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recuerdos y tizas de colores


Si tu mundo se encuentra monocromático, píntalo con tizas de colores.

Otro día de limpieza matutina en el burdel.

Marietta miró hacia los pasillos con una ligera preocupación. Había algo en el aire, una sensación de desorden total, algo que la inquietaba, llevaba toda la mañana limpiando y sentía una gran presión, Sabía que no podía hacer mucho, pero no podía dejar de pensar en las manchas que había visto. Manchas feas en las cobijas de los cuartos del lugar, cosas que se quedaban pegadas y que no desaparecían aunque las sacudiera con fuerza. Pocas de las veces que entraba en los cuartos, veía esas manchas, esas marcas que no sabía cómo limpiar del todo, y eso la molestaba. El lugar se veía sucio, y eso la preocupaba. Así que con su usual determinación, Marietta tomó la escoba y el recogedor.

━ ¡Marietta! ━ la voz grave de Darius la detuvo, cargada de firmeza, como siempre. ━ ¡No te he dicho mil veces que no entres a esos cuartos!

Ella giró para mirarlo, frunciendo el ceño, sin comprender del todo el motivo detrás de su negativa. ¿Qué era tan malo en querer ayudar? ¿Por qué él siempre la regañaba cuando intentaba hacer algo por el lugar?

━ ¡Pero Darius! ━ dijo con una mirada de preocupación mientras señalaba las cobijas que habían caído al suelo, algunas con manchas evidentes.

Darius se acercó rápidamente, sabiendo que estaba viendo algo que Marietta no debía ver. Pero ella no entendía la gravedad de la situación. Para ella, las manchas eran simplemente manchas, y las manchas se limpian, así de sencillo.

━ Marietta, no tienes que preocuparte por eso. ━ su tono era más bajo, casi suave, pero aún cargado de una firmeza protectora. ━ Tú no debes entrar a los cuartos, ni siquiera limpiarlos, lo sabes muy bien.

━ Pero si no lo hago, Darius, se van a quedar ahí para siempre. Y si se quedan, van a oler mal, y si huele mal, la gente no va a querer estar aquí... ━ su voz se quebró un poco al final, como si fuera lo más lógico del mundo.

Darius suspiró profundamente, mirando a Marietta con una mezcla de ternura y desesperación. Sabía que ella no tenía ni idea de lo que significaba, de lo que había detrás de la situación. Marietta era solo una niña, con una parte de su inocencia intacta.

━ Marietta... ━ dijo suavemente, como si sus palabras tuvieran que romper una burbuja de cristal. ━ yo me encargaré. No te preocupes por eso. Hay otras cosas que puedes hacer. Lo único que quiero es que te mantengas lejos de los cuartos, ¿está bien? Como lo acordamos. ━ posó su mano en su hombro.

━ Lo que tú digas, Darius. ━ respondió sin más.

━ Anda vete, ya hiciste suficiente. ━ iba a reclamarle, pero bastó con una mirada del mayor para que terminara aceptando sus órdenes. Le dejo el equipamiento de limpieza que estaba usando y camino por los pasillos para llegar hasta la salida del burdel.

Gruño por lo bajo. No comprendía la extraña insistencia de Darius, hasta cierto punto, le parecía ridículo.

Llego al mostrador a recibir su paga y salió.

Se le hacía inútil recibir dinero sin haber trabajado lo suficiente para conseguirlo. Pensaba en el esfuerzo constante que sus padres realizaban, arriesgando su bienestar solo para traer unas cuantas monedas a la casa. Mientras ellos se esforzaban día tras día, Marietta, que no podía hacer las mismas tareas, recibía una paga un poco mayor. Algo dentro de ella le decía que no lo merecía, pero a la vez sabía que lo necesitaba. El dinero era necesario para subsistir, para cubrir las necesidades más básicas, para vivir.

La voz de su madre resonaba en su cabeza:
❝ Nada se obtiene sin trabajo. Nada se recibe sin dar algo a cambio.❞ Aquellas palabras le rondaban como una sombra. Pero, por otro lado, ¿no era cierto que también necesitaba ese dinero para seguir adelante? Y si no aceptaba lo que le ofrecían, ¿qué haría? ¿Cómo podría vivir sin esa ayuda que se le brindaba, aunque viniera cargada de inseguridad y culpa?

Llego hasta el mismo lugar donde recurría ir, donde las aguas no le molestaban más las fosas nasales.

Entro a la caverna oculta, cuidando sus pasos, precavida en no caerse a las movedizas aguas sucias. Así que, caminaba apoyada a la pared rocosa del área.
Por suerte, llego sana y salva.

Tomo unas cuantas plantas moradas del suelo, y entro al laboratorio del hombre con el que convivían Viktor y ella desde hace unos meses, Singed.

━ Parece que alguien tiene hambre. ━ habló Marietta detrás de Viktor, provocándole un leve susto por su repentina aparición.

━ Creí que no vendrías hoy. ━ contestó y giró a verla. ━ Luces enojada, ¿sucedió algo?

━ Darius...

Viktor se enteró del trabajo que la chica tomaba, conociendo a la perfección que trabaja en uno de los burdeles más sonados en todo Zaun. También, sabía quien era el tal Darius, claro, por palabras de la misma Marietta, por lo que deducía, que se trataba de un hombre sobre protector, más el no opinaba nada al respecto, entendía su preocupación y agradecía que fuera así con ella.

━ Volví a discutir con el, ¡Pero fue muy ridículo! No me dejo limpiar los cuartos otra vez, y bien sabe que las sábanas terminan manchadas y no se limpian fácilmente.

━ ¿Manchas━ se quedó pensando el joven. Fue hasta que se le prendió el foco de lo que se refería.

━ ¿Por qué pones esa cara? Como si Rio te lamió la mejilla ━ preguntó con el ceño fruncido, viendo cómo su amigo aún no reaccionaba.

Viktor estaba consciente de que era algo normal en la vida humana y adulta, de hecho, no lo veía raro, pues es algo natural. Lo que si le causaba conflicto, era la idea de que Marietta no tenía los conocimientos de lo que significaba eso.

━ Darius tiene razón.

━ Ahora tu también, ¿quién otro más? ━ rodó los ojos para después, darle una planta morada a Rio, quien hambrienta comió de esta. ━ Olvídalo, ya no quiero hablar de eso.

Viktor solo se limitó a asentir.

Se quedaron en silencio por un buen rato, observando cómo Rio devoraba cada una de las plantas.

Los dos quedaron completamente absortos en sus pensamientos, ninguno interrumpiendo la mente del otro. Marietta cerró los ojos un momento, dejando que el silencio se asentara sobre ella como una manta. Por un rato, se permitió estar en paz, olvidándose de todo lo que la había preocupado. A veces, pensar demasiado solo llevaba a más preguntas sin respuestas, y tal vez esa era la lección que Viktor le había enseñado sin querer: a veces, las respuestas no llegaban rápido, y no había necesidad de forzarlas.

A pesar de saber la corta edad que tenía Viktor, Marietta no podía evitar reconocer lo brillante que era su cerebro. Había algo en su manera de pensar, en su habilidad para analizar cada detalle y desentrañar lo que otros no podían ver, que la sorprendía constantemente. Y en el silencio, ella se mostraba totalmente admirada.

━ Hace unos días, mi mamá trajo unas cosas después del trabajo, ━ comenzó a hablar Viktor. ━ quizás podrían gustarte. ━ con ayuda de su bastón, jaló hacía él una bolsa hecha con distintos tipos de tela. ━ Realmente no son cosas que use, así que, pensé que a ti podrían agradarte.

Le acercó aquella bolsa con los objetos desconocidos. La emoción brotó por su exterior al ver que se trataba de una cajetilla con tizas de colores junto con hojas de papel ya algo desgastadas.

━ Que bonitas. ━ soltó una sonrisita al momento de abrir la caja y descubrir la gama de colores que contenían aquellos gises. ━ Muchas gracias.

━ No es nada, si quieres puedes probarlos.

━ Las hojas no son suficientes, ━ se paró de su lugar. ━ tengo el lugar perfecto para utilizarlos.

━ ¿Lugar?

Espero a que el chico se parara para mostrarle lo que se refería, no tardó mucho en apoyarse en su bastón de madera y seguirla durante el recorrido.

No tardaron mucho en llegar hasta la salida de la caverna, deteniéndose en el mismo lugar donde se conocieron.

━ ¿Aquí?

━ Tenemos una pared gigante de roca que podemos decorar, ━ señaló todo el espacio que tenían disponible. ━ podemos dibujar lo que queramos y, usarlo como nuestro lugar.

━ ¿Nuestro... lugar? ━ preguntó Viktor abriendo sus ojos en muestra de sorpresa.

━ No hablamos con nadie más y no tenemos otros amigos, que no sean Singed y Rio. Así que... ¿aceptas?

━ Bien.

Marietta al ver que Viktor término accediendo, pateo ligeramente su bastón, distrayendo al chico y aflojándole un poco su pierna, pero el susodicho no se dejó, golpeándole la pierna con el mismo objeto de madera. Volteo a verlo por su acción, no pudo evitar soltar una risa, siguiéndole después Viktor.

Ambos se acercaron a la pared mencionada, como si fuera un lienzo en blanco esperando ser transformado. Tomaron cada uno una tiza de diferente color de la cajetilla y comenzaron a trazar distintas formas. El chico no se consideraba el mejor dibujante pero tampoco el peor, simplemente no llamaba su atención, más no le disgustaba hacerlo. En cambio la menor, podía pasar la eternidad dibujando, dejando que las líneas de colores le habitaran el alma y la mente, buscando en cada trazo la luz que le faltaba para brillar.

El único recuerdo vivo que tiene de su infancia, era cuando estaba un poco más pequeña, rondando por la edad de 5 años, sus padres la llevaban a trabajar a la fábrica junto con ellos debido a que, en ocasiones, cuando enfermaba no podían dejarla sola en el hogar. Siempre aprovechaba en agarrar desechos de pintura a base de aceite para pintar a escondidas los pisos y paredes de la fábrica. Y, como era de esperarse, siempre terminaba siendo regañada por el dueño, quien veía en esos garabatos un desperdicio de recursos más que una expresión de niño.

Lo más hermoso que guardaba en su memoria eran los pocos crayones que sus padres le hicieron con sus propias manos, como un regalo especial en medio de la pobreza. Les dieron la libertad de pintar, pero solo en su hogar, y ella los usaba con entusiasmo. La casa, pequeña y modesta, se convirtió en su propio lienzo. Las paredes, antes desnudas y sombrías, se inundaron de colores vivos. Los garabatos, aunque sin forma aparente, cobraban vida en su mente infantil, creando historias que solo ella podía comprender, dibujando un refugio de colores en medio de un mundo gris y ruidoso.

Ese recuerdo, que antes era solo un destello fugaz de su niñez, se había transformado con el tiempo en lo más valioso que poseía.

El hecho de que Viktor pensará en darle algo que atinara a sus gustos, era un brote de júbilo que florecía en su pecho, como si cada detalle elegido sembrara luz en el jardín secreto de su corazón.

━ ¿Es el barco que construiste?

━ Sí, aunque creo que no tiene ningún parecido.

Mentira no era que no se asemejaba demasiado a la creación del pequeño genio, más, podía verse que si se trataba de un barco y no garabatos de un niño cualquiera.

━ Yo se que lo hará lucir mejor.

Marietta se acercó, quedando justo al lado del chico. Pegó su tiza a la pared y como a trazar, tapando lo que estaba haciendo para que Viktor no viera el dibujo que se encontraba realizando, aumentando la curiosidad del niño.

━ ¡Terminé! ━ hizo revelación de su pequeña obra maestra, siendo esta, unos pequeños dibujitos de dos personas arriba del bote, que eran muy parecidas a ambos niños.

━ ¿Quienes son ellos?

━ Pues tú y yo, bobo, ━ rodó los ojos. ━ ¿ves? Dibujé tus dos lunares y tu bastón, y yo me coloreé un ojo más oscuro que el otro. ━ señaló ambos ojos.

━ Eso lo hace mejor. ━ admitió el mayor, provocándole una sonrisa traviesa a la chica.

Viktor se tomo un tiempo para apreciar lo que la contraria estaba haciendo con anterioridad, este de trataba de un dibujo de la mismísima Rio, resaltando la ternura de la misma.
Fue en ese instante cuando descubrió una faceta de Marietta que le era desconocida: su vena creativa.
Reconocía su curiosidad, pues desde un comienzo se lo había hecho saber, y de lo que estaba más seguro, es que ella era una caja llena de sorpresas, una constante fuente de facetas ocultas que nunca dejaban de asombrarlo. Cada vez que pensaba que la conocía, aparecía algo nuevo, algo que rompía sus expectativas y ampliaba la imagen que tenía de ella.

Y para Marietta, esos simples gises lograron teñir el resto de su día de colores, transformando la monotonía en una sinfonía de matices que la acompañaron hasta la última hora de su estadía.

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