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sentido del propósito


El objetivo de encontrar nuestra misión en la vida puede ser complicado, pero nunca es tarde para descubrirlo.


━ Sigue anotando cada reacción o alteración que veas, Marietta.

Ordenó Singed, quien estaba sentado al frente suyo.

Se encontraban los tres en el laboratorio del científico, visualizando lo que realizaba el adulto.
Hoy era de esos días en que los dos niños ayudaban al mayor con sus singulares experimentos, tratándose esta vez de modificar las plantas que Rio consumía a diario, con el objetivo de ❝ mejorar ❞ la calidad de vida de la criatura.

━ Viktor, necesito que apliques el ácido, con cuidado de no salpicar o pinchar de más. ━ ordenó Singed.

Tal como lo mencionó Singed, siguió sus instrucciones e inyectó la planta luminosa que tanto apreciaba Rio. No pasó mucho tiempo antes de que el ácido mutagénico surtiera efecto en el organismo pluricelular, alterando ligeramente su tonalidad hasta volverse casi azulada y provocando un incremento significativo en su tamaño.

Marietta hizo su intento de registrar todo en el cuaderno proporcionado por el científico; le daba un poco de motivación que las enseñanzas de escritura que le daba Margaret en sus tiempos libres brindarán frutos.
Ella tenía la responsabilidad de comprobar cualquier alteración o la ausencia de estas en cada uno de los experimentos. Sin embargo, había algo dentro de ella que le susurraba que podía alcanzar más, no solo sostener una pluma y hojas siendo alcanzadas por la humedad. Deseaba hacer lo mismo que Viktor, a menudo lo observaba y se cuestionaba:

❝ ¿Por qué solo él y no yo también? ❞

No lo expresaba por celos ni molestia, sino más bien al contrario: le complacía ver a su compañero hacer lo que disfrutaba y destacarse en ello. No obstante, también deseaba experimentar esa misma sensación de satisfacción, esa emoción de orgullo, cuando Singed la reconociera por algo más que por estar anotando en el cuaderno, simplemente observando. Anhelaba ser vista como alguien que no solo miraba, sino que también aportaba, contribuyendo de manera significativa.

━ Parece ser que todo salió acorde como lo planeamos, ━ se retiró los lentes de protección. ━ bien hecho muchacho. ━ reconoció al chico, provocándole una leve sonrisa por su logro. ━ Marietta, ¿anotaste todo?

━ Si, todo esta aquí. ━ intentó sonreír, no quería hacer sentir mal a su amigo rebajando lo que hizo. Le entregó la libreta con lo ya escrito.

━ Muy bien, ━ revisó si lo que estaba ahí estuviera bien, lo que molesto un poco a Marietta. ━ ve a darle la planta a Rio, cualquier cambio que veas, lo escribes. ━ le regresó la libreta. No respondió y sólo accedió.

Caminó hasta afuera del laboratorio, con una notable mueca de inconformidad que mostró al aire cuando giró a donde se le ordenó.

La frustración de no alcanzar más, de saber que tenía el potencial para lograrlo, le quemaba el pecho como una rabia contenida. No resentía a Singed ni restaba mérito a los logros de Viktor, pero había algo dentro de ella que la impulsaba a pensar que, con la oportunidad adecuada, podría alcanzar el mismo nivel que su compañero. Solo faltaba esperar a que ese momento se presentara.

Cada vez que los observaba, veía cómo sus manos danzaban con destreza entre los materiales, cómo sus mentes se entrelazaban en ideas brillantes que se transformaban en avances tangibles. Mientras tanto, ella seguía atrapada en su rol de espectadora, anotando detalles que sabía eran cruciales, pero sintiendo que el verdadero trabajo sucedía solo en sus mentes.

A menudo se preguntaba si su lugar en ese laboratorio se limitaba a ser una mera asistente, o si en algún momento tendría la oportunidad de romper esa barrera y convertirse en alguien capaz de hacer descubrimientos por sí misma. El pensamiento la obsesionaba, y aunque intentaba concentrarse en sus tareas, esa inquietud la acompañaba constantemente. Si tan solo pudiera demostrar que su mente también era capaz de crear y transformar como lo hacían ellos... ¿por qué no? ¿Qué la detenía?

Viktor, tan seguro de sí mismo y de sus habilidades, parecía tener la respuesta a todo. Singed, aunque distante y exigente, de alguna forma siempre encontraba la manera de empujarlos más allá de sus propios límites. Pero ella, a pesar de su capacidad y su conocimiento, se sentía como si algo le faltara, como si estuviera destinada a estar un paso atrás, mirando mientras ellos avanzaban.

━ Hola Rio. ━ saludó sin muchos ánimos a la criatura, que no pudo evitar recibirla con emoción. ━ Te traje un nuevo bocadillo, no estoy segura de que sepa mejor que las plantas que comes usualmente, ━ se la acercó, Rio no tardó en probarla ni tampoco en hacer una pequeña mueca, ━ si, yo se. ━ se sentó en una de las grandes rocas para seguir con el trabajo requerido.

No percibió mucho, quizás tendría más efectos dentro de su organismo que en el exterior, aún así, cada reacción que tuviera la consideraba.

Al finalizar, abrazó sus piernas con fuerza, sintiendo cómo su mente daba vueltas sin cesar. En ocasiones, pensaba que el exceso de pensamientos no era un don, sino una condena implacable.

Rio se acercó tiernamente a Marietta, lista para recibir sus mimos que con frecuencia le daba. ━ Me pregunto si tú también te sientes así, observar y esperar por un cambio. Aunque tu tienes la fortuna de no estar sosteniendo esto por mucho tiempo hasta que suceda algo. ━ bromeó.

Dejó sus pertenencias a un lado y estiró las piernas, apoyando la cabeza del reptil con suavidad sobre ellas. Con delicadeza, la acarició, rogando en su interior que nada malo le ocurriera.

━ Pero tú haces más que yo, eres la estrella de cada uno de los inventos de Doctor Singed.

━ Es más que la estrella. ━ interrumpió por detrás el hombre mencionado, haciendo girar a verlo, que, por sorpresa, venía junto a él Viktor. ━ Es mi propósito para seguir dentro de este laboratorio.

━ ¿Oíste Río? Tienes una labor muy importante.

Siguió acariciando su cabeza, hasta que percibió otra mano, quien era la de Viktor.

Sus ojos conectaron con los de él, haciendo que involuntariamente mirara devuelta al animal.
Viktor pareció no inmutarse de eso, así que siguió dándole leves caricias al animal mientras lanzaba miradas fugaces al perfil de la chica.

━ Marietta, me gustaría hablar contigo a solas. ━ volvió a hablar el científico. La menor solo se limitó a acceder y quitar con cuidado a Rio de ella.

Le dio una última mirada a Viktor y siguió a Singed.

Nadie mencionó nada hasta adentrarse al laboratorio, yendo a la mesa de estudio en la que estaban trabajando con anterioridad. Tomaron asiento, con una distancia considerable.

Marietta solo miraba sus notas, presentía que le preguntaría sobre ello, así que trato de asegurarse que todo estuviera bien y en orden. Tenía la confianza de saber que todo estaba correcto, sin embargo, sentía que su tutor no lo veía de esa forma, causando cierta inseguridad en las cosas que ella realizaba.

━ Si es por las anotaciones...

━ Vengo a preguntarte, ¿cual es tu propósito de vida? ━ sacó de trance a la más joven, dejándola sin aliento por la ausencia de respuesta.

━ No se a que se refiere.

━ Tu inteligencia aborda más allá de lo que tu estás consciente. Ahora dime, ¿qué propósito tienes en la vida?

━ Perdone doctor, pero en verdad no se a que propósito se refiere usted.

━ Hablé con Viktor hace un rato. Le hice la misma pregunta y su respuesta fue bastante predecible, para ser honesto... ━ se recargó en su silla, buscando más comodidad. ━ Aun así, no me decepcionó, porque me confirmó de qué está hecho ese muchacho.

Guardó silencio, dejando espacio para que Marietta procesara lo que el científico intentaba comunicar.

━ Dime, ¿te gusta anotar en cada prueba?

━ Sinceramente, no, doctor.

━ ¿Sabes por qué cual lo hago? ━ ella negó con la cabeza. ━ ¿Has pensado alguna vez en lo que harás cuando seas adulta? ¿Un objetivo, por ejemplo?

━ No lo sé, y sinceramente, dudo que tenga yo un propósito.

━ Niña, cada persona llega al mundo con un propósito en la vida. Tal vez no lo veas ahora, pero yo veo en ti un potencial que va más allá de reparar o analizar. Tu intelecto te lleva a mucho más de lo que imaginas; solo con el tiempo lo descubrirás. ━ posó su mano en el hombro de Marietta, un gesto lleno de confianza. ━ Confía en tus capacidades.

Marietta permaneció en silencio por un momento, la mano del doctor aún sobre su hombro, como un peso que la anclaba a una realidad que, en el fondo, le resultaba ajena. La mirada de Singed era intensa, como si estuviera escudriñando algo mucho más profundo en ella que lo que se veía a simple vista.

━ ¿Y si nunca lo descubro? ━ murmuró, casi para sí misma, sin atrever a mirar a los ojos al científico.

Singed la observó por un largo rato antes de responder, su expresión era seria, pero también cargada de una extraña suavidad, casi como si hubiera aprendido a reconocer algo en ella que ni siquiera Marietta podía ver.

━ Eso dependerá de ti. ━ su voz fue clara. ━ No todos los caminos se revelan de inmediato, y no todas las metas se encuentran a simple vista. A veces, se necesitan años para comprender lo que realmente nos mueve. Pero lo importante es que no dejes que la duda te paralice. Avanza, incluso cuando no veas el camino completo.

Marietta asintió lentamente, aunque su mente seguía nublada de incertidumbre. Le costaba imaginar un futuro claro para sí misma, uno en el que no estuviera atrapada entre el la suciedad y el trapo de limpieza desgastado que siempre la acompañaba. No podía entender cómo, de un momento a otro, ese consejo tan simple parecía tan pesado sobre sus hombros.

━ Lo intentaré, doctor. ━ finalmente, sus palabras fueron un susurro, casi como si aún estuviera dudando de su propio compromiso con ellas.

Singed retiró su mano de su hombro y se levantó de su silla, observándola con una mezcla de comprensión, como si ya supiera que el camino de Marietta sería largo, pero que, al final, encontraría su propio rumbo.

El mayor comenzó a salir del laboratorio, siguiéndole por detrás Marietta.

Se le vinieron a la mente varías cosas: El doctor Singed tenía bien definido lo que le apasionaba, y eso era evidente en su dedicación al laboratorio y en su constante trabajo con los extraños ácidos y antídotos. Aunque el entorno no fuera el más atractivo, en su rostro no se reflejaba ni un atisbo de disgusto.

Tampoco olvidaba que él ya era un hombre adulto, que había tenido que atravesar por innumerables ideas, fracasos y obstáculos para convertirse en la figura que era hoy. Marietta no sabía de la historia que escondían sus ojos, de las decisiones que lo habían llevado a ese punto. No era solo un científico; era alguien que había vivido, caído, aprendido y, finalmente, se había erguido más fuerte que antes.

Por un instante, se preguntó si alguna vez ella también tendría que atravesar su propia serie de pruebas y desilusiones para encontrar su camino. ¿Acaso el conocimiento, la sabiduría, solo llegaban a aquellos dispuestos a perderse primero?

Se distrajo cuando Singed se detuvo, dándose cuenta de que ya estaba afuera del laboratorio.

━ Hemos terminado, pueden retirarse. ━ ordenó.

Marietta llegó al lado de Viktor, esperando a que su amigo recobrara la compostura antes de salir de la caverna oculta. Se apoyó en su bastón de manera, iniciando la caminata.

Caminaron con cautela en todo momento. A pesar de estar acostumbrados al frustrante suelo de roca, donde cada paso podía significar un tropiezo, Marietta mantenía los ojos fijos en el movimiento de Viktor. Su bastón de madera era su único apoyo en la penumbra, pero ella sabía que no podía depender solo de él.

Por eso, se mantenía un poco más atrás, observando cada paso que Viktor daba, lista para intervenir si algo salía mal. Sabía lo difícil que podía ser para él avanzar por esos pasajes resbaladizos y oscuros, y aunque él no lo dijera, había algo en su postura que delataba el cansancio, el peso de la carga que llevaba consigo.

━ Cuidado, Viktor ━ advirtió suavemente, observando cómo su amigo avanzaba con el bastón, tanteando el terreno. La última vez que había tropezado, la caída le había dejado pequeños raspones en la mano.

Viktor, al escuchar su voz, hizo una pausa. Su mirada, oculta en la penumbra, reflejaba una mezcla de gratitud y una ligera molestia, como si, en lo más profundo, odiara necesitar la ayuda de alguien tan cercano. Detestaba que en esos momentos fuera vulnerable. Reconocía que Marietta no lo decía con esa intención, de hecho lo veía como una de las personas más fuertes que conocía.

Pero, sin una palabra, asintió y ajustó su postura.

Marietta respiró un poco más tranquila, sabiendo que, aunque su amigo a veces se sumergía en su propio mundo, era consciente de lo que ella significaba en su vida, y viceversa.

El trayecto llegó a su fin, adentrándose al anochecer que se presentaba en Zaun.

━ ¿Cómo supiste contestar a lo que te preguntó el doctor? ━ volvió a hablar Marietta.

━ Ya veo el porque tu cambio de humor desde que saliste. ━ hizo una pausa. ━ Bueno, no solamente fue por mi, me ayudó la idea que me diste cuando nos conocimos, ¿recuerdas?

━ Ayudar a la gente...

━ Me gustaría hacer algo que pueda salvar la vida de las personas, personas como yo, que puedan tener una vida plena.

Marietta sintió cómo esas palabras se incrustaban en su pecho. ❝ Como yo ❞. Viktor no solo hablaba de los demás, hablaba de sí mismo. De aquel niño que siempre había visto el mundo como una serie de piezas a encajar, pero que nunca había tenido las herramientas adecuadas. De aquel niño que, aunque sabía lo que era el sufrimiento, y la desesperanza, aún creía en la posibilidad de un futuro mejor.

━ Viktor... —Marietta respiró profundamente antes de hablar, como si quisiera que cada palabra fuera pesada, que cada frase fuera un anhelo de esperanza. — Lo vas a hacer.

Él la miró, un destello de duda en sus ojos, pero también una chispa de algo más, algo que no se había permitido ver antes. La mirada de Marietta estaba llena de una convicción silenciosa, como si ella no solo creyera en su sueño, sino que también creyera en él, en su fuerza, en su capacidad para ir más allá de lo que Zaun le había dado.

━ Porque aunque todo aquí esté roto, aunque el mundo sea duro y no parezca haber lugar para nosotros, yo sé que puedes. ━ dijo ella con firmeza, casi como una promesa. ━ No es cuestión de ser grande o de tener todo, Viktor. Es cuestión de no rendirse. De seguir buscando, seguir creyendo, aunque no sepas exactamente cómo. Yo... yo también quiero que las personas, como nosotros, puedan vivir mejor. Y sé que si lo haces, lo haremos, juntos.

Viktor bajó la mirada, tocando ligeramente el bastón que llevaba, como si esa simple acción pudiera darle algo de consuelo. Marietta vio cómo la tensión en su rostro comenzaba a desvanecerse. No había respuestas fáciles, no había garantías. Pero allí, en ese pequeño instante, con las luces titilando a lo lejos y el rugir de Zaun a su alrededor, Viktor entendió algo muy simple: que el sueño de cambiar algo, por pequeño que fuera, no moría solo por el hecho de ser difícil.

━ Por la garrita. ━ levantó su meñique. Viktor, con una expresión carismática, no comprendía a lo que se refería, pero eso no detuvo a copiar su acción, juntando ambos meñiques. ━ Tienes mi palabra.

Ambos sonrieron ampliamente, sus rostros iluminados por una expresión de alegría sincera, como si el simple acto de compartir ese momento juntos hubiera despojado las sombras que los rodeaban. En sus ojos brillaba algo más que un reflejo de luz; era la esperanza, esa chispa de posibilidad que, por un instante, parecía capaz de superar cualquier obstáculo que la vida les pudiera arrojar. La conexión entre ellos, más allá de las palabras, era palpable, como un lazo invisible que los unía más allá del caos de Zaun.

Pero de pronto, un sonido rasgó el aire, haciendo que ambos se tensaran al instante. Una puerta se abrió repentinamente, sus bisagras chirriando y la madera crujía bajo el peso del movimiento brusco. El sonido los sacó de su burbuja de calma, haciendo que ambos saltaran hacia atrás, sus corazones latiendo más rápido por el susto. El aire fresco de la noche se llenó de la sensación de sorpresa y algo de incomodidad, mientras se quedaban congelados por un momento, sin saber si continuar con su plática o no.

Sin que se dieran cuenta, habían llegado al umbral de la casa de Marietta. La pequeña vivienda, modesta y enclavada en las sombras de Zaun, parecía cobrar vida con la presencia de su madre, quien los esperaba en la puerta con una sonrisa cálida, aunque un tanto preocupada. La mujer, con sus ojos atentos y su expresión algo seria, parecía haber estado observando desde hacía tiempo el camino que los dos habían recorrido, y ahora, al verlos llegar, su rostro se suavizó.

━ Hija, estábamos esperándote. ━ se acercó a ella, pero pausó al ver a Viktor. ━ veo que es el amiguito del que tanto me hablas.

Marietta asintió alegremente, una chispa de orgullo en su rostro mientras miraba a su madre, feliz de presentar a Viktor.

━ Es Viktor. ━ respondió la chica, señalando a su amigo con una leve sonrisa.

Viktor, algo tímido pero educado, se acercó para saludar a la madre de Marietta. Extendió la mano con la intención de un apretón, pero para su sorpresa, ella lo recibió con un cálido abrazo.

━ Mucho gusto. ━ dijo Viktor, un tanto desconcertado, pero genuinamente agradecido por el gesto amable.

━ Me alegra mucho que mi pequeña Marietta haya encontrado un amigo con quien compartir. ━ respondió la madre, su tono suave y lleno de ternura. Después, sin previo aviso, corrió a abrazar a su hija, como si esa fuera la manera de mostrarle cuánto la había extrañado, como si todo el peso de los días ajetreados se desvaneciera en ese instante. ━ Eres siempre bienvenido, Viktor.

Marietta, sonrojada por el abrazo de su madre, intentó liberarse de las manos juguetonas que le jalaban las mejillas. La risa de la mujer era cálida, contagiante, y en ese momento, Viktor no paraba de admirar aquella escena cálida, que lo hizo sentir completamente en casa.

━ Ahora tú, ━ continuó la madre, con una mirada divertida.━ adentro, ya es muy tarde.

━ Está bien, mamá. ━ Marietta rodó los ojos, sin poder evitar una sonrisa. ━ ¡Adiós, Viktor!

Se despidió con un simple gesto de la mano, una despedida silenciosa que no tardó el otro en imitar, como si ese pequeño acto fuera el cierre natural de un encuentro que los había dejado con la sensación de haber compartido algo importante, aunque no dijeran más.

Marietta siempre agradecía que cada conversación con Viktor lograra aliviar su pecho, esa tensión constante que la ciudad, su vida, a veces les imponía. Cada palabra intercambiada, cada pequeño intercambio de miradas, era como un bálsamo en medio del caos de Zaun, trayendo consigo una calma que atesoraba profundamente en su ser, como si, por un momento, todo fuera posible.

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