Epilogo
Todos y cada uno de las especies, razas e incluso humanos trabajaron muy duro para la reconstrucción del reino, se llevó bastante tiempo pero con la ayuda de todos se logró avanzar en la obra. Alan le había permitido a la manada de Absalón quedarse con una parte del territorio
Yo estaba residenciada en todo ese tiempo con Elena y Daniel, puesto que Elena se colocó muy delicada de salud después de la Batalla con los vampiros, por poco no pierde el bebé en aquella caída desde lo alto, su mente aun estaba confundida, habían momentos donde se notaba perdida en sus pensamientos y por las noches despertaba llorando con gran desconsuelo.
Traté de animarla y distraerla lo más que podía, las hadas con aspecto humano me ayudaban en la atención, preparando la comida, animándola con las cosas para preparar el ambiente en espera del bebé, yo le hablaba lo más que podía para animarla un poco. Una de las elfos iba cada semana a visitarla para saber como seguía su estado de salud, como se desarrollaba el bebé y dedicaba el tiempo para preparar algunas medicinas con plantas con el propósito de ayudarla a recuperarse. Daniel por su parte dividía el tiempo entre el bosque y Elena, se notaba preocupado por todo y el estrés lo estaba empezando arropar por lo que me vi motivada a reconstruir nuevamente el lugar donde sepultamos a Damián tal y como estaba anteriormente. Fue un poco difícil porque casi no recordaba como estaba y las armas de Damián prácticamente estaban desaparecidas, por lo que hice milagro para encontrarlas todas. Sin embargo hice mi mayor esfuerzo y todo se veía sumamente increíble.
Desperté a Elena quien se encontraba descansando en el palacio y la ayude a llegar allí. Vi como su rostro deprimido cambió a uno de asombro
-Esto... esto- dijo para que sus lágrimas salieran por si solas y sus piernas se debilitasen por lo que la sujeté con fuerza -Eliana, es igual a como lo recordaba- me dijo mientras la ayudaba a caminar y arrodillarse en el suelo frente a la placa -Hace tanto tiempo que no he hablado contigo- comenzó con su mirada llena de añoranza perdiéndose en lagrimas silenciosas -Debo contarte absolutamente todo lo que ha pasado. Comenzando con que tuve a alguien que se había convertido en un excelente amigo- comentó soltando una risa seca -Claro nunca pude compararlo contigo. Tal vez él me secuestró el día que estaba conversando contigo y por poco no pierdo a mi hijo pero en todo el tiempo que estuve con él lo quise y él me amó. Yo no podía verlo de la manera que él deseaba pero lo amé como mi familia...- siguió hablando para que yo me alejara de allí y ella hablase al aire en el santuario que había construido especial para el cuerpo de Damián
Caminé un rato por el camino sin alejarme demasiado, podía disfrutar del canto del bosque, las hadas miniaturas de colores brillaban y bailaban con alegría entre los árboles. Recordé en ese momento a Cleindes, realmente la extrañaba, ella no era un hada común como las de su especie, realmente era la mensajera de la Diosa de Blanco, su amiga y su instrumento más importante, sin Cleindes tal vez muchas de las cosas que se habían logrado ni siquiera yo o mi familia hubiese conocido este maravilloso mundo y ella solo volvería si era enviada por la Diosa de Blanco. En ese momento algo se me ocurrió y es que si yo estaba aquí ¿quién de mi descendencia vendría a este mundo para seguir mis pasos? Suponía que si yo estaba aquí ya no sería necesario que nadie volviese aquí para hacer exactamente lo mismo, puesto que yo ya lo había hecho y no había a quien vencer, el pasado ya había quedado atrás.
-Rara espécimen pero no puedo negar que hermoso- sentí mi corazón latir a gran velocidad al escuchar esa voz, la reconocería a donde fuera y más esa manera de hablar en especial esa frase.
Volteé a verlo y allí estaba con todo su esplendor, no lo veía con ese traje desde el día que Daniel me llevó a su palacio, realmente le quedaba bien, sus ojos azul intenso resaltaba con el traje, se notaba fresco y relajado. Él estaba recostado en un árbol con su amplia sonrisa mirándome.
-¿Miren quien decidió aparecer después de tanto tiempo?- le hablé cruzándome de brazos para que él se acercara a mí. Hacía ya un mes que no lo veía, puesto que las reconstrucciones consumían su tiempo y yo no es que estaba muy libre
-Lamento haber tardado en venir, no tengo ninguna excusa para Mi Lady- respondió con una sonrisa mientras tomaba mi mano y la besaba al hacer una pequeña reverencia
-Te extrañé ¿sabías?- le comenté
-Y yo no podía conciliar el sueño- me devolvió
Me tomó de la mano y caminamos un poco más admirado el paisaje sin alejarnos demasiado, conversamos animadamente acerca de lo que habíamos hecho en todo ese tiempo.
-La Diosa de Blanco vino por mí- le comenté después que nos sentamos en una roca bastante grande, él me miró con preocupación, pues se imaginaba para que habría sido -Me habló acerca de volver al futuro, al otro mundo en realidad-
-Y ¿Qué sucedió?- me preguntó
-Dijo que mi deber aquí por ahora había terminado y que debía volver- le comenté para que su rostro cambiase a uno de tristeza -Sin embargo me dio dos opciones y me explicó las condiciones de ambas. La primera consistía en irme pero nunca volver, me olvidaría absolutamente de todo lo que había vivido aquí incluyendo lo de hace casi ocho años. La segunda era quedarme pero nunca podría regresar al otro mundo, ver a mi familia, a mis amigos y conservaría todos sus recuerdos-
-¿Ya has tomado la decisión?- su preocupación era notable, me gustaba verlo así.
-Tal vez- coloqué mi cabeza baja con la mirada en el suelo, para que él sacudiera su cabeza a un lado, uniera sus manos jugando con ellas -Voy a extrañar a mi familia, en especial a mis amigos, seguramente me perdí mi funeral pero bueno no es algo para morir- le dije con una sonrisa para que él dejara escapar un suspiro
-Realmente tenía planes de...- se quedó en silencio un momento, abrió sus ojos en expresión de sorpresa y luego volteó a mirarme -¿Has decidido quedarte?- me preguntó esperanzado a lo que asentí con gracia por su reacción, no resistí y dejé escapar una pequeña risa a la que él correspondió -Entonces aun puedo hacer esto- me comentó para acercar su rostro a mí y robarme un beso fugaz dejándome en shock para luego sonreír
-Eso y más- se me escapó de mis labios a lo que él me miró sorprendido para dibujar una sonrisa en su rostro
-Entonces- dijo para arrodillarse en el suelo con una sola rodilla haciendo una reverencia -Mi Lady, Princesa de Blanco y Señorita Eliana-
-Thomson- lo interrumpí a gran velocidad para que él ampliara su sonrisa -Mi nombre completo es Eliana Thomson- le comenté esta vez con más timidez
-Bien, Señorita Eliana Thomson- extendió su mano para que yo hiciese lo mismo
No comprendía muy bien lo que estaba haciendo, supuse que sería algún tipo de broma a lo que estaba acostumbrado hacer por lo que reía bajo
Él abrió su mano dejando ver un anillo con un diamante para que mi risa de gracia cambiara a una expresión de sorpresa.
-¿Deseas ser mi reina y mi esposa por toda la eternidad?- comentó con nerviosismo pero sin borrar su sonrisa
Sentía que mi corazón saldría del pecho, miles de sensaciones se vinieron sobre mí, mi estómago dio un vuelco, creía que estaba soñando, no podía ser real eso solo pasaba en los cuentos, aunque este mundo es de un cuento
-Creo que deberías decir algo- carraspeó sacándome de mi estado de shock para confirmarme que no era un sueño
-Claro que sí. Obvio que sí, por su puesto que sí, es lógico que sí- dije rápidamente llena de nervios mientras él me colocaba el anillo y reía un poco ante mi actitud
-Con un sí me basta- dijo en forma de burla mientras se paraba y me acariciaba el rostro
Solté una pequeña risa de gracia para golpearle suave en el pecho por reírse de mi. Unió sus labios con los míos en un cálido beso con dulzura y amor, uno que me llenaba de sensaciones tan agradables, un cosquilleo que recorría cada parte de mi cuerpo, mi corazón acelerado al compás del suyo, mi estómago dio un vuelco y una corriente recorría mi espalda. ¡Dios! No sabía lo mucho que extrañaba sus labios contra los míos.
Caminamos de la mano con una sonrisa estúpida. Aun no creía que en verdad me había pedido matrimonio por lo que solté una pequeña risa a la que él me siguió.
Llegamos con Elena quien se encontraba recostada en el suelo con la mano en su vientre y soltando algunos quejidos. Eso solo significaba una cosa, por lo que solté la mano de Alan y corrí hasta Elena para ayudarla a levantarse. Alan se me acercó para ayudarme
-Alan debemos llevarla al palacio, hay que llamar a Ewelline, Daniel está con los gigantes- dije llena de desesperación mientras él me miraba con mayor preocupación y susto -¡Elena aguanta!- le dije casi en un grito
-¡Eliana cálmate!- me ordenó Alan para que yo me controlara en el instante.
Él silbó con fuerza para que su Griffín apareciera por los aires. Cargó a Elena con cuidado y la acomodó frente a él para sentarse en su Griffín y yo me subiera detrás de él sujetándome a su cintura. Elena daba algunos quejido, por suerte llegamos en dos minutos al palacio donde las hadas se encargaron de guiar a Alan que la llevaba en sus brazos y yo por mi parte corrí afuera, me subí en Maxter que se encontraba durmiendo y le ordené que volara a gran velocidad a la aldea de los elfos.
No tardé ni diez minutos en ir y volver con Ewelline, quien llevó consigo a dos chicas elfos más, sacó a todos de la habitación y se quedó con su equipo allí dentro. Se escuchaban los quejidos y el forcejeó de Elena al otro lado de la puerta, yo me mordía las uñas, Alan caminaba de un lado a otro nervioso. De pronto el llanto del bebé nos detuvo al instante para dirigirnos a la puerta esperando que alguna de las elfos saliera y hablara. Una de las chicas salió para informar que había nacido varón. Alan y yo nos abrazamos con alegría. Al poco tiempo llegó Daniel desesperado en su pegaso pero el llanto del niño lo calmó, una de las elfo lo sacó para que Daniel lo tuviera en sus brazos como la cosa más delicada del universo, nos acercamos a verlo y era un hermoso albino de piel un poco morena, era bastante hermoso.
Elena y Daniel acordaron en colocarle por nombre Damián, en honor al mejor amigo de Elena y el hermano que nunca llegó a conocer como tal Daniel, pero de quién estaban más que agradecidos por entregar su vida por el reino entero y proteger a Elena en todo momento
Cuando Damián cumplió un año, Alan y yo decidimos casarnos para celebrar su cumpleaños y nuestra unión convirtiéndose en la mejor celebración jamás vista. Estaba asustada por mi nueva responsabilidad como reina pero alegre por pasar el resto de mi vida con el hombre que amaba y en el lugar al que pertenecía.
Realmente me encantaba este mundo, mi mundo en donde podía ser quien soy, sin restricciones, sin límites, ese era realmente mi lugar y nunca lo cambiaría por nada. Lucharía por él, viviría por él y daría mi vida por él. Sabía que aun habían muchos enemigos asechando nuestro reino y que a penas si habíamos logrado vencer un clan de vampiros, a la bruja de la antigua reina o a la maléfica hada del bosque junto a su equipo, pero no me importaba porque daríamos la vida por defender a este reino y a este mundo sin importar quien tuviera el descaro de enfrentarnos.
Yo soy Eliana Thomson, también conocida como la Princesa de Blanco
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