con el peso de lo que fue. Era su manera de mantener esa distancia emocional, de no abrir una herida que todavía dolía demasiado, pero que podía vivir con ella a pesar de todo.

A pesar de todo, mientras la música llenaba el ambiente, Marietta no podía evitar cerrar los ojos y dejarse llevar. La nostalgia estaba ahí, como un susurro constante, pero también una extraña calma que, por unos minutos, le permitía respirar.

La suave melodía de "New Kid in Town" se escuchaba por todo el bar, llenando el espacio con un aire nostálgico. Marietta sabía muy bien lo que hacía al elegir esa canción; era una de las favoritas de Viktor. Durante mucho tiempo había evitado escucharla, como si las notas mismas fueran capaces de desgarrarla, pero ese día, algo en ella decidió enfrentarla. Recordaba cómo Viktor solía tararearla mientras ambos pasaban tiempo sentados en las mesas del bar, entre risas y conversaciones que nunca parecían tener fin.

Esos recuerdos iban disminuyendo con el tiempo, no porque los hubiera olvidado, sino porque había dejado de tenerlos tan presentes. Era como si cada día que pasaba se llevara consigo una pequeña parte de esas memorias, desdibujándolas lentamente, hasta que solo quedaban los contornos de lo que alguna vez fueron.

De repente, la campanilla de la puerta del bar sonó, rompiendo el aire tranquilo que había dejado la canción. Marietta giró la cabeza con desgano, limpiándose las manos en el delantal que llevaba puesto. Allí estaba otra vez, Rudolph. Era un chico de su edad, con cabello claro y un par de ojos curiosos que siempre parecían buscar los suyos. Llevaba meses yendo al bar, cada vez con el mismo objetivo: saludarla o intentar entablar una conversación.

Marietta suspiró para sí misma. No era que le desagradara Rudolph, de hecho, admitía en silencio que era lindo, con su sonrisa torpe y ese aire de amabilidad que parecía difícil de encontrar en Zaun. Pero ella no estaba interesada en ese tipo de interacciones. No ahora, no cuando todavía luchaba por sostener lo poco que quedaba de sí misma.

━ Buenos días, Marietta. ━ saludó Rudolph, con una voz que parecía siempre cargada de entusiasmo.

━ Hola. ━ respondió ella, con un tono que era más cortante que amable, mientras seguía limpiando un vaso sin siquiera mirarlo.

El chico no se dio por vencido, como siempre. Se sentó en la barra, observándola en silencio mientras parecía decidir qué decir. Marietta podía sentir su mirada, pero decidió ignorarla. Rudolph era persistente, pero jamás intrusivo, y de alguna forma, ella apreciaba eso, aunque no lo admitiera.

━ ¿Te molesta si me quedo aquí un rato? ━ preguntó finalmente, apoyando los codos sobre la barra.

Marietta dejó el vaso y lo miró por primera vez desde que había entrado. Hubo un destello de algo en sus ojos, una mezcla de curiosidad y resignación.

━ Haz lo que quieras. ━ respondió con un leve encogimiento de hombros.

Rudolph permaneció sentado en la barra, jugueteando con un anillo de metal que llevaba en el dedo. No era raro verlo así, siempre con las manos ocupadas, como si necesitara distraerse mientras esperaba el momento adecuado para hablar. Marietta, por su parte, seguía limpiando los vasos uno a uno, tomándose su tiempo. Sabía que él no se movería de allí tan fácilmente. Era una especie de rutina entre ambos: él venía, intentaba hablar con ella, y ella hacía todo lo posible por mantenerse al margen, sin llegar a ser completamente grosera.

━ ¿Siempre estás tan callada? ━ preguntó de repente, rompiendo el silencio. Su voz era suave, casi como si temiera molestarla.

Marietta lo miró de reojo. Por un instante pensó en no responder, en seguir con lo suyo, pero algo en la forma en que Rudolph sostenía su mirada, tan franca y sin pretensiones, la hizo dudar.

━ No tengo mucho que decir. ━ respondió al final, con un tono seco, pero no completamente hostil.

Rudolph asintió, como si esa respuesta le bastara. Se apoyó más sobre la barra, descansando la barbilla en su mano.

━ Creo que es porque piensas mucho. Las personas que no hablan mucho suelen estar siempre en su cabeza. ━ comentó, como si hablara más consigo mismo que con ella.

Marietta se detuvo un momento, el vaso todavía en sus manos, y lo miró con algo parecido a la sorpresa. No esperaba una observación tan... precisa.

━ ¿Y tú cómo sabes eso? ━ preguntó, arqueando una ceja.

Rudolph sonrió, esa sonrisa torpe que parecía no pertenecer a alguien criado en un lugar tan crudo como Zaun.

━ Porque yo también lo hago a veces. Aunque, a diferencia de ti, creo que hablo demasiado cuando estoy nervioso. ━ soltó una pequeña risa, más dirigida a sí mismo.

Marietta negó con la cabeza, pero no pudo evitar que se le escapara una ligera curva en los labios, apenas perceptible.

━ Entonces no tenemos nada en común. Yo nunca hablo de más. ━ replicó, regresando su atención al vaso.

━ Supongo que por eso me resultas tan interesante. ━ soltó Rudolph, sin pensarlo demasiado.

Ella se detuvo por completo esta vez, sus manos dejando de trabajar. Lo miró, tratando de encontrar en su rostro algún rastro de burla o sarcasmo, pero no encontró nada de eso. Sus ojos azules la observaban con una sinceridad que la desconcertaba, y que al mismo tiempo, le resultaba insoportable.

━ No tienes idea de quién soy. ━ dijo, casi como un susurro. Había algo en su tono que era más pesado, más cargado de lo que quería admitir.

━ Tienes razón. ━ respondió Rudolph, con esa calma suya que parecía inquebrantable. ━ Pero eso no significa que no quiera conocerte.

Marietta apretó los labios y volvió a centrarse en su tarea. No sabía cómo manejar a alguien como él. Rudolph era todo lo que Zaun no solía ofrecer: paciencia, amabilidad y una persistencia que no se sentía como una amenaza, sino como un desafío. Y ella no estaba segura de si quería enfrentarlo o dejarlo ganar.

━ Deberías irte. ━ dijo finalmente, más para protegerse que porque realmente quisiera que él se fuera.

Rudolph no discutió. Se levantó de la barra con un movimiento lento, como si quisiera darle tiempo para cambiar de opinión.

━ Está bien, me iré. Pero volveré mañana. Y el día después de mañana. ━ dijo con una sonrisa ligera, mientras caminaba hacia la puerta. Antes de salir, se giró para mirarla una vez más. ━ Solo quiero hablar contigo, Marietta. Nada más.

Ella no respondió, pero lo siguió con la mirada mientras salía por la puerta. Una vez que estuvo sola de nuevo, el bar se sintió... vacío. Por más que le molestara admitirlo, algo de la presencia de Rudolph había logrado llenar un pequeño espacio que ni siquiera sabía que estaba vacío.

Soltó un suspiro largo y regresó al tocadiscos, cambiando el vinilo por uno más animado. No estaba lista para dejar entrar a alguien nuevo en su vida.

Marietta giró la perilla del tocadiscos, buscando algo menos melancólico que lo que había estado sonando. Justo en ese momento, una figura familiar apareció por la puerta trasera del bar. Bayoleth, con su cabello perfectamente peinado y una sonrisa astuta en los labios, entró con paso ligero, cruzando los brazos mientras se apoyaba en el marco de la puerta.

━ Así que... ¿qué te parece Rudolph? ━ preguntó, como si la conversación fuera casual, aunque sus ojos brillaban con intención.

Marietta ni siquiera levantó la vista de los vasos que estaba limpiando.

━ Ya sabía que esto tenía tu sello, Bayoleth.

━ Oh, vamos. Es un buen chico, y tú necesitas alguien con quien hablar aparte de nosotras. ━ replicó Bayoleth, acercándose para tomar asiento en uno de los taburetes de la barra.

━ No necesito nada de eso. ━ respondió Marietta, tajante, mientras secaba otro vaso y lo colocaba en el estante. ━ Y menos alguien que me busque porque tú le has dicho que lo haga.

Bayoleth arqueó una ceja, fingiendo sorpresa.

━ ¿Yo? ¿Decirle algo? Qué injusta eres, querida. Solo pensé que era un buen momento para que conocieras a alguien nuevo. Rudolph te mira como si fueras la última estrella en el cielo, y, francamente, podrías darte una oportunidad para distraerte un poco.

━ Bayoleth, no estoy interesada. Ni en él, ni en nadie más.

━ Pero, ¿por qué? ━ insistió Bayoleth, inclinándose hacia adelante, con un tono más suave. ━ No te estoy diciendo que te enamores. Solo que no tiene nada de malo dejar que alguien más entre en tu vida.

La chica finalmente la miró, con una mezcla de cansancio y firmeza en los ojos.

━ Porque no quiero. No tengo espacio para eso ahora.

Bayoleth suspiró, dándose cuenta de que insistir sería inútil.

━ Eres terca como una mula, ¿lo sabías?

━ Y tú demasiado entrometida. ━ respondió Marietta, aunque su tono tenía una pizca de humor.

Suspiró, apoyando el codo en la barra mientras observaba a Marietta trastear con el tocadiscos.

━ Mira, no digo que te cases con él ni nada. Solo que necesitas más amigos con quien hablar. No es sano que siempre estés encerrada en tus cosas. ━ dijo, cruzando las piernas con una sonrisa ligera, pero insistente.

Marietta rodó los ojos, ignorando el comentario mientras ajustaba el volumen de la canción que comenzaba a sonar.

━ ¿Amigos? ¿Y por qué tendría que ser él? ━ preguntó con calma, pero sin disimular la ironía en su voz. ━ Ya tengo suficientes personas en mi vida.

Antes de que Bayoleth pudiera replicar, la puerta principal del bar se abrió y Margaret apareció, con un aire tranquilo pero firme.

━ Bayoleth, ¿no tienes otra cosa que hacer que estar presionando a Marietta? ━ dijo mientras se sacudía un poco el delantal que llevaba puesto.

Ella giró la cabeza, encontrándose con la mirada severa de Margaret.

━ No estoy presionándola. Solo digo que no le hace mal hablar con más gente.

━ Marietta no necesita a alguien diciéndole cómo llevar su vida. ━ respondió Margaret, acercándose a la barra. ━ Y menos si eso implica empujarla a algo que claramente no quiere.

Bayoleth levantó las manos en un gesto defensivo, pero no pudo evitar soltar una pequeña risa.

━ Está bien, está bien. Me rindo. Ustedes dos son demasiado serias para mi gusto. ━ se puso de pie y comenzó a caminar hacia la puerta. ━ Pero algún día me lo agradecerás, Marietta.

━ No cuentes con eso. ━ replicó Marietta, esta vez con un leve destello de humor en sus palabras.

Cuando Bayoleth salió, Margaret tomó asiento en uno de los taburetes y miró a Marietta, que volvía a concentrarse en el tocadiscos.

━ Esa chica nunca cambia.

━ Nunca. ━ confirmó Marietta, esbozando una ligera sonrisa mientras la música seguía llenando el bar.

La contraria no dijo nada más, pero en su mirada había algo de comprensión. Sabía que Marietta necesitaba tiempo y espacio para entender las cosas a su propio ritmo.

━ ¿Cansada? ━ preguntó Margaret mientras le servía un vaso de agua.

━ Un poco, me duelen las piernas. ━ respondió Marietta, frotándose los muslos con ambas manos.

━ Eso pasa cuando te esfuerzas tanto en el entrenamiento. No tienes que ir al límite todos los días, ¿sabes?

━ Lo sé, pero... ━ Marietta se detuvo, tomando el vaso entre sus manos. ━ Siento que, si no lo hago, estoy perdiendo el tiempo.

Margaret ladeó la cabeza, apoyándose en la barra mientras la observaba.

━ Perder el tiempo no siempre es algo malo, Marietta. A veces, necesitas descansar, incluso si piensas que podrías estar haciendo algo más.

━ No me gusta sentir que no estoy haciendo algo útil. ━ Suspiró, mirando el agua en su vaso como si contuviera las respuestas a todas sus dudas.

━ Descansar también es útil. Además, si te rompes las piernas, no podrás hacer nada, y eso sí sería una verdadera pérdida.

Marietta dejó escapar una leve risa, pequeña pero sincera. Margaret sonrió al verla, contenta de haber logrado que se relajara aunque fuera un momento.

Se quedaron un momento en silencio, ambas con la mirada fija en diferentes puntos de la habitación. Margaret tamborileaba los dedos sobre la barra, mientras Marietta giraba el vaso de agua entre sus manos, como si intentara resolver un dilema que solo existía en su cabeza.

━ ¿Y? ━ preguntó Margaret de repente, rompiendo el silencio. Su tono era casual, pero había una curiosidad implícita que no podía ocultar. ━ ¿Has pensado en eso que tenías en mente?

Marietta alzó la vista, atrapada por la pregunta. Su cuerpo se tensó ligeramente, aunque intentó disimularlo.

━ ¿Eso? ━ respondió, fingiendo no entender.

━ Sabes perfectamente a qué me refiero. ━ Margaret arqueó una ceja, su expresión una mezcla de paciencia y firmeza. ━ No soy tonta, Marietta.

La joven apretó los labios, sintiendo que las palabras se le atascaban en la garganta.

━ He pensado en muchas cosas, ━ murmuró al fin, tratando de desviar la conversación. Bebió un poco de agua, como si eso pudiera borrar la incomodidad del momento.

━ Muchas cosas, ¿eh? ━ Margaret replicó, con una leve sonrisa incrédula. ━ Claro, porque siempre estás filosofando sobre la vida.

Marietta dejó el vaso sobre la barra, exhalando con cierta frustración.

━ Es complicado, Margaret.

━ Lo sé. Pero todo lo que vale la pena lo es.

Margaret no insistió más, aunque sus ojos parecían decirle: "Estoy aquí cuando quieras hablar". Marietta lo sabía, y quizá era eso lo que más la inquietaba. No quería respuestas de Margaret; lo que necesitaba era enfrentar su propio miedo y decirle a Darius lo que llevaba días pensando.

La idea llevaba tiempo rondando su cabeza, un impulso que cada vez se sentía más como una necesidad. Había algo en su interior que le decía que debía actuar, que no podía quedarse atrapada en la rutina para siempre. Sin embargo, cada vez que intentaba imaginar cómo planteárselo a Darius, las palabras se volvían borrosas y el miedo a su reacción la paralizaba.

━ ¿Sabes qué? ━ dijo Margaret de repente, como si hubiera leído sus pensamientos. ━ Quizá deberías hablar con Darius.

Marietta la miró, sorprendida.

━ ¿Por qué dices eso?

━ Porque cada vez que tienes algo importante en la cabeza, se te nota en la cara. Y si lo estás pensando tanto, tal vez sea hora de sacarlo. ━ Margaret se inclinó hacia ella, bajando un poco la voz. ━ Él es más comprensivo de lo que crees.

La chica no respondió. En lugar de eso, tomó el vaso y bebió el último sorbo de agua. Sabía que Margaret tenía razón, pero admitirlo era otra cosa.

━ Cuando estés lista, hazlo. ━ Margaret le dio una palmada suave en el brazo antes de volver a su trabajo. ━ Solo recuerda que no puedes quedarte en tus pensamientos para siempre.

La joven se quedó sola en la barra, mirando el vaso vacío. Se sentía como si el tiempo estuviera jugando con ella, empujándola hacia algo que todavía no se atrevía a enfrentar. Pero, al mismo tiempo, una pequeña chispa dentro de ella sabía que ese momento estaba cada vez más cerca.

Se quedó pensando, mirando el vaso vacío frente a ella como si ahí pudiera encontrar la respuesta. La idea de ir con Darius la había estado rondando por meses, como un mosquito que no podía espantar, pero que tampoco se atrevía a enfrentar de frente. Sus pensamientos iban y venían, chocando entre sí como olas que nunca llegaban a una orilla clara.

Era extraño. Había hablado con Darius de muchas cosas antes, desde entrenamientos hasta las reglas del bar, incluso de los recuerdos más triviales. Pero esto era diferente. Esto era algo que podía cambiarlo todo, para bien o para mal, y la posibilidad de un rechazo o una mirada de desaprobación la aterraba más de lo que estaba dispuesta a admitir.

Pensó en cómo reaccionaría. Darius no era un hombre fácil de leer; su rostro siempre tenía una expresión neutra, casi como si lo hubiera entrenado para no mostrar emociones que pudieran delatarlo. Pero detrás de esa fachada, Marietta sabía que había una mente aguda, alguien que no juzgaba a la ligera. Aun así, el miedo estaba ahí, latente, diciéndole que podría estar equivocada.

Bajó la mirada a sus manos, jugando con el borde del vaso. ¿Realmente era tan importante esto como para arriesgarse? La respuesta era sí, y eso le dolía admitirlo. No quería ser alguien que necesitara la aprobación de otro para avanzar, pero la verdad era que respetaba a Darius más de lo que estaba dispuesta a decir en voz alta. Su opinión importaba, incluso cuando quería convencerse de que no.

Por otro lado, había otra parte de ella que se resistía. Esa parte que siempre había aprendido a callar, a no pedir demasiado, a no sobresalir más de lo necesario. Durante años, había vivido en un modo de supervivencia, moviéndose con cautela en un mundo que no dejaba espacio para los errores. ¿Por qué iba a ser diferente ahora?

Margaret tenía razón, claro. No podía quedarse en sus pensamientos para siempre. Pero tomar una decisión no era tan fácil como dar un salto al vacío; era más como avanzar en la oscuridad, con los brazos extendidos, esperando no chocar con algo que la lastimara.

Se levantó del banco y comenzó a caminar de un lado a otro, incapaz de quedarse quieta. A cada paso, repasaba posibles escenarios. En uno, Darius se reía y descartaba la idea como una tontería. En otro, la escuchaba, pero luego le decía que no era el momento. Y en el mejor de los casos... ni siquiera sabía cuál sería el mejor caso.

Entonces, algo cambió. Una pequeña chispa se encendió en su interior, apenas perceptible, pero suficiente para hacerla detenerse en seco. Recordó las palabras de Margaret: "No puedes quedarte en tus pensamientos para siempre."

Tal vez tenía razón. Tal vez no se trataba de saber si era la decisión correcta o no, sino de simplemente tomarla y lidiar con las consecuencias después. Tal vez, por primera vez, necesitaba arriesgarse, aunque el resultado fuera incierto.

Respiró hondo, como si tratara de inhalar todo el valor que podía reunir. Su mente aún estaba llena de dudas, pero su cuerpo comenzó a moverse antes de que pudiera detenerse. Caminó hacia la puerta, y cada paso se sintió como una pequeña victoria sobre el miedo que la había estado frenando.

Cuando por fin llego al pasillo de la parte del final, se detuvo frente a la puerta de Darius, que estaba entreabierta, como invitándola a entrar. Su mano tembló un poco mientras se alzaba para tocar la madera, pero finalmente, dio tres golpes suaves, aunque firmes.

No sabía qué iba a pasar, pero al menos había tomado una decisión. Y eso, en sí mismo, ya era un cambio importante.

La voz de Darius se escuchó al otro lado de la puerta, grave y calmada, como siempre.

━ Adelante.

Marietta empujó la puerta con cuidado, como si el simple acto de cruzar el umbral requiriera toda su concentración. Darius estaba sentado en su escritorio, con una taza humeante entre las manos y varios papeles esparcidos frente a él. Levantó la mirada cuando la vio entrar y arqueó una ceja, sorprendido de verla allí a esa hora.

━ ¿Qué pasa? ━ preguntó, dejando la taza a un lado.

Marietta cerró la puerta detrás de ella y se quedó un momento junto a la pared, indecisa. Ahora que estaba allí, frente a él, las palabras parecían atascadas en su garganta.

━ Quiero hablar contigo de algo. ━ su voz salió más firme de lo que esperaba, pero no podía detenerse ahora.

Darius asintió, señalando la silla frente a él. ━ Siéntate.

Ella lo hizo, apoyando las manos en sus piernas para evitar que notara cómo le temblaban. Bajó la mirada por un segundo, tratando de ordenar sus pensamientos, antes de alzarla de nuevo hacia él.

━ Sé que no suelo venir a hablar contigo... así, ━ empezó, intentando mantener el control de su voz. ━ Pero hay algo que llevo un tiempo pensando, y no quiero seguir dándole vueltas.

Darius entrelazó las manos sobre el escritorio, escuchándola con atención. No dijo nada, dándole el espacio que necesitaba para continuar.

━ Es solo que... ━ vaciló por un momento, buscando las palabras adecuadas. ━ Quiero hacer algo. Algo que podría cambiar muchas cosas, no solo para mí, sino para lo que estoy haciendo aquí contigo... para mi vida.

El mayor no se movió, pero sus ojos brillaron con interés.

━ ¿Y qué es eso? ━ preguntó con suavidad, dejando claro que no iba a presionarla.

La chica se mordió el labio, considerando si debía decírselo todo en ese momento o si era mejor ir con cuidado. Había una parte de ella que todavía dudaba, que quería retractarse y fingir que todo esto nunca había pasado. Pero entonces recordó lo lejos que había llegado, el esfuerzo que le había costado llegar hasta esa puerta.

━ No estoy segura de cómo lo tomarás ━ admitió finalmente, sintiendo el calor subir a sus mejillas. ━ Pero creo que es algo importante para mí.

El asintió lentamente, como si procesara cada palabra.

━ Si crees que es importante, entonces vale la pena que lo digas.

Marietta respiró hondo, buscando ese último pedazo de valentía que la había llevado hasta allí. Sabía que no podía retroceder ahora

━ Me enteré que a principios de junio son las admisiones para la Academia de Ciencia en Piltover. ━ la voz de Marietta era firme, pero había una pequeña vacilación en su mirada, como si todavía no estuviera segura de cómo recibiría Darius aquella declaración.

Darius levantó la mirada de sus papeles al escucharla mencionar la academia de Piltover. Aunque no lo dijo en voz alta, la sorpresa en sus ojos era evidente. Dejó la taza que tenía en la mano sobre el escritorio y se recargó en el respaldo de su silla, observándola con atención.

━ ¿Y qué con eso? ━ preguntó, su tono neutral, pero curioso.

Marietta respiró profundo antes de responder, entrelazando los dedos frente a ella como si buscara algo a lo que aferrarse.

━ Estuve pensando... sobre si debería intentarlo.

Darius arqueó una ceja, dejando escapar un leve suspiro.

━ ¿Desde cuándo te interesa Piltover?

━ Desde hace tiempo ━ admitió, su voz más firme de lo que esperaba. ━ Me gusta lo que hacemos aquí, pero siento que allá podría aprender más. Las ciencias, la tecnología... Esas cosas siempre me han llamado la atención, aunque no hablo mucho de eso.

Darius permaneció en silencio unos momentos, estudiándola. Finalmente, dejó la taza de lado y cruzó los brazos.

━ Y dime, ¿qué esperas encontrar allá que no puedas tener aquí?

Marietta alzó la vista para encontrarse con su mirada.

━ Una oportunidad. Algo más que sobrevivir cada día. Quiero construir algo, quiero entender cómo funcionan las cosas y, quizás, algún día usarlas para cambiar lo que está mal.

La sinceridad en sus palabras hizo que Darius se reclinara ligeramente hacia adelante, interesado.

━ ¿Estás segura? ━ preguntó, con una mezcla de seriedad y preocupación. ━ Piltover no es como Zaun. No será fácil para alguien como tú.

━ Lo sé ━ respondió ella rápidamente. ━ Pero no puedo quedarme aquí y preguntarme toda mi vida qué habría pasado si no lo hubiera intentado.

Darius dejó escapar otro suspiro, pasando una mano por su cabello.

━ No digo que no lo hagas, pero quiero que lo pienses bien. Es un camino difícil, y puede que no encuentres lo que estás buscando.

━ Ya lo he pensado ━ insistió ella, ahora con más convicción. ━ Sé que será complicado, pero no puedo seguir ignorando este deseo.

Él asintió lentamente, su mirada todavía seria.

━ Está bien, pero prométeme algo. No lo hagas solo por escapar de aquí, sino porque realmente crees que es lo correcto para ti.

━ Lo prometo ━ dijo Marietta, con una pequeña sonrisa.

━ Entonces prepárate, porque si vas a hacerlo, quiero que estés lista. Y recuerda algo ━ añadió Darius, su tono más suave. ━ Siempre tendrás un lugar aquí, pase lo que pase.

━ Así que, ¿eso es un sí? ━ sonrió Marietta, una ligera chispa de esperanza iluminando sus ojos.

Darius la miró en silencio por un momento, como si estuviera ponderando la decisión con más cuidado del que había mostrado hasta ahora. Finalmente, su rostro se suavizó, y con un leve asentimiento, dijo:

━ Si, niña, ━ Darius repitió con suavidad, como si hubiera visto una chispa de algo en Marietta que no había visto antes. ━ Tienes el corazón de una guerrera, pero también la mente de alguien que puede ir más allá. No dejes que nadie te diga lo contrario.

Miró a Darius, su expresión seria, pero con una gratitud palpable en sus ojos. Sabía que no le ofrecía promesas vacías, pero la seguridad que sentía en su voz la hacía confiar.

━ No sé si puedo ser todo lo que esperas, ━ confesó, sintiendo que sus palabras eran más vulnerables de lo que usualmente solía ser. ━ Pero voy a intentarlo. Todo lo que me has enseñado... no ha sido en vano.

El contrario la observó por un largo momento, el silencio entre ambos denso pero no incómodo.

━ No esperes nada de mí. Hazlo por ti misma. ━ su voz estaba teñida de algo profundo, algo que no se podía identificar del todo, pero que resonó en su interior.

Marietta asintió, sus pensamientos flotando entre la incertidumbre del futuro y la sensación de que, tal vez, por fin, estaba tomando las riendas de su destino.

A veces, el futuro se siente como una carretera interminable, y uno no sabe si va hacia donde debe ir o si simplemente está caminando por inercia. Pero hay momentos en los que alguien, incluso sin quererlo, te da ese empujón necesario para mirar hacia adelante y pensar: "Sí, puedo hacerlo".

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