Capítulo 22. Batalla Final
Elevé el vuelo con mi dragón y Alan hizo exactamente lo mismo para empezar a gritar las órdenes a sus soldados, mientras yo buscaba al Beta de Absalón y al verlo le dije a Maxter que se acercara para yo tomarlo por la muñeca y subirlo al dragón. Debíamos llegar lo antes posible con los lobos y reubicarnos a gran velocidad.
Desde esa altura se podía observar a todos los seres con sus especies tomando sus armas y reubicándose en formación mientras Daniel y Alan se colocaban en frente para guiarlos a la pradera más grande y cercana del bosque.
Llegamos a la manada y Absalón estaba reubicando a todos los líderes para acomodar a los ejércitos. Me bajé de Maxter junto al Beta para informar que habíamos llegado, el Beta iba delante de mí
-Llegaste justo a tiempo. Asegúrate de cada ejército esté en su posición y lugar- el Beta asintió para hacer una reverencia e ir directamente a cumplir la orden. Me acerqué con cautela a Absalón para que me reubicara en alguna formación y él al verme se quedó estático en su lugar mientras sus ojos brillaban con intensidad, entre abría su boca y sus mejillas se enrojecía un poco
-Alpha ¿Cuál es mi posición?- informé levantando mi mano a la altura de mis ojos tal y cual lo haría un soldado por lo que el batió su cabeza y sonrió un poco para yo corresponderle
-Tú eres nuestra arma más letal, irás detrás de los ejércitos junto al dragón. Estarás al pendiente cuando te de la señal para que te eleves por los aires- habló firme para que yo lo siguiera junto a Maxter a unos túneles profundos que se notaba a donde fuera que era trabajo de los trolls.
Mi dragón de alguna manera brillaba en medio de la oscuridad en especial el diamante fucsia que tenía en su frente, los lobos por su parte tenían antorchas encendidas para avanzar y yo solo caminaba al lado de Absalón justo en frente. Cuando estábamos cerca se veía un poco de luz rojiza pero no lo suficiente, por lo que nos detuvimos. Se hizo un silencio bastante profundo, todos estaban con los ojos cerrados como si tratasen de escuchar algo que por lógica yo no oía nada. El silencio me estaba desesperando, apenas si podía oír las llamas de las antorchas bailar.
De pronto Absalón abrió sus ojos de golpe y luego lo secundó su Beta, el Alpha dio la señal a su Beta asintiendo con la cabeza para que este se transformara y dejara escapar un aullido. Todos los demás se transformaron de inmediato, el Beta salió adelante y los demás lo siguieron
-Llegó el momento- me habló Absalón en medio del bullicio de sus lobos para que yo asintiera con la cabeza darme vuelta para subir a mi dragón –Por cierto- llamó mi atención –Te vez hermosa- comentó con una sonrisa genuina para que se transformara en el gigantesco lobo y se adelantara entre todos los lobos hasta legar al frente. Sonreí un poco por sus palabras y su actitud mientras negaba con la cabeza
-¿Listo Maxter?- le pregunté a mi dragón un poco nerviosa pero entusiasmada al ver que todos ya habían salido. El dragón me observó y se irguió abriendo sus alas para responderme -¡Ahora!- le informé para que saliéramos de los túneles y elevara vuelo
La batalla había iniciado hacían algunos minutos y todo estaba reñido y fuerte, podía ver varias explosiones al mismo instante gracias a los lobos que acabaron con casi todos los que se encontraban en la retaguardia. Elevé un poco el vuelo y Maxter escupió fuego moviendo su cabeza por los aires para debilitar a más de veinte vampiros que venían por los aires a gran velocidad. Aproveché el momento para sacar mi ballesta a gran velocidad, tomar las saetas y disparar a gran velocidad a los veinte vampiros haciéndolos explotar en el aire. Varios vampiros dirigieron su mirada a los cielos y volví a aprovechar para disparar a algunos, muchos de los seres al ver la distracción los explotaron al instante atravesándolos.
Volé con Maxter más cerca de la batalla, no tenía la intención de gastar todas las saetas en un instante por lo que saqué mi espada y en una pequeña inclinación pasé por ellos atravesando a varios mientras explotaban en cenizas. Veía que Alan y Daniel también habían elevado vuelo y luchaban con algunos vampiros haciéndolos explotar, me alegraba de que estuviesen bien; miré a todas partes pero me costaba distinguir a Absalón en medio de tantos colmillos, gruñidos y chillidos juntos hasta que logré ver al enorme lobo destruyendo a tres vampiros a la vez. Levanté mi mirada y vi como incontables vampiros venían por los aires para atacar, parecían enjambre de avispas cuando se molestan.
Me elevé más alto de lo normal y Maxter junto a mí persona arrojamos fuego para debilitarlos, luego volé en medio de todos con mi espada en mano, Alan y Daniel me imitaron y juntos explotamos a más de la mitad con la espada de plata. Pero como todo empezaban a recuperarse por lo que me arrojé del dragón por los aires y con mi espada la blandía atravesando a todos los vampiros que se me atravesaran. Uno de ellos logró esquivarme para atraparme e intentar morderme pero en un instante me giré con fuerza hasta quedar detrás de él, congelarlo y atravesarlo con mi espada y este explotara mientras Maxter voló debajo de mí y caí en él en posición para montarlo y seguir luchando.
Había dejado de nevar y la luna roja se empezaba a asomar, por lo que los vampiros de un momento a otro se fortalecieron al igual que los lobos y la lucha se intensificó aún más. La desventaja era para los seres mágicos, quienes eran mordidos por los vampiros para que estos se revolcasen, cayesen inconscientes y en menos de diez minutos se levantasen en contra nuestra. Explotábamos a varios pero perdíamos a muchos. Las sombras empezaron hacer presencia, ya que pude observar como varios de los nuestros e inclusive de los lobos eran absorbidos entre la nieve y la tierra dejando un charco de sangre. Seguí luchando desde los aires en contra de todos los que veía pero me resultaba imposible vencerlos a todos, Alan y Daniel se encontraban en la misma posición que yo y ya estábamos agotados, las sombras seguían absorbiendo a un gran número de los nuestros, las tropas de Alan quienes eran mucho más numerosos habían disminuido más del sesenta por ciento. Estábamos perdiendo y lo peor es que aún no había visto a Tamuz con los siete principales del consejo desde que salí a luchar. Lo más extraño es que no veía Etnam por ninguna parte cuando él logró salir con su especie para "luchar".
La batalla era fuerte, había perdido la noción del tiempo pero sentía que llevábamos una eternidad en este plan. Me bajé del dragón para luchar en tierra y apenas veía las sombras cerca de mí saltaba sobre alguno de los vampiros y estás se los devoraban para hacerlos explotar en cenizas.
Dirigí mi mirada a una cabellera rojiza que llamó mi atención. Corrí, exploté y esquivé hasta llegar pero solo era un hada guerrera que terminaba de matar a un vampiro. Y yo acabé con otro que estaba detrás de ella. Sin embargo pude notar la marca con que identificaban a los secuaces de los vampiros en su pie derecho, eso solo significaba que los vampiros querían asegurar su victoria a como diera lugar. No dudé en atravesarla y muchos me miraron mal y como una traidora
-¡Fíjense en su compañero! ¡Los Vampiros han marcado a varios! ¡Mátenlos a los marcados!- grité en medio de plena batalla mientras me desasía de otros vampiros y algunos marcados
Los vampiros al escucharme empezaron a morder a gran velocidad a los marcados que tenían cerca y se abalanzaron contra mí por lo que saqué mi daga y junto a mi espada derribé a todos los que se me acercaban. Silbé con fuerza para que Maxter apareciese y con sus patas me sujetara elevándome por los aires, soltarme y atraparme por debajo. Tomé los ajos enteros, la honda y empecé a arrojarlos sobre todos los que volaban cerca de mí para acabarlos. Observé que de alguna manera los vampiros se estaban fortaleciendo más que antes, traté de fijar mi mirada en algunos y pude ver como sacaban un tubo de ensayo para beberse el líquido que había dentro y volverse más fuertes y rápidos que antes. De esta manera mataban a varios lobos y seres mágicos. Reconocía esos tubos de ensayo a donde fueran, esa era obra de Etnam.
Tamuz y los siete del consejo de vampiros aparecieron por los aires para aterrizar en una pequeña colina con una sonrisa llena de satisfacción, saqué mi ballesta y las saetas que me quedaban para empezar a disparar directamente a ellos pero Etnam apareció no sé cómo ni cuándo pero atrapó la saeta y toda la poción de ajo le cayó encima para que volteara y soltara una risa de gracia. Aun no lo habían transformado. Me acerqué a ellos sin pensar en absolutamente nada, lo único que deseaba era quitarle la cara de diversión que tenía. Los del consejo me rodearon al instante chillando y riendo por la situación
-Alto- levantó la mano Tamuz con autoridad –Dejemos que los chicos se diviertan- dijo con un tono de regocijo en su voz.
No dudé en sacar mi espada de plata y empezar a luchar contra Etnam, él me hablaba pero yo no le oía, estaba llena de furia y por más rápido que me movía el me esquivaba, era lo único que él podía hacer. Me detuve un momento, cerré mis ojos y solo escuchaba la risa de todos a mí alrededor
-Le dije a Daniel que no valías la pena- me habló Etnam -Pero él nunca me escuchó- volvió a decir para que yo abriera mis ojos y sonriera con ironía sorprendiéndolos a todos y empuñar mi espada nuevamente para levantarla hacia la derecha de su rostro mientras él la esquivaba asustado y yo con un rápido movimiento de piernas lo tumbaba para atravesarlo sin piedad alguna
-Tú debilidad siempre fue tu excesiva confianza en ti mismo- le dije con una sonrisa mientras él escupía sangre y buscaba que alguien lo ayudase con la mirada pero por alguna razón ya no había nadie más que él y yo. Lo habían abandonado -Por eso siempre fui mejor que tú- le solté para sacar mi espada -Lastima, si tu lealtad hubiese estado en el lado contrario, tal vez estarías vivo ahora, pero un alma corrompida es un alma corrompida- le comenté al ver que daba su ultimo respiro.
Silbé para llamar a Maxter y subí a él, una vez en el aire, los del consejo de vampiros empezaron a atacarme con diversión, por suerte aun me quedaba dos tubos de ensayo con las pociones de ajo y un ajo entero. Salté como pude del dragón y ellos me atraparon al instante para empezar a discutir quien me mordería primero. Me reí de la situación captando su atención para destapar el frasco y este al estar bien batido se esparció como gas encima de todos, tomé a toda velocidad mi espada y los atravesé a los cinco. Monté nuevamente mi dragón elevé la mirada y los otros dos estaban con Tamuz con una mirada llena de satisfacción. Bajé la mirada y más de la mitad de nuestro ejército había desaparecido, los vampiros se habían multiplicado el triple, incluso los lobos estaban desapareciendo. Me aterroricé ante esta escena que no me movía, Alan y Daniel estaban luchando en tierra con lo que les quedaba, el Griffin luchaba como podía el pegaso esquivaba a sus atacantes pero eran más de treinta vampiros para ellos solos. A simple vista era una batalla perdida, los otros dos del consejo se me acercaron para atacarme, cerré mis ojos, guardé mi espada y mis lágrimas amenazaban con salir en silencio
-Eliana, necesito que sigas con exactitud los pasos que te voy a dar- me dijo para que yo prestase atención -Uno: Concéntrate por completo en este mundo y en la victoria. Dos: Piensa bien cada decisión que vayas a tomar porque al igual que antes, cualquier movimiento que hagas cambiarás nuestra historia. Tres: Deja que tu corazón sea el que te guíe y conseguirás las cosas que nadie puede- esa última me dejó un poco desconcertada –El futuro del reino entero está en tus manos, úsalo bien- tomó mis manos formando un puño para que luego este brillara de un color rosa por dentro –Te he dado las herramientas y tienes todo mi poder- estaba sorprendida. Ella quitó sus manos de las mías y dejaron de brillar para que pudiera ver una marca en forma de rosa color fucsia en mis manos desaparecer -Úsalo solo si es necesario. Tú eres el ser que tanto los reyes han estado buscando-
Me levanté sobre mi dragón con los ojos cerrados recordando aquel preciso momento, aquellas palabras, estiré mis brazos con suma delicadeza, levanté mi cabeza, escuchaba los chillidos más cerca de los normal. Bajé mi cabeza de golpe, empuñé mis manos y abrí mis ojos con fuerza sintiendo como todo mi cuerpo se colocaba rígido al instante y de él salía un poder incontrolable, provocando que los dos vampiros explotaran al instante, todos me miraban llenos de sorpresa y admiración.
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