cambios
✧
❝ Sofocada, muriendo, pero de algún modo aún viva ❞.
La habitación estaba repleta de risas, y con ellas, dos risas de dos chicos que parecían iluminar aquel espacio con la simple armonía de sus voces.
Ambos estaban en la cama de Marietta, tumbados uno junto al otro, con la mirada perdida en el techo.
━ ¿Sabías que los caballitos de mar, son una de esas especies que tienen una sola pareja en toda su vida? Una vez que uno muere, tarda poco en morir también el otro. No pueden vivir uno sin el otro, por eso se dice que los caballos de mar mueren de amor.
Viktor ladeó la cabeza, como si procesara las palabras con la meticulosidad con la que analizaba una máquina descompuesta.
━ ¿De amor? ━ repitió, con un tono más curioso que incrédulo.
━ Sí. ━ Marietta afirmó con suavidad, sus dedos trazando círculos invisibles sobre la tela de la cama. ━ Es extraño, ¿no? Algo tan pequeño, tan frágil... pero con un corazón capaz de romperse por completo.
━ ¿Crees que sea verdad? ━ preguntó él, sus ojos fijos en el techo como si la respuesta estuviera escrita en algún lugar sobre ellos. ━ ¿Que alguien pueda morir de amor?
Ella soltó un suspiro, uno de esos que cargaban más que aire.
━ No lo sé, pero... creo que sí. A veces el dolor es tan grande que parece imposible seguir adelante. Como si todo dejara de tener sentido.
El giró la cabeza para mirarla, con esa intensidad que siempre parecía atravesarla.
━ Pero el amor no debería ser algo que destruya, ¿verdad?
━ No debería... pero lo es. ━ Marietta respondió, su voz apenas un murmullo. ━ Porque amar es entregarte, Viktor. Es como darte un pedazo de ti mismo y confiar en que no lo rompan.
━ Entonces... ¿somos como los caballitos de mar? ━ preguntó al fin, con una sonrisa que no llegó a sus ojos.
Marietta no respondió de inmediato. En lugar de eso, extendió la mano y entrelazó sus dedos con los de él.
━ No lo sé... pero si lo somos, espero que al menos encontremos el agua suficiente para seguir flotando.
Viktor apretó ligeramente los dedos de Marietta, sintiendo el calor de su piel contra la suya. No dijo nada; su silencio era una respuesta más sincera que cualquier palabra que pudiera pronunciar. Ambos miraron el techo nuevamente, como si ese gesto les permitiera escapar momentáneamente del peso que cargaban.
━ ¿Crees que ellos lo saben? ━ preguntó Marietta de pronto, rompiendo el silencio.
━ ¿Quiénes? ━ Viktor giró la cabeza hacia ella, sus ojos buscando algo en los suyos.
━ Los caballitos de mar. ━ ella soltó una risa amarga, casi inaudible. ━ Si saben que, al perderse, no hay vuelta atrás.
━ Tal vez no lo sepan, pero... creo que lo sienten. Como nosotros.
━ No quiero ser como ellos, Viktor. No quiero desaparecer si tú te vas.
El muchacho se incorporó ligeramente, apoyándose en un codo para mirarla de frente.
━ No voy a irme, Marietta, ━ sus palabras eran firmes, casi como un juramento. ━ no hasta que te asegures de que puedes nadar sola, incluso si el agua es oscura.
Ella lo miró, y por un instante, la fuerza de esas palabras le dio un tenue rayo de esperanza. Pero pronto, la duda volvió a instalarse en su pecho. En Zaun, las promesas eran frágiles, tanto como las burbujas que suben a la superficie antes de desaparecer.
━ Entonces no te vayas nunca. ━ Marietta susurró, sabiendo que lo pedía todo pero que, en su corazón, necesitaba ese "nunca".
Viktor asintió sin dudar. Pero en sus ojos, había un destello que decía lo que sus labios no podían: la certeza de que, en un lugar como ese, "nunca" era tan efímero como la vida misma.
El silencio se instaló entre ellos como un manto pesado, pero no incómodo. Ambos estaban acostumbrados a compartir espacios donde las palabras no eran necesarias. Viktor, aún apoyado sobre un codo, observó a Marietta con una mezcla de preocupación y ternura, como si intentara memorizar cada detalle de su rostro.
Intento cambiar el tema para olvidar aquellos pensamientos que la atormentaba.
Marietta se levantó de la cama, caminó hasta el desgastado "buró" que tenía, que parecía que faltaba poco para que se derrumbara. Abrió uno de los cajones y sacó un pequeño objeto.
━ Encontré esto en la mañana, ━ dijo, acercándose a Viktor con el lápiz labial en la mano. ━ Es un lápiz labial, lo tenía mi mamá en su baño.
Viktor miró el objeto en su mano, sorprendido. Nunca había visto a Marietta usar algo así, ni mucho menos que lo guardara con tanto cuidado.
━ ¿Lo haz usado antes?
━ Jamás, nunca lo he usado, pero... ━ vaciló un poco. ━ quiero que lo uses tú.
La miro con sorpresa y confusión.
━ ¿Yo? ━ preguntó, sin entender bien qué quería decir.
━ Sí... quiero que me lo pongas.
Viktor la miró por un momento, sin saber si realmente había entendido lo que ella le pedía. Sus ojos pasaron de la sorpresa a la incertidumbre, pero lo que le sorprendió aún más fue el brillo en los ojos de Marietta, como si este gesto tan simple tuviera un significado mucho más profundo para ella de lo que él podía captar en ese instante.
━ ¿Estás segura? ━ preguntó, con la voz más suave, como si temiera romper algo frágil.
Marietta, sin decir nada más, simplemente asintió dejando el lápiz labial en sus manos. Viktor, después de una pequeña pausa, tomó el objeto con delicadeza. No fue solo un acto mecánico, había algo en esa acción que, de alguna manera, parecía aligerar el peso que ambos llevaban. El silencio llenó el espacio, pero no se sentía incómodo.
Se acercó a ella con cautela, sintiendo el peso del momento.
El chico aplicó el lápiz labial en los labios de Marietta, cuidadosamente, como si fuera la primera vez que tocaba algo tan delicado. Ella cerró los ojos, respirando hondo.
Marietta observó en silencio, cómo Viktor cuidadosamente aplicaba el lápiz labial, apenas tocando sus labios con delicadeza. Sus ojos se encontraron brevemente, sin decir palabra alguna, pero en ese momento no hacía falta. Era uno de esos pequeños gestos, tan simples pero llenos de una conexión que no necesitaba explicarse.
Cuando terminó, la chica se paró para tomar un pequeño espejo, aunque roto, podía aún apreciarse su imagen. Sonrió al verse, por más que hubiera algunas partes que se salían de su línea natural de labio, no podía evitar sentir esa emoción que se adueñaba de su pecho.
Viktor la observaba en silencio desde atrás, sin interrumpir. Era como si hubiera entendido que esos momentos no siempre necesitaban palabras, solo presencia.
━ ¿Como me veo? ━ preguntó finalmente, con su tono suave.
━ Se te ve bien. ━ respondió el contrario. ━ Aunque, también te ves linda sin maquillaje en tu rostro. ━ completo el chico.
Marietta lo miró por un instante, sus ojos encontrándose con los de él. Un calor subió a su rostro, una mezcla de sorpresa y algo más, algo suave que no lograba definir completamente. No estaba acostumbrada a esos comentarios, no de alguien como Viktor, que siempre había sido tan serio y directo. Había algo en sus palabras que la hizo sentirse más... vista, de una manera que no estaba acostumbrada.
━ ¿De verdad? ━ preguntó ella, un leve sonrojo pintando sus mejillas. No sabía si el tono suave de su voz denotaba duda o agradecimiento, pero se sentía diferente. De alguna manera, algo dentro de ella se deshizo, como si un peso se levantara ligeramente.
Viktor asintió, su expresión calmada pero genuina.
━ Claro. ━ agregó con una pequeña sonrisa. ━ No tienes que ponerte nada si no quieres. Pero... te ves bien con o sin eso.
━ Tienes razón...
Se acercó a Viktor, inclinandose quedando frente a él que se encontraba sentado en su cama. Puso su dedo índice en su boca, queriendo interpretar que estaba pensativa.
━ Me veré mejor si me quito esto, pero, ¿con que me quitare todo este labial? ━ siguió con su juego, y Viktor, confundido cada vez más. ━ ¡Ya sé!
Tomó su rostro con ambas manos, acercándose a él, mientras sus ojos brillaban con un destello travieso. Viktor no reaccionó a tiempo y, antes de que pudiera procesarlo completamente, Marietta le dio un suave beso en los labios. La sorpresa se apoderó de él, y su mente se quedó en blanco por un momento.
Marietta, sin perder su sonrisa, comenzó a besarle el rostro, lentamente, con cariño y sin prisas. Cada beso que dejaba sobre su piel parecía borrar la presencia del labial, pero no era solo el maquillaje lo que desaparecía. Era un gesto simple, pero cargado de una cercanía que ambos compartían sin tener palabras para describirla. Desde la mejilla hasta la frente, pasó suavemente, dejando que cada roce de sus labios hablara más que cualquier palabra que pudieran decir.
Viktor, a pesar de la sorpresa, no se movió. Había algo en ella, algo en ese momento, que lo mantenía tranquilo, expectante, como si fuera un suspiro detenido en el aire. No sabía qué significaba, pero no quería que el momento terminara.
Al ver la expresión de Viktor, sonrió suavemente y, sin pensarlo demasiado, plantó un último beso en sus labios. Esta vez fue más largo, más pausado, como si quisiera sellar ese momento, como si el beso fuera la respuesta a todo lo que no podían decir.
El chico cerró los ojos, sintiendo la suavidad de sus labios, y por un instante, el mundo que los rodeaba desapareció. La habitación, los pensamientos confusos, todo se desvaneció, dejando solo la sensación de estar allí, juntos.
━ ¿Qué estás haciendo? ━ Viktor, totalmente confundido, retrocedió ligeramente, sus ojos amplios y sorprendidos. Pero Marietta no parecía querer detenerse.
━ Nada... solo quiero saber si también te parece mejor sin maquillaje. ━ dijo Marietta con una sonrisa más amplia, como si todo eso fuera solo parte de un juego inocente.
Viktor, aún desconcertado, la observó mientras ella se acercaba un poco más, como si no se diera cuenta del efecto que causaba. Los ojos de ella brillaban con una mezcla de pillería y curiosidad, mientras él intentaba no dejar que su confusión lo delatara. En su mente, la imagen de Marietta, tan cerca, tan confiada, lo tenía descolocado.
━ Eres muy extraña, ¿lo sabías? ━ comentó Viktor, soltando una risa nerviosa, la cual no pudo evitar, aunque quería mantener una compostura que ya estaba desmoronándose.
Marietta lo miró fijamente, aún con su sonrisa juguetona. No decía nada, pero su presencia se sentía como si le estuviera retando a algo más, a entender lo que ella quería transmitir con esas pequeñas bromas que se sentían mucho más significativas que una simple charla casual.
━ ¿Quieres que lo diga? ━ preguntó ella, ladeando ligeramente la cabeza, sin apartar la vista de él. Su tono era tranquilo, pero con algo de desafío, como si estuviera esperando una reacción, algo que mostrara si Viktor la entendía o no. Sus ojos no se apartaban de los suyos, haciendo que Viktor se sintiera extraño, como si de repente se estuviera enfrentando a algo más grande que un simple momento entre amigos.
Viktor intentó mantener su distancia, pero por alguna razón no podía evitar el calor que comenzaba a crecer en su pecho. No era solo la cercanía de Marietta, sino algo más. Algo que no quería reconocer pero que no podía ignorar. La mirada de ella lo desarmaba.
━ Cállate. ━ fue lo único que pudo decir, intentando esconder el rubor que comenzaba a subir por su cuello. Lo dijo con una sonrisa nerviosa, pero había algo más en sus palabras, algo que, aunque trató de ocultar, estaba allí. No sabía qué significaba todo esto, pero sabía que ya no podía tomarlo tan a la ligera. Marietta lo había retado sin decir una sola palabra más, y él no sabía cómo responder.
Al ver su reacción, soltó una pequeña risa, pero no dejó de mirarlo. Era como si estuviera esperando algo más, algo que no se podía describir solo con palabras. Quizá esperaba que Viktor se atreviera a decir lo que realmente pensaba. O tal vez solo quería seguir jugando, continuar con este juego de miradas, de sonrisas, y unos cuantos besos más.
Y como era de esperarse, volvieron a juntar sus labios. Fue un beso suave, lleno de una dulzura que parecía envolver todo a su alrededor. No era algo planeado, pero tampoco incómodo; simplemente fluía, como si fuera lo más natural del mundo.
Viktor se separó un poco, con una expresión en su rostro que Marietta no supo descifrar. Sus ojos, cálidos un instante antes, ahora parecían cargados de algo más pesado, algo que le hizo sentir un nudo en el pecho.
━ Marietta... ━ empezó, su voz más baja de lo habitual, casi un susurro. ━ No puedes seguir viviendo de los recuerdos.
La frase la golpeó como un puñal, abrupta y helada, destruyendo la calidez del momento que compartían. Quiso responder, pero las palabras no llegaron a su boca. Solo pudo mirarlo, su corazón acelerado mientras la sonrisa en su rostro desaparecía.
━ ¿Qué...? ━ murmuró, con un temblor en la voz.
━ Tienes que dejarlo ir, Marietta. Todo. A mí, a ellos, todo esto... ━ continuó Viktor, apartando la mirada mientras hablaba, como si cada palabra lo lastimara tanto como a ella.
El cuarto comenzó a cambiar, difuminándose lentamente. Las paredes se volvieron borrosas, y el calor que había sentido en su pecho se transformó en un vacío que se expandía. Quiso tocarlo, asegurarse de que todavía estaba allí, pero su mano atravesó su figura como si él no fuera más que humo.
Marietta despertó de golpe, jadeando y con el cuerpo empapado de sudor frío. Su pecho subía y bajaba con fuerza, y le tomó unos segundos darse cuenta de dónde estaba. El cuarto oscuro y familiar del burdel la recibió con una crueldad que la arrancó de cualquier esperanza de que todo había sido real.
Se llevó las manos al rostro, intentando calmar su respiración, pero el temblor en sus dedos la delataba. Había sido un sueño. Solo un sueño de un recuerdo. Pero se sintió tan real que aún podía escuchar la voz de Viktor resonando en su cabeza, como un eco que no se desvanecía.
❝ No puedes seguir viviendo de los recuerdos ❞.
Se levantó de la cama tambaleándose, su mente aún atrapada entre el sueño y la realidad. Quería gritar, llorar, romper algo, cualquier cosa que le permitiera sacar el dolor que se acumulaba en su pecho como una piedra. Pero no lo hizo. Solo se quedó allí, en la penumbra, sintiendo cómo su mundo se derrumbaba un poco más.
Se quedó inmóvil por largos minutos, con la mirada perdida en la penumbra del cuarto. El eco de las palabras de Viktor seguía resonando en su cabeza, una verdad incómoda que no podía ignorar. Cada día, cada segundo, sentía cómo el peso de su pasado la arrastraba más y más al fondo, y ahora ni siquiera en sus sueños podía escapar.
Frotó sus brazos, intentando encontrar algo de consuelo en la presión contra su piel, pero no ayudó. La habitación, fría y vacía, se sentía como una prisión, un lugar que la mantenía atrapada entre lo que era y lo que ya no sería. Sus piernas temblaron mientras caminaba hacia la ventana, necesitando desesperadamente algo, cualquier cosa, que le recordara que todavía estaba viva.
Apoyó la frente contra el vidrio helado y cerró los ojos, deseando que ese frío pudiera congelar los pensamientos que la comían viva.
Su respiración se hizo más pesada, y un sollozo escapó de sus labios antes de que pudiera detenerlo. Llevaba tanto tiempo sosteniéndose, tanto tiempo fingiendo que podía soportar todo eso sola, pero en ese momento, la fachada se quebró. Las lágrimas cayeron sin control mientras apretaba los puños, sus uñas clavándose en sus palmas.
Marietta apretó los labios, dejando escapar un suspiro tembloroso. No puedes seguir viviendo de los recuerdos. La frase le taladraba la cabeza, como si Viktor estuviera allí, observándola desde algún lugar, esperando que hiciera algo. Pero ¿qué podía hacer? ¿Qué quedaba para ella, cuando todo lo que amaba se había ido?
Regresó lentamente a la cama, sentándose en el borde con las manos apoyadas en sus rodillas. Tal vez tenía razón, pensó. Tal vez había tenido razón. Aferrarse al pasado no cambiaría nada. Pero dejarlo ir... eso también significaba dejarlo ir a él, dejar ir a sus padres, a su vida, todo lo que la definía. ¿Cómo podía hacerlo? ¿Cómo podía seguir adelante sin perder todo lo que era?
Un nuevo sollozo amenazó con romper el silencio, pero lo reprimió, apretando los dientes hasta que dolieron. No estaba lista. No todavía. Pero, por primera vez en mucho tiempo, algo dentro de ella, aunque fuera un destello fugaz, parecía estar considerando la posibilidad de intentarlo. No por ella. Tal vez nunca por ella. Pero por Viktor, por lo que él había querido para ella.
Se tumbó en la cama, abrazándose a sí misma como si con eso pudiera juntar los pedazos rotos que quedaban.
━ Lo intentaré... pero no prometo nada.
Marietta permaneció despierta toda la noche. No intentó siquiera cerrar los ojos; sabía que si lo hacía, los recuerdos volverían a asaltarla, y con ellos, los rostros de quienes ya no estaban.
El amanecer comenzó a colarse tímidamente por las rendijas de la ventana, proyectando rayos pálidos que no traían calor ni consuelo. No había paz en esa luz, solo una insistencia: el mundo seguía girando, indiferente a su dolor.
Marietta no se movió. Había pasado la noche repasando cada palabra, cada imagen que su mente podía conjurar. Se sentía desgastada, como si la noche la hubiera drenado aún más, pero no del todo. Era peor, porque sabía que todavía tenía fuerza para sentir, para recordar, y eso era lo que más odiaba.
Cuando el reloj del burdel marcó las seis, con un leve sonido metálico, se obligó a ponerse de pie. Las piernas le temblaban, pero no le importó. No tenía un plan ni una razón concreta para moverse, pero quedarse allí, atrapada entre cuatro paredes, se sentía como una rendición que no estaba dispuesta a conceder. No todavía.
Se acercó a la ventana y la abrió. El aire frío de la mañana le golpeó el rostro, despeinándole un poco, pero también llenándole los pulmones con ese sabor metálico tan característico de Zaun. Observó las calles desiertas, las chimeneas de las fábricas comenzando a activarse.
Se dirigió hacia al baño, acercándose al lavabo, sus movimientos lentos, casi mecánicos. El espejo frente a ella reflejaba un rostro que apenas reconocía: los ojos hinchados, las ojeras profundas y un cabello desordenado que parecía un eco de la tormenta interna que llevaba días viviendo.
Abrió la llave del agua y dejó que el frío líquido cayera sobre sus manos. Se echó un poco en el rostro, esperando que el golpe helado la despertara por completo, que la hiciera sentir algo diferente a esa constante sensación de vacío. Pero nada cambió. El agua solo resbaló por su piel, dejando pequeñas gotas que cayeron sin ruido al lavabo.
Con un suspiro pesado, tomó una toalla y secó su rostro. El lugar se sentía demasiado pequeño de repente. Tenía que salir, aunque no supiera adónde. No podía seguir encerrada en ese espacio que parecía alimentarse de sus pensamientos más oscuros.
Salió del baño y se acercó a la puerta y la abrió lentamente, dejando que el sonido del burdel comenzando a despertar llenara el silencio. Algunos pasos se escuchaban en el piso de abajo, y el leve murmullo de voces que apenas comenzaban a animarse.
No supo de donde tomó fuerza de voluntad para salir y caminar por el largo pasillo. Llevaba casi el mes sin ver lo que pasaba a su al rededor, pero aún así, nada había cambiado.
Avanzó con pasos inseguros, sus pies descalzos tocando el frío de la madera. Cada crujido bajo su peso le recordaba lo real que era todo aquello, aunque preferiría que no lo fuera. A su derecha, las puertas cerradas de las habitaciones parecían observarla en silencio, como testigos mudos de su lucha interna.
Llegó hasta el final del pasillo, donde la puerta de aquella habitación, la del dueño del lugar, estaba entreabierta. La luz tenue del interior se filtraba a través de la rendija, dibujando una línea en el suelo. Marietta dudó por un momento. Su respiración se entrecortó, como si la cercanía de esa puerta pesara más de lo que podía manejar.
Empujó la puerta suavemente, lo suficiente para asomarse al interior. Allí estaba Darius, sentado en un sillón desgastado, con la espalda recta y los codos apoyados en las rodillas. Tenía un montón de papeles en las manos, pero su mirada estaba perdida en un punto fijo de la pared, como si las palabras escritas frente a él no tuvieran sentido alguno. Había un vaso medio vacío sobre la mesa junto a él, y un cenicero con un cigarro apagado, olvidado.
Marietta no dijo nada al principio. Lo observó en silencio, como si estuviera intentando descifrar en su rostro alguna señal, algo que le dijera que él también estaba luchando con sus propios demonios. Y lo encontró: en la línea tensa de su mandíbula, en el leve tamborileo de sus dedos contra el papel, en la forma en que parecía estar allí y, a la vez, no estar.
Finalmente, se aclaró la garganta, y Darius levantó la cabeza, sobresaltado.
━ ¿Qué haces aquí? ━ preguntó, dejando los papeles a un lado con rapidez, como si no quisiera que ella los viera.
━ No podía dormir. ━ respondió ella, encogiéndose de hombros.
Darius suspiró, pasándose una mano por el cabello. Se veía cansado, más de lo habitual.
━ ¿Algo pasó? ━ insistió, su tono suave, pero cargado de preocupación.
Marietta negó con la cabeza, dando un paso hacia el interior.
━ No. Solo... quería hablar contigo. ━ admitió, casi en un susurro.
Darius ladeó la cabeza, observándola con atención. Por un momento, pareció que iba a decir algo, pero se detuvo. En lugar de eso, se levantó y señaló el sillón frente a él.
━ Siéntate.
Ella obedeció, aunque sus movimientos eran lentos, casi cautelosos. Ambos se quedaron en silencio por un momento, la única compañía era el ruido lejano de las tuberías y el murmullo de la ciudad afuera.
━ ¿Sabes? ━ dijo finalmente Darius, rompiendo el silencio. ━ Yo tampoco sé qué demonios estoy haciendo. No sé si estoy haciendo lo correcto contigo, o si estoy fallando cada día un poco más.
Marietta lo miró, sorprendida por su honestidad. No era típico de él hablar así.
━ Pero estoy aquí. ━ continuó él, clavando sus ojos en los de ella. ━ Estoy aquí, y voy a seguir aquí, aunque no tenga todas las respuestas. Aunque me equivoque. Porque no pienso dejarte sola en esto.
Marietta sintió un nudo en la garganta, pero no dejó que las lágrimas brotaran. Simplemente asintió, porque, por primera vez en mucho tiempo, no se sintió completamente sola.
El silencio volvió a instalarse entre ambos, pero esta vez no era incómodo. Era como un respiro necesario, un momento para procesar las palabras que habían quedado suspendidas en el aire. Marietta se inclinó ligeramente hacia adelante, apoyando los codos en sus rodillas, con la mirada fija en el suelo.
━ Yo tampoco sé qué hacer. ━ dijo finalmente, su voz apenas audible. ━ Todo se siente... roto. Como si ya no hubiera forma de arreglar nada.
Darius no respondió de inmediato. Simplemente observó a la joven, buscando las palabras adecuadas. Pero no había palabras mágicas para sanar lo que ella sentía, y lo sabía.
━ En ocasiones, lo único que podemos hacer es seguir adelante. Aunque no sepamos a dónde vamos. Aunque todo duela. ━ dijo al fin. ━ Pero es en esos momentos cuando descubrimos de qué estamos hechos.
Marietta alzó la mirada hacia él, sus ojos buscando alguna verdad en los de Darius. Pero no encontró certeza, ni una solución milagrosa. Solo encontró a alguien que, como ella, estaba perdido, pero que estaba dispuesto a mantenerse firme, a pesar de todo.
━ ¿Y si no quiero seguir? ━ preguntó, su voz temblando ligeramente.
━ Entonces caminamos juntos. ━ respondió él, con una determinación que parecía inquebrantable. ━ No tienes que hacerlo sola, Marietta. Nunca tendrás que hacerlo sola mientras yo esté aquí.
Ella cerró los ojos, dejando escapar un suspiro pesado. Una parte de ella quería creerle, aferrarse a sus palabras como a una cuerda en medio de la tormenta. Pero otra parte, más cínica, le susurraba que nada de eso importaba, que al final, siempre estaría sola.
━ No sé si puedo confiar en eso. ━ murmuró al cabo de un rato.
━ No tienes que confiar ahora. ━ dijo Darius, cruzando los brazos sobre el pecho. ━ Solo dame tiempo. Déjame demostrarte que no me voy a ir a ningún lado.
Marietta se quedó en silencio, procesando lo que acababa de escuchar. Finalmente, asintió, aunque era un gesto apenas perceptible. No era una aceptación completa, pero era un inicio.
Darius se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en sus rodillas, imitando su postura.
━ Hay algo más, ¿verdad? ━ preguntó, su tono más suave. ━ Algo que no me estás diciendo.
Apretó los labios, sintiendo el peso de sus pensamientos revolviéndose en su interior. Había tantas cosas que quería decir, tantos miedos, culpas y recuerdos que la mantenían atrapada. Pero no sabía cómo ponerlos en palabras, no sabía cómo compartir ese caos con alguien más.
━ No ahora. ━ respondió finalmente. ━ Tal vez en otro momento.
━ Cuando estés lista. ━ dijo, sin presionarla. ━ Quería también hablar de algo contigo.
━ ¿Sobre qué?
Darius pareció tomarse su tiempo en recapacitar lo que diría, pero solo bastó con un leve suspiro para soltar lo que quería decirle.
━ Estuve pensando, y creo que darte unas clases de defensa personal te harían bien. ━ dijo, con una mirada seria pero no intimidante. ━ No para que vayas buscando peleas, sino para que sepas cómo cuidarte si la situación lo amerita.
Marietta levantó la mirada, sorprendida por la propuesta. Su postura, que había sido rígida desde que entró a la oficina, se relajó un poco. Sin embargo, no respondió enseguida. Sus pensamientos estaban divididos entre aceptar lo que decía Darius y el rechazo que sentía hacia cualquier tipo de confrontación.
━ No soy fan de la violencia. ━ comentó al fin, su tono era sereno, pero con una firmeza subyacente. ━ No quiero vivir con esa mentalidad.
Darius asintió lentamente, sin interrumpirla. Sabía que aquello no iba a ser fácil de aceptar para ella.
━ Lo entiendo. ━ dijo después de un breve silencio. ━ Y créeme, tampoco quiero que vivas así. Pero... ━ hizo una pausa, eligiendo con cuidado sus palabras. ━ Zaun no te da esa opción, niña. Es un lugar duro, y no siempre habrá alguien para ayudarte.
Marietta bajó la mirada, procesando lo que él decía. Sabía que tenía razón. Las calles de Zaun no eran un lugar seguro para nadie, y menos para alguien como ella, que odiaba la idea de tener que alzar la voz, y mucho menos los puños, pero si era necesario, lo haría sin dudarlo.
━ ¿Y qué pasa si fallo? ━ preguntó con voz baja.
━ Entonces aprendes. ━ Darius sonrió ligeramente, intentando aliviar la tensión. ━ Y yo estaré ahí para asegurarte de que puedas intentarlo otra vez.
Marietta respiró profundamente y finalmente asintió. No porque estuviera completamente convencida, sino porque entendía que tal vez Darius tenía razón.
━ Bien. ━ dijo al fin, aunque su tono seguía algo dudoso. ━ Pero no prometo que me guste.
━ No te tiene que gustar, solo aprender. ━ replicó él, poniéndose de pie con una pequeña sonrisa de triunfo. ━ Y, quién sabe, tal vez descubras que eres mejor de lo que crees.
Aunque Marietta no lo diría en voz alta, había algo reconfortante en saber que, por lo menos, no estaría sola en esto.
━ ¿Cuándo empiezo?
━ Primero deberías de desayunar, llevas tiempo sin hacerlo como se debe. No puedes entrenar con el estómago vacío. ━ contestó Darius
Marietta hizo un pequeño gesto de fastidio, pero no discutió. Sabía que él tenía razón. Las últimas semanas apenas había comido, y eso la dejaba sin fuerzas incluso para las cosas más simples.
━ Está bien. ━ murmuró, levantándose lentamente de la silla.
━ No "está bien". ━ dijo Darius, su tono firme pero sin perder la paciencia. ━ Es un trato. Comes bien, y entonces te enseño.
Ella lo miró de reojo, entrecerrando los ojos con desconfianza.
━ ¿Qué, ahora eres mi entrenador y mi niñera?
━ Y lo que haga falta. ━ respondió él sin titubear, con una leve sonrisa en los labios.
Marietta no pudo evitar rodar los ojos, aunque una pequeña sonrisa burlona también apareció en su rostro.
━ Está bien, entrenador. Vamos a comer.
El hombre hizo un gesto con la cabeza hacia la puerta.
Marietta caminó detrás de él, su paso aún algo lento y vacilante, pero al menos ahora había algo de energía en su andar. Mientras avanzaban por el pasillo, sintió una mezcla de nervios y curiosidad. Aprender a defenderse no era algo que hubiera imaginado para sí misma, pero si Zaun era tan implacable como decía Darius, quizás no tenía otra opción.
━ ¿Qué va a ser? ¿Peleas callejeras? ¿Golpear sacos de arena?
━ Primero, aprender a levantarte si te derriban. ━ dijo él con un tono serio. ━ Y luego, asegurarte de que el que intente hacerlo, lo piense dos veces.
━ Gran motivación. ━ replicó ella con sarcasmo, aunque no pudo evitar reír un poco.
━ Es más motivación de la que tenías hace unos minutos. ━ respondió él, mirando hacia atrás con una sonrisa fugaz.
Por primera vez en mucho tiempo, Marietta sintió una pequeña chispa de algo parecido a esperanza. Era tenue, casi imperceptible, pero estaba allí. No tenía idea de cuánto duraría o si siquiera crecería, pero en ese momento no importaba.
A veces, el simple acto de seguir adelante no se trata de ser fuerte, sino de resistir lo suficiente como para descubrir qué vendrá después.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro