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Capitulo 9. De Regreso

Sentí como mi corazón se aceleró más de lo que ya estaba, me sentía agitada por el entrenamiento y esa posición no ayudaba, mi rostro se enrojeció por completo, mis mejillas se incendiaban al tenerlo tan cerca, mi estómago enloqueció, no tenía idea de que me pasaba pero me gustaba. Mis labios se separaron sin que me diese cuenta, su nariz rozaba con la mía, mi respiración se cortó, parecía una adolescente hormonada. Él se levantó separándose de mí, para luego aclarar la voz

-Sigamos practicando- habló entrecortado para que yo me volviera a concentrar en el entrenamiento

Los siguientes días fueron de práctica profunda y a él le costaba más vencerme tan rápido pero igual lo lograba. Lo que yo necesitaba era fuerza, por lo que él me recomendó golpear un árbol hasta que yo me cansara. Así lo hice, practiqué con un pino que se hallaba cerca del arroyó.

Me imaginaba luchando contra Tamuz, el vampiro que se llevó a Elena, secuestró a una gran parte de la población y convenció de unirse a él a los entes más importantes del reino. Mientras más lo pensaba, veía que los vampiros habían hecho peor daño que los lobos, ya que estos al menos solo atacaron para alimentarse pero la meta de los vampiros era mayor. Golpeaba el árbol con mis puños, patadas, codos, incluso llegué aprender la patada voladora, el salto mortal, el correr sobre el árbol para dar la vuelta en el aire y caer de pie, cosas que nunca en mi vida pensé que haría.

-Has aprendido bastante rápido- me comentó Alan mientras estaba recostado sobre un árbol cercano con los brazos cruzados y una sonrisa de satisfacción

-Tengo un buen maestro- le comenté con una sonrisa mientras me detenía para acercarme

-Tomemos un descanso por hoy ¿quieres?-

-Por supuesto-

Caminamos por el lugar, era bastante amplio, la brisa paseaba suave entre el bosque. Adoraba estar allí, la verdad era el mejor lugar, me sentía despejada, caminamos en una pequeña subida apreciando el ambiente alrededor. Nos detuvimos a tomar agua en el riachuelo y por juego le arrojé un poco de agua a Alan en el rostro para carcajearme

-¿Te parece gracioso?- sonrió con malicia

-No, espera- le dije parando mi risa para ver como él acumulaba agua en una mano y me la arrojaba encima, para que yo suspirara exageradamente

-Ahora estamos a mano- me comentó riendo. Formé una gran capa de nieve sobre él y la derretí al instante arrojándolo sobre él para salir corriendo -Eliana. Cuando te alcance lamentarás haberle hecho eso a tu rey- dijo mientras me perseguía

Yo reía sin parar y volteaba para atrás buscándolo, podía verlo riendo al perseguirme por lo que seguía corriendo, esquivando ramas, piedras, montículos, árboles. La risa provocaba que disminuyera la velocidad, por lo que tocaba algunos árboles para pintarlos de rosa, creaba nieve alrededor del camino para despistarlo un poco cosa que parecía funcionar. De pronto me detuve en un lago enorme con una cascada, estábamos rodeados por más árboles llenos de color y vida, las hadas miniaturas brillaban con libertad entre los árboles y cruzando el lago mientras sus campanillas sonaban con una música agradable junto a las aves.

-Te lo dije- escuché la voz divertida de Alan antes de que me empujara al lago y cayera en él

No era profundo como mucho tendría tres metros de profundidad donde caí por lo que nade hasta arriba para respirar y ver a un Alan carcajeando sin parar mientras yo lo fulminaba con la mirada. Salí del lago con todas las intenciones del mundo

-¿Qué? Oye, Eliana espera- me dijo con diversión y preocupación al mismo tiempo

Él empezó a correr y yo lo perseguía por toda la orilla del lago, me resultaba imposible alcanzarlo y más con todo el vestido mojado que pesaba una tonelada. Me detuve en la orilla para agarrar aire de lo cansada que estaba él se me acercó para alardear que había ganado y aproveché el momento para arrojarlo al lago pero antes de caer me tomó por la muñeca y me llevó con él.

Nos divertimos bastante en el lago, parecíamos dos niños en una piscina, nunca en mi vida había jugado tanto como ese día. Cuando salimos nos sentamos en la orilla a mirar la cascada caer y esperar que la ropa se secara un poco, ya estaba anocheciendo y las hadas brindaban mayor claridad. Vimos el atardecer más impresionante que se podía apreciar, realmente se respiraba paz y libertad.

-Mañana tendremos que retomar nuestro camino- comenté terminando de ver el sol ocultarse

-Mi pueblo y el bosque nos necesitan, ellos cuentan con nosotros- continuó él

-Lo sé- suspiré pesadamente mientras se creaba un silencio bastante agradable entre los dos

El cansancio me estaba venciendo, mis ojos pesaban horriblemente, trataba de mantenerlos abiertos pero el sonido agradable de esa parte del bosque y la cascada caer no ayudaban

-Te seré honesto- escuché hablar a Alan a mi lado mientras yo dejaba escapar un bostezo y solo respondía un "mmm" -Si alguna vez escogiera a mi reina- casi no podía escuchar, me estaba durmiendo -Te escogería...- escuché lejos ya que no aguanté más y me dormí sintiendo como mi cabeza se posaba en algo y esto se tensaba un poco para luego relajarse

Los rayos del sol acariciaron mis ojos, estaba demasiada cómoda durmiendo en el césped. No sabía cómo había llegado allí ni tampoco me importaba pero la luz del sol no me dejaba terminar de dormir, por lo que abrí mis ojos y vi que Alan no estaba por ningún lado

¿Qué tan tarde es?

Me levanté para acercarme al riachuelo, lavarme el rostro y tomar algo de agua. Caminé hasta donde habíamos llegado la primera vez y vi como Alan con ayuda de Cleindes terminaban de preparar los caballos.

-Eliana, has despertado. Te quedaste dormida sobre mi hombro y te veías tan cómoda que no quise despertarte ¿Cómo has dormido?- me comentó Alan aclarándome la duda

Esperen ¿dijo que me quedé dormida sobre su hombro? Por Dios

Sentí como mis mejillas se incendiaron un poco y sacudí ese pensamiento de mi cabeza

-He dormido bien. Lamento que hayas tenido que cargar conmigo desde el lago- me disculpé por eso con mucha vergüenza.

-Descuida, necesitabas descansa ¿lista para irnos?- me comentó con una sonrisa por lo que le correspondí y asentí con la cabeza

-Bien, entonces vámonos. Se hace muy tarde y no creo que logremos llegar antes del anochecer al campamento por la ruta normal- comentó Cleindes un poco nerviosa

-Entonces tomemos un atajo, así llegaremos pronto- le resté importancia mientras me encogía de hombros y ella asentía con la cabeza

Estuvimos andando unas cuatro horas por el bosque, se notaba la gran diferencia al de las hadas, puesto que aquí los árboles se veían más opacos, los animales paseaban con tranquilidad pero se notaba la pesadez.

-Aquí cambiaremos de camino para tomar el atajo. Solo que los caballos no pueden entrar o colocarían sus vidas en peligro- comentó Cleindes

-¿A qué te refieres?- pregunté confundida para que ella jugara con sus dedos nerviosa

-Ambos caminos están repletos de peligro, pues si continuamos el normal es probable que se enfrente a algunos vampiros al anochecer y bueno en el atajo hay algunos lobos pero llegarán en tres horas nada de qué preocuparse-

-Cleindes, si vamos por el normal tomaremos un día entero en llegar y Daniel nos necesita lo más pronto posible- le comenté mientras ella me miraba con carita de cachorrito y mordía su labio inferior

-Tomaremos el riesgo. Vallamos por el atajo- comentó Alan con seguridad bajándose del caballo y para yo imitarlo.

No sabía si era buena idea pero nada más pensar en lo que nos esperaba me ponía un poco nerviosa. Cleindes prefirió tomar a los caballos llamar a algunas hadas y que ellas se encargaran de ellos para encontrarlos luego.

Continuamos unas dos horas más en el bosque, cada vez se tornaba más denso y oscuro hasta que empezamos a escuchar voces, aullidos, ladridos acompañados de gruñidos, risas. Nos detuvimos en el instante. Cleindes se ocultó detrás de mi hombro y apagó su luz asustada. Volteé a mí alrededor y había demasiadas sombras sin una forma específica que pasaban de un árbol a otro a gran velocidad chitando y susurrando "silencio". Mis nervios aumentaron, lo que había estudiado de las sombras es que eran todo menos buenas y al parecer ese no era el único problema, pues aquellos ruidos no paraban y lo más seguro es que habían lobos cerca. Alan volteó a verme un poco nervioso y mis nervios se empezaban a convertir en miedo. Eso no estaba bien, no estaba nada bien.

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