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❝ La soledad suele ser producto de una mente dotada ❞.
Pasaron los días. Viktor y Marietta se habían dedicado a reparar el barco del joven, trabajando cada tarde en las aguas fluviales de Zaun para hacer los arreglos necesarios.
━ ¿Te atraen otras cosas además de construir? ━ preguntó la pequeña Marietta a Viktor, quien estaba tratando de arreglar su pequeña creación.
━ Me gusta leer. ━ le pasó a la fémina el destornillador que estaba utilizando para cambiarlo por otro. ━ ¿Qué te gusta a ti?
━ Quizás las cosas que son nuevas o desconocidas para mi.
━ ¿A que estilo de cosas te refieres?
━ ¿Te haz puesto a pensar en lo opaco que es el cielo desde aquí abajo? Los cielos, la luz que nos dicen que es para todos, nos es ajena. No hay ni un solo árbol que nos adorne, mucho menos agua limpia. ━ ayudó a Viktor en ajustar un tornillo medio suelto. ━ Existen cosas allá arriba que desconocemos los de aquí abajo, parece que nuestros ojos son inservibles porque no observan nada, no hay vida aquí en Zaun. Hay demasiadas cosas que no conocemos realmente.
Marietta era caracterizada por su inigualable curiosidad, que trataba siempre de cualquier ámbito que se le pusiera de frente. Claro que soñaba en conocer el verdadero mundo y vivir como realmente es. Aunque, su situación le dificultaba cumplir dichos sueños y metas que tenía de la vida. Sus obligaciones iban adelante de ella más que cualquier otra cosa, lo que no le permitía tener una infancia normal.
Jamás dispuso de tiempo para divertirse o realizar actividades propias de su niñez; tal vez en algún momento lo hizo, pero esos recuerdos se desvanecieron con el paso del tiempo. Nunca compartió con otros pequeños de su generación; la mayoría la juzgaba o se apartaba, como si de un bicho raro se tratase. Aquellos que se consideraban de espíritu limpio y bondadoso, resultaban ser los más crueles y dañinos. Marietta acumuló experiencias negativas, convencida de que sus ojos eran el mayor error que había cometido la vida por darle.
Sin embargo, después de cada adversidad, siempre aparece un rayo de luz capaz de transformar tu realidad. Viktor, a pesar de haberlo conocido en un periodo breve, lograba infundirle una felicidad profunda, simplemente por brindarle su compañía. No era de esos que se mantienen cerca por compasión, algo que Marietta también comprendía. Él fue el primer niño con el que realmente deseaba construir una amistad sincera, al punto de pasar noches en vela, incapaz de dormir por la emoción de tener finalmente a alguien con quien compartir sus pensamientos.
━ Tienes una mente muy interesante. No había pensado de esa forma antes. ━ contestó Viktor, provocándole una sonrisa a Marietta.
━ Soy muy curiosa, es eso.
━ La curiosidad es la chispa que enciende la llama del conocimiento. ━ Marietta lo vio extrañada. ━ Lo leí en un libro. ━ tartamudeó, mirando con cierta pena a la chica.
━ No debería de avergonzarte, ━ se acercó un poco más a él, teniendo una corta distancia lado a lado. ━ a muchos de aquí les hace una buena falta leer. ━ bromeó, haciendo que Viktor se sienta más tranquilo.
━ Ya está listo. ━ anunció.
Ambos se levantaron para caminar hasta la orilla del camino, con intención de comprobar el funcionamiento del barco.
Viktor se sentó, mientras que Marietta se agachó, quedando a una altura cercana a las aguas fluviales.
El chico se encargó de darle cuerda al pequeño prototipo, cuando este comenzó a actuar, ambos tomaron de este y lo colocaron en el agua. Los dos giraron a verse con una sonrisa.
Espero a que Viktor se levantara para seguir el barco, que se movía junto a la corriente de agua.
Pero, algo les salió mal, ya que el objeto comenzaba a andar cada vez más rápido, dejándolos atrás. Ambos avanzaron su paso, al punto de casi correr. Viktor, al intentar alagar sus pasos, cayó en el duro suelo de roca, lo que causó preocupación a la fémina.
Vieron como el preciado barco navegaba hasta lo más fondo de una cueva.
Marietta ayudo a Viktor a ponerse de pie. Dudaron si entrar era una buena idea, más tenían unas inmensas ganas de recuperar aquel prototipo mecánico, por lo que, caminaron directo a la caverna.
El transcurso fue lo complicado, había muchas piedras empinadas, que provocaban ciertos tropiezos de ambos chicos. Para evitar cualquier otra caída, decidieron tomarse de las manos para asegurar la caminata.
Sus manos sudaban debido a la adrenalina que les fomentaba la caverna oscura.
Parecían estar muy cercas, hasta que notaron unas luces moradas, que parecían ser un tipo de planta luminosa. Marietta presentía que no debía estar allí, le asustaba el hecho de encontrarse de nuevo con los bravucones que le atormentaban la existencia. No obstante, sucedió todo lo contrario al escuchar un choque duro, viendo así el barco que fue detenido por una roca gigante. Vieron como un señor lo tomó y se sentó para poder analizar el objeto. Lo que no se esperaban, era la aparición de lo que se asemejaba a una criatura mística, similar a la de un reptil gigante; los chicos no pudieron evitar soltar un sonido de asombro, notificando al señor la presencia de ambos jóvenes. La criatura se puso a la defensiva.
━ No tengan miedo. ━ habló el desconocido. ━ ¿Construyeron esto? ━ levantó el barco. Viktor asintió. ━ ¿Por qué no juegan con los demás?
Los dos se voltearon a ver y decidieron acercarse, dándole a entender al señor el porque.
━ La soledad suele ser producto de una mente dotada, aunque, ustedes salen ganando por ser dos.
━ ¿Qué es eso? ━ preguntó Viktor.
━ Está es Rio. Es una rara mutación que cultivé. Tomen, ━ tomo lo que era esa extraña cosa luminosa. ━ adelante.
Se acercaron al señor, tenían bastante intriga por todo en ese momento, no querían desaprovechar la oportunidad, mucho menos Marietta, que estaba tan interesada por esas cosas moradas, que no se aguantaría las miles de preguntas que guardaba dentro de su interior.
Viktor fue el primero en tomar una, se la acercó cuidadosamente a Rio, rápidamente la aceptó y comió de ella, solo que terminó ensuciando la mano del niño gracias a su saliva. Después siguió Marietta, que con entusiasmo le acercó otra de esas plantas, Rio se la aceptó gustosamente.
━ Se está muriendo. ━ habló el señor. ━ Intento evitar eso, la mutación debe sobrevivir.
━ ¿Podemos ayudar? ━ preguntó Marietta aproximándose un poco más al hombre.
━ ¿Quieren ayudarme? ━ ambos niños asintieron. ━ Muy bien. ━ le entregó devuelta el barco a Viktor. ━ Podemos estar solos juntos. ━ Viktor y Marietta se sonrieron con orgullo.
Los dos pequeños estaban sumamente contentos, habían hecho un nuevo compañero y, además, les encantaba la posibilidad de colaborar con Río, ya que lucía ser una criatura muy adorable.
Volvieron a su recorrido, ahora saliendo de la caverna.
━ Rio es muy linda. ━ habló Marietta.
━ Si, solo que me dejo la mano pegajosa ━ el chico soltó una mueca al recordar la saliva viscosa de la mutación.
━ Exagerado. ━ rodó sus ojos y tomo devuelta su mano, ayudándolo a pasar por las filosas rocas de la superficie.
━ ¡Esa es la mano que está repleta de saliva!
━ ¿Qué tiene? Me la lavo y ya. ━ tomó más fuerte de esta.
Continuaron hasta salir de las aguas fluviales, que por suerte, lograron marcharse sin tanto problema.
Marietta soltó la mano del chico al notar que podía andar con más equilibrio. Sin embargo, siguió observándolo con atención, temerosa de que cualquier tropiezo pudiera hacerle retroceder. Su condición no la apenaba ni le provocaba lástima alguna; al contrario, lo admiraba. La mayor parte del tiempo, él lograba mantener la cabeza erguida, como si nada pudiera quebrantar su ánimo.
También, había descubierto que Viktor no era alguien tímido o callado, como había supuesto al principio. Al contrario, tenía una presencia que llenaba el espacio, como si cada palabra y gesto estuvieran cuidadosamente elegidos, transmitiendo justo lo que quería. Tras pasar varios días a su lado, llegó a la conclusión de que el joven era algo orgulloso, aunque no de manera molesta, sino más bien en un sentido intelectual. Cuando Marietta intentaba ayudarle con las reparaciones del barco, él se mostraba reacio, dejándole claro que podía hacerlo por sí mismo. Sin embargo, terminaba cediendo, ya que la joven solía tener razón.
━ Bueno, ya es hora de irme... ━ habló Marietta.
━ Es temprano todavía, ¿por qué? ━ preguntó con curiosidad el contrario.
━ Mis padres me necesitan en casa, ocupan ayuda con unas cosas.
Mentía, pues hoy le tocaba trabajar turno vespertino en el burdel donde trabajaba. Ya tenía en mente todo lo que tendría que limpiar llegando al lugar, no es lo mismo trabajar por la mañana.
━ ¿Nos veremos mañana?
━ No creo poder, pero quizás pasado mañana.
━ Me gustaría mostrarte los libros que tengo, tampoco son muchos, pero podrían interesarte. ━ dijo el chico con cierto entusiasmo.
━ Eso suena a una buena idea. ━ Marietta sonrío mostrando su único hoyuelo, contagiándole una pequeña sonrisa a Viktor. ━ Nos vemos en donde mismo, ¡Adiós Viktor!
Marietta al despedirse, aceleró su paso, no quería llegar tarde como le sucedía en otras veces, la tranquilizaba al ver que apenas y atardecía, señal de que aún era temprano.
Pasó cohibida por las solas calles de Zaun, estaba precavida a cualquier sonido o movimiento que pasaba. Ayer tuvo la fortuna de escaparse a tiempo de los adolescentes mediocres, soñaba que hoy fuera una de esas veces también.
Giró una esquina rápidamente, casi sin pensarlo, y se encontró con un callejón que no recordaba haber visto antes. El camino estaba un poco oscuro, pero algo la empujaba a seguir adelante. Quizás fue el instinto de supervivencia, o tal vez la curiosidad de saber si realmente podría encontrar algo de valor en ese rincón olvidado por el resto de la ciudad. Los gritos lejanos y el sonido metálico de alguna máquina sin mantenimiento la hacían sentir más vulnerable, pero su determinación la mantenía en movimiento.
Al avanzar unos pasos, algo crujió bajo sus pies, y un escalofrío recorrió su espina dorsal. El sonido venía de las sombras, justo más adelante. No había manera de decir si era una persona, un animal, o algo peor. Se detuvo un momento, el corazón golpeando en su pecho, y respiró hondo para calmarse. No podía permitirse el lujo de tener miedo.
❝ Respira ❞, murmuró para sí misma, ❝ solo sigue caminando ❞.
Aquel callejón podía ser un camino directo al infierno, o tal vez la salida hacia algo mejor. En Zaun, nunca se sabía. Lo único seguro era que no podía permitir que la ciudad la engullera, como había hecho con tantos otros antes que ella.
Decidió olvidarlo y continuó con su camino.
Caminó a paso acelerado hasta llegar al prostíbulo.
No le desagradaba del todo estar allí, aunque bien sabía el funcionamiento del lugar, no evitaba que se sintiese acogida.
━ Llegas temprano, Marietta. ━ habló un hombre, alto, grande y de cabellera larga. El dueño del lugar, por lo que también dirigía todo lo que sucedía allí. ━ Hoy no te entretuvo tanto ese niño, ¿cómo dices que se llama?
━ Se llama Viktor, Darius. ━ contestó la pequeña tomando uno de los trapos de la estantería. ━ Eres muy metiche, deberías de conseguirte una novia.
━ 11 años y ya eres una contestona. Solo trato de cuidarte, eres mi obligación también, recuerda que soy el mejor amigo de tu papá.
━ Si, lo sé, tío, ━ rodó los ojos mientras quitaba el polvo de las orillas de la oficina del hombre. ━ pero te comportas como una gallina loca cuando le quitan sus huevos. Se cuidarme sola, además, es buen chico, te agradaría.
━ Tendré que evaluarlo, ¿sino que le diré a tu papá?
━ Nada, el está muy ocupado, no quiero molestarlo. ━ cerró la puerta al terminar de limpiarla.
━ Tu y tu papá saben bien que puedo darles parte de las ganancias. No es lugar para ti, eres muy pequeña para trabajar.
La fémina se sentó en una de las sillas giratorias del hombre gigante, estirando las piernas sobre el reposabrazos. Colocó su mano en el escritorio y usó un leve empuje para comenzar a girar. Era como una manía que siempre le surgía al ocupar una silla con ruedas. Jamás se cansaba de hacerlo, la motivaba aún más después de cada vuelta.
━ Mis padres dijeron lo mismo. Solo intento ayudarlos, aparte, si me dejaron trabajar, fue porque estaban conscientes de que estarías supervisándome.
El hombre intentaba constantemente proteger y supervisar a la más joven; aunque fuese su lugar, no le agradaba la idea de que Marietta trabajará en la limpieza del prostíbulo, entendía los peligros de emplear a una menor, y no solo por eso, le preocupaba que estuviera expuesta a los peligros asociados con las personas que entraban y salían.
Por eso, le impartía tareas no tan complicadas de realizar, lo último que quería, era que se sobre esforzara, al final seguía siendo una niña.
━ Tu oficina es el sitio más grande del burdel, y el más sucio también. ━ dijo Marietta observando el piso repleto de papeles rotos y ciertos empaques de plástico. ━ La limpieza no dura ni un día.
━ Limpia la entrada y acomoda lo que haya desordenado en la barra del bar. Hoy te vas temprano a tu casa.
━ Puedo hacer más...
━ Es una orden, Marietta.
La joven se aguantó las ganas de rechistar, se levantó de la silla, y abandonó la oficina.
El mayor repudio para ella era que la subestimaran por ser una niña. Odiaba profundamente que la vieran como alguien inferior, como una carga que otros debían proteger. No soportaba esa mirada condescendiente que la trataba como si sus manos no pudieran valer tanto como las de los adultos, como si su valor estuviera determinado solo por su edad.
Su familia no tenía dinero. Sus padres, atrapados en la pobreza, ya no podían cubrir ni lo más básico, y ella no iba a quedarse de brazos cruzados esperando que la miseria los consumiera. Trabajaba allí no porque lo deseara, sino porque lo necesitaba. Sabía que si no hacía algo, la vida de su familia empeoraría cada día más. Era su manera de intentar salvarlos, de hacer algo para mejorar su situación, aunque eso significara arrastrarse por las calles de Zaun y ser tratada como una niña incapaz de enfrentar la dureza del mundo.
No podía quejarse, sin embargo. Darius la protegía como si de un segundo padre se tratase. La mantenía alejada de ciertos peligros, pero también de ciertas oportunidades. Le había ofrecido su cuidado y apoyo, pero a costa de esa libertad que tanto deseaba. ❝ Estás muy joven para esto ❞, le decía, como si ser una niña fuera suficiente razón para impedirle avanzar. Él pensaba que lo hacía por su bien, pero ella sentía que la trataba como a un objeto frágil, incapaz de enfrentarse al mundo.
━ Que patético, ¿por qué pienso tanto en eso?━ dijo para ella misma.
━ Una mente joven jamás será patética. ━ una voz atrás suyo captó su atención, al girarse pudo notar de qienque se trataba.
━ Pensé que estarías ocupada...
Margaret, una mujer treintañera que llevaba ya varios años laboreando en el prostíbulo. Mano derecha de Darius, y de la cual estaba enamorado.
Su vida en el prostíbulo no había sido fácil al principio. Había tenido que aprender a moverse entre las sombras, a ganar el respeto de los otros empleados, a lidiar con los clientes más difíciles y peligrosos. Pero con el tiempo, su astucia, su naturaleza tranquila y su inquebrantable lealtad hacia Darius la habían convertido en una figura esencial del negocio. No era solo su mano derecha: Margaret era la columna vertebral que mantenía todo en orden, la que gestionaba los acuerdos, negociaba con los comerciantes y, en ocasiones, era quien calmaba las tensiones internas entre el personal.
━ No entiendo porque Darius no tiene fé en mi. ━ se recostó en la barra de madera tallada del bar.
━ No es eso corazón, cuida de ti.
━ ¿Tu crees que soy inútil?
━ Por nada del mundo pensaría eso de ti, eres la niña más inteligente y pragmática que conozco.
━ Dile eso a Darius, a ti siempre te hace caso. ━ Margaret rio por su comentario.
━ Anda, te ayudaré a limpiar este desastre. ━ tomó del último trago de alcohol que le quedaba en el vaso despostillado.
Marietta soltó un pequeño suspiro para después ponerse manos a la obra, tendría unas buenas horas de trabajo que hacer.
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