Capítulo 6. Propósitos
Estaba atónita y por lo que veía Alan estaba aterrado, sabía que el vampiro estaba allí por alguna razón y su misión principal no era cazar, estaba aquí por otra cosa
-¿Qué es lo que realmente deseas? ¿No te bastó acabar con más de la mitad de mi reino?- Alan estaba furioso
-¿Así te presentas por primera vez? Que falta de modales- tomó un sorbo de su copa -Y por cierto, yo no fui quien devoró la cuarta parte de tu reino. Aunque no voy a negar que contribuyera en que más de la otra cuarta parte desapareciera y algunos que otros regresaran con un recado- se río
-¡ERES UN BASTARDO!- le grité furiosa mientras le arrojaba un rayo de hielo y este lo esquivara con facilidad sin derramar ni siquiera una gota de sangre de su copa -Te llevaste a Elena y a gran parte del pueblo y ¡¿PARA QUÉ?! Si ni siquiera los puedes transformar a menos que la luna se coloque roja y si querían alimentarse ya lo hubieses hecho- me dejé llevar por la ira mientras creaba fuego rosa con mis manos y se las arrojaba pero él las esquivaba sin ni siquiera levantarse del trono.
-Ya veo de donde salió la idea de las dagas de plata ¿Cómo sabes de nosotros?- preguntó
-Eso no te incumbe. Ahora habla ¿qué es lo que realmente deseas?- interrumpió Alan protegiéndome
-¿Acaso no es obvio?- dijo divertido mientras se acomodaba en el trono -Quiero tu reino, el bosque, todo en realidad. Mientras más territorio acumule menos los lobos podrán contra nosotros y el poder total será solo mío, de mi Alma Gemela y mi clan- se río
Eso me hizo temblar un poco, recordé claramente cómo se refirió a Elena aquella noche, mi mente comenzó a procesar rápidamente toda la información y lo que estaba por pasar era mil veces peor de lo que ya estaba. Comprendí todo lo que estaba pasando en un solo instante solo había una pieza que no lograba unir
-Parecen sorprendidos- tomó otro sorbo de su copa para levantar la cabeza -Y lo peor ni siquiera ha pasado- sonrió maliciosamente mientras la mayoría de los ministros se aparecían por las puertas con la marca en una parte del cuello o en las muñecas, con excepciones de los cinco que ya habían muerto días antes incluyendo al consejero real -Sorpresa- anunció sonriendo mientras Alan se encontraba estupefacto al ver aquella escena. Los soldados se alarmaron y dieron un paso atrás empuñando sus espadas en una mano y sus dagas en la otra en caso de algún ataque -No me miren así. Digamos que la carta se retrasó en llegar y te tardaste en responder, pero el mal ya está hecho-
-¿Por qué?- susurró Alan a mi lado con la cabeza abajo -¡¿POR QUÉ?!- gritó con autoridad levantando la cabeza y observándolos a todos
-Majestad era la única manera de salvar al reino- habló uno de ellos
-Se lo aconsejamos pero usted no quiso escuchar- continuó otro
-Majestad era lo mejor que podíamos hacer o todos moriríamos-
-¡¡CALLAD AHORA!!- se hizo un fuerte silencio -Solo son un montón de ancianos mendigando por más de lo que se merecen. Egoístas, patéticos. Nunca pensaron en el reino sino en salvar su propio pellejo desgastado y creyeron que traicionándome para unirse a las bestias era la mejor manera. ¡Merecen la pena de muerte!- realmente estaba furioso.
-Me estoy divirtiendo y es una hermosa reunión pero el show debe continuar- terminó de tomarse el líquido de su copa mientras sonría satisfactorio.
Se escuchó como todo el hielo que había formado la barrera se destruyera por completo dejando entrar a todos los vampiros y él desapareciera. Los soldados empezaron a luchar desesperados mientras yo lograba congelar a los que se me atravesaran y mataba algunos con la daga provocando que explotasen en cenizas. Podía ver varias explosiones de cenizas en varias partes pero eran más los soldados que gritaban y caían secos al suelo. Alan se defendía con un puñal que sacó de sus ropas para explotar a varios vampiros. El general de la guardia tomó a Alan por el brazo y me tomó a mí para sacarnos de allí y llevarnos hasta los establos del palacio, ya había dos caballos preparados para que nos fuéramos
-¿Cómo supiste...?- pregunté extrañada sin completar la frase
-Me infiltré entre el grupo- dijo mostrando la misma marca que los demás -No es real. Necesitaba descubrir lo que pasaba entre algunos de los soldados y los ministros desde dentro, por eso varios soldados fueron removidos los últimos días- Alan le estrechó la mano
-Prepara las tropas con los que estés seguro que son de confiar. Te enviaré un mensaje, ya sabes cuales son las instrucciones- le confió Alan, mientras guardaba su daga entre sus ropas y yo en mi bota izquierda
-Estaré alerta- le afirmó
-Gracias hermano- culminó mientras el general le daba un leve golpe a los caballos para que avanzaran a gran velocidad
Nunca en mi vida había visto tanta confianza como en ellos dos, parece que la loca de la reina engendró buenos hijos, cosa que para ojos de cualquiera sería imposible.
Ambos nos adentramos en el bosque dejando todo atrás temiendo que alguno de los vampiros u hombres lobo saliera a nuestro encuentro, ya era muy tarde y aun no habíamos encontrado a nada ni nadie, todo estaba solo y en un profundo silencio
-Deberíamos detenernos- habló Alan por lo que nos detuvimos
-Es cierto, este silencio me da escalofríos- le respondí para que él me sonriera
Caminamos un poco hasta un árbol lo suficientemente grande y grueso, tenía las raíces enormes como para descansar tranquilamente y ocultarnos a la vez. Amarramos los caballos al árbol y nos recostamos en las raíces. Revisé los sacos de cuero que tenían mi caballo y encontré varias tortillas y agua. Compartí con el rey la comida, ya que ambos no habíamos comido
-Hace siete años, recuerdo que antes de partir, este bosque era demasiado hermoso, la magia era algo natural. Recuerdo que los árboles danzaban junto a la música de los faunos y creaban un sonido tan agradable y armónico que parecía estar soñando- recordé aquello con una sonrisa
-Este bosque era realmente agradable y hermoso, la Diosa de Blanco aún seguía cuidando el bosque. Cuando dejó a cargo a Elena y Daniel se mantuvo de esa manera. Yo venía seguido con esperanzas de...- se detuvo un momento para verme y luego continuar sin terminar la frase -Pero ahora solo es un campo de batalla, en cualquier lugar donde estemos es un riesgo de vida- se enserió un poco con tristeza
Traté de descansar un poco pero sentía que alguien me seguía observando, pasó un rato, abrí mis ojos y miré a Alan quien dormía plácidamente al otro lado de la raíz, se veía tierno así. Aquel presentimiento de ser observada no se me quitaba por lo que me alerté. Con mucha cautela me levanté mirando a mí alrededor, detrás de unos árboles veía los ojos amarillos de un animal muy grande. Tenía temor de acercarme, sentía el deseo de despertar a Alan pero me contuve, con cuidado me acerqué y de mi bota izquierda saqué el cuchillo de plata.
El lobo saltó de una roca en la que se encontraba y se me acercó lento pero decidido para luego tomar forma humana y yo apretara con más fuerza el puñal
-Mi hermosa Luna, pensé que nunca tomarías el valor de enfrentarme- me comentó con una sonrisa
-¿Qué es lo que realmente quieres?- pregunté de forma amenazante
-Me enloqueces. Tu olor es demasiado dulce y a donde quiera que vaya me atraes-
-¿Y por esa razón atacaste a todos los seres mágicos, destrozaste lo único que quedaba del palacio del bosque y destruiste a media población humana? Me impresionas- dije sarcásticamente
-¿Sabes que con tu actitud despiertas a mi lobo interior?- habló seductoramente, cosa que me causó escalofríos
-¿Por qué están aquí?- pregunté impaciente
-Mi manada y yo venimos tras los vampiros, a donde ellos van vamos nosotros. La idea es conquistar el territorio antes de que ellos lo hagan y exterminarlos de una vez por todas para que nuestra manada sea quien quede reinando en el mayor territorio cuanto sea posible-
-Tenían que ser estúpidos colonizadores- hablé entre dientes con un poco de molestia mientras volteaba mi rostro a otra parte y me cruzaba de brazos sin soltar el puñal
-Te escuché querida- Me habló detrás de mí mientras me rodeaba con sus brazos impidiendo que yo me moviese
Intenté derrumbarlo pero era demasiado fuerte no podía moverme, pensar, ni siquiera acercar el puñal a uno de sus brazos. Me asusté demasiado, quise gritar por ayuda pero recordé que si lo hacía podía aparecer toda su manada o los vampiros, acabarían descubriendo nuestra ubicación y colocando en peligro la vida de Alan. Mi mente estaba en blanco
-Cuando la Diosa Luna se vista de sangre tú y yo gobernaremos estás tierras y más de lo que podrás imaginar-
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