Capítulo 24. Amor o Compromiso
Absalón se levantó y tomó mi mano a la que rechacé por instinto para limpiar mis lágrimas
-Gracias por...- sollocé -Todo, pero está más que claro que debo irme y tal vez sea la última vez que disfrute de este bosque porque si decido quedarme me iré con los lobos pero si regreso a mi mundo no volveré y es lo que no deseo- me sentía como niña pequeña en ese momento, aquella chica fuerte y llena de poder se había esfumado, solo quedaba la Eliana sentimental y débil.
Alan se abalanzó contra mí y me arrulló en sus brazos, yo oculté mi rostro en su pecho mientras él me rodeaba con sus brazos y sentía como su corazón acelerado hacía compás con el mío, sentí algunas gotas húmedas caer sobre mi cabello. En ese momento no me importaba los que estaban a mi alrededor, solo quería refugiarme en sus brazos, sentirlo por última vez.
Me separé un poco de él y lo miré para luego hablarle a él junto a los demás reyes y al Alpha de la manada, quien estaba más serio que de costumbre y con su ceño bastante fruncido por la escena que acababa de presenciar
-Yo no volveré a mi mundo porque he hecho un trato que no deseo romper a menos que él lo rompa- me referí a Absalón -Seré la Luna de la manada y seguiré siendo la mate de Absalón por el bien de toda la nación- me limpié las ultimas lágrimas que amenazaban con salir -En mi mundo hay un dicho que dice "El enemigo de mi enemigo es mi amigo" y así lo creo. Los lobos han demostrado ser nuestros amigos y al unir fuerzas con ellos esta nación será más fuerte- hablé con determinación
-Eliana- escuché balbucear a Alan para romper mi corazón por dentro pero no volvería a llorar.
Regresé junto Absalón y la manada, yo iba en un profundo silencio mientras los demás festejaban entre sí por la victoria. Tuve que dejar a Maxter con Alan para caminar y despejar mi mente un poco, cosa que no estaba funcionando bien
-¿Estás bien?- me preguntó Absalón preocupado por lo que solo asentí con la cabeza
Él me tomó de la mano, al principio quise rechazarla pero luego la acepté, tenía que empezar hacerlo si iba a pasar toda mi vida con él. A medida que caminaba solo recordaba las historias que me leía mi abuela, los cuentos de hadas que leía en la escuela donde todas las princesas terminaban con su príncipe azul pero tenía que admitir que ese no era mi caso, yo era una princesa a la que no le pasaría igual porque debía entregarlo todo por la nación que ni siquiera es de ella.
-... ¿Qué me dices de Max? Él es súper Sexy y está enamorado de ti desde la secundaria, incluso antes de que a ti te atrajera- Milexy parecía emocionada por la idea de que Max estuviera tras de mí a pesar de que en realidad mis sentimientos hacia él habían cambiado radicalmente
-Ya te dije que no me gusta de esa manera. Él es mi mejor amigo aparte de ti y es como si fuese mi hermano o por lo menos yo lo veo así- le comenté cansada
-A pesar de que él no te ve así- aclaró -No puedo contigo, en verdad me gustaría saber cuándo te enamorarás de verdad- concluyó arrojándose en mi cama cansada de nombrarme a tantos chicos sexys de la universidad, su familia e incluso al chico de la tienda de helados, me divertía verla sufrir por mí en este sentido, por lo que me reí
-Cuando lo haga te avisaré ¿quién quita? Tal vez me enamore de un rey sumamente bello, dulce, tierno, que se preocupe por mí y me ame más que a cualquiera en el mundo- le comenté con una sonrisa soñadora
-Si pero espero que estés dispuesta casarte con él, porque conociéndote te podrás enfrentar a un ejército completo de zombies pero nada más se presenta el amor de tu vida y sales corriendo- me dijo para reírse, sabía que se volvía a referir a Max, ella siempre quiso que él y yo tuviésemos algo más que una amistad. Le arrojé la almohada para que se callara y empezáramos una guerra de almohadas entre las dos hasta estallar en carcajadas
-Si sigues así de infantil Leonel va a confundir a su novia con una niña- culminé para que me sacara la lengua
-Mira quién habla- respondió con sarcasmo para estamparme la almohada en la cara
No tenía ni idea de por qué me vino ese recuerdo pero creo que Milexy tenía razón, ella me conocía mejor que yo. Si hubiese sabido que esa conversación era la predicción de mi futuro tal vez ni siquiera hubiese hablado con Absalón, aunque no me arrepentía de haberlo conocido.
Sentí un dedo pasar por mis ojos de manera suave y lenta por lo que levanté mi mirada para fijarme en los ojos cafés de Absalón, quién limpiaba mis lágrimas con suma delicadeza, ni siquiera me había dado cuenta que estaba llorando. Me pasé la mano por mis ojos para terminar de limpiarlas, respirar profundo y forzar una sonrisa.
Llegamos a la manada y todos comenzaron a festejar por la victoria obtenida, sacaron bebidas que tenían fermentadas, cocinaron carne y la repartían entre ellos, sacaron varios instrumentos musicales para armonizar y bailar con alegría, mientras yo me introducía en la cabaña con tres lobas más que me ayudaran con el vestido que usaría, me soltaron el cabello, me colocaron algunas prendas, me maquillaron y sonrieron ante mí.
-Se ve hermosa Alteza ¿Quién diría que el Alpha sería el mate de una princesa de mayor poder y rango?- comentó una de ellas de forma soñadora, mientras yo solo la miraba tratando de sonreír cosa que me era casi imposible
-Alba, silencio- le ordenó la mayor de ellas -No querrás que los demás escuchen. Recuerda que es una sorpresa y solo nosotras lo sabemos- le aclaró
-Perdón-
-Toma- la otra chica me entregó un ramo de rosas rojas para yo tomarlas -Hará contraste con la Luna Sangrienta. Han escogido la mejor fecha y el mejor momento, realmente los felicito- comentó con una sonrisa
-Omega, por favor- volvió hablar la mujer que no aparentaba más de cuarenta -Será mejor que salgan de aquí las dos, solo faltan diez minutos para la media noche así que fuera-
-Pero Talia- se quejaron ambas
-He dicho que fuera. Ella necesita estos minutos sola- volvió a comentar para sacarlas -Sé por qué lo haces pero te diré que hay veces donde es necesario sacrificar por tu felicidad perpetua- me comentó antes de salir
Me quedé pensando allí dentro, solo quería colocarme a llorar pero ese tema estaba muy rayado para mí, así que solo me coloqué a pensar. No quería hacer esto, un noventa por ciento dentro de mí me gritaba que dejara todo y me fuera pero un diez por ciento me mantenía allí dentro y era el beneficio de todo el reino, me repetía dentro de mí que eso no era por mí sino por ellos, la nación debía ser más importante.
-¿Estás segura de lo que haces?- escuché la voz de Alan sorprendiéndome por detrás, por lo que me volteé para mirarlo recostado en el marco de la puerta mientras me miraba ¿Cómo entró? -¿Estás segura que es lo correcto?- volvió a repetir para acercarse a mí
-Alan- fue lo único que pude decir para que él me tomara por los hombros y me mirara a los ojos
-Respóndeme la verdadera razón por la que haces esto y me iré- me habló entrecortando la voz
Se me creo un nudo en la garganta, no podía hablar o me desmoronaría y era lo que no quería
-Por favor- me pidió en un susurro mientras sus ojos se cristalizaban
-Yo- cerré mis ojos para no mirarlo –Hago esto por el bien de todos, si los lobos no son...- él me interrumpió
-La verdad, se honesta conmigo por favor- me sujetó el rostro entre sus manos para unir nuestras frentes, abrí mis ojos un momento y pude ver como lagrimas silenciosas salían de sus ojos, volví a cerrar mis ojos para sentir como mis lágrimas recorrían mis mejillas.
-Tengo miedo a que esto no sea verdad- solté de repente -Tengo miedo de amarte y que todo lo que realmente siento sea solo mío. Tengo miedo de que me abandones al no ser lo que esperabas- las palabras salían por si solas, ni siquiera yo conocía esa parte de mí
-Te he dicho que prefiero perder el reino entero si tú no estás en él. No deseo que vivas en mi reino, deseo que vivas y reines conmigo en mi reino- habló mientras rozaba nuestras narices y la movía con suavidad y yo posaba mis manos sobre las de él
Mi corazón se aceleró a mil, mi estómago dio un vuelco, mi piel se erizó. Mis emociones y mis sentimientos se hicieron presentes, sentía como si un torbellino de emociones me acorralaba en ese momento
Deja que tu corazón sea el que te guíe y conseguirás las cosas que nadie puede
Ese último consejo de la Diosa de blanco llegó a mi mente en ese momento y sin pensarlo Alan y yo unimos nuestros labios al mismo tiempo de manera suave, dulce y lenta. Todo dentro de mí se activó, mis manos rodearon su cuello con delicadeza, mientras él posaba su mano detrás de mí cabello recién peinado, nuestra respiración no era algo necesario, solo existíamos nosotros, su lengua chocó en mis labios por lo que entre abrí un poco más para abrirle paso y sentir como el beso se intensificaba cada vez más su lengua exploraba mi boca provocando una sensación que nunca había sentido y todo dentro de mí se disparaba. Él me apegó más a él y sus manos viajaron tallando toda mi espalda y mi cintura. La falta de oxígeno se hizo presente por lo que separamos el beso. Nuestras respiraciones eran sumamente agitadas, su corazón acelerado armonizaba con el mío y todo dentro de mí se había alterado, tenía la mejor sensación que había sentido en toda mi vida
-Te Amo Eliana- me susurró cerca de mis labios
-También yo- le respondí por instinto
Escuché un aullido de celebración en la parte de afuera sacándome de trance y rompiendo el momento por lo que me separé de él sin querer. Él me miró con frustración, mis nervios aumentaron en ese momento, no tenía ni la menor idea de que hacer
-Eliana- esa era la voz de Absalón, por lo que me alerté y Alan hizo precisamente lo mismo. Yo miraba a todas partes para saber qué hacer y sin querer volteé el frasco de perfume provocando que se botase todo en el suelo y sobre mí, traté de acomodarlo lo más rápido que pude, mis nervios se colocaron de punta -Eliana- volvió a repetir para que yo dirigiera mi mirada a la puerta y él entrara, mi corazón se aceleró a mil por hora del susto. Si él no se había molestado antes, en este momento era seguro que lo estaría -Oh- soltó con sorpresa, todo en mi interior temblaba del pánico -Estás hermosa- soltó para que yo me sorprendiera y quedara en silencio -¿No deberías decir algo?- me preguntó al ver mi silencio. No sé cómo, cuándo o dónde se ocultó Alan pero lo hizo bastante bien porque no se veía por ningún lugar
-Gra-gracias, tu tampoco estás mal- le comenté. Admitía que él también se veía bastante bien -Las chicas hicieron un buen trabajo, son muy buenas- les dije tratando de sonreír. Él se me acercó un poco -Ese olor...- comentó pensativo para colocarme más nerviosa -Supongo que no pudieron quitártelo- concluyó sereno
-¿Sabías que es de mala suerte ver a la novia antes de salir?- le comenté para cambiar de tema mientras me cruzaba de brazos y sonreía un poco
-Sí. Sobre eso quiero hablarte- me comentó provocando que se me acelerara el corazón
-¿Qué sucede?- pregunté confundida para que él se terminara de acercar y me besara de repente a lo que no correspondí. Se separó a los dos segundos y yo seguía en estado de shock
-Eso es lo que sucede- me habló dando dos pasos hacia atrás -Pensé que podría con esto pero realmente no puedo- no estaba comprendiendo de lo que hablaba -Es decir, esto no es mío- se pasó la mano por el cabello despeinándose, parecía nervioso -No puedo obligarte hacer algo que realmente no deseas y pensé que sí pero no soy así. Me duele profundamente el que no me veas como yo te veo, a pesar de que eres mi mate, que cada vez que te siento cerca tu olor me enloquece, tu manera de ser me descontrola, tu forma de hablar me emboba que sigo sin poder creer que La Diosa Luna se haya equivocado con nosotros- me comentó con dolor mientras bajaba su cabeza para no darme la cara -No deseo rechazarte porque para un hombre lobo volver a encontrar su mate debería pasar cien años y para ese entonces lo más probable es que ya no esté con vida- volteó a verme -Sin embargo te libero del trato. No quiero hacer esto si tú no quieres. Y descuida, atenderemos a su llamado cuando nos necesiten- sentí como mi corazón saltó de alegría. Sonreí un poco, me abalancé sobre él y lo abracé
-Gracias- le susurré en el oído tratando de ocultar toda mi alegría, debía considerar como él se sentía -Pero ¿qué pasará contigo?- le pregunté para que él me sonriera con picardía tratando de ser el mismo
-Tal vez me valla con mi manada pero- me tomó por los hombros para susurrarme al oído -Mantén un ojo abierto por las noche porque puede que un día no despiertes en el mismo lugar- me comentó para guiñarme un ojo, me reí un poco por la amenaza -Siempre estaré para ti. Puedes buscarme cuando desees- me habló con dulzura para yo darme vuelta -Te Amo Eliana y el amor de un Lobo es eterno- volvió a decir para que yo volteara a verlo, le sonreí y salí de allí en busca de Alan
Salí por detrás de la cabaña, me sorprendí al ver a Alan recostado en la pared de esta con su mirada en la Luna Sangrienta mientras Maxter estaba recostado en el suelo durmiendo, supuse que se había venido en él, de esa manera había llegado tan rápido. Me acerqué a él para que abriera sus ojos y yo le sonriera mostrando mis dientes, realmente estaba demasiado alegre
-¿Me esperaste demasiado?- pregunté para que él me correspondiera
-No estaba seguro de que vinieras pero algo dentro de mí me hizo esperarte- me comentó para tomarme de la mano
-Parece que hasta la roca más dura se transforma en carne- me encogí de hombros mientras él mantenía su sonrisa -¿Nos vamos?- le pregunté
-Disfruta el momento- me comentó para halarme a su cuerpo y provocar que me recostase en su pecho observando la rojiza noche y la Luna Sangrienta.
No podía creer que la noche que se tenía pautada para la destrucción de un reino terminara convirtiéndose en la noche de su restauración, la noche en que el corazón de un lobo testarudo cambió por el bienestar de otros. Desde que llegué allí nunca pensé que formaríamos alianza con los lobos y menos de esta manera, estaba segura que terminaríamos luchando contra ellos al ser una de las razas más peligrosas de la tierra a parte de los vampiros y las sombras; pero una cosa he aprendido desde que descubrí aquel viejo libro en el sótano de mi casa y es que no todo es como parece y las cosas siempre terminan dando un giro de 180°, muchas veces para mal y otras para bien pero todo depende de las decisiones que tomemos. El destino no está escrito, somos nosotros quienes lo escribimos por eso es mejor tomar las mejores decisiones y saber las consecuencias que acarrean.
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